viernes, 29 de noviembre de 2019

Las Tres Edades de Be-Vida Interior (PARTE II)

(La primera parte de esta entrada puede usted leerla aquí.)

Hijos míos:

Luego de meditar largos años respecto a las edades y el flujo de la bebida interior, creo poder darles apenas un esbozo de la segunda etapa. Como el rayo nocturno que ilumina un instante el camino, procuren así recordar ustedes lo que les vengo a mostrar. No puedo decirles todo, pues hay realidades que las palabras no alcanzan a describir. Vívanlo ustedes mismos, y sabrán de qué les hablo.
Quiero que entiendan que nuestra época tiende a destruir la cultura en cada detalle. No es difícil observar de dónde vienen y a dónde llevan nuestros hábitos. En este caso es igual, y más aún en el noble arte del beber. "Dime qué y cómo bebes, y te diré quién eres". ¿Cómo podemos despreciar así nuestras costumbres occidentales y cristianas de dos mil años, al primer trago dulzón que se nos cruce?. Pues beban eso, que es lo mismo que usar chupines en la vestimenta, escuchar cuarteto en la mañana, construir casas cuadradas, y ver televisión. La tiranía del mal gusto es un fruto podrido del hombre posmoderno. Pero volvamos a lo nuestro.



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Superada la etapa del principiante, es menester que el gusto sea purificado. Para esto, debe haber una muerte al sentido que nos libere de los peligros sensibles, y nos lleve a un deleite superior. Como todo lo provechoso en la vida, se obtiene a base de paciencia y esfuerzo. Lo mismo pasa aquí.
Pero antes que nada, y por mi gran compasión como maestro, os mostraré algunas cuestiones sobre el vino, que son dignas de meditación.
En primer lugar, sepan que no es casualidad que la uva dulce y deleitable deba ser triturada, aplastada y ser modificada en su esencia por un agente externo a ella, ya que por ella misma no podría progresar en su naturaleza. La graduación alcohólica ya es superior a la cerveza, por lo que implica un esfuerzo mayor. Supongo, que no debo ya aclarar las similitudes con la vida interior.  La levadura  viene a consumir lo más sabroso de la uva, que es su azúcar, y lo transforma en un compuesto de sabor más amargo e insípido, como es el "etanol" (alcohol de las bebidas, de dos carbonos, cinco hidrógenos y un oxidrilo C2H5OH). Terminada su fermentación, debe pasar largos períodos en la soledad y el silencio de una barrica en una cava húmeda, oscura y apartada del mundo exterior. Pues sí, mientras los hombres van y viene en sus afanes, el vino permanece oculto, madurando lentamente, sabiendo que el tiempo de la pascua llegará algún día.
Ay! amigos míos, cuantas cosas me gustaría contarles acerca de las maravillas de esta bebida tan religiosa, mas el tiempo apremia, y esta carta debe llegar a tiempo.
Observen, en segundo lugar,  como la vid siempre estuvo ligado a la actividad religiosa del hombre. El hombre es un ser religioso y está hecho para el culto.  Justamente la vid se expandió por el mundo a raíz del culto. Es por esto que los hebreos lo utilizaban en sus ritos, los egipcios creyeron que la borrachera era una posesión de Osiris, los griegos en Baco, y nosotros gracias a los jesuitas que nos trajeron la cruz a América, la utilizamos en cada Misa. ¿Cómo osan, malvados, puercos rastreros, cambiar con risitas cómplices, esta bebida por un campari?. Sepan disculparme, pero si les reprendo es por el amor que les tengo.

