martes, 25 de agosto de 2020

CRISTIANISMO PASADO POR AGUA

 

“Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lc 18-8)



 Sacerdote da misa en solitario ante las fotos que le mandan sus ...

 

Estimados amigos, en el siguiente escrito intentaré describirles un mal que vengo meditando hace tiempo. Como bien saben, quien les escribe suele ser bastante torpe para describir los asuntos que lo motivan, sobre todo tratándose de realidades sutiles, las cuales han sido ya denunciadas por grandes autores. Mas, como bien me aconsejó un amigo, no hace mal intentar repetirlas, ya que los buenos libros no se leen.

 

En esta ocasión, busco gritar, quizás a modo de queja, un mal que se infiltra en nuestros entornos, en nuestras familias y nuestra Iglesia.

Ya no hablaré aquí, de quienes han decidido deliberadamente no ser cristianos; no denunciaré aquí al mundo corrompido y diabólico. Intentaré reavivar los corazones de buena voluntad, quienes confundidos por la misma Iglesia, pueden perder el rumbo de la Verdad.

 

Se trata amigos míos, de todos aquellos cristianos que viven alrededor nuestro, y no están viendo los hechos con claridad, y por consiguiente obran mal, y lo que es peor, acusan a los que con sus miserias intentan ser fieles a Jesucristo.  Todo lo que intentaré balbucear a continuación tiene una misma raíz, es parte del mismo problema que viene hace años promovido en la iglesia por los malos espíritus. La Iglesia ha abandonado la enseñanza apostólica, inspirada por el Espíritu Santo, y ha cedido a tener una conducta y un pensamiento mundano, humanista, a la medida del hombre, y no de Dios. Peldaños históricos como el protestantismo, la revolución francesa, el marxismo (o el legado de Antonio Gramsci), el modernismo, y todas las herejías, han ido modificando y contagiando el buen pensar cristiano, haciéndole perder terreno en todos los planos (social, cultural, teologal, moral, antropológico, etc…). Nosotros, recibimos en herencia una sociedad diametralmente opuesta a nuestra fe, que nos contagia profundamente, tanto, que no nos damos cuenta que pensamos mal.

 

Me preguntaba cómo es posible que hoy en día, con la realidad de esta pandemia en que vivimos, en el pueblo de Dios haya tantas visiones distintas, tantas opiniones contrarias, tantas acusaciones internas y tantos desbarajustes. Verdaderamente son tiempos confusos, pero con la luz de la Verdad, la cosa es tan evidente y grotesca, que para quienes quieran verlas con humildad, no habrá ya lugar a dudas.

 

Pues bien, intentemos destruir algunos engaños que nos tientan hoy en día.

 

Lo primero que quisiera comentar, es que ya no se conocen las verdades de fe más simples. Parece increíble que la Iglesia desconozca su catecismo. Pregúntale a un católico normal, en qué se funda su fe, y no sabrá responder. Entonces, ¿quién ya considera que nuestra fe se basa en las Sagradas Escrituras, que estas son explicadas a la luz del Magisterio, y que al mismo tiempo, esto es sostenido por la Tradición de la Iglesia?  Resulta alarmante el desconocimiento culpable de los fieles. Los fieles ya no conocen en qué creen, y lo que es peor, no les interesa. El catecismo dice claramente que los fieles están obligados a conocer su Fe.

Las Sagradas Escrituras, que suelen estar juntando polvo en un rincón olvidado del hogar, es la primer desconocida. “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor…” Hermanos en la Fe, ¿creen o no creen en esta verdad? Si creemos, ¿nos alimentamos cotidianamente? ¿No creen que la Palabra es VIVA Y EFICAZ y que es inspiración divina para mí, para hoy, para mi tiempo?

Por otra parte, a las Sagradas Escrituras la interpreta el Magisterio de la Iglesia, pues, si yo la interpreto a mi gusto, eso sería protestante. Para esto nuestra Madre la Iglesia se ha encargado, a través de tantos Doctores, Teólogos, Santos y Concilios, de llegar a la plenitud de la Verdad, que el Espíritu Santo ha querido enseñarnos. Y por último, la Tradición es la que nos garantiza este magisterio, y nos cuidad de los engaños subjetivos y de las falsas interpretaciones. Es realmente penoso ver cómo se desprecia la tradición de la Iglesia, como si fuera algo del pasado, oscuro, y no el pulso vivo que nos une en la comunión de toda la Iglesia de todos los tiempos. ¡Cuántos tesoros tirados a la basura, cuánta belleza, cuanta sublimidad despreciada! ¡Ante la confusión reinante, quien quiera buscar la verdad, acuda a estas tres fuentes seguras! !Qué triste es observar cómo, cuando uno menciona palabras como tradición, modernismo, la gente te mira con lástima, como si uno fuera un pobre trasnochado, idealista del pasado y ni siquiera conocen de qué se trata!

