Algo más del "fomes", o de otra cosa, en el Sur...
La Naturaleza en la Patagonia es naturalmente mágica, esto es sabido. Estarse allí quedo, mirándolo todo intensamente para asir la mayor cantidad de formas y colores, para que ingresen al alma y permanezcan, es el rumbo. Hacerse uno con la Naturaleza es la consigna. O mejor, acogerla sin resistencias, tal cual es. Con sus gemidos casi inaudibles. Aceptando el paso del Cronos con sus inclemencias. Adoptando un estado de receptividad que urge, que reclama desde adentro. ¡Que ruge! Alma que busca la captación del ánima del cosmos. Dejarse herir por las terribles bellezas que acechan desde todos los ángulos. Nada es indiferente; todo acedia. Todo es importante; absoluto y relativo al mismo tiempo. Mirar de soslayo las cosas que lloran. No desatender ese llanto multisecular. Observar la sangre que corre a la par de la savia. Enfrentarse a la Pachamama pero de pie, sin postrarse. Idolatrías y supersticiones que no dicen nada, que no son nada, pero que tanto abundan en estos parajes sureños. Corazón silvestre que se encuentra en su hábitat, que se siente más cerca del Artífice de aquello que hechiza y encanta.
Expansión. Libertad. Verticalidad.
A su vez, fantasía humana, caída, que se rebela en las soledades de los bosques y en la majestad de las montañas y de los lagos. Imaginación profundamente dañada que no logra aventurarse con inocencia.
Lamentable condición.
Virginidad ausente en un paisaje diáfano y prístino. Ansiedades de un "fomes" que en estos casos aparece en toda su crudeza. Sin embargo, la Naturaleza sigue bonificando. Hace bueno al hombre bien dispuesto... ¡Bien dispuesto! Porque si no encuentra un corazón dócil, Ella misma se oculta, y deja de trabajar los espíritus.
Así los abandona.
Abandona a todos aquellos que no atienden ni entienden lo que los sentidos le presentan, aquellos que contradictoriamente buscaron la hermosura y la grandeza de la Patagonia como refugio de sus ideas ideológicas y de sus vidas libertinas. Hay un desaire en la Naturaleza para tantos errantes de estas latitudes que se percibe en el ambiente. El alerce, el arrayán, el coihue, el pino azul y el abedul enmudecen. La bandurria, el chimango, el carpintero y el zorzal apagan su canto. El viento incesante, las frías aguas, los picos desnudos y las piedras pintadas ya no se expresan. Privilegiados medios para señalar al Creador que yacen inútiles. Impresionantes caminos para elevar la mente al Hacedor que están cortados.
Con todo, el anzuelo de la Creación sigue siendo temible. Y para los que procuran acercarse a la Naturaleza salvaje misteriosamente terminan siendo domesticados, amansados, un poco más buenos.
Aunque otra cuestión es la contracara de esta realidad: la maldad del hombre. El pecado original otra vez. La dificultad para ser bueno entre los hombres. Cansancio de habitar en las ciudades donde la mano del "manchado" lo estropea todo; donde el cincel del Divino Artesano no se ostenta.
Como aquí.
Como en los siete lagos -Lácar, Machónico, Falkner, Villarino, Escondido, Correntoso, Espejo-, como en el inmenso Nahuel Huapi, como en el Huechulafquen y su estremecedor volcán Lanin, como en el mítico Traful y los "dedos de Dios" que lo apuntan. Como en tantos lugares, rincones y alturas que fascinan los ojos...
Aquí el alma puede conquistar la serenidad que necesita. La paz, que siempre es huidiza...
Y también yo he de huir antes de que sea demasiado tarde. La belleza de este lugar puede cambiar tu existencia.
¡Vete, si no quieres ser atrapado en su espinel! Si no quieres ser capturado por su encanto sin igual. ¡Vete!, aunque te apartes lastimado muy dentro, con nostalgias sin remedio, con más sed que antes, pero quizás, tal vez, con menos ansias y preocupaciones. Con más sosiego y, al mismo tiempo, con más impaciencia de Eternidad.
Eso hace el Sur patagónico. Esto acontece aquí, en mi patria.
PS: Al terminar de relatar esta vivencia, a modo de despedida, bebiendo una pinta negra a orillas del Lago Traful en el bar Fogón, me sorprende gratamente -una vez más- la bendita Natura: una redonda y brillante luna llena asomándose por entre los picos de enfrente de mí, espejándose en un lago calmo; anunciando una noche maravillosa, la última de estas inolvidables vacaciones de este 2021 incierto.