domingo, 26 de agosto de 2018

Relato de una Peregrinación



Ya denotaba el día la llegada del atardecer, con tintes oscuros y rojizos que minuto tras minuto, iban conquistando sincronizadamente lo que quedaba de aquella jornada. Y pues era en esos momentos donde me gustaba abrir paso a la meditación de algún tema pendiente o de interés particular junto a algún licor casero -esta vez Mandarinello- junto a mis infaltables Chesterfield, tabaco promedio para aquellos que deseaban la meditación. Mientras adentrábame en pensamientos y cavilaciones, no tardó en tocar a la puerta un viejo amigo, el de las tinieblas por excelencia, este era nada más ni nada menos que Don Ojota Fonsé. Al darle la bienvenida con un abrazo en estima, le pregunté a que se debía su visita ya que habíame sorprendido y pues el mismo contestó;
-Estimado Peregrino Libanés, traigo noticias de la gran urbe, tales son de máxima porte e importancia, pero pues antes de adentrarme a darte conocimiento sobre ellas, prepárame alguna bebida espirituosa, que este frío de invierno no me deja pensar.
Sin meditarlo dos veces -y ya algo curioso- apuré mi paso para darle al austero compañero fiel amparo. Y luego de beber aquella delicada bebida y compartir algunas palabras, pensaba yo nuevamente cual era la razón de su visita y pues, luego de un corto silencio le dije;
-Bien, ya has bebido y te has acomodado, dame ya las noticias, que tanta introducción, no hace a la esencia del mensaje.
Don Ojota luego de darle una pitada a su cigarro respondió: Pues verás, desde el sureste, me ha llegado un encargo por parte de viejas amistades relacionadas a la antigua alianza entre nuestras tierras -las del buen vino-  y la de la Pampa húmeda, ya que andan reclutando hombres de toda índole y nación para llevar a cabo la magnánima tarea de peregrinar unos 100 km, desde un pequeño pueblo, de nombre Rawson, hasta la gran fortaleza de la cristiandad, la majestuosa Basílica de Luján. Pero pues, no será solo el peregrinar nuestra tarea, sino también la de transportar, resguardar y cuidar un gran tesoro que llevaremos entre nosotros al frente de la expedición. Me han dado la noble  tarea de reclutar verdaderos cruzados pertenecientes a nuestros bellos valles y montañas, y pues he aceptado con  sutil orgullo.
Yo moría de santa envidia al escuchar a Don Ojota cada palabra que salía de su boca y entre tanto palabrerío y curiosidad, le dije;
-¡Dime por favor, cual es el tesoro que deben portar! ¡Ha de ser sustancial en tal misión por lo que me relatas!
Respondió Fonsé; Así es, el tesoro que transportaremos en tal peregrinación es la Virgen de Luján, si bien nuestra tarea es resguardarla y lograr que llegue a su destino, Ella a su vez hará su tarea, y será la de guiarnos en nuestro camino y de ser la luz a seguir para que nuestros pasos sean certeros a la hora del andar.

Fue así que dábame cuenta de que, la visita de Don Ojota Fonsé tenía un fin específico, y era la de convocarme a ser parte de la tamaña empresa que era aquella. Y con una sonrisa de oreja  a oreja y un poco sobrecogido di respuesta afirmativa sin ser preguntado, lo que provocó una carcajada a Don Ojota. Luego de informarme pequeños detalles de tal encargo, levantose de su sillón y dijo;
-Bien, es tiempo ya de partir, que mi peregrinación ya ha comenzado buscando fieles  jóvenes y veteranos que quieran ser parte de esta aventura. Próximamente tendrás más noticias sobre esto que hemos hablado. Ha sido un gusto como siempre compartir un momento contigo. Lo mismo opino - respondí yo- .
Y así fue que Don Ojota colocó sobre si su tapado de cuero  y se alejó lentamente entre la neblina de aquel atardecer.


