Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso", "Dios fuerte", "Padre para siempre", "Príncipe de la paz".
Is 9,6
Lc 2, 7-12: Pastores y Mt 2, 9-12: Magos.
¡Oh Paradoja navideña cantada por el Profeta!
Paradoja inconcebible para la mente humillada pero secretamente diseñada para el misterioso corazón del hombre.
Corazón que gime anhelando que las paradojas anunciadas se manifiesten y se realicen.
Promesas resguardadas en paradojas que mantienen en tensión el espíritu humano, como aquel Niño "envuelto en pañales y recostado en un pesebre" atrae irresistiblemente a los pastores vigilantes: signo de contradiccion, santo y seña de nuestra fe.
¡Oh Luz inmarcecible y sempiterna que apareces en una cunita de paja, en lo escondido de una cueva, en el medio de la noche oscura, en pleno invierno frío!
Silencio total, condición indispensable para acercarse al Misterio, para permanecer en la paradoja, adorando, adorando con asombro, por el asombro, asombro esperanzado que permite ver la Estrella en el fondo de las tinieblas, en el horizonte de la existencia; humilde obediencia que camina y camina en busca del Hijo recién nacido y donado.
Niño pequeñito y frágil que sin embargo eres el "Dios Fuerte".
Hijo primogénito nacido de la Mujer que eres el "Padre para siempre".
Niñito necesitado y alumbrado que ya eres, no obstante, el "Consejero maravilloso".
Bebe rodeado de heno y escoltado por animales que eres nombrado "Príncipe de la Paz".
¡Oh Divino Principito ya preanunciado entre paradojas y en enigmas: Tu nacimiento no ha venido a anular las paradojas y los enigmas sino que ha traído Tu gracia y Tu verdad para vivir siempre en y de Tu presencia, adorando Tu misterio de salvación mientras andamos continuamente -como magos y pastores- por esta tierra de sombras, por esta Belén sinuosa!
Hijo y Niño consejero, fuerte, paternal y principesco, Soberano de todo lo creado, has venido a liberarnos y rescatarnos, y por eso estamos felices y agradecidos.
Porque Navidad es así.
Porque Tu Natividad, oh Cristo, es y será así.
Porque Navidad es hoy, y es todos los días.
En misterio, en paradoja, en enigma.
En Gracia, en Verdad, en Luz.
Con fe y adoración.
En el amor agradecido y rebosante de júbilo.
¡Gracias, gracias, eternas gracias mi Señor Jesús!
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