jueves, 30 de diciembre de 2021

En busca del Espejo Escondido.

DIA IV

Seguimos en lo escondido, en el huerto escondido, oculto a los ojos curiosos y a las visitas bullangueras. Los sucios pies de los orcos no han hollado este jardín, no conocen el sendero para llegar hasta aquí. Sólo este vergel es habitado por hombres camperos y mujeres hacendosas. Apenas si se ven algunos viajeros como nosotros, felizmente hospedados por los nativos cordiales. Si bien hemos llegado hace poco, casi que se podría hablar de una nueva comunidad vacacional, eventual: los viajeros con los oriundos de este pago.
Al mediodía decidimos ir a conocer, no obstante, otro sitio escondido, otro rincón mágico. El Lago Espejo Escondido. De difícil acceso, arribamos con ansias. Vimos un cuadro singular desde una esquina estratégica para la contemplación: más montañas arropadas de un verde oscuro con sus cimas peladas, unas aguas azuladas con líneas blancas, plantas acuáticas orillando sus tallos, una cascadita tímida para acoger una ermita y un río turquesa cristalino con largos troncos caídos que aparecían sobre la superficie para avistar al caminante. También pececillos de estas aguas frías salían para ver quién andaba por allí, o para saludarnos con sus saltos patagónicos. Recorrer ese río abajo fue otra experiencia sensible que nos hizo emocionar. Fue para el ocaso. Fue para el recuerdo.
Y así de contentos y sensibilizados, volvimos a la querida Villa, con el secreto del Espejo Escondido, espejando un cielo claro y profundo.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Hortus conclusus: una exploración, una sensación.

 DIA III


Jornada larga, día intenso.

De caminata matinal explorando la Villa Traful, el "Huerto Cerrado".

Asombrados por la quietud del lago, la ausencia de viento, el espejo natural. Siempre de mañana.

Conmovidos por el camposanto del lugar, cercado por altísimos pinos en cuyo centro se hallaban pintorescas cruces y musgosas tumbas desde donde nacían múltiples y variadas flores que daban al cementerio un aire encantador y terrible a la vez, por su belleza salvaje, por su aspecto dinosíaco. Huerto cerrado dentro del otro huerto cerrado. Silvestre y pequeño jardín de aquel otro gran jardín trafuleño; evocaciones edénicas inexorables.

(Algunos habíanse propuesto alcanzar el Mirador del Viento, pero sólo llegaron pocos. El viento, no había entrado en escena todavía.)

Al mediodía apareció el viento sin aviso. Desde el muelle veíamos su furia, arrogancia o vanidad, peinando los colihues y formando olas dulces.

Por la tarde, lo mejor del día. Nos adentramos lago adentro con una lancha para conquistar una remota ínsula que hallábase oculta a nuestros ojos, en un brazo huidizo del inmenso lago. Quisimos también superar las olas, enfrentar el viento, nadar en profundidad, pescar en movimiento... en una palabra, sentir que aún seguíamos vivos. Que conservábamos el pathos-ethos-logos

Sí. Refrescar nuestras mentes y nuestros espíritus. Revisar nuestra capacidad de asombro. Padecer la anchura, la hondura, la altura y la largura de todo este huerto cerrado, desde su epicentro. Allí, a flote, pudimos contemplar la magnificencia de un paisaje verdaderamente deslumbrante. Y en el crepúsculo, procurando el ocio en medio de la acción y de la adrenalina, logramos divisar los juegos de las luces, el choque de fuerzas puras, las sombras graciosas,... el aleteo de los ángeles. Experiencia desgarradora volviendo de la travesía. Llanto interior, plegaria muda. 

Y por la noche, con el cuerpo cansado pero con el espíritu en alto y la mente esclarecida, luego de una cena olvidable, fuimos al conocido muelle a intentar dar con la presa deseada, con la trucha de los sueños -o de las obsesiones. Algunos fueron a despuntar el vicio, y al ver que el sueño ganaba cada más terreno, decidieron volver -los más esperanzados se quedaron hasta el alba. Sin embargo, cuando estábamos por retornar, un cuerno de fuego se vislumbró en el horizonte. Creíamos, al principio, que era una zarza ardiendo. Después un eclipse lunar. Finalmente distinguimos con seguridad la forma embelesadora de una luna en cuarto menguante. Primero roja, luego naranja y poco a poco se fue tornando plateada y hasta blanca cuando regresábamos de la pesca nocturna. Un auténtico regalo del Creador. Ese nacimiento de luna nos recordó en qué fiesta seguíamos: la fiesta del niño nacido. Ese don, del hijo dado.

