lunes, 30 de noviembre de 2020

Olor de amor (prosa poética).


OLOR DE AMOR 

Para Vos.


Cierto día me hallaba en el jardín.

No en cualquier lugar sino en la galería.

¿Qué hacía? Contemplaba.

(Contemplar… esa palabra violada.)

Estaba contemplando, digo, hasta que un sentido se despertó:

El olfato.

Y con él, el entendimiento intuitivo.

Porque lo que olía no eran solamente los diversos aromas que allí concurrían;

Los azahares narcóticos, los perfumes invasivos.

Todo lo que allí estaba, deleitaba:

La hoja de limón derramando su elixir,

La flor del laurel ofreciendo su fragancia,

La gracia de las rosas con su inconfundible esencia,

El poderoso incienso que envuelve con su efluvio,

Y el mismo terruño mojado entregando el petricor.

 

El olor del blanco jazmín estallando en los setos.

 

Festín del alma son los aromas de mi jardín,

Bálsamo gratuito que desciende en primavera

Y que perdura hasta el estío.

Pocos son los que se detienen para aspirar las pisadas del ángel;

Pocos, quienes palpan las brisas del florecimiento primaveral;

Pocos, quienes oyen el rumor de aromáticos susurros.

(Sinestesia producida por la magia escondida de mi vergel.)

 

Pero más allá de la locura soporífera de estas plantas mías,

Todavía más allá del delirio de los sentidos,

Hay una sustancia que percibe el corazón enamorado

Que no renunciará hasta descubrir aquello que lo invoca.

 

La puesta en marcha por aquello inteligible que yace en algún rincón del delicioso huerto,

Es irrevocable.

¡La flecha fue lanzada!

 

El alma atraída se despega de la materia y persigue con sus potencias las señales de ese mundo circundante.

Implacable persecución.

Se suceden formas y formas y formas;

Colores, tonos, melodías, registros, sonidos, líneas; todo se agolpa en un caos inasible de difícil control.

La luz se oculta. La luz juega.

La luz que supo encandilar, eclipsada está.

Cantar de cantares reproducido en cada éxtasis poético o amoroso o místico.

La luz de las criaturas también toca, hiere e inflama el ánima,

Para luego escaparse entre las plantas y las flores y los árboles de mi jardín.

 

Y yo, sin testigos, no cedo a conformarme con la embriaguez de mis sensaciones.

¡No!

No abandonaré la galería hasta que no le haya arrebatado el secreto al angélico ser que me provoca.

No es ficción. Es búsqueda.

En este prado o en cualquier otra parte.

No podría quedarme sin esa perla inmaterial;

Sin esa luz espiritual más luminosa que los rayos del sol.

 

De tanto porfiar, el canino de esta caza, encuentra su presa.

¡Cómo no me di cuenta antes!

Siempre estuvo allí la respuesta,

Desde el principio de mi maniática andadura.

De hace tiempo que estaba así,

Esperándome.

Esperando a ser nombrada.

Y una vez nombrada, elegida,

Para luego ser domesticada.

Y por fin, amada.

 

Siempre estuvo aquí, conmigo, desde mi adolescencia, y yo no lo advertía.


***


El Jazmín de Leche que cercara mi hogar,

Ya no olía a jazmín;

Olía al Amor.


Si el amor tiene un olor, amada mía,

Ese olor no es otro que el de la flor de Yasmín.








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