 Pasadas unas semanas y luego de prepararme, todo estaba listo para partir de mi hogar y encontrarme en el Albergue Jauja, lugar de encuentro de donde emprenderíamos el viaje hacia el punto de partida de la Gran Peregrinación. Allí, me encontré con grandes amigos, y nos llenábamos de júbilo al vernos el rostro y notar que juntos emprenderíamos la bella misión de peregrinar en nombre de la Virgen Santísima. Todos teníamos expectativas y pensamientos de lo que nos esperaría en las tierras de los valles húmedos, pero en verdad, esos pensamientos no eran ni un pequeño adelanto de lo que realmente nos aguardaba.
Luego de haber emprendido el viaje y de muchos problemas con la <pseudo> empresa contratada, llegamos a Rawson a eso de las 7:00am, siendo la Misa inaugural a las 7:15am. Bajamos nuestros bolsos y nos dispusimos a alinearnos para tal misa. Al acercarnos al lugar, pudimos notar la cantidad de compañeros de diferentes regiones que se arrimaban entre sí para dar comienzo a la tristemente subestimada Misa de rito Extraordinario al pie de una antiquísima capilla, que por sí misma, la sola fachada de la misma denotaba una mezcla de historia y tiempo. Aun el sol no aclareaba en su máximo esplendor y terminada la Liturgia, nos preparamos para la bendición de partida, rodeados de verdaderos sacerdotes y hombres con el espíritu en alto y en pleno orgullo por la tarea a realizar. Estábamos separados en capítulos por región de venida, cada cual tenía sus estandartes y banderines, nuestro capítulo - el de AVE VERUM - alzaba en alto el estandarte de la altísima Guadalupana y otro de bellísimos hilos finos que daba a su modo de representación a los Monjes del Cristo Orante, a los cuales también éramos parte. Y así fue como emprendimos y dimos comienzo a nuestro primer día de peregrinación  con cánticos ya casi extintos en la Sion mundana y corrompida. Poco a poco y sin darnos cuenta nos fuimos alejando del pequeño pueblo de Rawson para adentrarnos en el hermoso campo bonaerense y que siendo yo cuyano cosechador, debo aceptar que su belleza guardaba motivación y sublimidad en mi corazón.
Vale resaltar que comenzada la caminata, apareció un <choco> algo particular, de estatura baja, no más de 40 cm, pelaje negro, fiero fiero a la vista, con rasgos de especie enana pero cabeza grande y tosca de Labrador, sumado a que era largo cual salchicha. Fue su rara contextura el motivo por el cual nos encariñamos con aquel y lo bautizamos al grito cuyano de <morsi> (morcilla). Este particular animal nos acompañó en cada momento de la peregrinación y logró llegar al pie de la basílica. Era nuestra mascota y simpático era ver como llegábamos fatigados por el cansancio a los campamentos y que Morsi, firme, con fe inquebrantable, avanzaba sin queja alguna.
   

Pasadas algunas horas de caminata, el cansancio en los pies empezaba a tocar la puerta, pero pues ese dolor desaparecía cuando se contemplaba a la Virgen guiando nuestro camino al pie de la columna de peregrinos. En el trayecto meditábamos, orábamos y compartíamos charlas con personajes de otros sitios, creo yo que más de uno volvió a su hogar con nuevas amistades o con un corazón enamorado… pero ese es tema de otros lares, habrá tiempo de sobra para relatar en otros escritos.
El ocaso se iba pronunciando a la llegada del primer campamento, fogones nos esperaban con agua caliente para resguardarnos. El opacado cielo poco a poco iba tronando advirtiendo de la llegada de una lluvia y pues por mala suerte, nuestras carpas estaban en un vehículo retrasado y nuestro capítulo debió afrontar además del dolor muscular, el frío de la sublime lluvia, hasta lograr armar nuestro campamento. Avanzada la noche y luego de un exquisita cena, los fogones aguardaban para dar la bienvenida a los guitarreros, mas esto no fue posible ya que la lluvia dio su repetida aparición. (Más allá de la caída de la misma, algunos de los guitarreros más curtidos no dieron importancia y entonaron cantos bajo la fresca noche.) Demás está decir que junto a Don Virula de los Gamos en esta primer noche, intentamos dar escapatoria al Club de las tinieblas buscando y compartiendo charlas con algunas elfas de estas tierras celestiales, mas, las tinieblas no permitieron nuestro acometido. Y terminada la jornada, cada cual fue a su pequeño refugio para dar espera al segundo día de peregrinación con la levantada a las 5am.



