La noche nos sorprendió temprano, a las 20 hs tuvimos que
hacer alto a la caminata y acampar, pues era peligroso continuar sin luz.
—“Zac, ¿Traes encendedor contigo? Sería oportuno prender un
fuego” Me dijo Don H.
Le alcancé lo que pedía
y fui a sentarme en una piedra incómoda que seguía caliente por la luz
solar que había recibido durante el día. A mi lado se desplomó un agitado Don
Rionnes dando gracias al cielo por haber aliviado el dolor de sus pies con la llegada de la noche.
Distraído Don Virula miraba el cielo aún con la mochila al
hombro, vaya a saber en qué, o mejor dicho en quién, pensaría. Algunos pasos
más allá desafiaba a la prudencia el temerario Don Alcandora Tuk asomando la
cabeza por un acantilado inmenso. Más cerca nuestro se encontraba nervioso Dom
Abbuba que luchaba consigo mismo para no alejar de un puñetazo en la nariz al
cariñoso Marquez del Godoy (probablemente en el fondo de su corazón sabría que en
una batalla su alto amigo sería un rival peligroso), que abrazándolo le contaba
historias románticas hablándole a 2cm del largo bigote del Staretz. El Bagual
observaba con atención a Don Hilario que intentaba prender el fuego, dispuesto
a dar una mano si así fuese necesario. Alejado de todos Don José del Alba
miraba el horizonte (que por la oscuridad no estaba más lejos que unos 7
metros), una luz se encendía cerca de su cabeza mientras hacía refugio con su
mano de la suave brisa que corría, como cubriendo algo. El Corsario Negro había
sido invitado también, haciendo honor a su nombre se había sentado en el punto
más oscuro del yermo. Haciéndole compañía al encargado del fuego, ya tomaba
cerveza y fumaba un cigarro el barbudo Emigrante. Don Camilo acomodaba las
guitarras a un costado, mientras compartía una charla con sus amigos Medina y el de La Mancha.
Mientras yo sacaba mi pipa se puso de pie Don Hilario, que había
encendido ya el fuego, y comenzó a hablar:
—“Amigos queridos, han sido convocados aquí con un objetivo:
Formar parte del “Sínodo del hombre en
cuanto al bien y el mal”. Sí, el nombre es largo, probamos distintas opciones,
“el sínodo del hombre" era muy amplio,
“el sínodo del bien y el mal” tampoco
aplicaba al caso.”
—“¿Y por qué tuvimos que caminar 2 días a la intemperie en la
montaña para hablar de esto?” Preguntaba Don Virula.
—“Nos parecía una ocasión propicia para hacer una salida
entre gallardos.” Respondió E.N
—“¿Y por qué Sínodo?” Pregunté listo para rasgarme las
vestiduras ante la posible soberbia.
Otra vez contestó el noble Emigrante, que al mirarme a los
ojos adivinó mi intención, y además venía preparado para este tipo de
preguntas, diciendo:
—“La palabra sínodo proviene del griego synodos (syn: con/junto, odos: camino). Este es un encuentro amical
que busca esclarecer el camino Zac”
—“Si ya terminaron de interpelar, sigo” Dijo Don H. “Como
somos amigos, es justo y necesario que vayamos construyendo juntos una vida
entregada al Señor. Con el Nostálgico hemos estado pensando en esto y, luego de pensar distintos temas, llegamos
a la conclusión de que este es bueno para comenzar, pero para que se vaya
construyendo peldaño por peldaño queremos que ustedes hablen y de a poco ir
llegando a la “verdad” que nosotros creemos haber alcanzado, o incluso mejor
superarla. Así pues, comencemos ¿Qué opinan del hombre en cuanto al bien y el
mal?” Cerró el discurso preliminar dando lugar al silencio meditabundo.
Luego de estar un tiempo callados, se animó a hablar Dom
Abbuba diciendo:
—"Los hombres malos son quienes se alejan de Dios deliberadamente y así un buen hombre es quien se acerca deliberadamente"Casi todos quedamos medianamente conformes con la respuesta, pero rápidamente intervino el misterioso Corsario, desde el fondo, diciendo:
—"Si me permiten, voy a dar mi opinión. No creo que un hombre sea malo con ese criterio, o mejor dicho, si eso fuera real si sería malo ese hombre, pero es una farsa. Nadie puede alejarse deliberadamente del Señor, sino que es victima del mal que, al tentarlo, lo apresa y le hace perder su sano juicio. Pues para elegir hay que hacerlo de manera razonable, y si hablamos de alejarse de Dios, esto no sería razonable, al menos no desde las verdades que consideramos poseer, por eso no sería deliberado su acto."
