Soneto peregrino
A
los papás de Jauja
Horizonte en el alma y en la
aurora.
Se enarbolan banderas y
canciones,
se encienden y desnudan
corazones
contritos en su marcha
alentadora.
Sudor de gracia y una voz que
implora
perdón, que ríe o llora a borbotones
y agradece una plétora de dones
delante de la Cruz y la Señora.
Cuanto más inminente la llegada
se ensancha el gozo como un
cielo abierto
donde se alzan amigos en
bandada…
Ya no importa el dolor del
peregrino
si entrevió la Piedad en su
desierto
y al mismo Amor en un altar
divino.
-J.A.F.-
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