lunes, 26 de febrero de 2018

"In hoc signo vinces!"


Queridos gallardos, los comparto unos pensamientos que por varios días han estado en mi mente desde aquel día en Asís. Pienso que serán palabras para un reñido debate, y me tomé el atrevimiento de más que crónica, tratar un tema que siento profundo y urgente.

A unas pocas horas de Vicchio, en Italia, hay un pequeño pueblo que se llama Asís. Es famosa su historia por aquel hombre que alguna vez existió, que cautivó a miles por su prédica ejemplar y su despojo singular en pos de seguir a aquel bello hombre de Nazaret.

En Asís, dentro de la Basílica Santa María de los Ángeles, se resguarda a modo de muñecas rusas una pequeña capilla, llamada la Porciúncula. Fue el primer lugar donde este hombre tuvo destino. Aunque, desviándose hacia la derecha, perfilando hacia los claustros salen al encuentro unos patios internos que resguardan un jardín. Un jardín pequeño, aunque poblado, humilde y sereno. Nada extravagante para los aficionados a la botánica, ni nada llamativo para los amantes de la zoología. Penumbra y humedad son sus amigos, y el Sol pareciera que se esmera en penetrar a mirar a sus amigas verdáceas. En una parte de ese jardín crece un rosal, ni muy grande, ni muy pequeño. Hay que estar atento a los carteles que lo indican, porque suele esconderse a los ojos de los peregrinos y pasa desapercibido como quien no quiere llamar la atención.

Entre la veintena de plantas que se apretujan para robar un pedazo de tierra, este rosal reposa con calma. A primera vista no es nada llamativo, ni imperio, altivo u oneroso. Tan solo uno más de los millones de individuos que pueblan la especie. Verde y crecido, con numerosas hojas que luchan contra el tenue frío del hemisferio del norte. 

Aunque, agudizando la vista, corrigiendo el lente y posando un tiempo, se descubre al grito de “Eureka” el tesoro que este rosal esconde: no tiene espinas… Si hay un componente que nos recuerda a las rosas (y a los amores) son las espinas. Desnudas están sus ramas como su tallo, y su carne está cerrada al paso puntiagudo de hojas modificadas. Las perdió hace ya casi 800 años, por haber sido bañada en sangre de inocente…

Cuenta la tradición que Francisco de Asís, caminando por los jardines de su diminuta parroquia, tuvo una tentación de impureza; de esas donde la carne se rebela, y cientos de caballos con brío acelerado salen a correr. Se alzaron las pasiones y quisieron tomar el control. Más el santo, no dejando tregua ni lugar a discusión, saltó desnudo y enardecido sobre un rosal. En cólera furtiva hizo lo que hacen los grandes y magnánimos, no dejarse ganar. Las espinas se clavaron en su carne como afiladas agujas y brotó sangre de sus heridas. Punzadas de dolor rugieron al aire de aquél pueblo. No hubo tregua: el enemigo dio retirada fugaz ante tal imagen, quiso hacerlo caer en una tentación de fealdad más no pudo contemplar la imagen más horrenda aún de sangre y dolor que se desprendía de aquel jardín. Despavorido, el enemigo abandonó su estrategia. Y el santo, en agonía, rogaba al Padre perdón: “Misericordia, Señor, misericordia”.

La sangre empapó el follaje de aquel rosal y sus espinas se tiñeron de rojo rubí. Coágulos ennegrecidos escondieron como una noche, las negras lanzas vegetales. Y sucedió el milagro: desde aquel día, y hasta nuestros días, surgió un nuevo rosal. Ya no más espinas, ya no más dolor, un ser nuevo purificado de sus armas y defensas. Un rosal despojado de sus elementos de agonía, de guerra, re-creado; ya no había maldad en él. Renacido a la bondad y a la belleza. A partir de allí, en su brotes, frescas hojas y coloridas flores eran su única creación.

Hasta la empírica ciencia, con su espíritu de categorías, órdenes y sub-órdenes, debió dar paso a sus incredulidades y gestar una variante taxonómica para aquella única especia de un jardín escondido del pueblo de Asís.


Mis ojos lo vieron: verde y humilde el rosedal. Y brotaron en mi cabeza pensamientos e ideas. Y una frase resonó como el estruendo de dos metales que chocan:

“La fealdad, cura la fealdad”.


Una verdad cierta, aunque incomprendida. Incluso contradictoria a la sólida frase: “la belleza salvará al mundo” de Dostoievski. Y aquí se funda la carpa de la paradoja, que, con dos cuerdas bien tensadas, no deja que caiga el misterio.

La sangre derramada por un justo dio paso a que un ser creado depusiera sus elementos más fieros de defensa. Pareciera que aquella planta, horrorizada por la escena, y bañada por una pureza singular, debió renacer a la belleza.

La fuerza que tiene el sacrificio del hombre justo y bueno, su dolor y su pena, claman al universo entero a grito de “belleza”, y permiten transfigurar, al paso de un precio, las realidades celestes. Es como si la maldad del mundo diera paso atrás, vencida y derrotada, por otra maldad que, sufrida en carne de un justo, hace renacer.

Fuera de toda lógica humana, fuera de todo deseo y comodidad, el camino del peregrino, del justo, del bueno, en fin, del cristiano, el camino para vencer, es el signo de la Cruz.

“In hoc signo vinces!”


La ruta para alcanzar la verdad, o algo bueno, o algo bello es difícilmente comprensible para los hombres. Más en estos días, donde el dolor y el sufrimiento tratan de ser eliminados. Porque para llegar a lo bello hay que sufrir, para llegar a lo bueno hay que escalar y para encontrar lo verdadero hay que escudriñar.