Valiente intervención la suya, pero generó mucho revuelo entre los gallardos que opinaban todos al mismo tiempo y a los gritos. Por un lado coléricos y sanguíneos saltaron agarrando piedras y bramando ininteligibles opiniones mezcladas con insultos. Los Flemáticos alzaban una mano pidiendo calma (mientras con la otra se rascaban el ombligo) y compasión con los melancólicos que se tapaban los oídos con las manos y se acurrucaban entre ellos. El mismo Don Hilario, que debía dar una imagen seria, dejándose llevar por la sangre y cuando nadie lo veía le propinó un fuerte puñetazo en las costillas a Don Alcandora que comenzó a dar saltos y lanzar patadas a diestra y siniestra.
—"¿Que no existen los deliberadamente malos? A ver que opinas de esto!" Gritó Don Alcandora mientras dirigía su ágil pie derecho a la frente del Corsario, que vale aclarar lo esquivó sin mucho esfuerzo.
—"¡Mira cómo me tiene preso la tentación!" Replicaba con malicia Dom Abbuba mientras saltaba para caer con el codo en la espalda del Marques, aprovechando para desquitar la incomodidad que había sufrido más temprano.
El largo, a quien no le pasó desapercibido el rencor de su amigo, lo tomó por los hombros levantándolo 20 cm por sobre el suelo y lo arrojó con tal mala suerte que fue a caer en la cabeza de avestruz que intentaba meterse en la tierra del Viru.
—"!Ahhh!" Gritó enfurecido el melancólico mientras se colgaba del cuello del, hasta entonces sereno, Emigrante, que nervioso al sentir los dientes del flacucho enterrarse en su cuero cabelludo lo lanzó contra unas piedras, donde José del Alba le ofrecería su propio cigarrillo para tranquilizarlo.
Nadie puso un grito en el cielo para frenar la riña, ninguna voz de prudencia intervino, ni tampoco se escandalizó ninguno ante la diversión torpe y violenta de los amigos. Más el cansancio de caminar y la repercusión física que conlleva tener costumbres relacionadas con el tabaco y el alcohol, fueron apaciguando el ambiente hasta que el silencio y las estrellas volvieron a tomar la montaña. Sin hablar de lo acontecido tomó la palabra Don Hilario:
—"Gracias Corsario, su aporte va armando la ruta para llegar a destino. Veamos, ser preso de un mal ya sería tener un vicio, cuestión que no queremos ahondar. El objetivo es ir a la base, al "mal" ¿Qué, amigos míos, es propiamente el mal?"
Hubo nuevamente un silencio, que era lógico ya que todos teníamos que sopesar sus palabras y ver adónde quería dirigir la conversación (cosa que él vendría masticando hace días). Hasta que habló Don Rionnes diciendo:
—"Creo entender a lo que se refiere, nos pregunta qué es el mal propiamente, cuando justamente el mal carece de "propio", de propiedad. Tal como si nos preguntara qué es el frío, o qué es la oscuridad"
—"Excelente Rionnes, esto establecería que el mal es ausencia de bien, así como el frío ausencia de calor, y la oscuridad ausencia de luz. Ahora apuntando a lo que se postuló en un comienzo, el hombre en cuanto al mal... ¿Podríamos establecer que el hombre no puede ser malo? Hablando claro de posibilidades reales, como mencionaba el Corsario." Completó el Marques
—"Claro, es aquello de la libertad y el libertinaje. El hombre es libre cuando elije una posibilidad real" Sumó el joven de la Mancha.
—"Bien, muy bien, que alegría saber que en la Patria se conserva el buen pensar. Para aclarar ideas la conclusión sería: El mal como esencia no existe, sino que lo que existe es la ausencia de bien, y para que se dé eso el hombre tiene que "elegir" estar "vacío",o sea tiene que descartar todos los posibles bienes y entonces así "abrazar" la nada misma. Ahora bien, no se entienda que eso no es malo, simplemente pactamos que no existe el mal en sí, pero aquello de la falta de bien sí que es malo. Esto se dará por el bien aparente que nos muestre la tentación en cada situación, pero tampoco queremos ahondar en eso, al menos no por hoy." Dijo contento el Emigrante
—"Bien, por mucho que le sirva de victimización el hombre no es capaz del mal ¿Y que hay del bien?" Pregunté fascinado por el rumbo de la charla.
—"Pues si que somos capaces del bien, ya que es algo real y posible" Dijo un tanto dubitativo Don Calixto de Medina mientras miraba de reojo a sus amigos.
