miércoles, 25 de febrero de 2015

Sobre los cuentos.

Mis queridos amigos, hoy solo quería compartir con ustedes un hermoso extracto de "El Señor de los Anillos" el cual, al volver a leerlo el día de hoy, me llenó de una nostalgia inmensa. Podrán decir que es causa del clima, el cielo perdió su color y una suave llovizna rocía los jardines. Quizá fueron los días pasados, los cuales fueron dolorosos, o el famosos "le invadió la melan". Yo por mi parte digo que es todo eso junto, y mas. A causa del hechos sucedidos, llevaron a mi corazón a navegar a los confines de la vida, es decir, al umbral de la muerte. Desde esa puertita, quise contemplar la vida, pero desde una visión de altura, a temporal. Y lo que vi fue estrecho, borroso, mas con este texto agradezco profundamente a Tolkien, pues me ayudo a contemplar un poco mejor, y como nos gusta, con todo su tinte poético y literario. Una vez mas, gracias Tolkien. Me agradaría que algún gallardo ponga por escrito las emociones suscitadas luego de leer lo siguiente.

( Se encuentran Frodo, Sam y Gollum en las escaleras de Cirith Hungol llegando a la frontera de Mordor)

"A mi no me gusta nada aquí: piedra y viento, hueso y aliento. Tierra, agua, aire, todo parece maldito. Pero es el camino que nos fue trazado.
-Sí, es verdad - dijo Sam-.Y de haber sabido más antes de partir, no estaríamos ahora aquí seguramente. Aunque me imagino que así ocurre a menudo. Las hazañas de que hablan las antiguas leyendas y canciones, señor Frodo: las aventuras, como yo las llamaba. Yo pensaba que los personajes maravillosos de las leyendas salían en busca de aventuras porque querían tenerlas, y les parecían excitantes, y en cambio la vida era un tanto aburrida: una especie de juego, por así decir. Pero con las historias que importaban de veras, o con esas que uno guarda en la memoria, no ocurría lo mismo. Se diría que los protagonistas se encontraban de pronto en medio de una aventura, y que casi siempre ya tenía los caminos trazados, como dice usted. Supongo que también ellos, como nosotros, tuvieron muchas veces la posibilidad de volverse atrás, sólo que no la aprovecharon. Quizá, pues si la aprovecharan tampoco lo sabríamos, porque nadie se acordaría de ellos. Porque solo se habla de los que continuaron hasta el fin... y no siempre termina bien, observe usted; al menos no de ese modo que la gente de la historia, y no la gente de fuera, llama terminar bien. Usted sabe qué quiero decir, volver a casa, y encontrar todo en orden, aunque no exactamente igual que antes... como el viejo señor Bilbo. Pero no son ésas las historias que uno prefiere escuchar, ¡aunque sean las que uno prefiere vivir! Me gustaría saber en qué clase de historia hemos caído.
-A mí también-dijo Frodo-. Pero no lo sé. Y así son las historias de la vida real. Piensa en alguna de las que más te gustan. Tú puedes saber, o adivinar, qué clase de historia es, si tendrá un final feliz o un final triste, pero los protagonistas no saben absolutamente nada. Y tú no querrías que lo supieran.
-No, señor, claro que no. Beren, por ejemplo, nunca se imaginó que conseguiría el Silmaril de la Corona de Hierro en Thangorodrim, y sin embargo lo consiguió, y era un lugar peor y un peligro más negro que este en que nos encontramos ahora. Pero ésa es una larga historia, naturalmente, que está más allá de la tristeza... Y el Silmaril siguió su camino y llegó a Eärendil. ¡Cáspita, señor, nunca lo había pensado hasta ahora! Tenemos...¡usted tiene un poco de la luz del Silmaril en ese cristal de estrella que le regaló la Dama! Cáspita, pensar... pensar que estamos todavía en la misma historia. ¿Las grandes historias no terminan nunca?
-No, nunca terminan como historias- dijo Frodo-. Pero los protagonistas llegan a ellas, y se van cuando han cumplido su parte. También la nuestra terminará, tarde...o quizá temprano.
-Y entonces podremos descansar y dormir un poco- dijo Sam. Soltó una risa áspera-. A eso me refiero, nada más, señor Frodo.  A descansar y dormir simple y sencillamente, y a despertarse para el trabajo matutino en el jardín. Temo no esperar otra cosa por el momento.  Los planes grandes e importantes no son para los de mi especie. Me pregunto sin embargo si algún día apareceremos en las canciones y en las leyendas. Estamos envueltos en una, por supuesto; pero quiero decir: si la pondrán en palabras para contarla junto al fuego, o para leerla en un libraco con letras rojas y negras, muchos, muchos años después. Y la gente dirá: "¡Oigamos la historia de Frodo y el Anillo!". Y dirán: "Sí, es una de mis historias favoritas. Frodo era muy valiente ¿no es cierto, papá?". "Sí, hijo mío, el más famoso de los hobbits, y no es poco decir."
-Es decir demasiado- respondió Frodo, y se echó a reir, una risa larga y clara que nacía del corazón. Nunca desde que Sauron ocupara la Tierra Media se había escuchado en aquellos parajes un sonido tan puro. Sam tuvo de pronto la impresión de que todas las piedras escuchaban y que las rocas altas se inclinaban hacia ellos. Pero Frodo no hizo caso; volvió a reírse-. Ah, Sam, si supieras...-dijo-, de algún modo oírte me hace sentir tan contento como si la historia ya estuviese escrita. Pero te has olvidado de uno de los personajes principales: Samsagaz el intrépido. "¡Quiero oír más cosas de Sam, papá! ¿Por qué no ponen más de las cosas que decía en el cuento? Eso es lo que me gusta, me hace reír. Y sin Sam, Frodo no habría llegado ni a la mitad del camino, ¿verdad, papá?"
-Vamos, señor Frodo-dijo Sam-, no se burle usted. Yo hablaba en serio.
-Yo también- dijo Frodo-, y sigo hablando en serio. Estamos yendo demasiado de prisa. Tú y yo, Sam, nos encontramos todavía atascados en los peores pasajes de la historia, y es demasiado probable que algunos digan al llegar a este punto: "Cierra el libro, papá, no tenemos ganas de seguir leyendo".
-Quizá- dijo Sam-, pero no es eso lo que yo diría. Las cosas hechas y terminadas y transformadas en grandes historias son diferentes. Si hasta Gollum podría ser bueno en una historia, mejor que ahora a nuestro lado, al menos. Y a él también le gustaba escucharlas en otros días, por lo que nos ha dicho. Me gustaría saber si se considera el héroe o el villano..-


