viernes, 29 de junio de 2018

La Patria y la Iglesia... ¿Apóstatas?

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Malas noticias corrían por los cuatro vientos en nuestra patria los días de Junio. Bastaba observar el periódico, o caminar por las calles para notar el sobresalto social. De un momento para el otro, la sociedad se alistaba radicalmente en las tropas del enemigo. Hippies, marxistas, capitalistas, indigenistas, feministas, pobres, ricos, buenos, malos, ateos, religiosos, etc... cubrieron sus cuellos con el  hediondo pañuelo verde, con el único fin de destronar lo poco que queda de Dios en la sociedad. Y no hay que ni poner en duda que éste es su objetivo de fondo, no nos dejemos engañar. Una vez más, el influjo satánico reunió toda su gama de colores bajo una misma bandera.
Toda esta conmoción del pueblo democrático, golpeó fuertemente a estos pequeños amigos. La Argentina firmaba resueltamente su apostasía. Más de una vez, los gallardos debieron reunirse a golpearse el pecho y desgranar el miserere.
No obstante, quedaba el consuelo de estar defendiendo la causa justa de los preceptos de Dios y de la Iglesia. Pero la mortífera apuñalada por la espalda no tardó en llegar. Desde Roma llegaba la noticia: El primer mártir de la patria sería ,nada más y nada menos, que un obispo montonero. ¿Casualidad que dicha noticia y el aborto ocurran en simultáneo y en medio del combate contra los principados y potestades? No lo se, a veces cuesta creer en coincidencias, más no me compete juzgarlo.
El desconcierto era total. La patria y la Iglesia, se revestían con los mantos de la ideología, mojando la oreja de aquellos que intentamos merecer estar en el rebaño fiel.
En medio de esta turbulencia, cualquier cristiano de buena voluntad podría exclamar: "La patria ya no me identifica, y la Iglesia tampoco...", "Esta Argentina y esta iglesia no merecen su defensa..." "Todo ha sucumbido...", o también, "Si el Papa o la democracia lo dicen, es lo mejor..."
Ante esta desazón, es bueno recordar qué es la Iglesia, y qué es la Patria. Pues, ¿Puede acaso la Iglesia Santa apostatar? ¿Puede nuestra Patria merecer nuestro repudio?
Para responder a estas preguntas, acudiremos al Padre Castellani, quien fue argentino, exiliado de su patria, y católico, perseguido por su iglesia.

El 5 de diciembre de 1970, con motivo de su aniversario de 70 años de vida y 50 de escritor, pronunciaría unas palabras que nos pueden ayudar en estar horas. Pasaré algunos extractos.

"...si me dejara llevar del afecto de la melancolía, que es propio de los ancianos, debería glosar lo que decimos cuando nos encontramos los de mi edad, que ya van quedando pocos: somos una generación sacrificada - hemos fracasado - la Argentina no tiene remedio, es un país malnacido..."

Y más adelante dirá el cura:

"... de modo que la primera parte de este protocolo consistiría  en quejarme que la Iglesia me ha perseguido y la Patria me ha pospuesto y postergado; y de ahí concluír que hay un estrato de vitriolo en el fondo de la Iglesia y un gusano inmortal en el seno de la Patria. Pero después de eso tendré que confesar que la Patria me ha dejado vivir -lo cual no es poco- y la Iglesia me ha enseñado la fe de Cristo.
En medio del camino de mi vida, la Iglesia, a la cual había estado sirviendo bien o mal y amado -sí- tranquilamente, se me dio vuelta y me mostró una figura de hiena, altro que Madre; la cual figura se me aparece de nuevo cada día que hay viento norte. Fue la mayor tentación de mi vida, una tentación contra la Fe -la cual, como digo, vuelve a veces-, tentación que pisaba sobre hechos indubitables, o sea hechos de experiencia. Su formulación era ésta: Si la Iglesia me persigue gratuitamente, no es una sociedad fundada por Cristo, la sociedad santa que nos enseñaron. La respuesta -sencilla pero difícil de actuar- era: Esto no es la Iglesia. Pero es la Jerarquía de la Iglesia, la más alta Jerarquía. No toda la Jerarquía; y algunos cuantos miembros de la Jerarquía, por altos que estén, no son la Iglesia. La Iglesia son los santos, los humildes, los rectos, los que tienen fe actuosa, los jerarcas iluminados sean pocos o muchos, la inmensa masa de los que practican la doctrina de Cristo calladamente. La Iglesia no se conoce por los vestidos colorados; es más difícil de conocer que eso..."

Continúa Castellani comentando cómo le habían prohibido la edición de sus escritos sin ningún tipo de prueba, y comenta:

"...Este es uno de los rayos de vitriolo que parten del fondo inficionado de la Iglesia actual: el depósito de vitriolo se llama fariseísmo; y dese depósito viene la perturbación y crisis actual. Siempre ha existido; y las grandes perturbaciones de la Iglesia actual deben venir de allí. Ahora bien, el fariseísmo fue la Sinagoga, la que dio muesrte a Cristo; pero el fariseísmo no es la Iglesia. ¿Y quién es, pues, la Iglesia en este caso? En este caso la Iglesia sería yo, como -siguiendo los preceptos del Señor y sus divinas enseñanzas nos atrevemos a decir- ; como cuando condenaban a San Basilio la Iglesia era San Basilio, cuando condenaban a San Atanasio la Iglesia era San Atanasio, cuando condenaban a Juana de Arco, la Iglesia era Juana de Arco: y los mismo en otros 10 casos: San Juan de la Cruz, el arzobispo Carranza, el Beato Oriol, el padre Coloma, Jacinto Verdaguer..."

"... Dejando esto y pasando a la Patria, es el mismo cuento..."
"... No son la Patria los que actualmente y desde hace mucho tiempo mangonenan el país a su gusto o a gusto del diablo: ¡La Patria son ustedes! No es la patria la ideología liberal, la plutocracia mercantil ni el imperialismo extranjero; esas cosas no se pueden consagrar al Corazón de María..."
"... entonces, la Patria real ¿es muy chica? No lo se, puede que si, puede que no, pero la Patria son ustedes..."