Los ejemplos bastan, y las historias son miles. Mas uno es el principal modelo a seguir: Jesús de Nazaret. El justo por excelencia, al que no se le podía encontrar mentira en su boca, cuyo pasar era sereno, y su voz dulce, sus gestos agraciados y su presencia un descanso. El mismísimo hijo del Padre, que no había conocido corrupción, él fue entregado en manos de los corrompidos para hacerse “todo”, por “todos”. El que no conocía maldad, aceptó sobre sus hombros la inmensa fealdad del mundo entero y por medio del sacrificio más cruento, más infame, y más sangriento, recreó las cosas. A precio de dolor trajo la belleza al mundo. A cambio de injurias, trajo la bondad. A cambio de golpes, trajo caricias. A cambio de condenación, salvación. A cambio de muerte, la vida.

Ésta es la economía de lo bello: el sacrificio.

Escribe un amigo, John Senior, en su libro “La Restauración de la Cultura Cristiana”: “En esta vida experimentamos la vida divina como si viéramos las figuras de un tapiz desde el revés, como un sufrimiento y no como un gozo, como el acto de Cristo sobre la cruz, como un sacrificio. Toda obra y toda oración en la tierra es una participación del gozo del cielo a través del sufrimiento. Es una paradoja el que toda obra cristiana sea un padecer: In hoc signo vinces. Es el signo de la Cruz.”

Tamaña paradoja de sacrificio: la fealdad solo puede eliminar lo feo, o mejor dicho, el dolor solo puede eliminar el dolor o el sufrimiento al sufrimiento. El Señor, para salvar la deuda del pecado, para erradicar el yugo que pesaba sobre nuestras cabezas y darnos la salvación, debió sufrir, y mucho. “Varón de dolores”, parecía un varón acostumbrado a los dolores en su pasión. Pero al sufrir nos dio la dicha. Su sufrimiento venció a otro sufrimiento mayor, por sus dolores venció al dolor, la fealdad de su pasión nos liberó de la fealdad de los pecados.

Todo exige un cambio, un pago, una deuda a saldar. Y es bueno refrescar las palabras del maestro Hesíodo, a quien aliento a memorizar:

“Áspera al comienzo, de acceso difícil, llena de sudores y de esfuerzos repetidos, tal es la ruta por la cual se asciende a la virtud”.
(Hesíodo, “Días y trabajos” 285-290)

Mirad como los antiguos ya tenían tan frescos los conceptos. Porque el adquirir una virtud demanda esfuerzo y sacrificio. Y cuánto más demandará adquirir las virtudes celestes. Caminos de sudores y esfuerzos, sudores y esfuerzos…

Los ejemplos son innumerables, numerosos hombres justos. Los ermitaños comprenden muy bien estas verdades, al igual que los monjes y muchos santos. El camino para salvar al hermano, a nosotros, pero más a nuestro hermano, es el del sacrificio.

Solo el dolor bien comprendido puede llevar a la belleza. Porque para alcanzarla, hay que andar por caminos de purificación. Quizá el mapa para conseguirla es el que trazó Senior con solo tres palabras: “trabajo, oración y sacrificio”. A su modo de entender, tres fines en esta vida: “el inmediato, el próximo y el final”.

“La fealdad, cura la fealdad”. Si queremos convertir las realidades más próximas, hasta nuestra misma realidad, debemos pasar por lo feo: por lo que demande esfuerzo, dolor, pena y sacrificio. Por la oración, por la entrega, por la limosna, por el amor, por el dolor, por la ascética.

Y cuando hayamos derramado nuestra sangre, vendrá el Espíritu. “Vacíate de tu sangre y llénate del Espíritu”, escribía un monje ortodoxo. Y cuando tengamos al Espíritu en nosotros, podremos convertir el mundo a la belleza. Y el mal se espantará del horror de los males que sufre el justo, y huirá.

Tan solo ruego morir, como aquel hombre de Orgaz, quizá sea mucho pedir. Que, en una vida entregada al hermano, en sacrificio y en amor, cosechó para él los premios celestes. Porque el justo no está solo. Y en su muerte, en su sacrificada y entregada muerte, vinieron sus amigos a enterrarlo.

Tanta belleza trajo al mundo el conde, y tanto sufrió para pagar su deuda, y la de su hermano, que Agustín de Hipona y hasta el mismmísimo Esteban, vinieron a enterrarlo.

Porque en este valle de lágrimas todo lo que hacemos pareciera un sacrificio, más aun, el consuelo y la alegría que nos esperan en este peregrinar, son inconmensurables. Y por esas promesas de júbilo, vale entregarse al dolor, para que lo feo se convierta finalmente a la belleza.

The Young Writer



"El entierro del Conde de Orgaz" El Greco






martes, 20 de febrero de 2018

De capullo a mariposa, un gran salto.

 Sonó el despertador a eso de las siete de la matina, preparé los mates y partí rumbo a la Lujanita Merina, tierras amplias de la región cuyana que invitan, junto al silencio, a meditar los grandes misterios de esta vida. Como de costumbre comencé a pasear entre las floreadas plantas y árboles del jardín, buscando un lugar donde aquietarme junto a mis tempraneros mates. Decidí sentarme en compañía de un rosal, ensombrecido por un anciano liquidámbar de unos noventa años. Cerré los ojos unos instantes, la suave brisa que acariciaba sutílmente los longevos álamos, junto al cantar de las alegres aves, agradecidas por el clarear del nuevo día, formaban la más pulcra melodía. Fueron breves minutos de centrada escucha, pues debo decir que entraría en un sueño profundo, si así permanecía, cual niño en los brazos de su madre. Pero semejante obsequio del Creador se guardó, como cuyana tonada, en mi corazón.
Rápidamente cebé el primer mate, dando el sorbo inicial, como para humedecer la garganta, miré la ramificación de uno de los brazos principales del liquidámbar, pude percibir un indefenso capullo, que colgando, se mecía con el viento. Claramente la tradicional efusión de yerba agudizaba mis sentidos externos.
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Me levanté con la intención de trepar un poco el árbol, para ver más de cerca el preciado capullito, imaginando la cantidad de dificultades que ha atravesado, causa de lluvias, fuertes vientos y aves traviesas, por lo que se tornó más familiar y cercano a cualquiera de nosotros, ya que esta vida pasajera tiene en su camino grandes cruces y sacrificios. Pronto lo examiné con mayor cautela mientras recordaba las clases en la primaria sobre la metamorfosis de las mariposas y sus cuatro etapas: huevo, oruga, capullo o crisálida y por ultimo mariposa adulta. ¡Qué cosa brillante! Pensé por mis adentros, mientras lo miraba detenidamente. Este pequeño ha avanzado dos grandes escalones y está transitando el tercero, el más duro de todo, puesto a que debe permanecer inmóvil, quieto u orante, yo diría, mientras en su interior está formando una bella flor, una hermosa mariposa que saldrá volando a recorrer las plantas y a encargarse de su polinización. 
Imagen relacionada