miércoles, 18 de febrero de 2015

La búsqueda implacable.

Esta "búsqueda implacable"  nada tiene que ver con la película actual, que por cierto está teniendo un gran éxito en los cines. Porque en ésta misma, no se conocen los tiros, no hay sangre que corra, ni tanto peligro al acecho. No aún.

Todo se dio el lunes, cuando me levanté dispuesto a emprender la Búsqueda, con mayúscula, porque no era cualquier búsqueda como cuando uno busca una remera para comprarse o un zapato que se le perdió en la habitación. Ésta era mucho más noble: la búsqueda de Mi pipa. Es de esas cosas que se han hecho para un solo dueño y señor, casi como las varitas mágicas de Harry Potter.

En realidad no se dio todo el lunes. Esta iniciativa la había tenido hacía algunos días, pero el lunes era el día de la travesía. Ese día me levanté ansioso y un tanto nervioso al saber que era un gran emprendimiento pero no sabía si iba a poder ser capaz de poder encontrarla en tan solo una mañana, pues no agradaba la idea de ir al centro en vano y tener que ir otro día. Luego del desayuno me tomé el micro, y al cabo de 20 minutos, estaba allí, esperando la llegada del Violinista, un compañero de aventuras dispuesto a acompañarme en una más y yo a acompañarlo en la suya -que no explicaré su motivo ahora.

Estando ya con él, partimos. El centro, como siempre, horrible. Lleno de personas: algunas caminando apresuradas llevando el mundo por delante y olvidando que viven; otras, al contrario, con total tranquilidad miraban vidrieras pero sin comprar nada. No podían faltar las colas interminables para hacer un trámite de dos minutos, con la famosa gente “poker face”, simplemente esperando su turno. También estaban los infaltables señores en sillas de ruedas mendigando pero nadie le regala siquiera una sonrisa o una mirada. Parecieran que tienen puesta la capa élfica de Frodo que hacía que nadie lo viera. En fin, el centro podría ser tema de algún otro ensayo. Volviendo al tema, al primer lugar que nos dirigimos fue a la galería "Mendoza", a un pequeño lugar recomendado por Don Hilario. Al parecer mi pipa no se encontraba allí, pues tenían una sola y su contextura no me agradaba, y además salían muy caras debido a que eran de un material especial que no recuerdo cual era y supuse que mi primer pipa no debía ser así de fina debido a que no se amoldaría a su inexperto dueño. Proseguimos nuestro camino recorriendo otras galerías y lugares de esos que encontrás de todo. Había pipas muy marihuaneras y otras no tanto, pero la mía tampoco estaba allí. En ese momento comencé a recordar lo que sabiamente me había dicho Don Hilario: ”la pipa es como un amigo inesperado, te tropezás con él cuando menos lo buscás".

