GUSTOS - Don Ramón Valdéz de Cardona
Noche de febrero, fiesta de gala, música clásica de fondo. Pequeños grupos de adultos mayores conversando, algunos con copa de vino en mano, Malbec de 1976 reserva. Yo hace unos minutos recién llegado, voy siendo presentado, por mi amigo y camarada, a un tumulto de los tantos que habían:
- Que tal,
mucho gusto en conocerlo. Me dice Don Tartufo, el del aliento a tufo, que sin
saberlo, encendió la vela del pensamiento sin brújula y sin rumbo.
¿Mucho gusto en
conocerlo? ¿Mucho gusto a qué? ¿A qué sabré? Si es que sé... ¿Acaso las personas
tenemos gusto a algo? Y a pocos metros de mí escucho a alguien decir:
-Con todo el respeto que se merece, ¡Usted
es un “amargo”!
Mi oído se
afina, y escucho en boca de un convidado, después de haber dado el último trago
a su copa y ubicado a tres grupos de distancia:
-Yo la conozco, su hija es muy simpática y
muy “dulce”.
Palabras que
eran como leños que caían sobre esa vela encendida en mi cabeza. Y de pronto,
apareció ella, Laidéa. Se me ocurrió señores, y es aquí que quiero hacerles una
invitación, en armar un pequeño manual, un escrito, un reglamento, una pequeña
guía, o como quieran ustedes llamarlo, sobre GUSTOS, para romper ya esa milenaria
frase de "sobre gustos no hay nada escrito", porque pienso yo, a mi
humilde modo de ver las cosas, que es allí donde reside el problema de tantos
disparates que encontramos hoy en día! Porque teniendo en mano ese pequeño
rejunte de hojas, y que comercialmente lo podemos llamar "de
bolsillo", podemos salir a decirle a esa chiflada:
-¡¡¡Nena!!! ¿No
te alcanzó la plata para pelarte? ¿O tu peluquero se quedo sin pilas en la
maquinita!!?? Te debe odiar, seguro! ¡¿Como miércoles podes salir a la calle
así?? Mitad pelo, mitad pelada. ¿¡Y ese agujero que tenés en la oreja!? ¿¡Tu
sueño es ser cortina de baño??! ¿Que?? ¿¡Que sobre gustos no hay nada escritos!?
Y ahí, cual jugador
de truco que le han cantando la falta con treinta y tres de mano, saca de su
bolsillo el librillo, y lee de la página sesenta y ocho, capítulo diecisiete, cortes
de pelo, artículo tercero, que dice "La mujer deberá tener siempre cabellos
largos de doncella, y los cortes deberán respetar este principio. No está para
nada permitido - y es motivo suficiente de encierro, hasta que vuelva a crecer
- cortes milicos, cortes mitad milico mitad Rey León o cortes derivados de estos.
Artículo sujeto a modificaciones dependiendo de las modas". Hagan la
prueba señores, hagan la prueba. Tomen un día cualquiera y observen todo lo que
hay para escribir sobre gustos…
Tomando un
pequeño balde de agua, apago esa flama que había encendido Don Tartufo y
continúo muy amablemente con la conversación diciendo:
- Muy bien. Encantado Don Tartufo. Disculpe ¿el color
de su corbata es violeta con verde fosforescente?
- Si ¿Le gusta?
Rápidamente me
toco los bolsillos buscando mis treinta y tres de mano pero, todavía no habían
repartido.