Todas las miradas de los gallardos se cruzaron, ¿Quién sería el primero en aventurarse a desmenuzar este tema? Hasta que rompió el silencio Don Hilario diciendo:
—"Complejo asunto, pues si y no. Veamos: Uno no es capaz de dar de sí lo que no posee, luego podríamos decir que no podemos dar bien. El bien que somos capaces de alcanzar gira en torno a la libertad antes mencionada, nosotros podemos decir "SI", como lo hizo nuestra madre, Si a la posibilidad de bien que nos ofrece el Señor, Si a ser libres, Si a que él haga bien en nosotros, a que haga todas las cosas nuevas, a que nos haga nuevos"
Tímidamente alzó la mano El Bagual para decir:
—"Bueno, yo creo que aún no tengo mucho para aportar en todo esto, pero mientras decías eso pensé lo siguiente. Quizás eso suene muy humilde, pero creo (tal vez me equivoque) que oculta una trampa. Y es que, deja de lado lo que es la voluntad del hombre, que es buena y necesaria. No funciona todo de manera tan fría, tenemos un corazón de carne, tenemos pasiones, gustos y deseos. De ahí que nosotros queremos cosas por nosotros mismos (sin negar que cuando sean buenas Dios será fin último). No recomendaría esto de vivir solo diciendo "si", o mejor dicho, lo complementaría con nuestra voluntad. Es como nos muestra nuestro Señor Jesucristo en el monte de los Olivos: "Padre, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya".
—"Es bueno lo que dices, amigo, pero ¿Y el bien que podemos alcanzar, entonces, cuál es?" Pregunté tímidamente.
Quien interrumpió fue Don José del Alba que había estado meditando todo en silencio y dijo:
—"Para ordenar ideas, aunque creo que el Bagual ya estaba llegando. Lo bueno entonces, para mí, sería formar un criterio propio y un carácter y no temer a desear cosas que no sean necesariamente la voluntad de Dios, siempre y cuándo queramos que, si es así, se haga la suya y no la nuestra; y también es bueno ver a la luz de esto que el "SI" del que hablamos más temprano será también deseado, y no solo aceptado. Al final no cambia la esencia de aquello que señaló correctamente Don Hilario: "Todo bien proviene del Señor". Pero se le agrega esto de la voluntad propia que es muy importante"
Luego hubo silencio, las estrellas ya casi habían cruzado el cielo y una luz anaranjada comenzaba a asomar por el Este. Nadie habló, pero todos entendieron que este sínodo no solo era bueno en cuanto a la verdad del asunto, sino que era un gesto de amor entre amigos, y eso calentó el pecho aún más que las bebidas y pipas.
Zaqueus de la Guerma
+Carísimo Zaqueus,
ResponderEliminarDenso tópico el suyo y grande su ambición al presentarlo bajo el dicho formato. No obstante, en gran medida lo logró, pese a algunos desajustes. En cuanto al fondo, no quisiera meterme y preferiría que sea el Emigrante, el Granadino o alguno de los filósofos del "campus" cuyano quienes se encarguen de criticarlo, si así lo desean. En cuanto a la forma, debe prestar más atención a los espacios adecuados, a los signos de puntuación ("el escritor es un maestro de la puntuación", diría Manuel Gálvez) y a la sintaxis (correcta formación de una oración.) Cierto que esto es difícil pero puede aprenderlo por dos vías: la primera, estudiando algo de la teoría en algún manual interesante (por ej.: "El habla de mi tierra" del p. Rodolfo Ragucci); la segunda, sencillamente leyendo buenos libros. Este último método a mí me ha ayudado mucho para cuidar la forma, pero exige una atención especial a las formas de dichos libros (me refiero sobre todo a las novelas), atención que se va adquiriendo gradualmente sin hacer grandes esfuerzos.
Le dejo esta breve observación, y mi afecto de siempre. Gracias por su entrada.
Suyo, HdJ.
Estimado Zaqueus:
ResponderEliminarTemerario es usted al zambullirse "duc in altum" en menudo tema. Lo ha hecho de manera excelente y me gustaría recordar más sobre estos "sínodos" junto al camino que Los Gallardos tuvimos en la montaña y que usted cual San Lucas evangelista anotó presto en su cuaderno de anotaciones.
Le mando un caluroso saludo en Cristo y María
Don Camilo
Me pareció muy interesante el momento en que tratamos sobre la existencia (o esencia) del mal. Ya lo decía el sabio Josef Pieper, alias "el Pipa", al tratar sobre el "Status viatoris" (estado de "caminante") del hombre en la Tierra. Dice el autor de manera muy precisa que la vida del hombre es un camino en que él transita (status viatoris) hacia la muerte, donde comienza (para los justos) la visión Beatífica (status comprehensoris), el Cielo. En el primer status, el hombre puede hacer el bien (caminar hacia el segundo status) o puede hacer el mal, retroceder hacia la nada, es decir, el pecado, el no-ser; pues de la nada provenimos, y hacia el Todo vamos. Me pareció muy certero cuando ud. dijo que el mal no es, no existe en cuanto a tal, sino que nosotros, basándonos en el autor, "retrocedemos" en el camino que caminamos hacia Dios, y que curiosamente (y esto ya es motivo de otra entrada) el Camino es Dios mismo. Por lo tanto, al pecar, no estamos siguiendo el camino, por eso acertadamente dice Pieper "retrocedemos dirigiéndonos hacia el no-ser", hacia no-Dios, es decir el mal, la nada.
ResponderEliminarEspero sirva este humilde aporte, y lo vuelvo a felicitar por su escrito.
DC