lunes, 8 de diciembre de 2014

Gustos.

GUSTOS - Don Ramón Valdéz de Cardona

Noche de febrero, fiesta de gala, música clásica de fondo. Pequeños grupos de adultos mayores conversando, algunos con copa de vino en mano, Malbec de 1976 reserva. Yo hace unos minutos recién llegado, voy siendo presentado, por mi amigo y camarada, a un tumulto de los tantos que habían:

   - Que tal, mucho gusto en conocerlo. Me dice Don Tartufo, el del aliento a tufo, que sin saberlo, encendió la vela del pensamiento sin brújula y sin rumbo.

¿Mucho gusto en conocerlo? ¿Mucho gusto a qué? ¿A qué sabré? Si es que sé... ¿Acaso las personas tenemos gusto a algo? Y a pocos metros de mí escucho a alguien decir:

   -Con todo el respeto que se merece, ¡Usted es un “amargo”!

Mi oído se afina, y escucho en boca de un convidado, después de haber dado el último trago a su copa y ubicado a tres grupos de distancia:

   -Yo la conozco, su hija es muy simpática y muy “dulce”.

Palabras que eran como leños que caían sobre esa vela encendida en mi cabeza. Y de pronto, apareció ella, Laidéa. Se me ocurrió señores, y es aquí que quiero hacerles una invitación, en armar un pequeño manual, un escrito, un reglamento, una pequeña guía, o como quieran ustedes llamarlo, sobre GUSTOS, para romper ya esa milenaria frase de "sobre gustos no hay nada escrito", porque pienso yo, a mi humilde modo de ver las cosas, que es allí donde reside el problema de tantos disparates que encontramos hoy en día! Porque teniendo en mano ese pequeño rejunte de hojas, y que comercialmente lo podemos llamar "de bolsillo", podemos salir a decirle a esa chiflada:

-¡¡¡Nena!!! ¿No te alcanzó la plata para pelarte? ¿O tu peluquero se quedo sin pilas en la maquinita!!?? Te debe odiar, seguro! ¡¿Como miércoles podes salir a la calle así?? Mitad pelo, mitad pelada. ¿¡Y ese agujero que tenés en la oreja!? ¿¡Tu sueño es ser cortina de baño??! ¿Que?? ¿¡Que sobre gustos no hay nada escritos!?

Y ahí, cual jugador de truco que le han cantando la falta con treinta y tres de mano, saca de su bolsillo el librillo, y lee de la página sesenta y ocho, capítulo diecisiete, cortes de pelo, artículo tercero, que dice "La mujer deberá tener siempre cabellos largos de doncella, y los cortes deberán respetar este principio. No está para nada permitido - y es motivo suficiente de encierro, hasta que vuelva a crecer - cortes milicos, cortes mitad milico mitad Rey León o cortes derivados de estos. Artículo sujeto a modificaciones dependiendo de las modas". Hagan la prueba señores, hagan la prueba. Tomen un día cualquiera y observen todo lo que hay para escribir sobre gustos…

Tomando un pequeño balde de agua, apago esa flama que había encendido Don Tartufo y continúo muy amablemente con la conversación diciendo:

- Muy bien. Encantado Don Tartufo. Disculpe ¿el color de su corbata es violeta con verde fosforescente?

- Si ¿Le gusta?

Rápidamente me toco los bolsillos buscando mis treinta y tres de mano pero, todavía no habían repartido.

4 comentarios:

  1. Quisiera comentar, pero no quiero escribir de gusto...
    Me gustó leerlo, sabe a muchas cosas...

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  2. Fabulosa intuición, mi querido don Ramón!

    Mas el tema en cuestión, es fácil de percibir pero difícil de apresar. Así es como se justifica -al menos, yo me justifico- la ausencia de comentarios en su post. Es difícil de apresar, decía, porque es un tema de varios siglos: todo un bailoteo. Tema de exquisito sabor, rico para cualquiera, desde el devoto de la cultura hasta la famosa de la farándula. Sin embargo, yo apuntaría su procedencia en dos causas: por un lado, el deterioro de las costumbres, por otro, el maldito maquinismo. Seguramente no sean sus últimas causas; óigame, no pretendo hacer un comentario exhaustivo sobre el tema planteado. Hasta quizá, ni sean causas, sino simples defectos: retoños monstruosos.

