miércoles, 18 de febrero de 2015

La búsqueda implacable.

Esta "búsqueda implacable"  nada tiene que ver con la película actual, que por cierto está teniendo un gran éxito en los cines. Porque en ésta misma, no se conocen los tiros, no hay sangre que corra, ni tanto peligro al acecho. No aún.

Todo se dio el lunes, cuando me levanté dispuesto a emprender la Búsqueda, con mayúscula, porque no era cualquier búsqueda como cuando uno busca una remera para comprarse o un zapato que se le perdió en la habitación. Ésta era mucho más noble: la búsqueda de Mi pipa. Es de esas cosas que se han hecho para un solo dueño y señor, casi como las varitas mágicas de Harry Potter.

En realidad no se dio todo el lunes. Esta iniciativa la había tenido hacía algunos días, pero el lunes era el día de la travesía. Ese día me levanté ansioso y un tanto nervioso al saber que era un gran emprendimiento pero no sabía si iba a poder ser capaz de poder encontrarla en tan solo una mañana, pues no agradaba la idea de ir al centro en vano y tener que ir otro día. Luego del desayuno me tomé el micro, y al cabo de 20 minutos, estaba allí, esperando la llegada del Violinista, un compañero de aventuras dispuesto a acompañarme en una más y yo a acompañarlo en la suya -que no explicaré su motivo ahora.

Estando ya con él, partimos. El centro, como siempre, horrible. Lleno de personas: algunas caminando apresuradas llevando el mundo por delante y olvidando que viven; otras, al contrario, con total tranquilidad miraban vidrieras pero sin comprar nada. No podían faltar las colas interminables para hacer un trámite de dos minutos, con la famosa gente “poker face”, simplemente esperando su turno. También estaban los infaltables señores en sillas de ruedas mendigando pero nadie le regala siquiera una sonrisa o una mirada. Parecieran que tienen puesta la capa élfica de Frodo que hacía que nadie lo viera. En fin, el centro podría ser tema de algún otro ensayo. Volviendo al tema, al primer lugar que nos dirigimos fue a la galería "Mendoza", a un pequeño lugar recomendado por Don Hilario. Al parecer mi pipa no se encontraba allí, pues tenían una sola y su contextura no me agradaba, y además salían muy caras debido a que eran de un material especial que no recuerdo cual era y supuse que mi primer pipa no debía ser así de fina debido a que no se amoldaría a su inexperto dueño. Proseguimos nuestro camino recorriendo otras galerías y lugares de esos que encontrás de todo. Había pipas muy marihuaneras y otras no tanto, pero la mía tampoco estaba allí. En ese momento comencé a recordar lo que sabiamente me había dicho Don Hilario: ”la pipa es como un amigo inesperado, te tropezás con él cuando menos lo buscás".

Ya un poco cansado de caminar el Violinista me dijo con voz suave, y algo agotada, que lo único que quedaba por visitar era la famosa galería  "Caracol". Como era la primera vez que entraba, me dio mucha gracia notar que su nombre era literal, un verdadero caracol. Visitamos un local, mas allí no estaba. Fuimos a otro, pero tampoco la hallaba. Entramos a un tercero, al último, más con la idea de encontrar lo que el Violinista buscaba que lo mío. Era un local pequeño y sobrio que pasaba casi desapercibido dentro de la inmensidad y la tosquedad de los que lo rodeaban. Casi por causalidad o no sé qué, se me ocurrió preguntarle a la señorita que me atendía, si acaso tendría pipas, anhelando que tuviera la mía. Asintió, y a continuación, sacó algunas. Eran diminutas y extrañas. Rápidamente le tuve que aclarar que eran para fumar tabaco. Un tanto sonriente por el malentendido, las guardó, y al instante tomó un banquito para subirse y buscar las otras pipas, las de tabaco -las auténticas-, que no las tenían tan a mano, demostrando así que eran mucho menos demandadas que las anteriores. Sacó unas cinco cajas y me las mostró. Percibí que mi pipa era una de esas. Todas eran muy similares y a la vez tan distintas que no iba a ser lo mismo que me llevara una u otra, pues cada una ya tenía su dueño, solamente lo estaban esperando. También me mostró otras de un estilo más rustico y, digamos, hippie, pero no se iba a notar a simple vista si lo que fumaba era tabaco u otra cosa, sin embargo me gustaron. Me rehusé a éstas porque sabía que mi pipa estaba esperando entre las primeras cinco. Luego de tomarme mi tiempo, no mucho, y observarlas cuidadosamente, sentí que una me llamaba, y la oí.

