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¡Qué sola se ve la Cruz sin Jesús!
Cristo se fue.
«El Rey duerme» en la entrañas del orbe.
El Rey duerme…
¡Qué expresión tan cargada de misterios, de enigmas insondables!
Mientras, el Leño sigue de pie.
Sigue en pie. Continúa en su posición vertical. Siempre de ascensión.
Solo. Se encuentra solo.
Sin el Cuerpo.
Solo sin aquel Cordero inmolado.
Todavía la Sangre sagrada que lo recorre debe seguir goteando.
Goteando y goteando y goteando.
Todavía hay mucho olor a sangre,
Pero no es un hedor: es un perfume singular.
Esta Sangre aromática pinta los palos cruzados que hasta recién sostenía el Precio y el Peso de la salvación.
Era Jesucristo ese Peso y ese Precio.
Y ya no está.
Se lo llevaron.
Lo han descendido del madero.
Lo han velado y sepultado, raudamente.
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Ahora el Madero pide Cristo.
La Cruz reclama con vehemencia y elocuencia que le devuelvan al Cristo Sangrado. Sangriento.
No se reconoce sin Él.
No entiende su pose y su misión sin Él.
¿A quién elevará en adelante?
¿A quién levantará?
¿A quién sujetará con lealtad y con desgarradora ternura?
Pero el Madero sigue allí en el Gólgota.
¿Qué hace allí sin la Víctima sagrada?
¡José! ¡Nicodemo!
¿Qué hace en la Iglesia hoy cuando a Jesús lo han arrancado de la Tierra de los vivientes?
¡Ministros! ¡Guardias!
¿Qué continúa haciendo sola en mi corazón sin el Sacrificio expiatorio?
¡Ay, corazón, corazón!
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La Cruz está sola y desnuda, aún teñida de púrpura real, pero completamente sola.
Hasta María, la Madre de Cristo, se ha ido.
La Virgen María se ha ido con las otras Marías y con el Discípulo Amado.
Todos sus mejores amigos han abandonado la solitaria cruz.
Stat crux! Mientras sus “amigos” le dan la espalda.
Stat crux! Mientras el Pueblo elegido continúa su fanfarria.
Stat crux! Mientras el mundo gira y gira en la desgracia.
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Tal vez hoy la Iglesia esté viviendo su viernes santo temporario.
Su viernes, y su sábado santo también.
Viernes y sábado en donde está la Cruz pero no Cristo,
Donde están los sagrarios pero no el Santísimo.
Sagrarios vacíos, cruces peladas, iglesias vacías.
Está presente la cruz sola en todo su horror y con toda su crudeza.
¡Ea! ¡Éste es el Símbolo de nuestra época!
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El Árbol noble, con el velo profético, yace sin el Redentor.
La gente de hoy, los pueblos de hoy, buscan Vida, vida en abundancia,
Pero sólo se encuentran con la temible y terrible Cruz rosada.
¿Rosada?
Bañada con la sangre rosada del Dios vivo.
–Naciones modernas: ¿queréis gustar al Dios vivo? Ibis ad crucem!
Ibis ad crucem!, parecen clamar las piedras, las selvas y los montes.
Ibis ad crucem!, parecen gritar los rascacielos, las autopistas y los puentes.
Ibis ad crucem!, parecen pregonar las cúpulas y campanas eclesiásticas.
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Porque hay cruz en todas las cosas.
Cruz, en todas las personas.
Cruz siempre, y en todas partes.
¿No será la Cruz el metafísico trascendental perdido?
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El Señor de la Cruz ya no está junto a Ella.
El mismo que la buscó libremente.
El mismo que la besó y la abrazó con emoción y pasión
-Siempre unido a su Padre-
El mismo que la cargó con dignidad y hombría de Hijo de Dios y de Hijo de hombre.
El mismo que la aceptó plenamente consciente.
¿Dónde está?
¿Que dónde está?
¡Mira lo que preguntas, zagal!
¡Mira hasta donde lo buscas, zagalito!
Te lo diré: ¡está en el infierno!
Está en los infiernos.
En mi propio infiernillo se encuentra el Señor.
Allí está realizando la obra dura y profunda de Regeneración.
¡Aguarda cómo lo hace con gracejo e hidalguía!
¡Admírate, chiquillo!
¿Y qué hace allí, porfías en preguntar?
Pues está liberando a los cautivos, despertando a los dormidos y anunciando la Buena Noticia.
Ahí no “duerme” el Rey, chiquillo, de ninguna manera.
En esos abismos sigue trabajando como su Padre.
¡Con su Padre!
Y nos rescata.
Aún hoy. Especialmente hoy.
¡Ahora!
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Por de fuera se ve negro el panorama.
Se ve cruz la existencia; ¡Crucificante!
Por dentro, ¡já!, por dentro es pura lumbre.
Crux lux!, Crux lux!
«PER CRUCEM AD LUCEM»
Ésta es mi jaculatoria hoy.
Quiere ser mi lema, mi enseña y mi baluarte.
Mi grito de guerra.
Otro que «In hoc signo vinces» de los antiguos cristianos.
Vaya estandarte, ¿a que sí?
“Los estandartes del Rey avanzan”.
Aunque el Rey parezca dormir en esta hora aciaga:
Sus estandartes y sus banderas, ya se adelantan.
Avanzan siempre hacia delante, ¡en buena hora!
No digáis, impíos, que está ausente mi Capitán.
¡Ved que no duerme!
Es el Misterio refulgente de la Cruz.
Es el sacramento del Leño que burló a Satán, ¡un portento!
¡Ah, Madero sangrado, si eres terror de los demonios y de los herejes!
Quien te abraza será abrasado.
Quien te abriga será abrigado.
Quien te guarda será guardado.
Y quien te recibe, oh Beatitud, ha hallado toda la Salud.
Ha llegado al puerto seguro.
¡Al alcázar que en dos mil años no se ha rendido ni se rendirá, hijo mío!
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Alégrate, Cruz, pues tú eres el «Nauta» que conduce a los hombres perdidos en este mundo extraviado a las orillas del Paraíso,
A las costas cálidas del añorado Reino:
JESÚS NAZARENO
REY DE LOS JUDÍOS.
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