ESTE CORAZÓN QUE ME HAS DADO
Entre todos los corazones que has modelado,
A mí me has dado uno bien encabritado.
Me ha tocado uno enrevesado.
Rebelde. Indómito.
Salvaje.
Tú, que hiciste mi corazón, ¡arréglalo!
Atiende este órgano desarreglado, contradictorio.
Tú que le diste el primer latido a esto que palpita dentro de
mí con tanta fuerza,
Ponlo en su sitio.
O si encuentras que está pagado porque no funciona como debe,
¡Enciéndelo!, ¡actívalo!.
Roto o extinto, hazte cargo de este corazón, te lo ruego.
Dame la llave exacta para abrirlo y ver qué caos hay dentro.
O indícame cuál es el preciso botón para prenderlo y que ande
bien.
Tú lo fabricaste.
Tú puedes sanarlo; Tú puedes restaurarlo.
Enséñame si no, tal vez, cómo entregártelo.
Cómo exponer mi pecho para que Tú lo observes bien, y lo tomes
por entero.
Si yo soy el primero -y en definitiva, quizás el único- en
dañar tanto mi corazón,
¡Pues quítame del medio, Señor, sin piedad!
-Por piedad.
Si yo soy el que le inflige tantas y tan crueles heridas,
¡Córtame mi mano derecha!, esa mano que se mete en el corazón.
Arráncame todas los miembros de una vez si es necesario,
Con tal que quede mi corazón intacto y puro frente a Ti.
Mi corazón solo.
Mi corazón frente a
su Médico.
Mi corazón en tu
llagado y abierto Corazón.
Este corazón mío que no descifro,
Que no puedo entender por mucho que me esfuerce,
Acabará por reventar si no Lo tratas a tiempo.
Si es un corazón retorcido -y lo es-, ¡tuércelo!
Si lo rodean gruesas cadenas, ¡rómpelas!
Si se encuentra abroquelado, ¡desármalo!
Si hiede hace 4 días,
¡resucítalo!
Tú puedes hacerlo todo porque eres el Dueño de este corazón.
Tú lo diseñaste, ¿recuerdas? Cuando jugabas con Tu Padre y el
Espíritu.
Lleva tu marca desde el Principio.
Tú sabes cómo funciona, Tú sabes para qué fue hecho.
Y eres el responsable de la energía infinita que le has
metido.
La batería divina en el fondo de su carne.
Tu Corazón, ese que siempre está en llamas, es el Modelo
Original.
Ese Corazón coronado de filosas espinosas, ése, es el
Prototipo.
Por eso mi corazón busca y persigue el Tuyo,
Para hallar en Él las respuestas últimas.
La fuente que sacia, la lumbre que colma.
Pero se extravía el pobre corazón.
¡Pobre corazón mío!
Se divide, se quiebra, se hunde.
Se mancilla y se complica, se ahoga.
Se esclaviza, se pervierte y se mortifica.
Se vende...
¿Quién librará este pobre corazón de sus angustias?
Tú, Señor, ¿acaso no ves todo esto?
¿No sabes esta lamentable situación?
Yo sé que sí, yo sé que sí,
Pero…
Pero a veces mi corazón no se entera.
No cae en la cuenta que allí estás Tú;
Tu Presencia.
No conoce el pobrecillo de tu trabajo sereno, silencioso y seguro.
Infalible. Detallista. Fiel.
No siente Tus toques delicados, suavísimos.
Tu sapientísima obra.
Tu justísima cirugía.
Amado mío, mi corazón no capta todas estas cosas.
¡Cuán lejos mi corazón te experimenta por momentos!
¡Cuán tonto y ridículo se percibe a menudo!
¡Cuán desconcertante es, mi Dios!
Y, sin embargo, Tú lo hiciste bien.
Todo lo haces bien.
No podrías haberlo hecho mejor.
Mi corazón te ha salido bien porque lo hiciste con el Padre y
el Espíritu.
A Su imagen y semejanza lo hicieron.
Los Tres lo hicieron para que habite con Ustedes.
En Ustedes: por siempre, siempre, siempre…
Allí, todas las lágrimas del corazón serán enjugadas, una por
una.
En la Trinidad no habrá espacio para ninguna inquietud.
Por fin, ¡por fin!, descansará el corazón andariego.
No obstante, paradójicamente, el corazón seguirá viajando…
"Avanzando de gloria en gloria" -diría Gregorio Niseno-,
En los adentros inefables de la patria trinitaria,
Pues lo que anhela el corazón es la Belleza inalcanzable de
Dios.
¡Oh misterio arrobador!
Entonces, corazón amigo, espera.
Espera en silencio.
Espera tu salvación.
No te turbes, no temas, no desesperes.
No te aflijas de más.
Sólo reza y espera en la noche.
En el abandono fecundo.
Déjaselo todo al Divino Cirujano.
Él sabrá que hacer. Él es el Único que sabe qué hacer.
Mi corazón es de Él; Él es de mi corazón.
A Él sea la gloria, pues, por este corazón atribulado.
Por este corazón amante y enamorado.
Por este corazón flechado por tal celestial Arquero.
Por este corazón sensible, vulnerable y vulnerado.
Amén.
OREMOS
Señor, ¿cómo puedo esperar
que otros comprendan
cuando yo difícilmente
puedo comprenderme a mí mismo?
Esta locura es cordura.
Esta oscuridad es luz.
Esta ausencia es presencia.
Este vacío es plenitud.
Me siento un necio.
Pero sólo a veces.