Es simple. Tiene los aspectos de una pipa común y cualquiera; incluso algún conocido pueda tener alguna de la misma forma. Más, sin embargo, desde un principio noté que era única.  Es la que me acompañará durante no sé cuánto tiempo: tanto en la alegría como en la tristeza, en la salud como en la enfermedad, en la prosperidad, y en la adversidad también. Es Mí Pipa, señores gallardos, por eso me doy el lujo de compartirles este placer y este gozo. Su nombre, aún, no lo descubro. Con el tiempo, a medida que nos vayamos unificando, creo que lo podré saber. Lo que sí, ya nos estamos empezando a encariñar.



+Don Ojota Fonsé

2 comentarios:

  1. Disculpe, estimadísimo don Ojota Fonsé, mi demora en contestarle. Debe saber ud., que este escrito suyo lo leí el mismo día de su publicación. Sin embargo, el refrán dice: "mejor tarde que nunca" (a pesar de que Aragon diga: "es mejor nunca que demasiado tarde"). Pues bien, considero que estoy "en fecha" para regalar unas palabras a esta modesta entrada.

    Primero me alegra sobremanera que haya vencido el miedo de publicar un post. Yo confiaba, y sigo confiando, de que ud. es capaz de obras literarias mayores. Pero bué, por algo hay que empezar, y este escrito me parece -humildemente- pertinaz para que ud. salga a la luz.

    Yendo al escrito -junto con la foto- en vilo, debe saber que me causó gracia y simpatía. Verdaderamente fue toda una "búsqueda implacable". Aunque hubiera sido bueno que tuviera más adrenalina, y por qué no, algunos tiros (jeje..). Sin embargo, me da esperanza y consuelo el saber que ahora una buena y noble compañera estará a su lado, en cualquier circunstancia, en todo momento, siempre. Es necesario, creo yo, tener tan grata compañía al lado, y saberla siempre dispuesta a entregarse a ud., fiel y enteramente.

    Recorriendo la blogósfera, pude encontrar estas dulces y reales palabras con relación a la pipa, que me gustaría compartir como corolario de este comentario.

    “La pipa es un amiga y una compañía para toda la vida. Después de muchas irritaciones, puedes regresar a casa con esa fiel consejera, y siempre la encontrarás dispuesta a ofrecer amables consuelos y sugerencias. No pasa igual con los cigarros o los cigarrillos: la gente a la que se acaba de conocer, con la que hablamos en lugares de tránsito, nunca llega a ser asequible; su existencia es fugaz, incierta, insatisfactoria. Una vez encendidos, su longevidad se esfuma; no pueden envejecer nunca… La colilla de un cigarrillo es una abominación, y cuando cruzamos dos de ellos son más un memento mori que los fémures cruzados en ángulos rectos.”

    Le dejo un saludo, con la pipa en la boca.

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  2. Interesantísimo punto de vista Don Ojota, me agradó sobremanera. El mundo racionalista de hoy ve todas las cosas sin vida, y por ende, todo lo explica desde un gran egoísmo. Me alegra leer escritos como este, donde no solo usted simplemente compró una pipa, sino que la pipa lo esperó a usted. Eso es espectacular, que las cosas cobren su belleza.
    Simplemente, Gracias.

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