Quedé sentado en la rama del árbol mientras repetía una y otra vez “que noble tarea le espera”. Muchas cosas podemos aprender o recordar del capullo, o mejor dicho de la torpe oruga que le habitaba. Pero me detuve en una, quizá por el tiempo que estamos pasando, no lo sé,  pero es que olvidándose, dejándose morir, momentáneamente, termina siendo una hermosa mariposa que da vida. Y fue en ese momento que comprendí que ese capullo era vivo reflejo de Dios, su mismísimo Creador.

“El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna.”(Juan 12:25)
Alcandora Tuk


El Precio de la Traición





Estando en su lecho ya de muerte, luego de haber llevado una vida digna de un regalo inconmensurable como el cielo, se encontraba recostado sobre si, el General en Jefe de los ejércitos nacionales libaneses Ali Macsad, más conocido entre sus íntimos, como Peregrino. (Apodo que de pequeño le habían dado.)
Entre momentos, perdía la memoria y desconocía a todo aquel que se acercase a dar un saludo o simplemente a mostrar su presencia, aunque entre todos estos, solo reconocía a uno de tantos, y este era Asad, su nieto de apenas 14 años. El joven había escuchado de su abuelo y familiares, grandes hazañas que este había llevado a cabo y de cuanta nobleza llevaba a sus espaldas por su desempeño en el campo de batalla ya que había sido ejemplo de un hombre que no derramaba la sangre de sus enemigos en vano y sin razón justa. Asad notaba en su abuelo la aptitud de vida que sin duda alguna en el momento en que se transformara en hombre querría llevar para sí.
A causa de la enfermedad que hacia sollozar a el general, su nieto Asad no se desprendía de estar a su lado y le servía con todo lo que necesitase. Así fue como en un momento, el anciano le pidió que buscase de entre los papiros y cajas que habían dentro de un gran armario, un pequeño bolso lleno de polvo donde encontraría una serie de cartas junto a un pequeño trozo de tela color rojo con unas escrituras en idioma español. Asad sin comprender mucho y confiando más en la locura mental de su abuelo se dignó a realizar tal encargo sin ánimos de encontrarle lógica alguna. Cuando al fin logró encontrar lo pedido, se acercó a su abuelo y sentándose junto a él, puso en sus manos tales cartas, pero el anciano estaba ya muy envejecido para leerlas y pidiose en pequeños murmuros donde pareciera que eran últimos suspiros, que Asad, conocedor y estudioso del latín castellano, leyese las líneas que ya poco denotaban su tinta.
Y así, tomando una de varias, junto al trozo de tela roja, alcanzó a leer lo siguiente en la contracara de la carta;

 ‘’ Bajo eterna gratitud y en quien apuesto todas mis esperanzas futuras; Don Juan Manuel de Rosas, Jefe Supremo de la Confederación Argentina. ‘’

Asad al leer sin importancia lo dicho, dirigió la mirada a su abuelo y notó que este alzó su sonrisa y largo de sus ojos una pequeña lagrima que recorrió todo su rostro.
Quedando este atónito ante tal suceso, preguntó a su abuelo;
-¿Que sucede? ¿Estas adolorido? A lo que el general contestó muy lentamente y con dificultad;
-Te he contado mis historias y memorias, he intentado marcar el camino que debes seguir, pero creo que ha llegado el momento de contarte la última y más memorable de todas. Por favor acomódate en tu asiento y sírveme un vaso de agua.

Para el pequeño Asad, era un lujo escuchar a su abuelo y siendo conciente de que seria la ultima de todas, intento tomar todas las fuerzas posibles para prestar atención.


Y así el gran hombre tomando una buena bocanada de aire y expulsándola seguidamente, empezó;
Era 1850 y encontrabame yo con tan solo 15 años en un navío de la Real Armada española apostada en el mediterráneo para mi aprendizaje sobre todo lo que tratase sobre la marina. Mi padre –tu bisabuelo- sabía muy bien cuanto me apasionaba el mar y es por esto que luego de hacer algunos contactos con viejos amigos, fui designado como guardamarina aprendiz en un buque español, ya que nosotros carecíamos de una marina militar y los españoles bien recibían con brazos abiertos a quienes deseasen inscribirse para pelear contra la fuerza anglofrancesa. Pasada una semana empaque mis cosas y me largue a la aventura.  Fue allí que mientras estábamos apostados en Gibraltar y luego de una larga espera dentro del barco,  nos asignaron una misión y era la de viajar a América, donde un tal Manuel de Rosas con más esfuerzo que material bélico, defendía el puerto de la capital de su país, Argentina, del bloqueo anglofrancés el cual llevaba ya varios meses. Fue esa la primera vez que escucharía nombrar a este hombre. Cargamos nuestra fragata de provisiones para el viaje y debimos esperar unos 2 dias para zarpar, ya que el viento no era favorable y peligraba encallar contra las costas de la misma bahia. Finalmente con viento a favor, emprendi personalmente este viaje motivado, pero a su vez, asustado, ya que el enemigo, mas precisamente Inglaterra, tenia la mayor y mas efectiva  flota del mundo y esto se había corroborado en la batalla de Trafalgar.
Yo requería de un doble esfuerzo al intentar comprender bien las órdenes que me daban mis superiores ya que mi curso de español, no había dado muchos frutos. Todo era muy relajado, los días pasaban y no se había avistado al enemigo. Pero fue allí, en la rutina misma en la que habíamos caído, que en una noche muy particular, mientras todos dormíamos –incluyendo a  guardias de turno- el enemigo sorprendió por ambos flancos de nuestra fragata y descargaron sus baterías dejándonos con múltiples averías que daban un total de aproximadamente 30 minutos de flote al barco antes de irse a pique al fondo del mar. Estos buques tan agiles y rápidos no tardaron en izar su bandera y allí notamos que era aquel enemigo tan detestable.




