viernes, 27 de marzo de 2020

Viaje a un Cuadro: ''El Caminante Sobre el Mar de Nubes''



‘’Maldita y aislante cuarentena, que has sacado lo peor y mejor de mí, hoy te doy la mano, pues me has hecho descubrir, entre nuevos pasatiempos, la excelencia simbólica de la belleza, plasmada en maravillosas obras de arte’’


Ya han pasados varios días de encierro, luego de que este mitológico virus nos obligara a detener el mundo por un instante para frenar su avance incontrolable. Es allí que con el pasar de los días, andaba buscando nuevos hábitos, lecturas y hasta hobbies para poder hacer mas pasajera esta tortura del encierro absoluto.

 Los días varían, un día despierto en cavilación melancólica existencial profunda, y otro, simplemente despierto de buen animo y con ganas de fumar un buen tabaco y jugar una buena partida de AOE (Para entendidos).
Escribiendo esta pequeña intro para contextualizar, paso a relatar el porqué de este post, un poco humilde de sentido y palabras, pero sincero en fin. Y es que esta misma mañana, hurgando entre cajas y ordenando un poco, encontré una vieja postal, amarillenta por su antigüedad, la cual estaba acompañada de su clásico aroma a papel empolvado. La sorpresa fue grande, ya que aquella postal procedente de la Alemania Oriental, tenía impresa una pintura que ya antes había observado y que ya había llamado mi atención anteriormente. La dedicatoria, para no dejarlos con intriga, escribía; ¡Estoy bien mamá! 21 de Marzo de 1985.

  Dio la casualidad de que en ese momento encontrabame un poco melan y pensativo y gracias a esto, instantáneamente se me ocurrió la maravillosa idea de pasar el tiempo buscando algunas obras de arte en particular que ya conocía y descubrir el simbolismo que esconden más allá de la pintura en si y su posible interpretación. Es decir, jugar un poco con lo que busca el pintor para con el espectador. Es una interpretación libre, cada quien puede ver cosas diferentes en la obra. A continuación, empezaré este primer post de varios, con la obra que me dio luz para con esta idea y es nada mas ni nada menos que la Obra de Arte de ‘’Caspar David Friedrich - El caminante sobre el mar de nubes’’.




Buscando información de este pintor, me topo con que Friedrich pensaba que el arte debía agitar el espíritu. Para lograrlo, partió de la tradición holandesa y germánica y rompió sus reglas. De familia luterana, creció a orillas del Báltico. Sus paisajes, cargados de simbolismo, muestran marinas brumosas, bosques, ruinas y acantilados. En ocasiones, la imposibilidad de representar lo absoluto o trascendente, le llevaba a rozar la abstracción.

Observo la pintura durante un largo tiempo, busco inspiración mientras fumo y bebo en el encierro cuasi monacal de mi cuarto. Pasados 10 minuto en silencio frente al cuadro, empiezo a escribir en un papel borrador;

Es probable que el sujeto de la pintura, haya partido de un pueblo antiguo, con pequeñas casas de Villa con caminos de piedra vista. Ha ascendido desde el valle por senderos, a través de los bosques. Se ha abierto camino bajo el canto de los pájaros y los sonidos de sus pasos que agitan la hojarasca. No hace frío. El verano ha diluido los restos de nieve. Como se puede observar, es posible que a partir de un punto, el camino se ha hecho abrupto y, frente a un risco, se ha desvanecido. El caminante ha trepado hasta lo alto del acantilado. Allí se ha detenido. La neblina se desliza entre los montes. Las cimas se elevan en el horizonte. Desde su torreta de piedra natural, la inmensidad le ha estremecido y lo ha dejado, tal vez, sin aliento ante la inmensidad del paisaje.