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Habiendo leído brevemente sus más importantes pasajes, podemos responder entonces que la Iglesia y la Patria no pueden apostatar, y decir al estilo de Bécquer: Mientras haya un puñados de fieles, habrá Iglesia y Patria.
Sumado a esto, Nuestro Señor ya había predicho estas cosas para que no nos pusiéramos tristes, diciéndonos que aquellos que nos persigan, pensarán estar sirviendo a Dios. Escrito está que la abominación se establecerá en el lugar santo. De modo que podemos concluir que es necesario que estas cosas ocurran. Es necesario que la Iglesia persiga a sus mismos fieles, y que los hijos se levanten contra los padres, y que compatriotas se peleen a muerte.
Todas estas cosas, no son más que para lo que dice Jesús: " Levantad cabezas, porque vuestra salvación está cerca".
De modo que la actitud cristiana antes los hechos mencionados al comienzo, debería ser esperanzadora, sin perder la calma ni detenerse en las mil minucias del sistema democrático, ni las actitudes pastorales antropocéntricas.   Para que vuelva nuestro Rey, es necesaria la mayor oscuridad. Solo el que persevere hasta el fin se salvará.
El enemigo no entiende que lo único que hace es apurar la hora de la Justicia.

-Citas obtenidas del libro Seis Ensayos y Tres Cartas. Página 13 a 22.-


Advertencia: Se recomienda leer este primer ensayo del libro, para evitar cualquier descontextualización.



Don Virulana de los Gamos

jueves, 21 de junio de 2018

Una noche en el Godoy

Aquella tarde otoñal de domingo, Camilo se había sentado a contemplar el Viejo Tilo, junto con todos los demás árboles que vivían allí en ese cuadrilátero citadino de Los Gamos. Las paredes estaban abarrotadas de verde y vida. Múltiples especies y familias botánicas convivían bajo el gobierno del antiguo y frondoso Tilo, que en el centro del jardín vigilaba sus dominios a los 4 puntos cardinales. La imagen era espléndida; todos, desde el diminuto césped hasta el alto ciprés, parecían rendirle servidumbre y homenaje.
El gallardo "pensaba en ella": en su voz, en sus delicadas manos guitarreras y cocineras, su forma de ser que le gustaba cada día más, y en todo lo que respectaba a ella. Estos pensamientos, como sabrán mis queridos sin gala, eran algo común en el enamorado menor de Los Gamos. Pero no hablaremos de esto hoy.
Esa noche tenía una cena especial con el honorable y célebre Marqués del Godoy, era un gran amigo suyo, pero estaba un tanto nervioso porque estaría con los notables del Godoy y los marqueses y duques de otros feudos vecinos en aquella cena formal, y tenía miedo de que sus diversas modalidades propias de un orco como él le hicieran pasar algún tipo de papelón. Afortunadamente iban varios gallardos más, todos invitados especialmente por el Marqués, por lo que sabía que ante el menor "desliz" tendría quien lo cubriera rápidamente. Y allá fue. Partió con su hermano mayor Virula hacia lo del Marqués que vivía en su cuidado y agradable Palacio del Marquesado cerca del famosísimo "Mirador del Godoy" en la rotonda San Francisco. En el camino se fueron sumando los demás gallardos. Al llegar unos heraldos anunciaron su llegada, éstos hombres fornidos estaban vestidos con hermosos atuendos con los colores típicos del Godoy, con detalles del escudo propio de la familia del Marqués, entre los cuales en su heráldica se distinguía un altivo cuervo negro. La casa era un hermoso palacio antiguo bien adornado siguiendo el estricto estilo estético del famoso intelectual Mario Santos. Daba gusto pasearse por aquellos pasillos y habitaciones. Al llegar a la sala del banquete, el mayordomo los anunció al Marqués, quien entablaba pláticas con otros marqueses y duques de otros feudos de la Gran Ciudad. Al ver el grupo que entraba sus ojos se transformaron de "señor feudal" a los de un "verdadero amigo", pues entraban a la engalanada sala los sin gala: Don Virula, Don Ábila, Don Abubba, Don Melancholicus Redemptus y Don Camilo con otros gallardos que vivían y amaban al Godoy. Los sentó cercano a él en la Gran mesa. El Marqués con un simple movimiento de la mano ordenó que se sirviera el opíparo banquete. Charlaban efusivamente al igual que como bebían vino; Don Camilo rápidamente perdió la vergüenza y reía como siempre junto a los gallardos, mientras que el resto de los "notables" charlaban y debatían (si es que a eso se le puede llamar debatir) de manera ordenada y "políticamente correcta". Había un cómico contraste en la mesa, y el Marqués, que no se dejaba llevar por la frialdad de los notables, también reía y bebía con sus amigos, siempre moderadamente y sin echar a perder su honra y respeto, pues él era hombre de gran admiración entre los señores feudales que envidiaban su integridad humana y espiritual.


De pronto, se anunció la llegada de un hombre cuya asistencia nadie tenía esperanzas de que sucediera, pero la sala entera se llenó de gozo y júbilo al oir al heraldo decir: "Evilio, el Confesor", y a continuación otro nombre que era la "frutilla del postre" (o como diría mi querido Eutrapelio Cozzetti "la cerecita del paraíso") y este hombre era nada más y nada menos que "Jules Salced van Beethoven". Así es, era el famosísimo pianista de las tierras del Godoy, gran amigo de los gallardos; él era Salced, el ruludo, amo y staretz del piano, dueño del compás, señor de las corcheas y semifusas, domador de crescendos y diminuendos. Había quedádose esperando a Evilio a que terminara su larga hilera de confesión para traerlo a la cena del Marqués, cosa que Evilio, por su humildad y sencillez, rehusaba asistir siempre a tales eventos; pues para él, su pobre casa y sus pobres confesantes eran su pasaporte al Cielo. Pero tras reiteradas invitaciones del Marqués accedió asistir luego de terminar de sanar las almas. El anfitrión respetuosamente le ofreció el lugar de la cabecera pero Evilio (o Elvirilacio como lo llama don Manchita) rechazó la oferta humildemente con una cálida sonrisa y un meneo de cabeza. Todos ya estaban cenando otra vez, algunos de los notables murmuraban, poco contentos, acerca de los "invitados especiales" del Marqués. La envidia de éstos se podía olfatear en el ambiente. Como ya dije antes, el Marqués era muy estimado y respetado por los condes, marqueses, y demás señores feudales; y su integridad humana, que se demostraba en cada una de sus palabras y gestos, al igual que en los de su familia, había conducido a muchos de éstos notables a perversas envidias y celos desde hacía tiempo. Es por esto que sucedió lo siguiente:

Uno de los señores presentes, gobernante de las remotas tierras llamadas "Las Edades" o "Las Eras" junto con varios terratenientes de allí tramaron un infortunio para los músicos que irían a animar aquel banquete señorial. Varios indígenas, oriundos y súbditos de Las Eras, (en esas zonas abundan los llamados "indios láser" o "laserindios", tribu antiquísima descendiente de los mismos Pehuelches), asaltaron el carro donde se transportaban los músicos hacia el Palacio del Godoy en los campos de San Martín, junto a la fuente, a unos pocos kilómetros del Cerro Glorioso. Mataron a los músicos y quemaron sus instrumentos arrojándolos al Lago que hay allí, todo esto ocurrió esa misma noche.
Volviendo a la escena anterior en Palacio... El Marqués se había olvidado de momento de los músicos pues la charla era fogosa y alegre a esa altura del evento. Los tramadores, al ver que el dueño de casa no hacía reparo en aquello, temiendo haber actuado en vano, decidieron "atacar" nuevamente. Entonces uno de ellos, descendiente directo de los ancestrales caciques, dijo en alta voz para que todos lo oyeran: "honorable anfitrión, todo está de maravilla, mas, ¿dónde están los músicos que endulzarán nuestros oídos mientra el vino lo hace con nuestras gargantas?"; la cara del Marqués se trastornó repentinamente, todos los ojos se posaron en los suyos. Trató de guardar la calma evitando sonrojarse o palidecerse, y pensando una rápida solución llamó a su mayordomo para que mandase una guardia de jinetes en busca de los músicos. Trató por mientras de pasar el momento hablando sobre informes de obras públicas para ayudas sociales y cosas por el estilo que eran pura rutina y protocolo, tratando de demorarse lo más que podía. Al cabo de una hora volvieron los guardias con un violín partido al medio manchada con sangre su única cuerda rota que aún pendía de uno de sus extremos. Don Evilio al ver ésto echó una poderosa bendición sobre aquellas almas difuntas cuyos cuerpos no sabían donde estarían. Algunos cuadros se movieron y algunos candeleros que colgaban tambalearon un poco, fue como si una onda expansiva invisibles hubiera salido desde las manos del humilde anciano. Inmediatamente habló a sus contactos, algunos quienes son llamados "Confesores nocturnos", para que rastrearan y dieran santa sepultura a aquellos pobres músicos asesinados. El Marqués sabiendo que todo era una trampa para arruinarle la cena formal y hacer quedar mal al Godoy entero, aceptó jugar el mismo juego y comenzó a sospechar y tratar de revelar al asesino pero disimulando tranquilidad e indiferencia con lo acontecido, para poder ver así si tratarían de desafiarlo con alguna nueva tramufia y ver qué nueva pieza jugarían sus enemigos para tratar de irritarlo o arruinar su noche. El Marqués bien sabía que esta acción deshonesta contra su persona, y por ende contra el Godoy mismo, era motivo suficiente para iniciar una guerra entre dos feudos.
Los enemigos del Marqués al ver tanto alboroto se llenaron gozo, y su malicia se acrecentaba, mas no se atrevían a abrir la boca por temor a que el poderoso don Evilio, el Confesor de almas, los descubriera con sólo escuchar el timbre de sus voces pecadoras y mentirosas, pues se rumoreaba que este santo varón sabía los pecados antes de que uno los dijese.
Apenas dada la noticia salió la guardia a buscar otros músicos pero en vano lo intentaron en muchos lugares, era muy tarde ya. El Marqués pidió calma y ordenó con un chasquido a los mozos que sirvieran el postre. Don Camilo, dolido por la muerte de aquellos hombres inspirados por las musas, y extrañado por la rara e incómoda situación al ver los murmullos de los "notables" contra su Marqués tan querido pensó en alguna solución. Pensó en muchas opciones pero nada era factible. Se lamentó de que su ingenioso amigo Eutrapelio no estuviera presente allí. Y al ver que el malvado Cacique tramador se levantaba nuevamente de su silla para hablar con cara de "viejo vizcacha", se apresuró a levantarse interrumpiéndolo... Todos en la mesa se sorprendieron al notar el importunio irrespetuoso del menor de los Gamos, y éste sin saber bien qué iba a decir comenzó a balbucear titubeando palabras desconectadas y sin sentido como quien no sabe cómo expresarse; y mirando desesperado a sus amigos en busca de ayuda vio a don Abubba junto a don Salced, y a su costado a su hermano Virula junto al Levíticus Melancholicus y tuvo la mejor idea que se le podría haber ocurrido. Miró entonces a todos los oyentes con cara de seguridad, y dijo: "señoras y señores, desde las humildes tierras del Godoy queremos homenajear a nuestro querido Marqués que nos ha recibido tan generosamente en su casa..." ...(aplausos tímidos)... "a falta de músicos, nos, los representantes de los habitantes de estas tierras, les dedicaremos a todos los comensales nuestras música tan bella interpretada por nosotros mismos" (y con gesto de quien apura a otra persona hizo señas con la mirada a don Abubba, Salced, Virula y Levíticus de que se parasen de sus sillas y fueran al escenario). El cacique se sentó tratando de disimular su rabia y con una sonrisa falsa aplaudió a los músicos del Godoy mientras todos los demás lo hacían por la sorpresiva decisión de éstos. Al llegar al escenario don Abubba y don Salced, staretz ambos del violín y el piano respectivamente, con una sola mirada conectaron sus mentes y entendieron ambos sin decir palabra que debían tocar el segundo movimiento de la famosa "pequeña sinfonía en Fa" (esto es: la Octava Sinfonía del antepasado de Salced, San Ludwig van Beethoven). Don Camilo, Don Virula y Melancholicus, no tan expertos como los dos primeros, tocaron la cítara, el arpa y la guitarra y cantaron haciendo hermosas armonías. Los 5 se acoplaron a la perfección y dieron un espectáculo digno de conmemorarse; el quinteto volaba con su música a lo largo de la noche y todos quedaron con sus almas saciadas de belleza en aquel momento, exceptuando los enemigos del Marqués, que llenos de vergüenza por su derrota no soportaron escuchar tan bellas melodías, pues sus oídos no estaban dispuestos parra ello, y peor aún, sus oídos estaban ya muy corrompidos de tanto escuchar música dañina. El show fue de alto nivel; sobre el final don Abubba y Salced tocaron solos unas piezas de J.S. Bach que al Marqués tanto gustaban, mientras que don Ábila (que se encargaba siempre de que las copas de los músicos no les faltase vino en toda la noche) junto a los hermanos de Los Gamos, el Levíticus y el Marqués del Godoy brindaban chocando sus vidrios, advertidos siempre cariñosamente por don Evilio que los cuidaba de los malos excesos. La noche fue hermosa, todos los Señores Feudales se fueron maravillados por la música de los habitantes del Godoy, agradeciendo con pomposos regalos y felicitaciones al dueño de casa. Ya cuando todos se habían ido quedaron en la sala sólo los gallardos amigos junto a la chimenea que fumaba el humo de las maderas rechinantes. El dueño de casa estaba muy agradecido con sus amigos, mas aún seguía pensando quién podría haber tramado tal nefasta trampa, y les dijo a sus amigos: "esto no acabará aquí, sepan que esta perversa jugada planeada puede ser motivo de entrar en guerra con otro feudo, marquesado, condesado o lo que fuere". Todos quedaron pensativos un buen rato.
Por un momento don Camilo había desaparecido, y cuando la última gota de vino fue bebida, ya casi al alba, apareció nuevamente con un papel y un lápiz en la mano sorprendiendo a sus amigos que charlaban tranquilos en los sillones contemplando el fuego, y empuñando su guitarra "Lunita" cantó lo que acababa de componer titulado: "Zamba Nostalgiosa, al Godoy", la cual reza así:
(sin música no se aprecian bien las rimas)
I
Cómo no pensar en vos
si la lluvia me da su canción
cómo no andar pensativo
si las nubes tiñen el cielo,
y en tardes quietas como éstas
me distraiga hilando un verso.