Nos tomaron prisioneros y nos apostaron en sus calabozos. Nunca supimos qué ocurrió con las otras dos fragatas que nos acompañaban. Todo era incertidumbre para nosotros. ¿Estaríamos prisioneros hasta el final de la guerra? ¿Nos ejecutarían una vez divisada tierra? Pasadas unas semanas, un oficial inglés no hizo formar en fila y prepararnos para salir a la proa. Le pregunté a uno de mis compañeros que sucedía y este contestó que habia escuchado que éramos parte de un intercambio, que Juan Manuel de Rosas había pactado con los ingleses el intercambio de prisioneros, ya que él había tomado prisionero a un destacamento inglés en la costa. Allí entendí que todo el tiempo que había estado prisionero en el navío inglés, había estado frente a las costas americanas.
Luego del intercambio de prisioneros, llegamos a tierra donde nos recibieron cordialmente, entendiéndose que peleábamos por una misma causa y luego de darnos hospedaje frente a la plaza mayor, nos acomodamos allí como nuestra próxima residencia temporal. Siempre tenía presente a este tal Rosas, notabase que todos le tenían respeto, no por su cargo sino más bien por cómo era. Podía ver que allí se vivía tranquilamente, la población era feliz y trabajadora, muy fiel a Dios. Una y otra vez escuchaba por la calles – muerte al salvaje unitario- además de tener una pequeña cinta que decía lo mismo a la altura de sus corazones.  Claramente no encontraba lógica a esto pero daba por entendido que debía ser algo político. Caminaba y recorría cada rincón de  Buenos Aires, ya que poco sabía de estas tierras tan lejanas de mi nación y fue una de esas veces, que se presentó ante mí un oficial de rango preguntándome si efectivamente yo era aquel muchacho, de oriente, el más joven de los prisioneros intercambiados hacía solo 3 días. Yo un poco asustado conteste que sí, y allí el soldado me comentó que debía acompañarlo, iríamos al palacio central donde Juan Manuel de Rosas me esperaba ya que quería conocer quién era y saber como un libanés había terminado en un buque español como guardiamarina.
Dieronme ropas nuevas y me alinee correctamente para visitar a este hombre tan particular que a su vez me hacía sentir cierto respeto y honra hacia su persona.
Luego de haber llegado al lugar, estuve esperando, algo nervioso y ansioso la llegada de este hombre, quien parecía estar muy ocupado. Pasados unos minutos escucho a lo lejos de la oficina donde se encontraba; ¡Que pase este joven!
Segui al oficial que me dirigió por el pasillo donde se encontraba Juan Manuel y levantando la mirada hacia , noto que era un hombre muy robusto,de cabellos castaños y ojos claros, tenia una mirada penetrante y áspera. Su mirada era tan profunda que costaba mantenerle la vista. Vestía un uniforme militar azulado con muchas condecoraciones y medallas. También notabase en su pecho este pequeño pañuelo rojo a la altura de su corazón. Luego de un corto silencio le dije;
-¿Quería verme señor?
-Pues… claro que sí, no es muy común ver a orientales pelear para los españoles. Se ha corrido de boca en boca la llegada de un muchacho libanes luego del intercambio de prisioneros.
-A lo que estoy muy agradecido y en deuda con usted. Respondí yo.
Luego de esa respuesta hubo un corto silencio nuevamente por parte de Rosas, como si no hubiese esperado esa respuesta  tan prontamente.
-Ven,acompañame a recorrer la ciudad ya que debo reunirme con algunos hombres del interior y cuéntame tu historia y de cómo has terminado aquí. Concluyó Juan Manuel.
Así fue como Juan Manuel de Rosas se encariño,digámosle así,de mi. Le llamaba mucho la atención mi cultura y costumbres.Lo acompañaba a todos lados, desde reuniones con políticos hasta para reparar el techo en algunas de sus quintas. Yo disfrutaba cada momento, me enseñaba el arte de ser caballero y humilde, y a su vez, ser disciplinado al punto de no ceder. Tambien recibi por él, el ser siempre un hombre de Dios temiendole como ser supremo del universo pero a su vez amándolo como el nos ama. Nunca pude saber el porqué era tan amable conmigo. Tal vez encontraba en mí el hijo que jamás tuvo. Me invitaba a cenar muy seguido y fumábamos buenos tabacos, fue en una de esas ocasiones que, luego de la exquisita carne asada que allí se cocinaba, me preguntó si me interesaba ser su aprendiz, esto, conllevaría mudarme de la calcinante habitación donde dormía, a una de sus estancias donde allí me instruiría en el arte de la guerra junto a sus oficiales más fieles.
Yo no dudé ni un segundo, ya que en los meses  que llevaba en la Confederación, notaba que era un hombre de mucha honra y respeto, algo así como un caballero cruzado de la época, tenía una fe inquebrantable y un amor a la Virgen tan puro como el agua.
Acepte sin dudar ni un segundo. Así fue como al ser aprendiz de él, no me apartaba de su derecha, lo seguía donde fuere e imitaba su ejemplo. La gente era muy feliz, siempre que andaba por las calles, lo proclamaban ya que era el único hombre que había logrado mantener a las provincias unidas a riendas firmes y distanciadas de los miserables unitarios. Llevaba en mi pecho con sublime orgullo la ahora bien llamada ‘divisa punzó’ ya que yo me sentía parte de esta gran Nación al servirle como uno más.