Siendo ya la madrugada de la segunda jornada, podíase escuchar a lo lejos los gallos cantar dando la bienvenida al día que llegaba para quedarse  y a su vez nuestros oídos escuchaban a viva voz la  criticada marcha española de Cara al Sol. El campamento empezaba a levantarse, podían notarse diferentes tipos de caras entre los peregrinos, muchos con dolores, algunos rezongando por la hora y otros pocos en silencio meritorio haciendo lo debido para partir. Luego de prepararnos y de haber desayunado como correspondía, nos dispusimos nuevamente a formar fila y seguir rumbo al sureste, guiados siempre por nuestra Madre. El segundo día trajo consigo algunas complicaciones, que pues no eran más que nuevos obstáculos que el Señor ponía en el camino para fortalecer la unidad y voluntad para seguir. Uno de estos fue el miserable lodo, ya que la noche anterior los suelos habían sido azotados por las fuertes lluvias y habían formado una especie de trampa mortal para el peregrino que se atreviese a pisar por allí. Muchos cayeron en el trayecto para volver a levantarse, entre estos había uno, algo torpe de pies, que logró hacer una especie de coreografía  en el intento de no caer, mas no fue suficiente y cayó, pero con dignidad y honor al dar eterna batalla al barro. Todo quedó grabado. Llegado el medio día los dolores en los pies ya empezaban a hacerse muy visibles y la enfermería donde atendían <las de Bella Vista> empezaba a colapsarse. Luego de tener Misa, hubo un pequeño descanso y volvimos al ruedo de caminar... que ya empezaba a ser costumbre. Los desertores que no podían seguir caminando empezaban a ocupar las camionetas para ser llevados directamente al campamento al nombre de <muertos>. En nuestro capítulo se había dejado en claro que cualquier hombre del mismo que tuviese solo la idea de subirse a algún transporte sería burlado durante todo el año por su traición a la causa. Este fue el causante de que  ninguno abandonara la caminata. Muchos por no querer que su linaje fuese manchado, llegaban últimos al grito de <Rengo, Rengo, pero Vengo.> y eran aplaudidos por los demás.
Llegada la tarde noche, luego de la larga caminata sin descanso, llegamos a Mercedes, pueblo pequeño y colorido. Allí entramos cantando y sonriendo a puro canto y conversación, intentábamos contagiar la alegría que portábamos entre los pobladores que nos miraban con asombro y curiosidad. Allí mientras caminábamos, junto a <The Young Writer>,  se nos acercaron 2 enfermeras para conversar con nosotros y pues bien recibidas fueron hasta que notamos que aquellas, insistentemente pedían un mate. Allí fue que entendimos que simplemente buscaban nuestra compañía por aquella bebida gaucha y reíamos junto a ellas por aquello. Las tinieblas como verán, aún estaban presente y no abandonaban a sus víctimas en ningún momento.
Llegada la noche, pisamos campamento donde ya todos exhaustos cenaron y acomodaron en los fogones para guitarrear, esta vez sin la molestia de la lluvia. Se entonaron zambas y tonadas, gatos y chacareras. El cansancio no era motivo verdadero para no pasar un alegre momento entre todos. Dicen por allí, que varios, luego de este momento, fueron a descansar a sus carpas aquella noche enamorados o conquistados por alguna fémina. Quien lea esto, entenderá a su parecer.


 Fue así que siendo el último día de Peregrinación a las 6 am se nos notificó que nuestro capitulo -el de la Guadalupana- sería el que iría al frente de la columna portando a la Santísima rumbo al último tramo de peregrinación. Esto nos llenó de júbilo a nosotros, quienes estábamos muy fatigados, ya que era una verdadera gracia la de acompañar y trasladar al frente a la Virgen en su entrada triunfal a la Basílica de Luján. La noticia nos dio nuevamente energía y al dar comienzo a la caminata, entonamos bellos cantos como el Non Nobis Domine junto a la exquisita música del violín de El Starets Dom Abubba.
Ya al saber que poco faltaba para concluir esta tremenda misión, los ánimos estaban muy por arriba, y el cansancio ya no ocupaba un lugar en la mente, ya que este había sido reemplazado por el orgullo de ser parte de lo que estaba por concluir en un bellísimo cierre.
 Ya sintiendo los aires de Luján, nos comunicaron que ya estábamos muy cerca y fue allí cuando a lo lejano, desde el excelso campo por donde veníamos pisando, pudimos avistar entre los encolumnados  árboles, las dos torres de aquella antiquísima basílica. La sensación de aquel momento es indescriptible, algunos lloraban, otros quedaban mudos contemplando, mientras que varios simplemente miraban al cielo y clamaban a Dios en agradecimiento. Fue un momento de muchos sentimientos encontrados, el anhelo de tres días era por fin visible a lo lejos y arrodillándose toda la columna hacia la dirección de la basílica, se cantó un Salve Regina, en agradecimiento a Virgen, quien sin saberlo nosotros, había estado velando por nuestras miserias.
Una vez de pie, y preparándonos para la llegada a la plaza mayor, nos dispusimos a orar el último de los misterios faltantes y luego de atravesar agitadas calles, estando yo entre los primeros, doblamos por una pequeña calle y fue allí donde apareció, de frente, la majestuosa Basílica de Luján, una verdadera fortaleza de la Cristiandad,  con su bellísima y llena de simbolismos, fachada frontal. Los turistas y puesteros de allí, empezaban a aplaudirnos, mas nosotros entonamos nuevamente Non Nobis Domine, que traducido es <No a nosotros, Señor> sino tuya es la gloria.
Al frenar al pie de la basílica, todos nos saludábamos y abrazábamos, emocionados y conmovidos, me topé en eso con Don Ojota Fonsé, su rostro de fatiga era como el de aquel que a la noche anterior había bebido a no más poder, pero ambos sonreímos y nos abrazamos y conjuntamente dijimos, <lo logramos>. Se sentía en supremacía un sentido de hermandad entre los casi 1000 peregrinos al momento de llegada y pues no era para menos. Todos acariciaban y felicitaban a Morsi, la mascota fiel, vaya a saber uno qué será de su vida en estos momentos.
Finalmente nos dispusimos a entrar en el templo para colocar a la Santísima en su lugar y dar cierre a la peregrinación con la Misa de rito extraordinario.