Ahora bien, sabiendo estas verdades que todo católico debería aprender en su primer año de catecismo, ¿Cómo diantres es posible que haya tanto desprecio por estas tres? ¿Cómo puede la gente ser tan soberbia, de despreciar siglos enteros de sabiduría y alimento espiritual, y priorizar su opinión personal, basado en los infantilismos sensibles enseñados por los párrocos? Esto, es realmente gravísimo. En el fondo, esa gente cree estar por encima de los santos y doctores de nuestra Iglesia. Probablemente estas personas, jamás se hayan tomado el tiempo de leer un poco.  Pero para quienes se toman el tiempo, con honestidad intelectual, descubren poco a poco verdades fundamentales, que elevan al alma por los cielos, y que hoy son bastardeadas.

 

En segundo lugar, creo que lo recién dicho sucede por varios motivos. Uno de ellos es que se ha perdido el “teocentrismo”, que pone a Dios como centro del universo, centro de las sociedades, centro de la Fe, centro de la Verdad, centro de nuestras vidas y centro de nuestro Culto. “Amarás a Dios sobre todas las cosas” ¿Quién medita esto? Y cuán profundo es. Dios está por encima de absolutamente todo, y por lo tanto, su Iglesia, su doctrina y todo lo que referente a Dios, también.  Tiene prioridad ante todo. Pero el modernismo ha hecho estragos, y ahora el centro de mi vida soy yo. Mi prioridad es la realización de mi vida, y la fe la dejamos para el tiempo libre, como algo más de las tantas cosas que hacen a mi vida. Hago la voluntad de Dios, en tanto y en cuanto se amolde a mis gustos.

Tener a Dios y la fe como centro de nuestra vida y nuestra principal búsqueda cotidiana, cura de vivir y pensar subjetivamente la Fe.  ¿No resulta evidente que vivir la fe a mi manera es falso? Si cada uno vive y piensa la fe a su manera, ¿no tendríamos una fe distinta en cada persona? Por consiguiente, ya no sería la Fe verdadera. La Iglesia es UNA, SANTA CATÓLICA Y APOSTÓLICA. No interesa lo que pienses u opines, la Verdad fue, es y seguirá siendo la misma. Nuestro deber es descubrirla, y Dios se la regala a los humildes y sencillos que la desean intensamente y con una constancia comprobada.

Esto se ha metido de raíz y no lo vemos. La Fe, no se vive a nuestra medida, la fe se vive a la medida de Dios. No puedo vivirla como me parezca. Tengo que amoldarme a Dios, y eso, a nuestro mundo visible, es incómodo. Si la fe nos resulta cómoda en nuestros aspectos humanos, estamos en problemas. ¿No es acaso Dios infinitamente más sabio que nosotros? Entonces… ¿Quién debe seguir a quién? El diablo nos ha convencido que eso de ser piadoso, llevar la cruz y buscar las virtudes heroicas ya no existe, la maravillosa vida de la iglesia ahora se ha amoldado a los tiempos, y es todo color de rosas, no hay de qué preocuparse. 

 

Otro problema es tener una visión humana y terrenal. Todo lo juzgamos desde lo económico, lo social, etc... Se lo puede llamar como “un cristianismo pasado por agua”.  Todo se analiza según los efectos de las consecuencias humanas y los resultados terrenales. Resulta ahora que, a las verdades de fe, tan simples y hondas a la vez, respondemos con un “no es tan así”, y mediante razonamientos terrenales, disolvamos con agua la gravedad de cada enunciado de Cristo, y todo quede en la nada. Curiosamente esto lleva siempre a la salida más fácil y cómoda para el hombre, y jamás induce a la puerta estrecha, aquella que pocos dan con ella. Incluso, hemos humanizado a Dios, quitándole lo divino y sagrado, y despreciamos el don del Espíritu Santo, que es el Temor de Dios, bajo pretexto de "las formas no importan"... Así estamos. Ahora el culto es para el hombre, no para Dios, le tiene que gustar al hombre, no a Dios. 

