Dicho el preámbulo, que ya en las próximas no será necesario hacer, comenzaré con la primera de mis Cavilaciones.
1. Cavilaciones: Resurrección
Aunque les parezca paradójico, hoy Miércoles de Ceniza, inicio del tiempo penitencial y preparatorio de Cuaresma, les quería hablar sobre la Resurrección. Es sumamente corta, ya que hay un mar gigante de tinta y de ideas para escribir sobre este tema, por eso esta vez solo quise decir unas pocas palabras que me brotaron en las Pascuas anteriores. Sencillo y humilde, no pretendo sermonear.
Ya adentrándonos un poco, me parece que muchas veces caemos en lo que llamo "La Cuaresma por la Cuaresma", esto es, vivir una Cuaresma sacrificada y virtuosa pero desatendiendo el fin por el cual hacemos toda nuestra preparación, porque justamente, como su nombre indica, es una preparación. ¿Y para qué nos preparamos?, pues eso todos deberían saberlo, nos preparamos para la Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Pero principalmente, a mi entender, para la Resurrección. Por eso hoy quise que fuera de la Resurrección, para que tengamos presente durante estos 40 días el verdadero fin de la Cuaresma, y teniendo eso ya en mente, prepararnos de la mejor manera.
Sin más, aquí va lo que escribí en Pascuas del año anterior:
¡Verdaderamente ha resucitado!. Las puertas del Cielo son abiertas ante la multitud que se agolpaba contra ellas. El Ángel del Señor da permiso pues Él mismo en persona viene coronado de Gloria a reabrir las puertas que antaño habían sido cerradas por el pecado, el primero y mayor de todos. Así, el Verbo divino empuja de par en par los dorados fierros y una gran muchedumbre entra con un gran cántico de júbilo al Reino celestial, a la Jerusalén prometida, cantando al unísono: "¡Cristo resucitó, verdaderamente resucitó!", "¡Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del universo!". Desde Adán hasta el Buen Ladrón Dimas, todos los justos han sido liberados del infierno que los cautivaba para ser llevados por las manos mismísimas que crearon el Cielo, la Tierra y todo lo que existe, es, fue y será;
todos los "benditos de mi Padre" se sientan al banquete y así lo repiten todas las Pascuas de Resurrección, a la mesa del Dueño, el Hospitalario, el Amo, el Señor, el Hijo de Dios que se sienta a la diestra del Padre junto con el Santo Espíritu a la cabecera del Gran Tablón de oro preparado por los mismísimos querubines y serafines para todos los justos de ese día y de los días venideros. La Madre siempre es la última en sentarse, pues atiende sin descanso las necesidades de "los que aún no han venido" dispensando gracias por toda la tierra como el rocío del campo que todo lo cubre y todo lo fecunda. Sabe que el Hijo se irá pronto y volverá de la mano una segunda vez trayendo consigo hasta el último invitado; y ahí la mesa quedará llena, la fiesta será eterna, el gozo y la alegría perfectos, y la puerta ya no será necesaria, pues el trigo y la cizaña ya habrán sido separados por siempre.
Aquel día en que Él venga aquí lo estaré esperando "más que el centinela a la aurora". Dios quiera que junto a mi señora y fiel compañera lo veamos con dicha en los ojos venir a buscarnos, y ojalá aquél día no se cumpla el famoso "hasta que la muerte los separe" pues al irnos juntos de la mano con la mano del Señor y su Madre, no nos separemos en el Cielo donde esperaremos el reencuentro de nuestros hijos y amigos. Quiera Dios que sentados, así como ahora mismo estoy, mirando mi jardín y las nubes, lo recibamos con presteza y en seguida, cuando Él disponga que el día triunfal ha llegado para los dos. Y resucitando con Él volvamos a nuestros asientos donde viviremos felices eternamente mateando y guitarreando con la visión beatífica del misterio trinitario que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un sólo Dios y Señor del orbe todo.
Dios quiera y espero que así sea.