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Decíamos que nuestro discípulo fue introducido al mundo de la bebida interior. Aceptó alegremente el ejercicio del beber, mas, su fidelidad al camino sigue contaminado por la manifestación sensible del gusto. Es por esto, que la mayoría de los seres sucumben bajo la nueva etapa, y cuando beben un vino, se vislumbra en su rostro una expresión amarga, como el niño que prueba por primera vez un limón. Y se preguntan si valdrá la pena seguir bebiendo una bebida mas fuerte y con menos sabor, habiendo tantas propuestas de bebidas suaves. Es lo mismo que le ocurre al creyente cuando la oración deja de ser apetitosa, la vida cristiana se vuelve ardua en el ejercicio de las virtudes y la renuncia del mundo comienza a pesar al observar con cuánta aparente diversión se maneja la gente. Mas, si continúa decidido y a pesar de los pesares, poco a poco comenzará a desarrollar un paladar más noble, más sutil, que lo llevará a grandes delicias insospechadas. Quien nunca llegó hasta aquí, jamás podrá entender mis palabras, pues aún habita en la caverna.
Sin embargo, en el transcurso del camino, aparecerán como en la primer etapa nuevos enemigos. Esta vez más sutiles, mas encubiertos, que estén a la altura del desarrollo de nuestro aprendiz, como los pecados capitales... ESPIRITUALES.
El más tirano de todos ( y aquí planto bandera en una loma, saco mi espada, y los espero de a uno) es el fernet. Algunos me dirán que no ha sido aún prohibido por ninguna encíclica, y que el mismo autor ha sido sorprendido tomando algún vaso luego de comer una carne asada. Y ambas cosas son ciertas. Pero no me nieguen que la tiranía del fernet ha ido muy lejos. No conozco reunión entre cristianos donde falte este maldito jarabe, faltando en tantas el magnífico fruto de la vid. Que uno tome un vaso, es como quien acude una vez a una Misa Ortodoxa, por supuesto que no hay riesgos. Pero la insistencia en esto, sumado al abandono de lo otro, transforma este obrar en un acto de destrucción del cristianismo entero. Pues estancado en este petroleo, volveremos a las bebidas capitales de la etapa anterior, y despreciaremos el vino, dejando para siempre la senda que nos conducía al paladar noble. He aquí el sutil y demoníaco peligro del fernet, bebida sin historia ni raíces. La segunda es el ya mencionado campari, muy propagado entre las cristianas de la época. El gancia entraría entre los pecados más burdos cual es la lujuria. Los vinos edulcorados con mosto concentrado son la representación palpable del progresismo. El pisco, que siendo un destilado, no le da ni para entrar en las bebidas de la próxima etapa, al igual que el singani. Por último, la suma de todas las herejías, la maldita y depravada sidra.
Mas debo decirles hermanos, que si llegados hasta aquí, piensan que han adquirido la plenitud de la bebida interior, sepan que el vino aún posee aromas y sabores detectables, y que el bebedor puede descubrir realidades aún más sublimes.


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Como verán, muchas son las tentaciones y largo es el camino. No os preocupéis, si en una charla noble, con bebedores fieles a la tradición, alguno sucumbe a los duendes y queda postrado en el piso. Todo es parte del aprendizaje, y es mejor fallar por exceso que por defecto. Solo quien logra ser molido y fermentado por la levadura, perseverando ingresará al siguiente estadio, a la etapa puramente religiosa, al purificado fluido sin color ni atracción visual.
Concluida este etapa, nuestro bebedor ya poseerá una sabiduría especial y ya no lo tentarán las vanidades, pues ha contemplado la luz. Observará entristecido, como los demás no son capaces de salir del chiquero en el que se revuelcan una y otra vez, y será motivo de mofa para todos. ¡Soberbio, mal espíritu, refinado! gritarán por ahí... Pero ya no tendrá regreso al mal, pues ha comprobado cuál es el camino. Solo le queda un salto de fe.
¡Qué dicha la de los amigos que llegan juntos aquí, pues su amistad tendrá el sabor a vino añejo!

CONTINUARÁ...

DON VIRULA DE LOS GAMOS


lunes, 18 de noviembre de 2019

Viernes a la noche con Fray Juan de la Cruz.