 Pero, no duró para siempre la  felicidad y armonía.
Era 1852, había pasado año y medio de mi llegada al nuevo mundo. Mientras caminaba por el pueblo, algo no andaba bien, el día era distinto, el viento soplaba fuertemente y en eso se oían rumores de una posible traición de un alto mando del ejército del norte y de su supuesta alianza con el Imperio del Brasil. Yo hacía oídos sordos y apresure mi paso hacia la estancia donde me esperaba Juan Manuel. Al entrar por el pasillo principal, noté a generales y soldados movilizándose de un lado a otro alborotados por doquier, y al final de tal pasillo veo a Rosas apostado y apoyado en su Escritorio pensativo. Me acerco hacia él y le pregunté qué ocurría, a lo que contestó;
Cuán miserable  ha de ser el hombre por un puñado de poder!
Allí notaba ya por donde venía la mano, aquellos rumores oídos estaban en lo cierto.
Y Siguió;
-El general Urquiza, mano derecha mía y en quien confié los ejércitos del norte ha formado una rebelión y se ha aliado con nuestro enemigo más fuerte, Pedro II emperador del Brasil. Ahora mismo están uniendo sus fuerzas junto a la Banda Oriental para combatirnos lo antes posible. He mandado a constituir el ejército de la confederación, formado por el ejército de la capital y de los ejércitos de todas las provincias aliadas.

Urquiza, supuesto general fiel a rosas y a la confederación, había traicionado sus principios más profundos por el hecho de que las políticas exteriores e interiores respecto al comercio afectaban fuertemente sus intenciones en la provincia donde era gobernador – Entre Rios-. También podría decirse que existía dentro de si cierto recelo, ya que siempre fue visto como una persona de segunda categoría al lado de Juan Manuel. Las provincias lo tildaron de traidor por prostituirse hacia el imperio del Brasil para asi servirle de puesto de avanzada contra la fuerte confederación. En la alianza con el Brasil, se dictó en una de las cláusulas, que una vez vencido Rosas, todos los gastos del Brasil por tal campaña, serian restituidos por las reservas argentinas.

Urquiza alentaba a sus hombres y calmaba su mente con discursos falseados y sin sentido para ganarse a los pueblos cercanos mientras avanzaba hacia Buenos Aires bajo el pretexto de liberar a la Confederación de las garras del tirano Rosas y su eterna dictadura ya que defendía su acometido con la excusa de que Rosas no permitía la organización Nacional al no dictar una constitución. Esto en realidad era por el simple hecho de que la nación no estaba preparada para la misma, la confederación estaba sometida bajo un caos político inmenso y no estaban dadas las condiciones para avanzar en ese campo. Justo Jose Urquiza tomó esto como caballito de guerra para poder destituir a Don Juan Manuel de Rosas.

Pasados unos días ya habíamos concluido los preparativos para avanzar hacia el norte, por donde se acercaba Urquiza. Jamás en toda mi estadía había visto a Juan Manuel tan decidido a terminar con esta rebelión, pero a su vez, notaba en sus ojos el peso de la traición, estaba muy golpeado interiormente aunque no lo demostrase. Varios de sus generales renunciaban el estar a cargo de su ejército, pues la batalla que se llevaría a cabo daría por consecuencia el correr de sangre argentina por ambos bandos. Nadie lograba comprender como se había llegado a esa situación donde por la ambición de poder, peligraba la libertad. Ya que con la victoria de Urquiza, venia detrás las grandes potencias europeas que buscaban destruir el comercio interior para introducir sus mercaderías y así depender ellas como hoy vemos a esta nación.
Juan Manuel sin más remedio, se puso al frente de su ejército y marcho hacia Caseros, estancia donde se llevaría a cabo la batalla decisiva. Esto creo yo fue un error, ya que primero, Juan Manuel jamás había dirigido un ejército tan grande y carecía de conocimiento estratégico para grandes batallas y en segundo lugar, que Caseros era demasiado lejos de la ciudad de Bs. As. Y que en verdad era conveniente esperar a Urquiza allí mismo. Aun así, golpeado emocionalmente, se dignó a dirigir a sus nobles y fieles soldados. Claramente yo estaba siempre a su lado.
Mientras marchabamos al campo de batalla, Juan Manuel casi no hablaba, estaba demasiado desintegrado como para dirigir un ejército. Yo intentaba hablarle sobre estrategias y diferentes planes posibles de batalla junto a sus más allegados generales, pero este, optó por un estilo básico de batalla muy favorable al enemigo. Claramente se podía notar su desganado entendimiento del momento. Hizo una formación a lo largo, la infantería por un lado y la caballería por el otro.
Finalmente, siendo las 06:45 am del dia 3 de Febrero, ambos ejércitos podían verse entre la disipada niebla. 30.000 hombres de la confederación se estarían enfrentando contra 24.000 hombres del ejercito del norte desertor, y unos 6.000 hombres brasileros y orientales. Los primeros cañonazos empezaron a tronar, no para dar directo al enemigo, sino mas bien para calcular distancias de tiro.
A las 07:30 los ejércitos ya estaban enfrentados a unos 200 metros el uno del otro. Urquiza, veía claramente una ventaja ante Rosas por la posición estratégica de su ejército. Justo José aprovechando al máximo esta oportunidad, hizo arremeter una sección de cazadores por el medio, para asi, poder penetrar al ejercito confederado en el medio y a su vez mando a la caballeria por la retaguardia, esto hizo estragos a los desorientados soldados de Rosas.


 Luego de unas 4 horas de intenso combate, la caballería de Urquiza finalmente irrumpió con efecto el flanco izquierdo del ejército confederado lo que hizo pedir órdenes de los generales rosistas a su General Mayor, pero este se encontraba perdido y no reaccionaba, intente muchas veces despertarlo de esta rara telaraña donde habían caído sus sentidos pero no logré absolutamente nada. Reiteradas veces insistí que me dejara apartarme de su lado para combatir al traidor Urquiza pero lo pedido fue denegado cuantas veces pedí. En ese momento, Juan Manuel hace llamar a sus generales y les ordena que declaren la retirada. Y dando media vuelta su caballo, se retiró del campo de batalla.