Y ese rojo inicial convertido luego en blanco purísimo era todo un símbolo del día de los Santos Inocentes que celebrábamos: martirio e inocencia, sangre derramada y blancas vestiduras.

¡Primer grito de victoria del Niño Rey!

lunes, 27 de diciembre de 2021

Llegando al Traful, que ya estaba.

 DIA II


"Nos ha sido dado"...

Continuamos en la fiesta del gozoso "nos ha sido dado". La fiesta del Don y del Donante. Celebramos la manifestación del Regalo; de los inmerecidos regalos; de todos los regalos que existen, pequeños y grandes.


En esta corriente de gratis date proseguíamos nuestro viaje sureño. Sorprendiendonos por la transformación abrupta del paisaje: de la desnuda estepa a la exuberancia de la Naturaleza, a la explosión de vida por el agua que se derrama del cielo copiosamente. Apenas unas gentiles piceas cual mensajeras del mítico rey de estas latitudes nos anunciaban y advertían la inminencia del encuentro con una nueva luz... que podría enceguecernos.

Pero seguíamos el destino rutero con determinación. Cuando en una curva, de las tantas que abundan por la ruta 40°, vislumbramos un volcán. El volcán Lanín que ciertamente nos causó cierto pavor por su presencia repentina y desafiante, aunque distante. Desde entonces el volcánico observaba nuestro andar, imperturbable. Más adelante, una gigante olla nos animaba a descubrir las últimas causas de su forma de cráter con sus corrales de piedras que la circundaban. Terminaciones telúricas asombrosas, de eso se trataba.

Nos aproximábamos a la meta. Si bien disfrutábamos el paseo, recreándonos incansablemente, queríamos llegar. Y al llegar, queríamos reposar. Y posar la mirada contemplativa sobre el objeto. Con un enfoque creacionista. Con una perspectiva lumínica. Para seguir viviendo de lo contemplado, de lo dado, de lo concebido por el Creador.

Para dialogar con Él, sobre Su idea en las cosas, de Sus cosas. Sobre el porqué de todo eso que veníamos viendo y contemplando con tanta fruición: sobre el cráter, sobre el volcán, sobre los corrales de piedra, sobre el reino mineral, sobre el reino vegetal, sobre el árbol aquel, sobre la roca aquella, sobre todo, de todo; todas las cosas, las cosas, la cosa, la idea, la esencia, la verdad. Nuestra mente receptora y Su mente creadora, sin más. Nuestra mente que se esforzará en ser, al menos por unas vacaciones, dócil, atenta y benévola.

Para ello, una vez arribados en Villa Traful y acomodados los trastos y comido el queso compañero, nos acercamos respetuosamente a saludar el Lago. A sentir, primero, su agua fría besando los pies. Y detenerse en su orilla para mirarlo, y mirarlo, y mirarlo. Entonces fue que nos dimos cuenta que la admiración de este cuadro no suscitaba el vértigo y no producía el temblor que generan los océanos al ser admirados.

¿Por qué? Difícil cuestión.

¿Será que en el misterio de los lagos, con aus montañas y sus bosques, todo está ceñido, enmarcado con sus contornos precisos?

¿Será que se subestima la indomable energía que se contiene en estos parajes y se presume de un poder de dominación que no existe?

¿Será que no se es un niño indefenso como ocurre cuando se está frente al mar?

¿Será tiempo, permanencia?

¿Por ventura habrá que obligarse a superar la embriaguez que se producen en los sentidos ante tanta invasión de lo bello en sus múltiples percepciones?

Porque habrá inmensidad en el mar, pero hay austeridad.

Hay la esplendidez de las montañas, pero hay austeridad.

(¿Estaré utilizando bien el término "austeridad"?).

Sin embargo, aquí cuesta captar la austeridad, si es que la hay. Aquí todo rebosa, excede, estalla en colores, sonidos y aromas. En infinidad de armonías. Decir que este entorno natural es un verdadero festín de los sentidos, es decir poco. Pero nada excusa descubrir la verdad que se esconde en este lago, en este bosque, en este monte. 