 Acabada la celebración llegó la hora de ir en busca de nuestros bolsos a unas cuadras de allí. Ya en el momento en que cada cual con sus cosas en mano, llegó el momento de la despedida y esta estuvo llena de simpática melancolía. Era el momento de volver de donde se había venido y dar testimonio de lo vivido aquel fin de semana un poco diferente a los demás.
Una vez arriba del colectivo junto a los peregrinos de mi tierra, entré en una meditación profunda en la que pensaba y reafirmaba, que no todo está perdido, que aun quedamos muchos verdaderos hombres y mujeres de bien, que desean ardientemente ver reinar a Cristo sobre la tierra, que aún existe un puñado de personas que no han perdido el rumbo hacia lo bueno, bello y verdadero y que realmente vale la pena luchar para contagiar este espíritu de peregrinaje que vive el ser humano sobre esta tierra.



Como diría mi amigo G.K. Chesterton; < A cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales.>



                                                                                                    El Peregrino Libanés








sábado, 25 de agosto de 2018

Gran Artista, Mi Señor:

Gran Artista, mi Señor:

Mírame, soy quien soy, por lo que Tú me has dado, pues si la luz brilla en mis ojos es porque Tú eres la fuente, si sonrió es porque Tú eres el motivo, si amo es porque Tú me lo ilustraste y así tengo Todo y sigo siendo miseria y nada.

Que sencillo es el camino, si Tú me guías, que fácil nutrirse de lo Bueno, Bello y Verdadero, si Tú me riegas.

Mírame, soy lo que soy, porque tu me modelaste del barro, y es tan fácil que deje endurecer la tierra.

Rocíame con Tu gracia, para poder dejarme esculpir por tus manos, ablanda mi corazón endurecido, destapa mis oídos, para que te permita trabajar con mi vida como Tú quieras.

Soy la materia prima, adorname como sea de tu agrado, has de mí, la figura que me sea conveniente y si me desformo en el transcurso de mi vida, hazme sufrir todo lo que sea necesario, con tal de cumplir el fin para el cual me has creado.

Señor moldea mi vida a tu imagen y semejanza, lo demás no tiene importancia, serán añadiduras.

Y una vez finalizado tu trabajo, llámame a entrar en tu Morada, para que me reciba nuestra Madrecita, pues me salta el corazón por convivir en su ternura y en su amor.

Gracias por el arte y la delicadeza con que me tratas.

Eutrapelio Cozzetti, tu poquito de barro...  

viernes, 17 de agosto de 2018

Gorrioncillo Mensajero


¡Oh, inocente gorrioncillo!
Que brincas de rama en rama,
Que vuelas como ya es fama
Y posas sobre el tomillo
Tu frágil cuerpo amarillo
Que miro por mi ventana.

Te quiero de mensajero
En este día nublado.
Te pido, Hermes alado,
Que vayas y digas chismero,
Que muestres al mundo entero
Mi corazón contristado.

Di que el alma se desgarra
Cuando es Dios el que decreta
La partida del poeta
Que debe soltar amarras.
Dios no ahorca cuando aprieta
Pero, ¡es que aprieta con garra!

Dejo amigos muy queridos,
Compañeros de tormentos.
Dejo allí mi testamento
Que no es más que lo esculpido
En el alma, que es el nido
De alegría y sufrimiento.

Que he esculpido por cincel,
No por ser yo el escultor,
Ya qu'ese es mi buen Señor,
De quien soy vasallo fiel.
Pese a que hoy me cueste hiel,
Debo acatar, soy deudor.

¡Parte pronto, pajarillo!
En llegar sé tú el primero.
Vuela raudo que me muero,
Lleva lejos tu cantillo
Mi fiel viajero amarillo,
Mi gorrioncillo mensajero.


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E.N.