Pues urge al ánimo despabilar,
despierta de este sueño vida mía,
presta los oídos en esta fría
mañana de trama primaveral.
¡Sal corazón! Huye de esa modorra,
permítele al fuego de hoy quemarte,
no quieras de este tu dolor librarte:
no hay en tu sien espinosa corona.
¡No temas! Pues ni caminos marcados
ni anchos manuales para ti tienen;
sencillamente, un gran cauce insinuado.
¡No temas! Pues las armas que tu lleves
No van por tu cuenta, van de regalo.
Lo tuyo: que por la Hermosura veles.
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