En este locus amoenus.  Y para eso tenemos más días, aunque no muchos...


《¡Emite lucem tuam et veritatem tuam!》

domingo, 26 de diciembre de 2021

Al Sur, por el "Corral de piedra".

 DIA I


Llegó nuevamente la hora de partir, con los amigos, a vacar. Esta vez no será a la mar; no será Miramar del '19. Será el Sur. El sur patagónico, una vez más.

Partimos de la ciudad en busca de claridad. Partimos en la claridad de la Navidad a la claridad de la Natura. En la luz que nos permite ver la luz. La luz de la res. Luz participada de la luz eterna. Luz que ordena y orienta. Así de iluminados, pues, nos disponíamos al viaje.

Viaje comenzado con un queso ahumado y un licor de hierbas para aliviar el espíritu. Espíritu que se iba  aliviando y dilatando con preciosos sones de Juan Sebastián Bach. Espíritu en expansión por la extensión y la belleza de la estepa malargüina que se iba presentando ante los sentidos de los viajantes.

Y Malargüe, ¡y cierra Cuyo! El anchuroso desierto de piedra. "El corral de piedra". Siempre por la ruta 40°, con la Cordillera y el Río Grande escoltando la travesía. Divisando en el andar calmo por el trecho pedregoso todos los perfiles posibles de las montañas sureñas, lejanas, poco observadas. Contemplando con gratuito asombro las sublimes ablaciones del divino Escultor sobre aquellas vastas zonas de pura roca. Mirando las verticales paredes de irregulares formas con sus variados colores. Prestando especial atención a los degradé de los montes que cada tanto asoman en la sinuosa huella, sorprendiendo entre valles y  quebradas. Apareciendo figuras, singulares, cada vez más extrañas a medida que el camino avanzaba. Rocas volcánicas cual gigantes racimos de uva sabiamente colocadas sobre la tierruca. Meteoritos de un tiempo inmemorial, inmemorial como la época en que los titanes supieron luchar o jugar en este campo hinóspito, o cuando los dinosaurios paseaban hollando el terreno virgen. 

Tierra que por momentos evocaba aquella otra de Mordor donde la atmósfera es caliginosa y el Monte de la Tentación atrae con oscuros artificios. Pero también tierra que, profundamente, recordaba aquella otra donde mana leche y miel. Veíamos murallas chinas naturales que se perdían en lontananza. Veíamos una ciudad hecha de pilares rocosos  construídos por quién sabe dónde y quién sabe cuándo. Veíamos barcos y arcas petrificados que se hundían por doquier. Estrías en las cuestas cordilleranas, cumbres desnudas, peñones altivos y vigilantes, volcanes temibles y nieves eternas podíamos ver. Todo nos hacía estremecer, todo nos emocionaba.

Y todo acontecía aún dentro de los lindes de nuestra comarca mendocina. Las horas pasaban y pasaban, y uno creía divisar el confín del mundo, imaginaba arribar al faro del fin del mundo. Y, sin embargo, el tiempo parecía haberse detenido, con el sol fijo en su cenit, ahuyentando cualquier sombra.

(Parábola navideña que nos era dada, que nos era nacida, despertándonos de un viejo sueño, quitándonos un peculiar cansancio.)

Bajo esta lumbre generosa lo contemplábamos todo, lo elogiábamos todo, y las canciones se rehacían. 

Candelaria de los caminos.

Fiesta de las luces.

Luminosidades que sólo el sol mendocino puede generar sobre lo pétreo de aquí. 

Reino mineral que comparte sus tesoros con los que saben aquerenciarse aquí.

¡Qué poco saben los que te ignoran o menosprecian, estepa colorida!

¡Qué pocos se te acercan para buscar y beber tus propias luces!

Pedregal inmenso que te manifiestas a los corazones de carne. Que quiebras los corazones. Que hieres con tu presencia silente, austera, adusta.

Monstrensca. 

+++

Seguimos surfeando la pétrea ola en el coche de eléctrico azul... El sol se va poniendo. Nuestros rostros se van iluminando. Y una ilusión nos espera al fin de esta jornada, cuando el derrotero inicial se acabe en Zapala...

sábado, 25 de diciembre de 2021

Paradojas navideñas, grandes alegrías del corazón.

