Nota: Estos versos fueron compuestos arriba del bondi. Para ser aún más precisos, sobre el 42. Refuta todas las teorías racionalistas en las que caemos de tanto en tanto, aquellas que predican la superioridad del automóvil por sobre el transporte público. ¿Y cómo no amar el 42, si desinteresadamente te lleva por las calles del Godoy, y por ende los lugares más hermosos del mundo? ¿Cómo no inspirarse, si uno es transportado por la gran Perito Moreno?
Pero eso sera motivo de otra entrada. Uf! y la Colón. Pero pasemos a lo nuestro.
Aro, aro, aro....
Estos versos van para un mulato,
Que bien sabe apurar la bota.
Este moreno se ha enamorao,
Y del club partió Don Ojota.
........................
Yo era un pasiano gueno,
desos que aman la Pampa.
Yo a mi gusto iba y venía,
sin temor a alguna trampa.
En la juventú me divertía,
con mi amigo de la villa.
Galope en par me seguía,
persiguiendo la tropilla.
Compartiendo las penas,
toda agonía me'era ligera.
Eras mi mesmo hermano,
no hay quien no lo dijera.
Juntos, habíamos jurado,
en cruel trinchera fidelida.
Nuestro mate es uno solo,
su facón pa mi, segurida.
"Nunca te'y de abandonar",
me dijo el moreno un día.
En guenas, y malas más,
y vi que aquel no mentía.
Mas tiempos muy duros,
de sequías en la estancia.
La garza, tijereta y biguá,
tenían ya pocas ganancias.
Jue, jue casi de mañana,
que al rancho vos viniste.
Como gallo que no avisa,
y con muy pesar dijiste:
"Hermano, ¡he'y de partir!
válgame el sol y el cielo,
que no quida otra opción,
heý de seguir mi desvelo.
Toma el mate que es tuyo,
tuyo también es el facón.
He de encontrar el anhelo,
que cautivó mi corazón."
"¡Qué zonzeras son esas!,
respondí muy preocupao.
A este pago no lo dejas,
o que acaso andas curao."
"Nada de vino yo he tomao,
y en mi boca nunca mentí.
Mas déjame tu, explicarte,
pues se que te lo prometí."
"Venga mi buen compadre,
tome un buen cimarrón.
Alfoje ya sus lindas botas,
yo avivo un poco el fogón."
"Sabes questas son épocas,
que poco fruto da el campo.
Muy mala ha sido la cosecha,
seguimos con pésimo tiempo.
La carne no alcanza pa comé,
y la leña se agota pal inverno
Y acaso quién me va a calenta,
si continuamos este infierno.
Me he'y de ir a al lejos lugar,
ahí, donde amigos como Juan,
encontraron su gran fortuna,
junto a otros, y el gran bagual.
Los gorriones andan diciendo
qui tierra llena de mucha paz.
El malo se guelve muy tierno,
corazón blando encontrarás."
Yo sin entender nada todavía,
muy fijo le miré lo do ojos.
Cerré también las cortinas,
al portón dispuse el cerrojo.
"¡Mandinga que cuerno tiene!,
si es que lo han engualichao,
que venga la bruja o el fiero,
rojo, que lo ha envenenao."
"Basta ya de tanta tiontería"
respondió forzado el negro.
"¿Esque aún no comprendes?
Si no despierta, ta en peligro.
Me han robao el alma amigo,
y no jue el rojo indio invasor.
Jue... solo una cruel morena,
que embriaga de dulce amor.
No, no me mires así estimao,
aquí no podemos quedarnos,
para siempre y medios curaos;
se que si, volveremos a vernos."
Allí marchó el alegre moreno,
se perdió lejos en la llanura.
Y yo me quedé acá muy solo,
soboriando juerte amargura.
Fue como un mal relámpago,
una noche de indios y malón.
Que se llevan todo al disierto,
al juerte golpe de tambor.
Desde ese mesmo día nublado,
si que se puso negra mi alma.
Y con sed de mucha maldad,
matrero, me volví del alba.
Qui cosa esa de la que hablan,
donde el gaucho abandona;
pulperías y andanzas malas
por la pioyera 'e una peona.
Tiempo anduve muy indignao,
por aquella falta de tal virilida.
Solitario errante entre el ombú,
cometiendo hechos de cruelda.
Los jogones crispiaban solos,
tan triste damajuana y licor.
Ni los bailes ni tantas mujeres,
me sacaron d'este sinsabor.
Hasta que un triste atardecer,
al pago, cayó un viejo patrón.
"M'ijo, quiero hablar con vos,
pa que cuentes tu problemón."
Y allí jue que todo le conté,
del mal principio hasta el final.
Y muy tentao hasta las patas,
el viejo habló como el metal:
"Mijo, mal tu no debes estar,
bienhaiga con esa tan linda,
tan linda cosa el guen amor;
experiencia de ir con prienda.
Tu amego no se ha olvidao,
del rancho, sus fieles amigos.
Mas debes tu bien entender,
de lo que dicen los testigos:
Hay algo dentro del hombre,
que siempre busca y desea.
Mas solo lo encuentra quien,
muy decidido clava espuela.
Y cruza este llano y la cerca,
y se embarra en las lagunas.
Corriendo el velo del mundo,
bebe la dulce luz de la luna.
Aquella luna, no es ni menos,
que dulce moza de trenzas.
Que no es cualquier posadera,
si no tu gran recompensa.
Regalo q' da solo el creador,
no porque la tenga merecida.
Sino pues, por su compasión,
pa´de viejito tener compañía.
Claro que hizo bastante bien,
se ajustó muy bien la cincha,
y a los trotes sin un descanso,
que si no que esto se pincha.
Así ha'y de ser mijo contigo,
algún día lo comprobarás.
Recuerda lo que bien te dijo,
que te espera, hoy aún más.
Este humilde viejo pueblo,
solo a algunos ta guardao.
Mas esa es otra historia,
que ya te la han revelao."
Allí calló el viejo arrugao,
una lágrima quizo ocultar.
La emoción, dolor y pena,
ya no pudo bien disimular.
Yo tras pensar un buen rato,
mas aliviado en verdad ahora.
Pregunté, con cierta nostalgia,
entrelazado con esta historia.
"Ud es gran amigo y patrón,
ahora entiendo más la cosa.
Me alegro mucho en verdad,
y gran vergüenza me rebosa.
Algún día, allí yo he de partir,
junto a mis viejos amigos.
Que no lo tengo por traición,
si no por guenos caminos.
Mas yo a usted le pregunto,
no quiero ser yo inoportuno.
¿Por qué mi amigo nunca jue,
si el tiempo llega a cada uno?"
"Hijo mío, hijo mío ya sabes,
yo a todos muestro el camino.
Mas yo he de quedarme acá,
así lo indicó, antiguo destino.
Yo soy aquel de quien hablas,
vos sos sobrino, yo gran tío.
Que como pollo de gallina,
te amparas de tanto frío.
Yo anduve antes esas tierras,
mas la desgracia llegó volando.
Y juré amar, sí, eternamente,
y por siempre estar prendado.
Fue solo mía y libre la elección,
sufrir bebiendo de un vinagre.
Hasta la muerte, así debe ser,
solo, y simulando ser cobarde.
Es por eso, siempre estoy acá,
pa verlos partir de madrugada.
Pa' que no sufran lo que yo:
la pasión en hielo, cristalizada.
Don Virula de los Gamos