Era un viernes por la noche. Recuerdo que me quedé en casa, milagrosamente, negándome a asistir a todas las actividades nocturnas de aquel día que pintaban ser divertidas y/o interesantes. Mas mi alma no quería saber nada de salir otra vez, pues ya sabía que en este oficio no “venía diferente la jugada”. ¡Lo mismo de siempre! ¿Lo mismo de siempre? Vinitos más, tabacos menos, igualito a mi Santiago. Sí, como dice el zambón, “me invitaron a salir y les dije que no a un puñado de amigos”… pero no por Aquella, no esta vez. Sino por… ¿por Aquél? Sospechaba que sí, porque mi alma necesitaba sosiego, y en el sosiego y en la quietud suele hallarse el Señor, amigo del silencio. La semana -los meses- venía agitada, “apresurada” diría el tonadero, y era menester un poco, al menos, de calma, de recogimiento, de ocio... Pero, ¡vaya día que tocó para ejercer el ocio deseado! Inicio del fin de semana: se despiertan los demonios de la joda, de la farra, de la  vida loca. Se respira en la atmósfera un aire arsénico, arsénico para el alma contemplativa, pues todo convoca y atrae a la diversión, a la dispersión, a la evasión feliz de una existencia gris y aburrida. La  existencia siempre fue banal y superficial, solo se trata de saltar de una superficialidad a otra mayor o distinta. Todo sigue siendo parte de lo mismo. No hay trascendencia. No hay escapatoria por Arriba. No hay salida del laberinto... Y todas estas cosas mi alma las sentía, o presentía, porque el ethos no era favorable, porque era viernes a la noche y todo invitaba a la fuga, a la huida de la casa exterior e interior…

En este contexto es lo que me sucedió lo que relataré a continuación. Me hallaba, como decía, en casa un día viernes a la noche, sin saber bien qué hacer porque habitualmente en mi agenda se hace un espacio en blanco cuando arranca el fin de semana. Ese espacio en blanco se rellena casi siempre con actividades sociales, eutrapélicas y no tanto. Pero tuve que hacer algo, aunque los fantasmas de “allá fuera” me llamasen con voces seductoras. Sin embargo, cual Ulises, me até al mástil de mi hogar y mi madre para no ceder a la tentación. No importan tanto qué fue lo que hice al principio y al medio de aquella noche, sino lo que pasó al final cuando tenía resuelto orar e irme a la cama. Imaginen, el clamor, el susurro, el murmullo de la noche en ciernes era inquietante. Mis pasiones lo sabían, sabían que el “finde” había comenzado y que a ellas no se las había convocado aún. Los logismoi (“pensamientos intrusos”) revoloteaban en torno a mi alma como temibles avecicas dispuestas a abalanzarse vertiginosamente sobre la presa para comerla a picotazos, salvajemente. Turbación, intranquilidad, nerviosismo eran las notas que sonaban en mi cuarto en aquellas altas horas. Hasta llegué a pensar: “¿No hubiera sido mejor haber salido con mis amigos, aunque fuera una joda parecida a otras, aunque se tratase más de lo mismo?” Porque para encontrarme en una situación tan fea e incómoda, y hasta peligrosa como aquella, hubiera sido mejor haberme escapado a la juerga, abandonando una vez más los conatos a la suerte de una noche licenciosa y destemplada -también peligrosa…

¡Pero no! No podía ser que fuese tan flojo, que no lograra permanecer un maldito viernes a la noche en casa. ¡¿En qué momento me volví tan parrandero; desde cuándo me costó horrores “quedarme quedo” en mi hogar; cómo fue que contraje esa enfermedad pagana de no saber habitar conmigo mismo?! ¡Oh, diablillos nocturnos del jolgorio perpetuo, cómo os empeñáis en arrastrar a las almas a vuestro festín inmundo y mentiroso! A la jarana, plegaria pues. Y se hizo la luz y me puse a rezar, o a intentar hacerlo. Estando en esto fue que oí una voz, en medio de la noche, que me resultó apenas familiar. Todavía con algo de caos en mi interior, con la última bulla de los diablos en retirada, pude reconocer finalmente quién era el que me interpelaba. Y bien, no era otro que mi hermano y maestro Juan de la Cruz, quien se dirigía mi alma en estos términos:
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(El siguiente diálogo -con ciertas licencias-  es compuesto a partir de los Obras Completas de San Juan de la Cruz de la editorial Monte Carmelo-Burgos. La escena se recrea en el rincón de un cuarto amplio donde se halla un pequeño oratorio, con un icono de Cristo, una vela encendida y un incienso quemado.)

SAN JUAN DE LA CRUZ.- Quédese, pues, lejos la retórica del mundo; quédense las parlerías y la elocuencia seca de la humana sabiduría, flaca e ingeniosa, de que nunca tú gustas, y hablemos palabras al corazón bañadas en dulzor y amor, de que tú gustas, quitando por ventura delante ofendículos y tropiezos a muchas almas que tropiezan no sabiendo, y no sabiendo van errando, pensando que aciertan en lo que es seguir al dulcísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y hacerse semejantes a él en la vida, condiciones y virtudes, y en la forma de la desnudez y pureza de su espíritu.