Los racimos ya se asoman
que las catas no dejan morear
y el lila de las campanas
de las flores del jacarandá
que a la plaza rodean,
el teatro y la iglesia.

Zamba nostalgiosa
que sueña volver a mirar
en noches de luna llena
las luces de la enorme ciudad
y desde lo alto del monte
un abrazo te vuelva a robar.


II
El viento rozando copas
Se embriaga en el viejo Tilo
Bebiendo su aroma dulce
Que al jazmín lo pone celoso
Y en la vereda la mora
Que se besa con álamo.

Por tu calles se pasean
Tus paisanos, y en el Mirador;
y en primaveras floridas
El Godoy se me vuelve canción
Y el Domingo nos veremos
En Misa todos de nuevo.

Zamba nostalgiosa
que sueña volver a mirar
en noches de luna llena
las luces de la enorme ciudad
y desde lo alto del monte
un abrazo te vuelva a robar.



Don Camilo dB.

martes, 19 de junio de 2018

Pequeño diario semanal

Me encuentro con mi poca pureza de vocabulario,  mis sentimientos a flor de piel y me atrevo nuevamente a realizar un pequeño escrito de ti.


Imploro a los santos y los ángeles que me ayuden en la aventura en que me sumerjo, tal vez lo termine, o quede en un mero intento…

Día lunes:
 Hoy me levante, y me di cuenta que no quiero escribirte, sino simplemente deseo ardientemente salir de mi casa, tomarme el trole, ir a tu departamento, abrazarte, verte a los ojos y decirte: “eres mi poesía”

Día martes:
Ayer llegue a tu hogar, nunca saliste y no me anime a golpear tu puerta, tenía la esperanza de contemplarte al salir al balcón o simplemente que abrieras la ventana de tu habitación… empiezo a dudar si es amor verdadero o una verdadera terquedad emocional…

Día miércoles:
Anoche soñé contigo, hoy te recordé todo el día y mientras descorcho un tinto, traigo a mi memoria, algunos recuerdos…  querida niña, tú no eras de demostrar sentimientos, pero estabas llena de ellos, sabias sufrir en silencio, me amabas con una mirada y me hablabas con una sonrisa sonrojada.

Sé que es difícil entender las palabras que se deslizan por mi computadora, pero como diría la morocha Yanson, hay cosas que quiero explicarlas, pero se me acabaron las manzanas, y vuelvo a lo de siempre, mi cigarro prendido y un desconcierto que rodea mi alrededor… tal vez me entiendas, si lo digo con un toque arjonistico “eres como una canción en ingles, no la entiendo un carajo, pero me agradas” porque tu locura me obnubilaba, tú te merecías el universo y me elegiste a mi…

 Y llegamos a nuestro termino, la magnitud de nuestra ruptura me hicieron que tarde bastante días en poderlo digerir, pero no podíamos caminar mas, te aseguro que no me rompiste el corazón, pero me abriste los ojos y eso me dolió mas…



No me rompiste el corazón, pero me abriste los ojos y eso duele aun mas...
Porque donde para muchos termino nuestra relación, para nosotros empezó un mundo de poesía e inspiración, cuando dicen que nuestro amor se apago, en verdad sabemos que la llama es donde mejor ardió, porque nada nos frena a buscar un Amor aun mayor…