 




Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso", "Dios fuerte", "Padre para siempre", "Príncipe de la paz". 

Is 9,6

Lc 2, 7-12: Pastores y Mt 2, 9-12: Magos.


¡Oh Paradoja navideña cantada por el Profeta!

Paradoja inconcebible para la mente humillada pero secretamente diseñada para el misterioso corazón del hombre.

Corazón que gime anhelando que las paradojas anunciadas se manifiesten y se realicen.

Promesas resguardadas en paradojas que mantienen en tensión el espíritu humano, como aquel Niño "envuelto en pañales y recostado en un pesebre" atrae irresistiblemente a los pastores vigilantes: signo de contradiccion, santo y seña de nuestra fe.

¡Oh Luz inmarcecible y sempiterna que apareces en una cunita de paja, en lo escondido de una cueva, en el medio de la noche oscura, en pleno invierno frío!

Silencio total, condición indispensable para acercarse al Misterio, para permanecer en la paradoja, adorando, adorando con asombro, por el asombro, asombro esperanzado que permite ver la Estrella en el fondo de las tinieblas, en el horizonte de la existencia; humilde obediencia que camina y camina en busca del Hijo recién nacido y donado.

Niño pequeñito y frágil que sin embargo eres el "Dios Fuerte".

Hijo primogénito nacido de la Mujer que eres el "Padre para siempre".

Niñito necesitado y alumbrado que ya eres, no obstante, el "Consejero maravilloso".

Bebe rodeado de heno y escoltado por animales que eres nombrado "Príncipe de la Paz".

¡Oh Divino Principito ya preanunciado entre paradojas y en enigmas: Tu nacimiento no ha venido a anular las paradojas y los enigmas sino que ha traído Tu gracia y Tu verdad para vivir siempre en y de Tu presencia, adorando Tu misterio de salvación mientras andamos continuamente -como magos y pastores- por esta tierra de sombras, por esta Belén sinuosa!

Hijo y Niño consejero, fuerte, paternal y principesco, Soberano de todo lo creado, has venido a liberarnos y rescatarnos, y por eso estamos felices y agradecidos.


Porque Navidad es así.

Porque Tu Natividad, oh Cristo, es y será así.

Porque Navidad es hoy, y es todos los días.

En misterio, en paradoja, en enigma.

En Gracia, en Verdad, en Luz.

Con fe y adoración.

En el amor agradecido y rebosante de júbilo. 


¡Gracias, gracias, eternas gracias mi Señor Jesús!


lunes, 20 de diciembre de 2021

CARTA A UN CATECÚMENO ZAMBERO




Los Gamos, Año 124 de la Tercera Edad

Querido Juan Sebastián Saravia:

Te escribo desde mi humilde habitación, en estos días calurosos de enero. Como ya sabes, tengo prisión domiciliaria por dieciocho años. Así lo dictaminó el tirano del juez, el Dr Atilio Masón Felsenburgh, luego de encontrar nuestra guarida clandestina donde nos reuníamos a tocar zambas en tiempos de pandemia. Se me encontró culpable de violar la cuarentena, ignorar la ley seca, golpear violentamente a la autoridad, balear dos policías y entonar cantos patrióticos prohibidos en el calabozo. Gracias al cielo, El Marqués del Godoy intervino en mi favor para evitar la perpetua. Las cosas han cambiado mucho estos últimos años. Hemos perdido terreno en todas las cuadernas. Recuerdo con nostalgia lo que fueron estos pueblos, cuando no existían cines, ni casas de cambio. He llorado amargamente la demolición del último molino. El gobernador decidió construir en su lugar un edificio para la revista "Las hobbits libres y atrevidas". Pero no quiero atormentarte; de lo que pasa aquí, será motivo de otra carta. Quiera el cielo que puedas venir, así conversamos cara a cara. También para que puedas traerme más tabaco y whisky, que empieza a escasear, y el contrabando se hace cada vez más difícil. Lamento mucho lo de tu primo, fue muy heroico de su parte arriesgar su vida para traerme la botella que le pedí. Es una lástima que lo hayan ejecutado. Pero ya habrá tiempo de llorar sobre su tumba. 

Debo confesarte, que le he tomado cierto aprecio a mi prisión. Secretamente, fui descubriendo los beneficios de estar preso. Ya no tengo que trabajar, y puedo dedicar mis años finales a ser monje, y prepararme para la muerte. 