ALMA.- Así se habla, hermano, y verdaderamente tus palabras son luz y amor para mí; pero, dime: ¿por qué me cuesta tanto recogerme y contemplar al dulcísimo Jesús?, ¿por qué me canso de escucharle, de servirle y de seguirle?

SJDLC.- El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa. No te canses, que no entrarás en el sabor y suavidad de espíritu, si no te dieres a la mortificación de todo eso que quieres. Cánsase y fatígase el alma con sus apetitos, porque es herida y movida y turbada de ellos como el agua de los vientos, y de esa misma manera la alborotan, sin dejarla sosegar en un lugar ni en una cosa.

A.- Es cierto. Tal vez todo se resuelve amando; en definitiva todo es cuestión de amores. Lo que no me gusta tanto o no entiendo bien es lo último que me dices…

SJDLC.- Y para mortificar y apaciguar las cuatro pasiones naturales, que son gozo, esperanza, temor y dolor, de cuya concordia y pacificación salen estos y los demás bienes, es total remedio lo que se sigue, y de gran merecimiento y causa de grandes virtudes: Procure inclinarse siempre:

No a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;
No a lo más sabroso, sino a lo más desabrido;
No a lo más gustoso, sino a lo que da menos gusto;
No a lo que es descanso, sino a lo que es trabajoso;
No a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;
No a lo más, sino a lo menos;
No a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado;
No a lo que es querer algo, sino a no querer nada;
No a andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.

A.- ¡Apa! Palabras duras y radicales me dices. ¿Acaso no puedes hablarme de la mortificación de otro modo menos… fanático o extremoso?

SJDLC.- Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada.
Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada.
Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada.
Para venir a lo que no gustas, has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes.
Para venir a lo que no posees, has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres, has de ir por donde no eres.
Cuando reparas en algo, dejas de arrojarte al todo.
Porque para venir del todo al todo, has de dejarte del todo en todo,
Y cuando lo vengas del todo a tener, has de tenerlo sin nada querer.
En esta desnudez hallar el espíritu su descanso, porque no codiciando nada,
Nada le fatiga hacia arriba, y nada le oprime hacia abajo,
Porque está en el centro de su humildad.

A.- Nada, nada, nada…

SJDLC.- ¡Nada, nada, nada, nada!

A.- Exageras, hermano. ¡Tu camino es imposible! No estoy de acuerdo con lo que me aconsejas, decididamente.

SJDLC.- El alma dura en su amor propio se endurece.

A.- ¡Otra vez vas a salirte con la tuya…! Está bien, puede ser que no acepte tu planteo porque estoy endurecido pero es que…

SJDLC.- El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente.

A.- ¿Manso? ¿Humilde?... ¿Cómo?

SJDLC.- Humilde es el que se esconde en su propia nada y se sabe dejar a Dios. Manso es el que sabe sufrir al prójimo y sufrirse a sí mismo.

A.- “Sufrirme a mí mismo”, ¡ja, gran verdad! Muy bien, pero ahora dime, eso de “enamoramiento”: ¿podrías explayarte más, por favor?

SJDLC.- ¡Oh llama de amor viva
Que tiernamente hieres
De mi alma en el más profundo centro!

A.- ¡Ah, hermano mío, que tus palabras son tan encendidas, y mi oración es tan apagada y desabrida!