Prontamente acudió a la casa de un diplomático ingles que lo esperaba en el peor de los casos. Pasaron horas para enterarme que se había embarcado en un buque mercante junto a tal diplomático con rumbo a Inglaterra. Cuando llegue a la ciudad, todo era un caos, la ciudad ya se había enterado de la derrota de Rosas y todos temian la llegada de Urquiza. Fui lo más rápido que pude hacia el puerto de Bs As para intentar encontrarlo antes de que partiera, pero..era demasiado tarde. Cuando llegué, lograba ver a lo lejos una embarcación. En ese momento no encontré fuerza para más, y desplomado caí al suelo y lloré profundamente en medio del alborotado puerto. En ese instante un hombre vestido de uniforme me recompuso y me dijo;
-Tú debes ser Ali, el aprendiz de Juan Manuel. Toma, me encargó que si debía partir, debía entregarte esta carta, donde explicaría el motivo de su ida.
El soldado sin más que decir, dio media vuelta y se marchó.
Yo estaba atónito y no tardé en abrir la carta, que decía así;

Bajo eterna gratitud y en quien apuesto todas mis esperanzas futuras; Don Juan Manuel de Rosas, Jefe Supremo de la Confederación Argentina.

Estimado Ali, te preguntarás el porqué no te di conocimiento de mi posible viaje hacia Inglaterra, pues verás que era de sumo secreto, muchos espías del nefasto y traidor Urquiza estaban entre nosotros y peligraba que llegase a sus manos tal información. En esta carta, te dejaré la dirección de mis tierras para así poder escribirnos y explicar tantas cosas.
En el apuro que la patria me demanda, prontamente volveremos a comunicarnos.


Luego de leer la carta, tome fuerzas y me dirigí hacia el sur y al costado de un camino, había un lago donde me gustaba meditar siempre que podía. Intentaba imaginar porque Juan Manuel, había tocado fondo en sus pensamientos al punto de decidir exiliarse en el extranjero. Tal vez, luego de tanta entrega a la patria, tanto sacrificio y trabajo hacia su tierra, jamás hubiese imaginado ser traicionado por sus semejantes. A tal punto que no encontró remedio que le hiciese entender o sobrellevar tal carga. Tal vez vio en el exilio mismo la manera de olvidar para siempre, como su propia patria lo había traicionado. Tal vez vio en el exilio, la única manera de mantener la poca dignidad que sentía aun tenia.

Pasadas algunas semanas la confederación era un caos total, Urquiza con su organización nacional, había traicionado a los principios básicos de la nación, la corrupción había vuelto, los unitarios retornaron, la libertad y soberanía argentina se habían perdido para siempre.
 Los últimos meses fueron  un doloroso ejemplo de corrupción, incumplimiento de la ley, la cultura argenta fue reemplazada por el nuevo estereotipo europeizado y la economía fue violentada en contra de las provincias del interior. Lo que una vez reinó con la soberanía argentina, se fue junto con Juan Manuel de Rosas, para no volver nunca más.




       Peregrino Libanés



lunes, 19 de febrero de 2018

Un encuentro con un gallardo CON gala...

-Toc toc toc-

Y se interrumpió el silencio de mi cueva, yo estaba con un cohíba, disfrutando un amargo café y con el sutil aroma del "off" que ahuyentaba los bichitos.



Si, ¿quien es?  Y nadie respondió.  

De pronto apoyo su mano en mi hombro, se cubrió el lugar con el dulce aroma a jazmín y una luz tan resplandeciente, que blanqueo toda la habitación y me dijo suavemente: “-el azar no existe, Dios no juega a los dados-”

Al girar el cuello para atrás, lo vi… si, estaba seguro, era el!!!

Me aniquilo su presencia, no se cuanto tiempo estuve en un estado de shock, pero cuando empecé a recomponerme lo escuche susurrar:

“-Hace algunos años, a comienzo de febrero, desperté entre lagos y montañas de nuestro querido sur argentino, meditaba en que cosas me tenía que preocupar, y recordé lo que mi mama me había enseñado: no era asunto mío pensar en mi, mi asunto seria pensar en Dios y será cosa de Dios pensar en mi…

Y llego el 19 de febrero de hace tres años, sucedió lo que sucedió.

Pero no te aflijas nuevamente, porque este acontecimiento y todas las cosas, para quienes saben leerlos con profundidad, encierran un mensaje que, en definitiva, remiten siempre a Dios porque el en el fondo quiere que seamos capaces  de amar y de ser amados, quiere que maduremos y por eso nos dio el Don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a los sordos; porque somos un bloque de piedra a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen mas perfectos …-”

Y en tono mas claro me pregunto:

-¿como sigue tu carrera? hace tiempo no me pides ayuda-

Caí al suelo, demasiadas cosas había dicho y su naturalidad y su frescura me desconcertaban totalmente, mi corazón estaba tan comprimido que parecía explotar en cualquier momento.

Llegue a titubear, ¿sos vos? Decime la verdad, quien sos? ¿De donde venís?

“-Cálmate y deja ya de tonteras, no exageres y convídame un mate que tengo el garguero seco.-”

Y viendo que yo no reaccionaba, me empezó hablar :

De donde vengo, estoy seguro que don Calixto y don Pelayo, jamás podrían  describir, y mas seguro estoy que mis grandes amigos;  El Márquez de Godoy,  Don Abubba, don Ojota y don Virula se retractarían de las tonteras que dijeron en cuanto al lugar mas bello y preciado…

Todos los integrantes de este blogs, tienen que conocer este lugar, ya sea en la primavera de la juventud, como fue en mi caso o en la plenitud del verano, tal vez lleguen en el otoño de la vida o el invierno de los años.

Es todo evidentemente maravilloso y misterioso y si pretendes que lo escriba me será imposible, tal vez entiendas un poco mas si te digo que el lugar que llegue, no se registra ningún caso de enfermedad, el dolor es inexistente, el malestar es imposible, no hay agravios, ni inconvenientes,no existe rivalidad ni tribulaciones, es una calle infinita que deja atrás todo sufrimiento. En resumen es el lugar donde dice san juan 16, 20; “la tristeza se convierte en gozo”

Mi felicidad se corona con el gozo, que es quietud, es paz, es la seguridad en el Amor de El, estando siempre seguros que El esta sin condiciones ni medidas.