La modernidad, y el liberalismo “católico” se han encargado de disolver la fe, y han hecho que todos los cristianos la vivan con soda. Todo se charla, no hay que ser fanáticos, hay que ser buenos tipos, ir a Misa el domingo y nada más. Lo importante es ser buen padre, buen trabajador, no pleitear con nadie y punto. ¿No es acaso esta, una visión meramente humana de la Fe? ¿Por qué, quienes tratan de vivir conscientes con las verdades invisibles, respondiendo a Dios antes que los hombres, quienes buscan la verdad, y viéndola la defienden a muerte, son acusados de fanáticos? ¡Entiéndanlo! ¿Quién vive mejor la realidad, el que considera todas verdades celestiales y terrenas o el que se pasa la vida solo atendiendo asuntos terrenos, perdiendo el tiempo en tonteras? Sumado a esto, vivir las realidades invisibles, jamás ha implicado el incumplimiento del deber de estado. Hoy, se hace al revés, somos observadores en el deber de estado, pero... ¿en nuestro deber para con Dios? ¿Acaso no saben que la virtud de la justicia implica devolverle a Dios lo que nos dio? Esto no es para el que quiera y le guste las cosas religiosas, TODOS tienen el deber. 

La realidad es, que pareciera que la vida de la Iglesia, las palabras de Jesucristo, el culto digno y agradable a nuestro Dios, fuera como un cuento, una leyenda antigua que no hay que tomarla tan enserio. “¡No me vengan con rúbricas antiguas, no me vengan con la moral, hay que vivir tranquilos!...” Esto es un simplismo barato o falta Fe, de quien le da pereza buscar lo mejor para el Señor, porque en el fondo saben que no quieren joderse la vida. Luego nos preguntamos por qué sobran sacerdotes homosexuales, y por qué en cada parroquia se cometen tantas estupideces, y se enseñan cosas tan distintas.

Queridos amigos, nada más real que las verdades que no vemos. Este cielo y esta tierra pasarán, nuestro cuerpo se va a descomponer, la muerte nos alcanzará y, qué quedará entonces, ¿lo que vemos o lo que no vemos?

 

El católico actual no quiere ser consciente de esta verdad, no quiere pensar que se puede condenar. La vida es un drama, donde se juega la eternidad. Quien no vive con esto, se aboca a los ídolos de la tierra, y su corazón se afana en las promesas perecederas del mundo.

 

Otro síntoma palpable, es el desprecio por la moral cristiana. Nadie duda que hay observadores de la ley, que piensan que el cristianismo es un mero cumplimiento de normas. Y claro que no es así, el cristianismo es Amor, es libertad de espíritu, es una aventura apasionante, pero eso se consigue únicamente cumpliendo la ley, como base que nos garantiza las virtudes y el camino recto. ¿Si no eres fiel en lo poco, cómo podrás serlo en lo mucho? La realidad de los que desprecian la ley, suele demostrar lo contrario, ya no cumplen ni los preceptos más sencillos.

 

Otro peligro es el racionalismo que se respira en estos días. El racionalismo es un sistema cerrado, que tiene supuestas respuestas para todo, que no admite el misterio, que no puede abrir la mente a la sabiduría de Dios, que a los ojos humanos es locura. Esta se basa en un conocimiento enciclopedista, en una acumulación de datos, mas se cierra al conocimiento divino y profundo, a esa sabiduría silenciosa y mansa que se otorga en la contemplación. 

 

Una gran falencia de nuestro tiempo, es la democratización de la verdad. Pareciera que lo que hacen y dicen las mayorías de los católicos, es lo verdadero. ¿Cómo diablos podemos pensar esto? ¿Acaso la verdad se construye?

 

Por todas estas cosas, la gente esta adormecida y ciega. Seguirán pasando atrocidades, seguirán los escándalos y seguiremos amoldándonos bajo una falsa obediencia, a la destrucción que nos conduce la autoridad de la iglesia. Pero claro, quien no quiera ceder, lo tildarán de soberbio. Se piensan que uno lo hace para llamar la atención. ¿No es más fácil quedarse en el molde, y disfrutar tranquilo de la vida? El amor verdadero a la Iglesia Santa de Dios, no produce una alegría sensiblona y boba, mas bien, produce profundos tormentos, arranca graves lágrimas y llantos, ya que esta camina por el calvario, con dolores de parto hasta el retorno de nuestro Señor.  Amar la Iglesia atrae persecuciones, desprecios, burlas y soledad. Y si no me creen, revisen la historia de los santos. 

 

Amigos míos, si tuviera que seguir relatando cada problema, no terminaríamos más. Sencillamente quiere decirles que todo es parte de lo mismo, responde a si tenemos fe o no. Esa fe simple, sencilla, que todo lo recibe sin peros, sin rodeos. Esto no es simplismo, sino hondura.