SJDLC.- Porque muchos de éstos, engolosinados con el sabor y gusto que hallan en los tales ejercicios, procuran más el sabor del espíritu que la pureza y discreción de él, que es lo que Dios mira y acepta en todo el camino espiritual. […] Y así, quieren sentir a Dios y gustarle como si fuese comprensible y accesible, no sólo éste, sino también en los demás ejercicios espirituales, todo lo cual es muy grande imperfección y muy contra la condición de Dios, porque es impureza en la fe. Lo mismo tienen éstos en la oración que ejercitan, que piensan que todo el negocio de ella está en hallar gusto y devoción sensible, y procuran sacarle, como dicen, a fuerza de brazos, cansando y fatigando las potencias y la cabeza; y, cuando no han hallado el tal gusto, se desconsuelan mucho pensando que no han hecho nada. Y por esta pretensión pierden la verdadera devoción y espíritu, que consiste en perseverar allí con paciencia y humildad, desconfiando de sí, sólo por agradar a Dios. A esta causa, cuando no han hallado una vez sabor en este u otro ejercicio, tienen mucha desgana y repugnancia de volver a él, y a veces lo dejan; que, en fin, son, como habemos dicho, semejantes a los niños, que no se mueven ni obran por razón, sino por el gusto. Todo se les va a éstos en buscar gusto y consuelo de espíritu, y por esto nunca se hartan de leer libros, y ahora toman una meditación, ahora otra, andando a caza de este gusto con las cosas de Dios; a los cuales les niega Dios muy justa, discreta y amorosamente, porque, si esto no fuese, crecerían por esta gula y golosina espiritual en males sin cuento. Por lo cual conviene mucho a éstos entrar en la noche oscura que habemos de dar, para que se purguen de estas niñerías.

A.- ¡Ohhh! De a poco empiezo a entender…, a entenderte. Me has hablado del amor y del enamoramiento, de la mortificación y propia negación, de la oración (como nadie), y ahora de la fe. Veo, mejor dicho, comienzo a ver cuáles son tus pilares y prioridades, a qué le das mayor importancia en la vida espiritual. Te confieso que al principio tu lenguaje causa espanto y rechazo, al menos a mí causó eso, pero a medida que me hablas me doy cuenta que tu lenguaje es cordial -suave, claro, simple-, aunque recio y viril. Tendrías que venir a visitarme más seguido para conocerte más y comprender mejor tu itinerario y tu vida. Sé que aún te quedan muchísimas cosas por decirme, tanto por enseñarme y aleccionarme , iluminarme y consolarme. Pero por esta vez tengo ya bastante que rumiar y repasar a solas, ¿no cierto?

SJDLC.- En soledad vivía,
Y en soledad ha puesto ya su nido,
Y en soledad la guía
A solas su querido,
También en soledad de amor herido.

A.- ¡Dios mío, qué poeta eres! Y qué sabio y qué santo… ¡Cuánto me queda por aprender de ti, de tus dichos y de tu ejemplo! Solo que, y con esto puedes ir en paz para volver otra noche (en lo posible, que no sea al término de la semana que no suelo estar por aquí), dame una última respuesta que me pacifique, que me llene de consuelo, que me conforte, que me anime a seguir buscando al Amado a pesar de o junto con, mis innumerables miserias y pecados. Sólo esto te ruego, querido hermano, y luego puedes marcharte…

 SJDLC.- ¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío? ¿Cómo se levantará a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas, si no le levantas tú, Señor, con la mano que le hiciste?

No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero. ¿Con qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón? Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en migajas que se caen de la mesa de tu Padre. Sal fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón.


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viernes, 8 de noviembre de 2019

Leyendo "Literatura Apocalíptica"


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En los últimos meses (me refiero a éstos últimos míos, y no los de la historia universal) he estado vagando detenidamente en una serie de novelas catalogadas como "literatura apocalíptica". Lo que me llevó a ello quién sabe qué fue... Quizás cierta neblina oscura e invisible que domina la atmósfera; la seguidilla de eventos sociales, sínodos eclesiales, apostasías, etc... uno más lamentable que el otro. También esta realidad me llevó a abrir recientemente un bar llamado "El Apocalíptico". ¡Ah!, y a fumar de nuevo tras seis meses de sanidad corporal... Sea como sea, esta trasnochada me impulsó a escribir algo al respecto, y sea de paso, me ayudó a conciliar el sueño, o a bajar los niveles nerviosos que estos libros me han producido.

Antes que nada, valdría aclarar que esta "reflexión corta" no es sobre el Apocalipsis en sí mismo, dado a que sobre esto sé poco menos que nada y prefiero dejárselo a los entendidos en la materia (que tampoco son muchos, ¡ojo!). Tampoco me apoyo en revelaciones privadas personales, pues aún no soy vidente (ni me interesa serlo, ¡abundan en nuetros lares!). Pero lo que sí me animo a intentar, ya que esta bitácora me lo permite, es tratar de extraer los patrones comunes en los que coinciden algunas de estas historias, cuando de plantear un escenario para las ultimidades se trata. Dicho esto, quedaría de lado la historia personal de cada personaje, distinto en cada libro, y nos sumergiremos en lo que estos escritores visionarios contemplaron como los tiempos finales del Anticristo.