Don Camilo di Benedetto
todos los "benditos de mi Padre" se sientan al banquete y así lo repiten todas las Pascuas de Resurrección, a la mesa del Dueño, el Hospitalario, el Amo, el Señor, el Hijo de Dios que se sienta a la diestra del Padre junto con el Santo Espíritu a la cabecera del Gran Tablón de oro preparado por los mismísimos querubines y serafines para todos los justos de ese día y de los días venideros. La Madre siempre es la última en sentarse, pues atiende sin descanso las necesidades de "los que aún no han venido" dispensando gracias por toda la tierra como el rocío del campo que todo lo cubre y todo lo fecunda. Sabe que el Hijo se irá pronto y volverá de la mano una segunda vez trayendo consigo hasta el último invitado; y ahí la mesa quedará llena, la fiesta será eterna, el gozo y la alegría perfectos, y la puerta ya no será necesaria, pues el trigo y la cizaña ya habrán sido separados por siempre.
Aquel día en que Él venga aquí lo estaré esperando "más que el centinela a la aurora". Dios quiera que junto a mi señora y fiel compañera lo veamos con dicha en los ojos venir a buscarnos, y ojalá aquél día no se cumpla el famoso "hasta que la muerte los separe" pues al irnos juntos de la mano con la mano del Señor y su Madre, no nos separemos en el Cielo donde esperaremos el reencuentro de nuestros hijos y amigos. Quiera Dios que sentados, así como ahora mismo estoy, mirando mi jardín y las nubes, lo recibamos con presteza y en seguida, cuando Él disponga que el día triunfal ha llegado para los dos. Y resucitando con Él volvamos a nuestros asientos donde viviremos felices eternamente mateando y guitarreando con la visión beatífica del misterio trinitario que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un sólo Dios y Señor del orbe todo.
Dios quiera y espero que así sea.
Don Camilo di Benedetto
Grato Don Camilo
ResponderEliminarPara acatar sus ordenes y la intención de su escrito iré directo a los "bifes" si me permite la expresión. Sólo decirle primero que me alegra la idea que quiere imponer, porque significan que nos aleccionara con mas escritos suyos.
Ciertamente el tema da para un sin fin de campos que regar, pues ni más ni menos es el centro del cristiano.
Más bien en mi opinión no puede hablarse de Resurrección sin Pasión o Muerte. El fin de la Cuaresma es la unidad que menciono de Pasión, Muerte y Resurrección. El sacrificio cuaresmal tiene que mirar a esa unidad, prepararse para la Pascua pero sabiendo que hay que pasar primero por el Calvario. No se si sería preciso, digo en mi ignorancia, tratar de centrarse algo más en la Resurrección (tema aún así inabarcable por nosotros). Como la Santa Eucaristía, sublime misterio de nuestra Fe nos muestra, ella es la renovación incruenta del sacrificio de Nuestro Señor en la Cruz, pero ya cumplido el proceso de Muerte y Resurrección.
Y permitame decirle que encontré muy atinada la imagen de Nuestra Madre, sin sentarse en el banquete porque sigue repartiendo infinitud de Gracias para los que mas necesitamos. Sepa que me dejará meditando en esta cuaresma.
Un fuerte abrazo al habitante de los Gamos
DAdlM (pipi R. a usted compañero de Ciclón)
Grandioso don Camilo!
ResponderEliminarCoincido con Don Ábila en que me alegro por que abra usted esta nueva veta a explotar.
En cuanto al contenido, me parece muy bueno. Y quería aportar el hecho de que la preparación para la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo es como indicaba San Juan Bautista en Adviento, con oración y penitencia. Y añade el Señor, y con limosna. Es curioso ver que antiguamente, en Israel y en general en todos las patrias antiguas, cuando el rey se disponía a visitar una villa o pueblo, iba un enviado de él a anunciar su llegada, y a exhortar a los habitantes que preparasen los caminos, pues solían estar con piedras, y que embellecieran sus casas. La Cuaresma la concibo de similar modo, o mejor dicho, el sacrificio que hacemos en la Cuaresma. Pues es ir sacando esas piedras y rocas que estorban la entrada del Rey a mi pueblo. Y la forma de ir sacándolas es siendo justos y misericordiosos, mediante la oración y adoración (justicia para con Dios), mediante la limosna (misericordia para con los demás), y mediante el ayuno y sacrificio (justicia para con uno).
Sin más, una torpe y quizá errada aportación a su verlo y bello escrito, que me ha dado que pensar, pues era lo que rondaba en mi cabeza estos días.
Le agradezco sinceramente,
E.N.