Para los románticos, lo sublime es una cualidad de la naturaleza, de lo que es demasiado grande para ser aprehendido por los sentidos. Consideran que, si lo bello nace del equilibrio, lo sublime rompe la armonía entre la imaginación y la razón. Lo bello produce placer, dicen. Lo sublime provoca inquietud, turbación, incluso terror.
Con el objetivo de extender los límites de la imagen física, nótese que el autor de esta obra juega con el tamaño de las figuras. En esta obra, sus personajes dan la espalda al espectador. Fuerza así a quien los contempla a adoptar su propia perspectiva e incluirse en el paisaje y verse como uno mismo retratado. El paisaje alrededor, montes altos, verdosos y neblina por doquier, me hacen creer que esta inspirado en los Alpes suizos, ya que Friedrich al ser alemán, seguramente conoció tales paisajes, siendo Suiza país limítrofe.  Los torreones de arenisca, cubiertos de vegetación verde, son característicos de esta zona. Emergen como islotes en el mar de nubes. En uno de sus textos, mientras buscaba en alguna pequeña biografía, Friedrich afirmó: <<“La niebla expande el paisaje y le da un tinte celestial. Como una mujer velada, la bruma despierta la imaginación. El ojo tiende a lo que no se distingue con claridad”>>.

Entonces, me atrevo a decir que el caminante se mantiene firme frente a tal manifestación o epifanía. Su rostro podría denotar nostalgia, quizás desosiego o incomodidad, pero su pierna izquierda adelantada mientras observa, denota cierta tenacidad o firmeza. Podría transmitir que hay una afirmación o seguridad. Su cuerpo con atuendos oscuros se eleva sobre la superficie rocosa, serena, mientras el viento agita su cabello. Hay engaño... o tal vez, impostura y teatralidad en su actitud desafiante. Reclama su superioridad desde un pensamiento que aspira, posiblemente, a lo Divino.

De todos modos, jamas sabremos realmente que buscaba el autor al pintar esta obra maestra. Friedrich jamas relató una pintura de su autoría, y creo que pues fue por la simple razón de hacernos una picardía y dejarnos un final abierto...

Para ir concluyendo; Buscando más cuadros de Fiedrich, para encontrar semejanzas en sus pinturas, me tope con uno de un pintor discípulo de el: Carl Gustav Carus ‘’Mujer en un balcón’’




No pude no meditar que ambos personajes en sus respectivas pinturas se muestran en actitud contemplativa a simple vista, con el rostro observando hacia el paisaje. Pero mientras el caminante refleja el temblor y el éxtasis, la mujer aparece sentada, tranquila y en calma. Y esta diferencia en ambos es por una razón; La intensidad ante lo trascendente pertenece a lo masculino y por otro lado, 
la luz del atardecer define con claridad las montañas que observa la mujer desde la fortaleza posiblemente Gótica. Para ella, la naturaleza es visible, nítida, bella, concreta, terrenal. Femenina. No busca la revelación. El perímetro del balcón y el volumen del castillo establecen, el límite entre naturaleza y hogar. Su espíritu tan solo se asoma, pero no concreta. Pertenece a la vida doméstica.

¡Hasta aquí llego yo, quien anime sus capacidades a darle tal vez una mirada más profunda u observación desde otra perspectiva bienvenido sea! Espero que esta idea sea de su gusto, creo que este tipo de trabajos de poner en practica la imaginación nos hace mas sensibles, mas humanos.

El Peregrino Libanés

1 comentario:

  1. Vaya faceta esta suya, Peregrino Libanés -que no Nostálgico-.

    Corre en su sangre, inexorablemente, el arte del arquitecto de Oriente. Este despertar estético suyo puede ser promisorio. Debo confesarle que me he recreado bastante con su glosa pictórica. Puedo empatizar con la impresión que le han generado los cuadros que ahora nos presenta, y que aún nos invita a contemplar más a fondo y a conocer a sus autores. Hacía tiempo que en nuestra bitácora no habían entradas de este tipo, animándonos a saber gustar y admirar el arte pictórico. Sin más, le agradezco por su gentil aporte, y ojalá que se el inicio de ulteriores y prometedoras impresiones estético-filosóficas.

    Con un apretón de manos, lo saludo Comisario.
    Don Hilario

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