Comencemos, si es que aún hay tiempo...

Un aspecto importante y fácil de distinguir, es el fenómeno de la globalización. Esto podríamos decir que es la unificación de los caminos para la pronta difusión de la fe invertida. Así como hace 2.000 años el Imperio romano predispuso la unidad, la paz, y la lengua común para la venida del Cristo, de modo semejante sucede con la globalización para la aparición del Anticristo. Pero claro, ahora hay algunas ventajas que facilitan enormemente este proyecto diabólico: los medios de comunicación, los periódicos, los televisores, los traductores, etc... Todo esto, genera un pensamiento colectivo a nivel mundial y prepara las masas y las naciones todas para que el Anticristo simplemente tome el poder absoluto. En otras palabras, los pueblos se hacen uno, pero sin que corra la sangre como antes...

De la mano de esta globalización, está la unificación de las religiones. Todas estas se acogen bajo la bandera de la pseudo-iglesia católica quien, cobijando a sus hermanos, abandona toda trascendencia, y gracias a la herejía del Modernismo, el hombre se declara como cúspide de todo lo creado y vuelca su religiosidad al naturalismo. (Debo aclarar que sigo hablando de novelas escritas hace más de 50 años). Es común leer en estos autores apocalípticos cómo la religión pasa a ser el "humanismo", es decir, el hombre para el hombre; y podemos ver sorprendidos (o ya no) cómo la iglesia universal y democratizada comienza adorar ídolos como la diosa fertilidad, la Pachamama, la energía cósmica, Venus, etc... Una iglesia al servicio del... ¿Anticristo?

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Siguiendo este hilo, el poder político se une al poder religioso, ligando así todos los aspectos del hombre en un solo sistema dirigido por un solo hombre: Juliano Felsenburg. Como soporte de esta única e irrepetible unión de la humanidad, sirve al bienestar el desarrollo tecnológico que comienza a abarcarlo todo. El mundo descubre que vive bien, que está en paz y que ha logrado dejar atrás los viejos fantasmas que impedían esta elevación del hombre. Los culpables fueron y son, naturalmente, los católicos rígidos ("con cara de pepinillos de vinagre") que tuvieron en cautiverio durante siglos el desarrollo evolutivo de la humanidad. Y aquí se da inicio al proceso de "sanidad mental" y de "liberación" por la cual hay que eliminar todo rastro de la antigua iglesia católica. Al diablo los cristóbales castellanianos...

De momento, un panorama de los aspectos más grandes, o grotescos, si se quiere. Pero lo más alarmante, al modesto modo de ver de quien escribe, es qué pasa con los cristianos de estas novelas, puesto que, no hay que por qué disimularlo, las similitudes abundan en nuestros días. Pues bien, es un hecho constatable que existe una apostasía en abundancia, generalizada. Pero, ¿cuál es el motivo? Y aquí comienza lo delicado, y donde me pesa mi falta de entendimiento y de claridad para expresarme. En primer lugar, hay un gran desconocimiento de la fe y la doctrina verdadera. En segundo lugar, se nace y se vive en el seno de una sociedad modernista e inmanentista. En tercer lugar, los pastores insinúan (y no tanto) una pseudo-religión católica. En cuarto lugar, el clima hedonista y antropocéntrico impide vislumbrar que se vive para Dios y no para uno mismo. Todo este contexto hace y hará que los fieles a la Iglesia de Jesucristo sean visto a los ojos de la gente común como exagerados, soberbios, locos, irracionales, dinosaurios que no tienen la capacidad de ver la bondad que ofrece este maravilloso mundo en paz.¡Oh, delirio del Paraíso terrenal! Esto es calve, pues quienes perseveren en medio de estas tribulaciones, entrarán en las dudas y presiones psicológicas más graves que puedan existir. O díganme, si no: ¿es posible que un puñado de locos, basados en antiguas creencias, tenga razón ante el consenso universal, ante las demostraciones científicas, ante la benevolencia que nos ofrece el mundo? ¿Pide nuestro Señor, Dios del Amor, tener que sacrificarlo todo, y confiar ciegamente en unas promesas que parecen tan lejanas? ¿ Es que no se podrá disfrutar de nada a causa de la fe, mientras todos parezcan gozar de una gran vida? Por lo tanto, estas dudas probarán fuertemente la fe de cada cristiano. Y es que, al menos uno, imaginaba el fin de los tiempos con grandes tragedias y guerras en todo el mundo, con un enemigo de cara fea, y de frente. Pero no, la cosa es tan sutil, que quien no vea con claridad estos hechos, le parecerá un lunático quien las predique; mas quien alcance a verlas, la cosa será tan grosera, que causará un desaliento desbastador. El creyente fiel deberá perseverar hasta el fin, sin esperar nada a cambio. Sabrá con seguridad que las consecuencias de creer serán nefastas, por ser incomprendido, perseguido y odiado por los más cercanos, sumado a la debilidad que los propios pecados generan en uno. Por el contrario, la nueva religión será tan atractiva, deslumbrante y acomodada a mi situación personal, que sería una locura no abrazarla.