He leído atentamente tu carta, donde me describes tus dudas respecto a las disputas entre zamberos y tonaderos. Con gozo he advertido que no hay curiosidad maligna en tus líneas. Es entendible, que siendo un iniciado en el folclore, aún no tengas un discernimiento propio, y no comprendas las divisiones que han surgido las últimas décadas.

Como bien describís en el cuarto párrafo, tienes una gran inclinación por las zambas, pero te confundes con la actitud decidida de la secta de los tonaderos, cuyo lema es "o canto tonada, o no canto nada". Son cuyanos decididos, hombres de bien e intransigentes. Su valentía y sus discursos conmueven. Conservan las formas y las tradiciones, y cada vez tienen más adeptos. Por otra parte, distingues el folclore progresista, y has visto que su resultado es un tanto amanerado, femenino e inconsistente. Es un buen ejemplo  Abel Pintos, o la Sole, que cediendo en las formas, han terminado mal, muy mal. La Sole pasó de revolear el poncho, a revolear todas sus prendas. Y por último, observas una minoría silenciosa, que no hace alaridos, ni predica. Si, estos son los zamberos. Los que aún aman los clásicos chalchaleros. Los que se siguen conmoviendo con Tiempo Cereal, o Angélica, por mencionar algunos temas. Es un gran desafío poner por escrito un tema tan arduo como este. Pero espero poder brindar luz al respecto, siendo lo más sintético posible.

Hijo mío, lo primero que quiero decirte, es que elimines la dialéctica en este asunto. Que el folclore haya caído en el progresismo, no nos transforma en lo opuesto, no nos debe empujar hacia el otro extremo, en este caso, únicamente la tonada. Si haces así, estarías paradójicamente dependiendo del curso del progre. Mientras más progre se vuelva el folclore, más tonadero hemos de volvernos. No, así no funcionas las cosas. No dejes que te marquen el ritmo. 

En segundo lugar, has de comprender que esta disputa es moderna. Antes no fue así. Hubo un tiempo en que nuestros abuelos cantaban zambas y tonadas, cuecas y gatos, escondidos y chacareras. Todo, todo convivía en armonía. Aún así, cada género tenía su momento. La vida es así, hay un tiempo para reír y otro para llorar. Ciertamente la zamba posee un estilo más profundo, más visceral. No es de extrañar, que con los tiempos oscuros que corren, tanto la zamba como la tonada, se hayan vuelto más relevantes. Esto no está mal. Quien está lejos de casa, no hace más que recordar su casa. Con la reforma del folclore, y la aparición pachanguera, todo se fue al diablo. A veces pienso que es la falta de esperanza y el pesimismo, lo que nos lleva a tomar decisiones extremas. Quiero decir con esto, que esta disputa no siempre existió, y si nos remontamos al origen, no deberíamos ver ninguna contradicción entre una zamba y una tonada. 

En tercer lugar, presta atención a los recortes, y tómalo como una señal de que algo anda mal. Observa los progres, se rasgarán las vestiduras al escuchar un conjunto que sea al estilo chalcha, y lo tildarán de obsoleto, de jurásico, fuera de moda. Verás como se complacen en sus burlas, sus ironías, y una seguridad despiadada en sus palabras. Desechan lo viejo y toman lo nuevo. Luego observa los tonaderos, ellos también recortan el folclore. Parten de una primicia, y la aplican en todas sus vidas. Dogmatizan lo que no es dogma. Hacen de los accidentes, sustancia. Poseen la misma seguridad que los otros. Querido Juan, la seguridad es el peor enemigo en este asunto. Desconfía mucho de los convencidos, es una clara señal de que piensan haber agotado el folclore. Esto no puede ser más que ignorancia. 

La actitud que más me cierra, es la que no cierra. ¡Qué hermosa paradoja! ¡Ábrete al folclore!. No tomes posiciones definidas, busca, discierne, deléitate con la zamba y la tonada. Ten cuidado con todo, mantén los ojos abiertos, y verás, que al ejercitarte en ello, encontrarás la belleza allí donde esté. Te sorprenderás al observar, que hasta en los progres hay canciones rescatables. Nada es bueno por ser viejo, nada es bueno por ser nuevo, nada es malo por ser viejo, nada es malo por ser nuevo. Encuentra la esencia del folclore, y verás que su raíz, puede asomar en la superficie de cualquier lugar. Si conoces la raíz, si has probado su sabia, reconocerás al instante sus brotes. 