Día jueves:
 Revisando los papélitos donde solía escribir luego de verte, me encontré con uno que también fue escrito un día jueves, donde relataba que había salido esa tarde para tu casa con tantas cosas que no fueron necesarias, llevaba mi mate, mis cigarros, un parlante y un libro como de costumbre, pero nada hizo falta porque con tan solo tu mirada me conformaba…

 Terminaba diciendo: “…eres tan bella niña, eres tan pura, tan frágil que cuesta desearte, ya sea por temor, miedo o prudencia, pero un solo manchón en tu luz resplandeciente y blanca que más vale perder mi vida que generarte un herida en tu alma…” 


Día viernes:
 Cuando estábamos juntos, para mi eran los días más crueles, eran temores y miedos, eran enojos y desconciertos, llegaba la noche y nunca dude de ti, pero si del mundo donde te tocaba caminar… malditas vulgaridades y males que buscaban hacerte sucumbir, pero Dios es increíble, siempre se las ingeniaba para cuidarte y evitarte que el mundo te dañara. El contexto era un desastre, pero nos mirábamos a los ojos, nos sonreíamos y encausábamos el caos que nos abatía.

Día sábado:
 Me había olvidado, pero ahora recuerdo que salía perdiendo yo, porque entre mi trabajo nocturno con el manco dicontus, mis apostolados, actividades en nuestro centro de resistencia AVE  y las infaltables veladas de iluminatti, me permitían de casualidad poderte ver…

Era como tomar un remedio, se que te molestaba, pero me acompañabas en la distancia de igual manera, porque entendías  que ese día, me ayudaba a sanar mi alma, de la estúpida cotidianidad rutinaria que me sumergía entre semana, era el día que tomaba el agua espiritual, que saciaba la sed de que  me daba el mundo universitario…

Día Domingo:
Con un Matienzo, y el cigarro quemándose entre mis dedos, me subo a la escalera para llegar al techo, cuando de pronto veo al sol sangrando, y me entro la sospecha que fue el Señor, el que preparo aquel bello escenario,  para recordarme lo bello que fue volver traerla a la memoria y plasmarlo  en este pequeño diario semanal, pero también para recordarme que el escrito, hoy lo tengo que terminar.

El domingo es el día que da inicio a la semana, y para el hombre mundano, es el día en que termina… pequeña reflexión que me da la sospecha que me ayudara a escribir mis últimas palabras.

 Si claramente! No le pifie en mi intuición, ahora vuelvo a recordarte y sé que para muchos lo nuestro llego a su final, pero sabemos que tan solo fue el inicio.


Que digan lo que quieran, y entiendo que lean la realidad, como termino de nuestro cariño, pero en el fondo sabemos que esto nos empujo a realizar un paso mas, porque ahora sabemos lo que significa amar hasta que duela y la hermosura del dar sin esperar…

Pequeña niña, el domingo es el día del señor, fiel reflejo de lo que fue nuestro amor, porque tuvo que morir, con la esperanza de que algún día, en distintos caminos tenemos que resurgir, porque fuimos destinados a caer en derrota tras derrota pero en vista a la victoria final !

P.D.: Aunque ya no te vea más, mi deseo más ardiente, es encontrarnos 
gozando del paraíso celestial.

Atte.
Don Eutrapelio.


lunes, 11 de junio de 2018

Solo el asombro adora

“La cosa más práctica e importante en un hombre es su concepción del Universo.”  G.K. Chesterton

Es esta una modesta teoría que tengo en mente hace rato pero que, por no poder consolidarla en palabras, nunca me animé a expresar. Así de etéreos se encontraban mis pensamientos el otro día, cuando por gracia de Dios, encontraron un cauce que los encajonara y les diese forma. No está pensado como tópico sujeto a discusión, no porque no la pudiese tener, sino porque mi intención es que despierte en el lector una revisión de su cosmovisión, si hiciera falta.

Y es que la cosmovisión de un hombre, esto es, su mirada global del mundo en relación a el y las demás personas (que siempre existe, por lo menos subconscientemente), puede ser determinante para su felicidad. Lamentablemente, en las últimas décadas el desbarranco hacia la más angustiante oscuridad emocional ha sido la tendencia en los seres humanos.

Los ejemplos de ello abundan, siendo más notorios y patentes por lo general en hombres con arraigadas ideologías, pero también justamente en aquellos otros con profundo desinterés por toda ideología. Claro se ve en Sartre, pero también en la señora sentada al lado mío en el 42, con su cara cansada y una expresión corporal que habla de lo cíclico de su vida.

Y es en este último caso en el que me quiero detener. Filósofos hay muchos y muy buenos que pueden ayudar a aquellos encerrados en las cárceles del pensamiento, y abundan magníficos libros para sacar del hastío a esos pobres diablos; pero, ay de aquella señora en el transporte público! Ay de aquel estudiante que vuelve su vista continuamente a las bien llamadas redes sociales! Redes, si: más fuertes que las telas de araña para los insectos, y más cerradas que aquellas que arroja el pescador en el Nilo.

Bien sabía Saint-Exupéry que la diferencia sustancial entre la mirada diáfana y cristalina del cosmos y su más terrible inversión, es decir, la opacidad de la misma, aparece reflejada en aquellos niños, cuenta el principito, que miraban por la ventana del tren hacia el exterior. Sus manos, pegadas al frío vidrio empañado; sus ojos en vaivén dirigidos hacia afuera, yendo y viniendo. Los adultos, en cambio, con la expresión vacía en sus ojos, reflejando una mirada líquida hacia la nada misma. Sabio médico de las mentes, asertó el francés en síntoma, causa, y remedio. Todo en un cuento de escasas páginas. Creo que el lector se dará cuenta hacia donde apunto. Empero, para conservar un poco más el misterio, me atendré a acercarme sigilosamente y en forma espiralada al corazón del problema.