Y ahora yo soy un gallardo con gala, un gallardo por excelencia, mi amor es inmensamente mayor que la que puede dejar tu carta y aun mas grande que el amor de zaqueus de la garma a isabella, hoy mi alma se encuentra serena, ya soy un hombre pleno!

Yo dejaba mi estado de atontamiento, la alegría quemaba mis entrañas y el gozo rebalsaba mi alma…

Me vino a visitar, un gallardo con gala, era el, el mismo con su sonrisa de siempre, con el esplendor del sol y el reflejo blanco de la luna, si amigos tuve la dicha de estar con DON PONCHA DE LA MANCHITA, EL ÚNICO GALLARDO CON GALA…

Y cuando me di cuenta que su presencia ya no estaba, pero me había dejado escrito en un papel:

mi querido Eutrapelio:(1 Tm 6;12) "pelea el noble combate de la Fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado"

Yo se que suena loco, pero se que el lo esta leyendo, se que acompaña y también se que esta en el cielo, con nuestra mamita, la Reina de la sonrisa.

 Se que en sentido literario, no sea el mejor escrito, ni tampoco lo pretendo, pero quería hacerle un homenaje a 3 años de su fallecimiento, porque es el, quien me acompaña en mi carrera, es el, quien vela por la amistad que tengo con su hermano don abila de la manchita.

 Y porque al fin entendí, la importancia de imitar a las vírgenes prudentes,  para velad en todo momento, porque no sabemos el día ni la hora( Mt 25;1-13)


hoy, a tres años, me encomiendo a tu intercesión, y a todos los gallardos sin gala que permanecemos en esta tierra, para que algún día compartamos nuestra patria celestial y se nos premie con el titulo de "gallardos CON gala…"

(Sal 119 ; 49-50) Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,(pablo) con la que me diste esperanza. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu palabra me da la vida.

y ya sabes pablo, con los gallardos, hasta el cielo no paramos!!!


Don Eutrapelio Cozzetti

sábado, 17 de febrero de 2018

Fuego ardiente

-¿Al final serán fuegos artificiales? ¿O, por el contrario, será un fuego ardiente, perpetuo y cálido?

Esta pregunta se hacía el Emigrante cuando ya se acomodaba en el asiento del micro. Estaba sin el maldito internet, y sin compañía salvo su ángel de la guarda. Por eso se dedicó a estudiar el fenómeno habido entre los gallardos, ese por el que estaba habiendo tres publicaciones, mínimo, por día. Ese fenómeno por el cual ese escuadrón de soldados de la Belleza sacaba a borbotones lo mejor de sí, destilando sus sentimientos, sensaciones, experiencias e imaginaciones en bellas y armónicas palabras. Había vuelto Jimmy, Zaqueus había escrito también. Don Camilo, Don Virula, Don Calixto, Don Ábila, Don Abbuba, el Peregrino Libanés, todos ellos habían desempolvado su pluma, y se lucían con excelentes escritos.  Incluso había nuevas plumas como la de Don José del Alba, la de don Eutrapelio Cozzeti, la del Maleante o la de don Alcandora Tuk. Pero... ¿Qué había pasado?

-Fueron las mujeres -arriesgó para sí el nostálgico.

Al final tendremos que agradecer a las mujeres el hacer que los gallardos escribiéramos. Al final es lo de siempre, la literatura es impulsada por las mujeres, no ha cambiado nada. Al final tendremos que reconocer la importancia de la mujer en este Blog, como inspiración no siempre positiva, sino también negativa. Y es que si no hubiese sido por ese debate en que todos sacamos a relucir nuestro mejor "sofistés", esgrimiendo argumentos que incluso Sócrates difícilmente desmontaría; si no hubiese sido por ese debate, digo, no habría habido un reverdecer del Blog.

-Quizá sea porque en ese debate todos asimilamos como propio el Blog, quizá porque el debatir sobre las reglas del Blog nos condujo a, con más énfasis, demostrar que los varones podemos producir mucho y bueno -se decía mesándose la barba este grandote Emigrante.

Ya lo dije en otro escrito, esos rulos de don Virula se asemejan a los cuernos de sabiduría de Moisés. ¿Habrá sido todo calculado? Nunca lo sabremos. Lo único que podemos deducir es que, si fue calculado, se confirma la sabiduría reposada e impasible de nuestro querido y venerable don Virula. Si no fue calculado, se infiere que el Señor fue quien inspiró a este "Padre fundador" (como diría el Marqués) a que propusiera el debate. Lo cual nos conduce a pensar que es un hombre de Dios. Algo mucho mejor que ser sólo sabio. Por eso, debemos agradecer a este sabio y/o divino don Virula, que sacó el tema, y con el tema sacó también nuestras ganas de volver a escribir.

Pero no era esto sobre lo que quería pensar el gordo nostalgioso. No sobre las causas, sino sobre su prolongación en el tiempo.

-¿Seremos capaces de mantener este fuego? ¿Podremos hacernos propósitos firmes de escribir al menos una vez a la semana? ¿O son fuegos artificiales? Temo que este fuego no arda perpetua y cálidamente. Temo al silencio en el Blog.

Pero el micro llegó a su destino, y no pudo seguir pensando, pues iba a entrar a Misa, y tenía que dedicar su atención a algo más importante. Ya el tiempo le respondería esos interrogantes.


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E.N.



Elijo no elegir

Muy triste, Señor, estoy
porque puedo yo elegir.
Lo que pido desde hoy
es a Vos, mi Dios, servir.

Si puedo Señor elijo,
usando mi libertad,
que en cruz como a tu Hijo
me ates por no escapar.

Elijo, yo, no elegir,
te entrego mi libertad.
Decido no decidir,
hágase tu Voluntad.

Si elijo, entonces peco,
y así sin Tí me quedo.
Si no elijo, no peco,
tal que tenerte puedo.

No quiero ya ser libre.
No quiero ya elección.
Quiero que mi alma vibre
Como tu Corazón.