Hijo mío, sabes que mi debilidad son las zambas, pero amo las tonadas, y hasta me puedo conmover con una buena chacarera santiagueña. Soy cuyano, y la tonada me es propia, pero también soy argentino, y me son propias todas sus fronteras. Deléitate en la abundancia del folclore, y descubre lo rico que es. No seas bobo tampoco, que mi discurso no es aceptar todo, ni ser open mind chamigo. 

Por último, te recomiendo que leas de este blog, los escritos "Pathos Zambero" o "Soy Zamba". Allí verás las costumbres que tenemos. He tomado de mi biblioteca mis devocionarios "Para Zambarte" y el "Zamberio" donde encontrarás las zambas de las horas. Te enviaré con mi esclavo todo esto, con una estampa de Sam Basilio, nuestro patrono. Luego de esta carta, me abocaré a realizar una lista de zambas patriarcales, para que puedas acudir a ellas con tranquilidad. 

Espero verte pronto, saluda de mi parte a tu tía Carolina, dile que aquí todavía hay solterones de bien. 

Tuyo, Don Virulana de los Gamos

PD: Apresúrate con el asunto del tabaco, acude a Gandalf si es necesario. Otea la noche, y sabrás que algo se avecina. 





miércoles, 15 de diciembre de 2021

Añoranzas Trastornadas

 El siguiente episodio ocurrió un atardecer, en la maravillosa hora dorada en la que los árboles cobran luz propia. Rojo era el cielo y grande el sauce bajo el cual, dos amigos conversaron. Ya estaban medios ebrios, como ocurre cuando hablan de todo lo divino y lo humano.  Para concluir la plática, uno tomó su vieja guitarra, y entonó estos versos improvisados. Desde el vamos que el canto, viniendo de quien vino, no poseía rima ni métrica ni poseía. Su versión original ha sido olvidada, pero decía mas o menos lo siguiente: 





"¿Cómo es posible amigo, sufrir por lo que sufro?

¿Cómo es posible tener nostalgia, por no sentir nostalgia?

¿Dónde quedaron los días, los días de nuestra infancia?

Busco la realidad y en realidad no la encuentro...


¿Cuándo fue que se embotaron, se embotaron los sentidos?

¿Cuándo fue que sin quererlo, olvidamos estar vivos?

La lluvia ya no es lluvia, el vino ya no es vino, 

Y no salgo de mi asombro, al saber que no me asombro.


¡Ay, amigo! debe disculparme, por estos versos intrincados,

no pierda usted la paciencia, si no encuentro mi inocencia,

poco a poco la fui sepultando, con la pronta adolescencia,

y mi mente nublada, va entonando esta payada.


Me entristezco de las cosas, de las cosas olvidadas,

el placer de la existencia, de lo presente y cotidiano.

Saborear cada momento, con pureza en la mirada,

sentir a cada instante, la belleza de mi entorno.


¿Cómo he de volver, a descubrir a mis amigos?

¿Qué debo hacer, para estar en mi jardín?

¿En qué nota se toca, la zamba que tanto se?

¿Por qué diablos este cigarrillo, no lo puedo disfrutar?


No se me enoje amigo, si recito con apuro

justamente es mi condena, razonar con ansiedad

Es que a veces ni los libros, ni las horas de verdad

nadie quiere venderme, venderme la serenidad


Yo maldigo muchas cosas, cosas que debo usar,

comenzando por el celular, y todo tipo de pantalla,

Maldigo la música pagana, y los ruidos de la ciudad, 

Maldigo las empresas, los dólares y las finanzas


Quiero también reprochar, al hombre clerical,

a las confusiones religiosas, que mitigaron mi alegre andar.

Al que de chico me enseñó, que el santo es similar,

al mojigato de cara larga, y castrado en su accionar...

........

Al llegar a esta parte del relato, justo cuando el cantor comenzaba a exaltarse, comenzando el derrotero de sus pasiones, se vio interrumpido por su madre, que desde la ventana de la cocina le dijo:

-Hijo mío, vas a llegar tarde al psicólogo-