 Se dice con frecuencia que la gente que hace preguntas tontas no merece respuestas: a pregunta tonta, silencio acorde. Creo que no es exagerado decir que con ese simple pensamiento comienza a carcomerse el espíritu intrépido del ser humano y con el, la amplia gama de colores con que ve el mundo se desdibuja en un ácido blanco y negro. Un profesor de física podrá reírse con la inquietud del alumno que no sabe por qué cae la manzana. Sin embargo, rascando y urgando un poco más en el asunto, vemos que la moneda tiene dos caras. El alumno bien podría arguir que el profesor, al hablar sobre la ley de gravitación universal, está describiendo un mero "cómo", y no un por qué. Podrá este cínico comprobar una y otra vez en el laboratorio que la fuerza de atracción entre dos cuerpos es directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Lo que nunca podrá saber es por que sucede tal maravilla: ni la balanza, ni Newton, ni Einstein podrán descifrar jamás el misterio de la gravedad. La "ley" de gravedad muestra que los cuerpos en caída libre pueden modelarse según una ecuación, pero justamente se establece como ley porque se observa una repetición inverosímilmente continua de un fenómeno. Es decir que el fenómeno hace a la ecuación, y no la ecuación al fenómeno. El matemático y el físico pensante saben que el pasmo generado por la caída de la manzana no muta a pesar de que una ecuación muestre cómo funciona el misterio, porque el por qué del mismo continúa completamente velado.

Del mismo modo, el joven podrá mofarse del anciano que no sabe utilizar el celular, y reírse ante el pedido del octagenario de que le enseñe a marcar un número de teléfono. Joven insensato! ¿Acaso sabe por qué diantres uno aprieta una secuencia de botones carcaterizados con números y al instante se escucha una voz que responde a más de 10.000 km de distancia?¿Puede explicar por qué a partir de un sonido que se emite en Nueva York se escucha en Moscú? Estúpido! Ni "El gran truco"de Christopher Nolan se animó a tanto. Maldita juventud acostumbrada: más te valdría no haber nacido.

He aquí la más peligrosa de las enfermedades, la más cruel y voraz de todas las herejías: la pérdida del asombro. Cualquier relativismo e indiferencia por la verdad proceden de ella. Tantos espíritus desganados por el mundo, tanto raciocinio en las cosas comunes, tanta cizaña sembrada por la cotidianidad. Oh mundo creado! Eras árbol verde y vigoroso y te han transformado en leño gris y marchito, eras fino como la seda y te volvieron tosco como el metal, eras un cuadro de Monet y te han convertido en obra de Warhol! ¿Cómo sobrevivir en tus tristes lazos que nos atan férreamente al aburrido devenir de las cosas? ¿Cómo florecer en el asombro en esta tierra reseca y baldía, azotada por el viento y sacudida por el polvo? ¿Cómo no clamar, en fin, por el advenimiento de un nuevo diluvio?

Podría pensar uno que la esencia del asombro consiste en un rayo luminoso y pletórico que la inteligencia arroja a las cosas a través de un genial descubrimiento o experiencia mística, por medio del cual despierta en la misma admiración por lo alumbrado. Vanidoso y fatídico error. Apuntaría otro que es Dios que ilumina el objeto y el hombre lo ve con una nitidez y claridad extraordinaria. Bien intencionado pensamiento, pero lejos se encuentra del Dios de Abraham el remover a las cosas de su estado natural; lo hecho, hecho está. Las cosas son; y son porque participan del Ser. Se nutren de El Que Es de un modo continuo, permanente, incesante. Y ese Ser es la Verdad y la Bondad. Pero también la Belleza. Y si las cosas participan de aquella luz, ¿cómo podrán ser re-iluminadas? No. La respuesta es otra: la savia del asombro, su constitución más profunda, es todo lo opuesto a la luz. Sin embargo, es evidente que uno detecta más fulgor en las cosas cuando se asombra. Pero si hemos dicho que esas cosas no mutan, ¿qué es lo que cambia?  

Asombro. Ad umbra. Hacia la sombra. Vemos luminosas las cosas, en su magnífico esplendor, porque somos cubiertos con un velo de oscuridad, un parasol existencial que quita la luz. Solamente la sombra permite diferenciar al sol; únicamente lo oscuro deja delimitar la luz. Nosotros somos asombrados: lo demás permanece. Siempre fue magnífico el cantar del mío Cid, pero solo resalta a nuestros ojos cuando despertamos del letargo de trilladas lecturas. Somos conscientes de la belleza y del bien de este mundo porque constatamos la fragilidad y pequeñez de nuestro espíritu. En cuanto el hombre levanta ese pedestal luciferino llamado soberbia, el asombro desaparece. Tiramos el sombrero y todo es igual, no hay punto para comparar, ni bien que se escinda del mal. El profesor de física y el joven irrespetuoso no se asombran porque creen que entienden, que están por encima de la realidad. Humildad. Es al asombro lo que el agua a las plantas. No puede haber asombro sin humildad. Y es el sendero marcado para recuperarlo. Mientras que el devenir del cosmos nos parezca normal, mientras dure esa fútil visión, no habrá escapatoria: la cotidianidad devendrá en monotonía, y esta en tristeza. Debemos recuperar el sentido de contingencia del mundo. La manzana no tiene por qué caer, el jugo de la vid no necesita fermentar, y al atardecer no le es menester saludar por el oeste.

Podrá decirse que nosotros no negamos el sentido de la vida, ni la inmanencia marca nuestros pasos. Sin embargo, la simple confesión del Credo no nos garantiza la visión acertada del orbe ni mucho menos la felicidad en la vida terrena. Estos asuntos exigen mucho mayor sacrificio por nuestra parte. La dicha de vivir, la dicha de existir, será fruto del reconocimiento de nuestra pequeñez en todo momento y frente a todo acontecimiento. Solo ese ejercicio constante y fecundo devuelve el dulce sabor a toda actividad humana, como fue pensado en el origen. 