    Corroboran, a mi modo de ver, el deterioro de las costumbres: la imposición de un lenguaje, la imposición de una estética y los códigos plebeyos. Primero se viola -y se sigue re contra violando- la palabra, haciendo de la voz, no ya el clima adecuado de un mensaje superior, sino un ruido bullanguero y pestilente. Segundo se atenta contra la belleza, -y vamos arrimando el bochín a su inquietud- transformándola en un simple adorno horripilante y nauseabundo. Finalmente, se va asomando el código letal que configura esta humilde entrada, "sobre gustos no hay nada escrito"... ¡PAMPLINAS! ¿Pregúntele Ud., caballero de la peatonal, a la Naturaleza si de gustos no hay nada escrito? Si, si, acércate sin miedo al gigante álamo aquel, y que en susurro, te manifieste el terrible secreto. ¡Ajá, con que así te quería ver: perplejo! Y ahora entra a la cancha, el segundo problema: el dios-máquina. Tremendo dios, que ha hecho -y sigue haciendo- estragos por todos lados, y, ¿cuál es la principal víctima, la frágil que todo lo paga, la tierna que se desangra? La BELLEZA. Ahora te entiendo Tolkien, entiendo tu desgarro y tu desvelo, tu dolor. Como uds. recordarán, amigos gallardos, Tolkien denunció una y mil veces el exceso, la hybris del Maquinismo. Tanto fue así que, -como se ve en el libro o en la película de "El Señor de los Anillos"- el momento en que los viejos Ents destruyen Isengard, el reino de Saruman, Tolkien lo hace como protesta contra el Maquinismo cínico y despiadado que destruye la Naturaleza con visceral crueldad. Así es, el Maquinismo te aísla de la tierra, y los efectos dañinos son: perder la nobleza y perder la cabeza. En efecto, solamente una profunda inscerción en la tierra es lo que te da la sabiduría y la gallardía. No obstante, estimados lectores, sabiendo todo esto, sigamos investigando sobre tal tema, ya que de modo especial a nosotros nos interesa -o nos debería interesar. Si nos llamamos "apóstoles de la Belleza que salva", empezemos a alertar a nuestros amigos del peligro del cíclope de la Máquina: cómo es que te desvincula de la Madre Nza., que te enseña y te educa como buena madre; cómo puede hacerte vil y hacerte perder el sentido común, y luego, neuróticamente decir: "dejame,, de gustos no hay nada escrito". ¡Guau! ¡Carambolas! Ese muchachote irreconocible, aquella mujeruca demacrada, deberían oír las siguientes palabras del maestro Fray Mario Petit de Murat, dirigidas a jóvenes argentinos. Transcribo:

    "Tienen que hacer esfuerzos ustedes por desarrolar el sentido de la belleza, no en un sentido sensual, sino en un sentido metafísico. Y eso ennoblece muchísimo al hombre. No caer en confundir la belleza con delicadeza y afeminarnos, ni mucho menos, porque cada cosa tiene su belleza, y evidentemente, la belleza de nuestro comportamiento como varones tiene que ser viril, sin duda; tiene que haber una sobriedad, una prestancia, un equilibrio".

    Don Hilario dJ

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  3. Estimado Jesús Cañete, gracias por comentar. No es necesario que sí o sí comente siempre, tiene que darse espontáneamente. Lo importante es que saboree los escritos y le sirvan para aproximarse al misterio.

    Es un gusto, hablando de gustos, que participe de GsG,

    Mi saludo cordial.

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  4. El Emigrante Nostálgico26 de mayo de 2017, 4:38

    Muy acertada publicación, ciertamente habría que elaborar ese librito de bolsillo.

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