martes, 20 de febrero de 2018

De capullo a mariposa, un gran salto.

 Sonó el despertador a eso de las siete de la matina, preparé los mates y partí rumbo a la Lujanita Merina, tierras amplias de la región cuyana que invitan, junto al silencio, a meditar los grandes misterios de esta vida. Como de costumbre comencé a pasear entre las floreadas plantas y árboles del jardín, buscando un lugar donde aquietarme junto a mis tempraneros mates. Decidí sentarme en compañía de un rosal, ensombrecido por un anciano liquidámbar de unos noventa años. Cerré los ojos unos instantes, la suave brisa que acariciaba sutílmente los longevos álamos, junto al cantar de las alegres aves, agradecidas por el clarear del nuevo día, formaban la más pulcra melodía. Fueron breves minutos de centrada escucha, pues debo decir que entraría en un sueño profundo, si así permanecía, cual niño en los brazos de su madre. Pero semejante obsequio del Creador se guardó, como cuyana tonada, en mi corazón.
Rápidamente cebé el primer mate, dando el sorbo inicial, como para humedecer la garganta, miré la ramificación de uno de los brazos principales del liquidámbar, pude percibir un indefenso capullo, que colgando, se mecía con el viento. Claramente la tradicional efusión de yerba agudizaba mis sentidos externos.
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Me levanté con la intención de trepar un poco el árbol, para ver más de cerca el preciado capullito, imaginando la cantidad de dificultades que ha atravesado, causa de lluvias, fuertes vientos y aves traviesas, por lo que se tornó más familiar y cercano a cualquiera de nosotros, ya que esta vida pasajera tiene en su camino grandes cruces y sacrificios. Pronto lo examiné con mayor cautela mientras recordaba las clases en la primaria sobre la metamorfosis de las mariposas y sus cuatro etapas: huevo, oruga, capullo o crisálida y por ultimo mariposa adulta. ¡Qué cosa brillante! Pensé por mis adentros, mientras lo miraba detenidamente. Este pequeño ha avanzado dos grandes escalones y está transitando el tercero, el más duro de todo, puesto a que debe permanecer inmóvil, quieto u orante, yo diría, mientras en su interior está formando una bella flor, una hermosa mariposa que saldrá volando a recorrer las plantas y a encargarse de su polinización. 
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Quedé sentado en la rama del árbol mientras repetía una y otra vez “que noble tarea le espera”. Muchas cosas podemos aprender o recordar del capullo, o mejor dicho de la torpe oruga que le habitaba. Pero me detuve en una, quizá por el tiempo que estamos pasando, no lo sé,  pero es que olvidándose, dejándose morir, momentáneamente, termina siendo una hermosa mariposa que da vida. Y fue en ese momento que comprendí que ese capullo era vivo reflejo de Dios, su mismísimo Creador.

“El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna.”(Juan 12:25)
Alcandora Tuk


3 comentarios:

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  3. Estimado Alcantora:
    Que bella manera de describir en tan pocas palabras! En un pequeño escrito, se ha dicho mucho mas de lo que se lee. Por otro lado, permítame decirle que mientras leía su escrito, no pude no conectar sus palabras con el ocio mismo, por que eso mismo es, el detener la vida agolpada que llevamos y dejarnos sorprender y admirar por la belleza y armonía que denota la creación del Señor! Siga con escritos cortos y con tanto contenido para dejarme seguir deleitar con ellos!
    Un caluroso abrazo en Cristo desde las tierras de nuestro Señor; El Peregrino Libanés

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