Condiciona esta cosmovisión también nuestra vida sobrenatural. La adoración del Dios verdadero, en espíritu y en verdad, únicamente es posible bajo la sombra. "Y separó Dios la luz de las tinieblas. Y a las tinieblas las llamó noche" recuerda el Génesis. Dios asombra. Dios da sombra. No en vano dice Dostoievski que Dios da la suficiente luz para creer, pero deja la suficiente sombra para dudar. La Escritura ha querido asentar esta convicción en el inmenso relato de la Anástasis: el lienzo vacío, el sudario enrollado. No surge triunfante el Señor como Rey de este mundo: todavía no ha llegado la hora. Prefiere el signo del capullo, de la crisálida convertida en mariposa, como notablemente díria un monje amigo. Nos estremecemos de gozo por la gloria de la Resurrección a partir de la sombra de la crisálida. 

¿Retornará la sal al mundo, dándole sabor de eternidad?¿Reverdecerá el leño seco, florecerá la rosa marchita?¿Podrán los hijos de los hombres devolver el calor a sus frías y robóticas vidas? Quiera Dios asombrarnos, para que podamos recuperar en los vestigios del Edén perdido.

El Marqués del Godoy






sábado, 9 de junio de 2018

¿Felicidad triste o tristeza feliz?

¿Puede llegar a existir una felicidad triste? ¿Es acaso esto posible? Considero que sí, mas, únicamente en el sentido de felicidad buscada a través de vanos y efímeros placeres, reducidos al plano de la sensibilidad y habiéndoseles querido atribuir la etiqueta de 'absolutos'. ¿Es esta entonces una verdadera Felicidad? ¡No! No puede darse el caso de una felicidad propiamente dicha, en el sentido cabal de la palabra, una que posea reminiscencias de aquella 'beatitudo' latina. Es decir, el concepto de 'Felicidad' repele el calificativo 'triste'. ¡Ay, mundo moderno, cuán contadas tienen las horas tus fútiles "felicidades"! ¡Cómo todo aquello que reputas feliz, deviene día tras día, hora tras hora, en ruinas, ruinas humanas!


Ahora bien, con respecto a la tristeza, parece ser que se nos ofrece una perspectiva distinta. Pues, en esta vida, profesárese el credo que se profesare, hay algo de lo cual nadie puede escapar bajo ningún término. Hay algo que se nos revela como evidente, palmario sobremanera. Refiérome, sin género alguno de dudas, a la contingencia, o sea, al hecho de que existimos, sí, pero podríamos existir o no, sin que nada cambiara por ello. Pero, no menos evidente es que todo esto nos remite a la necesidad de que exista, valga la redundancia, algo necesario, mas eso es harina de otro costal. Ergo, este mundo es contingente, está signado por tal marca. Siguiendo este discurrir, es el pecado también contingente, (podría existir o no), pero existe, y vaya que sí. Casi desde el origen de los tiempos, y desde ese entonces, ha transido este mundo cual constante. Y el pecado, no engendra sino desazón, apatía, cansancio, debilidad, molicie, hastío, tedio, ignorancia, muerte, en suma, tristeza. Y si de ella no hay salida ni se atisba escapatoria alguna, solo resta desesperación. De ahí, puede entenderse el llanto desesperado del Pelida Aquiles tras la muerte de su gran amigo Patroclo. No hay manera de evitar la muerte. Pueden buscarse vías subsanantes de este trágico destino, mas una solución eterna, al menos en el mundo griego antiguo, no hay.

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Retomando, desde los albores de la humanidad, hemos sido marcados por el pecado y por su consecuente tristeza. Puede afirmarse, entonces, que el mundo es tristeza, y tristeza infinita...

Sin embargo, nuestros primeros padres también supieron que de una Virgen habría de nacer un Redentor, el Redentor de toda la humanidad, quien pagaría con su sangre ofrecida por amor nuestro rescate, nos compraría la vuelta, el regreso a ese estado primigenio, original, "ilotemporal" en el cual habíamos sido creados y se suponía debíamos mantenernos. Un Redentor que nos devolvería la gracia de la unión con el Padre, fuente de la verdadera felicidad. Y tal suceso, felizmente, ya acaeció, la batalla fue ya librada y salió victorioso nuestro Rey. Ahora bien, que sepamos de antemano el resultado no nos exime de nuestro paso por el mundo. Uno, como hemos visto, signado por la tristeza, sí, pero una que ya no detenta el poder omniabarcante de antaño. Es por eso, que podría afirmarse la existencia de una tristeza feliz. Porque debemos transitar este 'vallem lacrimarum', lo necesitamos, hemos de purgar nuestras culpas, faltas y pecados. Es ineludible nuestra condición de 'homo viator', hombre que transita, que camina, que está de paso, sí, pero de paso a través de un sendero escarpado, arduo, difícil. ¡Innúmeras dificultades hemos de arrostrar! Es un sendero que culmina en la Cruz y solo en ella, pero, paradójicamente, al consumarse dicho tránsito en la muerte y el despojo total de sí, se nos devuelve el ser, somos nacidos a la verdadera vida y, en última instancia, la verdadera Felicidad. Por eso, tristeza feliz. Tristeza, sí, pero una que tiene sentido, Tristeza con miras a la Felicidad, Tristeza cuyo télos no radica en sí, sino en aquello hacia lo cual tiende y que, una vez alcanzado, trastócalo todo y deviene en felicidad, otorgándole así sentido a tanto calvario, sacrificio y cruz. Per Tristitiam ad Beatitudinem!