Para el mundo todo marchará bien, y para las buenas personas y la pseudo-iglesia también. Sin embargo, los cristianos de ley soportarán todo el peso de la angustia como si Dios hubiese abandonado el mundo para siempre. El cristiano será motivo de lástima y enojo. Otra cuestión puede ser la dificultad de explicar a quien no sabe, en qué consiste ser cristiano en un mundo ignorante, masificado y depravado. Por último, la figura del Anticristo como fruto maduro del contexto, quien posee una imagen bella y bondadosa, atractiva, que concilia al mundo, y que utiliza un lenguaje sumamente religioso, bíblico, pero tergiversado y vaciado de contenido real.

En fin, la pseudo-religión del Anticristo va a ser similar a la católica, de ahí el gran engaño. Sus términos serán similares, como quien no destruye la religión, si no que la vacía, y la llena de otro contenido lleno de porquería.

Ésta es mi conclusión (y sí, tildenmé de apocalíptico, si les place):
Hay en estos escritores cierto grado de profecía, ya sea como don sobrenatural, o como el genio, que viendo con agudeza las causas, puede anticipar las consecuencias. Estos libros encierran una actualidad que hacen temblar. Creo, honestamente, que todos los aspectos que he tratado de balbucear en este post se están cumpliendo ya en cierta manera, e incluso, mas cerca de lo que pensamos. La cuestión es, sin ser alarmista, y confiados en el Señor, si estamos siendo capaces de percibir este clima que lo está cubriendo todo, y si estamos poniendo el pecho a las balas, con lo que esté a nuestro alcance. Hemos nacido pensando mal, hemos sido infectados de nacimiento, con el veneno de la Modernidad, y juzgamos naturalmente todo con estos lentes, con este siglo que pone al hombre como centro de toda la vida. Nos han vendido que el santo es simplemente un buen ciudadano, una persona buena y sencilla, que se lleva bien con todos, y nos han robado el santo de las virtudes heroicas. Debemos hacer un esfuerzo por conocer como piensa la Iglesia, que trasciende todos los tiempos, y a la vez, que es contemporánea a todos los siglos. Debemos aferrarnos a la oración, donde seremos instruidos, confortados y consolados. Debemos, pese lo que nos pese, saber que habrá que renunciar una y mil veces a todo lo que nos aparte del Cielo prometido. Vivir la fe será un morir lento, día tras día, pero confiados en que irá naciendo el hombre del Espíritu.

Finalmente, no puede ser nuestra guía el pesimismo, ya que es motivo de gran júbilo saber que el Señor viene, ¡y viene pronto! "Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación" nos manda Nuestro Señor (Lc 21, 28). Dios quiera que la anestesia de la vida cotidiana no oscurezca nuestra mente para tener siempre presente, y en todos los aspectos de nuestra vida, el fin último por el cual combatimos. Y que nuestros amigos gallardos sean por muchos días un descanso alegre que cure las heridas, pero para esto, debemos todos abrir los ojos, si no, nos iremos adormeciendo poco a poco, casi imperceptiblemente. Demás esta decir que las cosas pueden empeorar mucho mas aún, claro que sí, o que todo puede revertirse de un momento a otro. Solo Dios lo sabe. Pero estas, queridos amigos, son mis pobres reflexiones trasnochadas y parusaicas.


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VENI DOMINE JESU

DON VIRULA DE LOS GAMOS.