-(Silencio pensativo)-

Pero ¿qué hago? ¿Qué digo?
¿Será cruel mi observación?
¿Habráse visto a mendigo
renegar de mayor don?

Mi Señor, ¡ay!, no valores
estas palabras cual queja,
pues mi vocablo es tan pobre
que expresarme no me deja.

Lo que quiero yo decir
es que a Ti quiero llegar;
se me hace largo el vivir,
quiero a tu Ser contemplar.

Si acaso yo no eligiera,
no tendría salvación.
Mas como el cielo quisiera,
no me queda más opción.

Así, obrar libremente
es condición pa’ salvar
el alma (querer y mente);
mas, lo vamos a explicar:

No me sirve la coacción
pa’ elegir cielo o infierno,
cada uno con su acción
escoge su estado eterno.

Tenemos posibilidad
de no elegir al Señor.
Malhaya esa tal ruindad
de aquel que no es buen deudor.

Lo que sí que es sin razón
es el nunca elegir nada,
pues hombres por natura son
capaces de elección concienciada.


Gracia te pido, Dios mío,
para acertar la elección.
Que la corriente del río
no arrastre mi corazón.


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E.N.

viernes, 16 de febrero de 2018

El humo místico , el incienso Orante .





16 de febrero de la tercera edad....

La época de lluvias de verano  han comenzado en el reino sobre la montaña , tierras del joven Baishka amo y señor...

Penumbras en algunas montañas rocosas , un silbido agudo ligero  liquida lentamente los tímpanos de mis oídos , como si los dragones de antaño hubiesen  vuelto con sus demoníacos alaridos ... algo no está bien y lo sospecho hace ya  algunos meses . 

Las nubes cubren el Valle...

Había vuelto al reino de las tierras altas después de estar una temporada en El Godoy , tierras del Marqués , donde habitan mis más apreciados. Allí tuvimos conversaciones serias , quizás demasiado serias por asuntos de hombres , sobre la rebelión del “clero” y otros motivos que en principio serán difíciles de resolver y revertir.

Mi mente y mi cuerpo me pesan... 

Mi manto empapado de las lágrimas del cielo hacen que mi cuerpo se fatigue más por cada paso que doy. Solo mi cayado me mantiene de pie..

La incertidumbre me consume , las penas comienzan ahogarme pero levanté la mirada y vi mi morada ... ahhh... mi hermoso recinto , sin descripción alguna , solo a saber que sus paredes se mezclan  con el pasto verdoso del verano , las pequeñas ventanas con la madera del álamo “ovacionador” y sus tejas  y chimenea zigzagueante combinan con las firmes e impenetrables montañas. 

La lluvia y la penumbra continuaban , eran las siete de la tarde.

De mi despacho saqué una botella de vodka casero , hecho por mi amigo Seriozha Smulianiev , monje de la Rusia oriental. Me serví un vaso grande como de costumbre y lo dejé en la mesa de roble para poder ir a buscar ropa seca.

 Caminando hacia el armario me tropecé! -en ese momento entre la caída y el piso en forma de cámara lenta, mi mente sintió colapsar ( el cuerpo y sus movimientos son reflejo de nuestro estado espiritual y mental)- mi cara cayó contra el suelo y me hizo una pequeña herida en la mejilla por desgracia o por gracia , mejor dicho,ya que estando en el piso vi debajo de mi cama un pequeño frasco con letras de Medio Oriente  pero muy diluidas . ¿Que hacía eso ahí? No lo puedo saber pero al abrirlo me encontré con algo muy glorioso , con aroma a la más maravillosa primavera que cualquier ser en la tierra pudiese vivir..... Era tabaco de Narguile....


Rápidamente me levante y me fui con mi Narguile , mi vaso y el tabaco hacia el jardín trasero , el cual tenía vista a la cordillera y un pequeño techo que me cubría de la lluvia.


Eran ya las  siete y media , la lluvia no cesaba.

Las brasas comenzaron a arder y coloqué en la cerámica esté tan sabroso y desconocido tabaco . Tome un sorbo de mi vodka , respiré hondo  y  fumé .... y... y.. no pasó nada. 


Hasta que exhale!!!!

El humo que salió hizo que se presentara un “flash back”en mi cabeza . Los recuerdos de amistad  ,de alegrías  , de conversaciones místicas , elficas brotaron como si un fantasma del pasado hubiera abierto una puerta de mi memoria  que estaba cerrada con candado por culpa de los asuntos críticos y mundanos .

El tabaco mágico invadió mi cuerpo a tal punto que dos lagrimas brotaron de mis ojos por tan hermosos recuerdos , una de esas lágrimas curo la herida de mi mejilla  y la otra cayó sobre el frasco con el texto oriental borroso que al tocarlo hizo brillar en letras de oro “محتوى الموضوع صديق أبابا”  que en español quiere decir “el contenido es lo que importa amigo Abubba ” .  

En ese momento recordé... este tabaco se me fue dado por un Ermita llamado Serafin , proveniente de África , que me lo había dado en Egipto , en la antigua Alejandría hacia ya un par de décadas. Él me lo había dicho - solo me recordarás cuando necesites de esté tabaco. 
El humo era espeso y tomaba formas propias , era maravilloso. Mi ropa se había secado , el humo místico frenó  la lluvia , abrió el firmamento cubierto de nubes para que entrara el último rayo de sol que se ocultaba tras la montaña. El humo se hizo incienso en el cielo y rezaba en mi boca  “Abba , Господи , Abba, Господи

Una melodía élfica sonaba en el aire

Mi ropa era seda liviana de nuevo.
Ya eran las diez de la noche.

Escucho ruidos en los arbustos y la silueta muestra a mi mascota “Meeellon” , un perro robusto con abundante pelaje , similar a un ovejero tibetano pero más grande. Se sentó al lado mío a acompañarme en mis últimas humeantes oraciones. 

Mi ánimo había cambiado totalmente , el cielo estrellado y la luna nos acompañaban y dije :

Lo que contenemos es lo que importa.


Dom Abubba , el Starets