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"Beati qui lugent, quoniam ipsi consolabuntur" (Mt 5:4) 

Melancholicus L. Redemptus

miércoles, 6 de junio de 2018

4° Cavilaciones: El Aula Gris (II)

(Nota: léase esta segunda parte como continuación de la primera, aunque tanto ésta como la primera son acabadas en si mismas y pueden leerse por separadas)

Ya que hablamos anteriormente sobre el color blanco y los demás colores, mencioné en un momento determinado la necesidad de luz que tenemos para poder ver. Hoy, nuevamente en clases de Química, me volvió la idea de retomar este escrito para hablar un poco sobre lo que en pocas palabras hablé en la cavilación anterior. Pero esta vez con una particularidad, no hablaré del blanco y de la luz sino que juntamente, pues son una unidad, por eso me referiré a la Luz Blanca propiamente.
Hoy, la clase vino a darme información que no había captado antes, esto es, cuando hablamos de los colores que nos da la luz, o que nos hace ver la luz. En ella descubrí que el espectro continuo de luz, dentro del gran tema de Ondas electromagnéticas, me daba un ejemplo clarísimo ratificando lo que ya había escrito al hablar de la Luz y del Blanco. Para los que quizá no sepan: el espectro continuo es toda la gama de colores que puede alcanzar a ver el ojo humano, comienza por el rojo y acaba en el violeta, pasando por todos los colores del arco-iris. Se llama continuo porque los colores no se separan, sino que están unidos, no hay líneas separadores que discriminen unos colores de otros.


Mientras la profesora hablaba plácidamente con su micrófono dijo lo siguiente: "Sir Isaac Newton descubrió que si yo emito un haz de luz blanca a través de una placa transparente y luego a través de un prisma de vidrio se reflejará un espectro continuo sobre la pared". Esto es ni mas ni menos, que la hermosura del ya nombrado arco-iris. El experimento de este gran científico inglés consiste en la demostración de que la luz blanca se disipa en todos los colores, es decir, posee todos los colores en su interior. Lo mismo sucede cuando miramos las gotas de un chorro de agua a plena luz del día, y es el mismo fenómeno que cuando en el cielo se dibuja el arco-iris: la luz solar (luz blanca) pasa a través de la atmósfera y con las gotas de agua del aire se dibuja un espectro continuo en las nubes.
Esto confirma mi sentencia "todos los colores poseen algo de blanco", y más perfectamente habría que decir "el blanco posee a todos los colores". Y aquí enlazo con la entrada anterior: curiosamente, a través de este fenómeno podemos ver que el gris y el negro no son reflejados por la Luz Blanca, pero si todos los demás colores. Por más científica que sea esta experiencia, se basa en un fenómeno natural que habla por sí solo: el blanco es la perfección del color, es la suma de todos los colores, es el padre de todos los colores. Por ende: todas nuestras obras buenas conducen al blanco, al Bien, a la Perfección. Todas las obras buenas, del color que fueren, son creadas y venidas del Padre, del Blanco, de Dios obviamente. Y se preguntarán: ¿y el Gris y el Negro?, bueno solo me queda decir que el gris posee Blanco, por ende es hijo del Blanco, y aunque se manche de Negro, seguirá siendo hijo del Blanco y posee siempre Blanco en su esencia. A diferencia del Negro, que no posee nada de Blanco, pero cabe aclarar, y con esto es más que suficiente, solo cuando el blanco no se hace presente, solo así "aparece" el negro, pero por sí solo no puede existir, por ende sin acción del Blanco el Negro no existe; finalmente afirmamos que el Negro es creatura del Blanco, aunque no posea nada de él, (mas que la existencia).
Volviendo a la médula del tema: el Aula, como habíamos dicho, es gris pero con tintes de blanco y negro. Ya di su correspondiente explicación, pero hay que recordar que todos los demás colores están afuera en su máxima expresión, es decir, en la otra vida. Pero aquí también se encuentran, dentro de esta vida, dentro de este aula gris. Además, si hay blanco aquí significa que también están presentes todos los colores. A mi entender, estas son las diferentes expresiones en las que Dios se manifiesta al alumno, es decir, al hombre. Los diferentes colores, son entonces diversas expresiones del Blanco: Rojo amor, caridad, Verde esperanza, Celeste y Azul cielo, Amarillo calor, ultravioleta, infrarrojo, etc., etc., etc.

Pero la experiencia de la refracción del rayo de luz sobre el prisma tiene una ampliación importantísima que nos ayuda aún más a entender este fenómeno divino. El experimento de Newton también aclara que si colocamos un tubo cerrado (llamados "bombillas"), colocado entre el rayo de luz y el prisma, que contenga gas en su interior notamos que en el espectro continuo aparecen ciertas franjas negras, ciertas discontinuidades que arruinan la integridad del arco-iris. Estas discontinuidades al aparecer sobre la gama de colores reemplazan ciertas franjas de color por franjas negras.


Esto claramente nos está diciendo que nuestras almas, nuestros espectros continuos, son dañadas, se daña nuestra integridad espiritual. Estos tubos con gas, son nuestros vicios, nuestros desórdenes pasionales, nuestras ofensas, nuestras faltas, nuestros orgullos, vanidades y soberbias que impiden que nuestra alma reciba todo el rayo de Luz Blanca de Dios; resumidamente: es todo lo que anteponemos a Dios y que luego se refleja en nuestra vida, en nuestras obras tanto buenas como malas. Se imaginarán ustedes cuán feo sería un arco-iris si estuviera "cortado" por franjas negras, bueno pues, en nuestras almas pasa todo el tiempo y Dios las mira permanentemente. Qué importante es entonces nuestro total desapego a estas "bombillas", cuán importante nuestra entrega total a Dios, nuestra intachabilidad e integridad espiritual, que se reflejará luego en todos los ámbitos de nuestra vida.
Un detalle que merece mención, es el Prisma, pues simboliza el nexo (la unión) entre la Luz y el Espectro, es lo que nos hace recibir la multiplicidad de la Luz que reflejamos. El Prisma es nuestra Religión, pues como su etimología lo indica "ligere" es "unión", es también nuestra conciencia, nuestro propio conocimiento y autodominio, que nos dice en qué fallamos, en qué obramos bien o mal, cómo está nuestra relación con Dios; en fin: si hemos antepuesto bombillas con gas entre Él y nosotros.
Para terminar, recordemos que la puerta es Blanca, que la muerte es Blanca y es sólo un paso hacia al Patio, hacia el Cielo. Esto es más que esperanzador para cualquiera que se encuentre en este Aula gris, que a la vez es blanca y colorida. ¡Ánimo!, que mientras la Luz del Sol siga entrando por la ventana habrá fe y esperanza sobre la Tierra.




Camilo di Benedetto