Ya un poco cansado de caminar el Violinista me dijo con voz suave, y algo agotada, que lo único que quedaba por visitar era la famosa galería  "Caracol". Como era la primera vez que entraba, me dio mucha gracia notar que su nombre era literal, un verdadero caracol. Visitamos un local, mas allí no estaba. Fuimos a otro, pero tampoco la hallaba. Entramos a un tercero, al último, más con la idea de encontrar lo que el Violinista buscaba que lo mío. Era un local pequeño y sobrio que pasaba casi desapercibido dentro de la inmensidad y la tosquedad de los que lo rodeaban. Casi por causalidad o no sé qué, se me ocurrió preguntarle a la señorita que me atendía, si acaso tendría pipas, anhelando que tuviera la mía. Asintió, y a continuación, sacó algunas. Eran diminutas y extrañas. Rápidamente le tuve que aclarar que eran para fumar tabaco. Un tanto sonriente por el malentendido, las guardó, y al instante tomó un banquito para subirse y buscar las otras pipas, las de tabaco -las auténticas-, que no las tenían tan a mano, demostrando así que eran mucho menos demandadas que las anteriores. Sacó unas cinco cajas y me las mostró. Percibí que mi pipa era una de esas. Todas eran muy similares y a la vez tan distintas que no iba a ser lo mismo que me llevara una u otra, pues cada una ya tenía su dueño, solamente lo estaban esperando. También me mostró otras de un estilo más rustico y, digamos, hippie, pero no se iba a notar a simple vista si lo que fumaba era tabaco u otra cosa, sin embargo me gustaron. Me rehusé a éstas porque sabía que mi pipa estaba esperando entre las primeras cinco. Luego de tomarme mi tiempo, no mucho, y observarlas cuidadosamente, sentí que una me llamaba, y la oí.

Es simple. Tiene los aspectos de una pipa común y cualquiera; incluso algún conocido pueda tener alguna de la misma forma. Más, sin embargo, desde un principio noté que era única.  Es la que me acompañará durante no sé cuánto tiempo: tanto en la alegría como en la tristeza, en la salud como en la enfermedad, en la prosperidad, y en la adversidad también. Es Mí Pipa, señores gallardos, por eso me doy el lujo de compartirles este placer y este gozo. Su nombre, aún, no lo descubro. Con el tiempo, a medida que nos vayamos unificando, creo que lo podré saber. Lo que sí, ya nos estamos empezando a encariñar.



+Don Ojota Fonsé

domingo, 1 de febrero de 2015

Es el camino.

Después de un tiempo sin sol,
bajo un tibio amanecer,
por un favor vislumbré
el camino esperado.

De suelo blando y ancho,
de verdes hierbas y rosas
 rojas de las más hermosas,
me dije: "este es el camino".

Junto al hermoso sendero,
corría el tuyo a mi lado
Como un río; y sin reparo,
me dije: "si es el camino".

El amanecer clareaba
rebosante de frescor,
 y eras tú la hermosa flor
de mi escarpado camino.

Pronto llegó la lluvia,
el cielo quedó negro,
tu voz se fue con el viento
y dudé: "¿es el camino?".

La mañana fue gris,
el agua estaba turbia,
espesa ya la bruma
y pensé: "¿será el camino?".

Pasada la fría noche,
decidí buscar tu huella,
 sin encontrarte doncella,
suspiré: "este es mi camino".

Solitario me encontré,
las tinieblas me envolvían
y desde un alma herida,
clamé: "¿cuál es mi destino?".

                                Sin cariño y sin sendero,                                 
lloraba errando perdido,
 y sin anhelos ni olvido,
grité: "¿cuál es mi camino?".

                             Me tienta el volver pero                             
se que debo continuar
aunque ya no quiera más
y la niebla venga otra vez.

Anduve y me entretuve
por colinas y comarcas,
y sin detener la marcha,
Pregunté: "¿y el camino?".

Perseverando en la búsqueda,
vi que el mundo era inmenso,
mas en algún lugar incierto
se que estará mi camino.

Me instalé en la paradoja
para que brote la ciencia
y al fin caí en la cuenta
de que estaba en el camino.

 
                                                             




                                                                                   Don Virula de los Gamos