Son tiempos difíciles, el enemigo ya no está de frente. El enemigo se ha metido entre nosotros. El gran problema nuestro, es que hemos nacido en una sociedad hedonista y superficial, que pasa el tiempo en chusmeríos y banalidades.

 Lamentablemente la Iglesia no nos ha dado el sustento seguro de su enseñanza, por lo que estamos obligados a realizar un esfuerzo intelectual por intentar comprender cuál es la verdadera Fe, que es la misma de los primeros apóstoles y mártires. Y para esto, hay que primero anhelarlo y pedirlo. Quien no siente sed de Dios, y esa sed no lo alumbra y lo mueve, está expuesto a grandes peligros insospechados. Dios concede estas gracias a quienes se lo piden humildemente, reconociendo sus miserias. La sabiduría es un Don. 

 

No nos dejemos llevar por la seducción del mundo, que es enemigo del alma. Nuestro Señor ya lo dijo, el mundo nos odiará. Y en mi opinión, el mundo no solo son los no creyentes. Las personas que quieren cargar la cruz y seguir al Señor, molestan mucho, y cada vez más. ¿Acaso pensaron, que iban a descubrir una fórmula nueva de estar bien con Dios y con todo el mundo? Eso no existe, y no existirá jamás. 

 

La iglesia se desmorona, y hasta aquí hemos tenido siempre una actitud de defensa tímida, moviéndonos en secreto, sin hacer barullo. Pues, creo que es hora de manifestar a cuatro vientos la Verdad. Hay que amarla y defenderla en todos los aspectos, las burlas no faltarán, pero al final de la vida, Dios cumple sus promesas.

¿En qué momento empezamos a tener vergüenza de ser católicos? ¿Por qué nos cuesta decirlo?  ¿Cuándo tendremos un fuerte sentido de pertenencia? Defendamos todo lo que la Iglesia siempre defendió, sintámonos orgullosos de ser cristianos. Tenemos un legado cultural magnífico, manifestado en la música y todas las artes. Busquemos el bien, busquemos y gustemos de la belleza manifestada en todo. La apuesta debe ser magnánima y viril.  Hay que jurarse a uno mismo no ceder ni lo más simple de nuestro cristianismo.  Por la falsa prudencia humana, hemos perdido terreno en todos los campos. El acomodarse a este mundo, es un mal que nos azota. Somos cristianos, no pertenecemos a este mundo, somos la sal de la tierra. Si no somos de este mundo, nuestra conducta no es de este mundo. No teman a los que matan el cuerpo, sino a los que matan el alma.

 

Queridos amigos, busquemos ante todo el silencio que se da en la soledad. Solo allí se encuentra a Cristo. Cristo está vivo, y vive entre nosotros, si no caemos en la cuenta de esto, no somos cristianos. Somos templo del Espíritu Santo, no podemos darnos a la chabacanería. Basta de ser tan mediocres, la iglesia nos necesita, si nuestros pastores no cumplen su función, debemos nosotros ser apóstoles, aunque seamos rudos y torpes como los pescadores. Sursum Corda, olvidémonos de este mundo, aquí no hay más que engaños y seducciones.

Creo firmemente que los tiempos actuales, son tiempos que anticipan los finales. Y mi gran temor, es pensar que Cristo vuelva, y que quizás muchos cristianos no lo reconozcan. Esto debido a que no vieron los signos, no velaron, y que la misma Iglesia vuelva, como al principio, crucificar al Señor en su cuerpo místico, que es la verdadera Iglesia incorruptible, compuesta por los fieles verdaderos. De hecho, ya ha comenzado el abandono de la misma. ¿Estaremos fieles como el apóstol San Juan, fieles hasta la cruz?


Por último, hay mucha gente que verdaderamente erra por ignorancia. Uno debe ser lumbrera, y los que quieran creer, creerán. Para nada esto debe llevar al desprecio, o la falta de caridad, sino mas bien lo contrario. Hay serios riesgos de ser hipócrita, motivo de escándalo, piedra de tropiezo. Creo que todo comienza con aceptar humildemente la misión que nos toca en estos tiempos, no por nuestros méritos, sino solo porque Dios así lo ha dispuesto. Si uno ve estas cosas, es únicamente por gracia de Dios, pues todo lo bueno viene de Él. 

Que Dios nos de la gracia de verlo, de ver, y habiéndolo visto, no renunciar jamás. 


 

CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA



Don Virulana de los Gamos