En estos tiempos lúgubres como bien vemos, no vendría mal un risa pura que brote de un corazón alegre. No seríamos verdaderos gallardos si nos olvidásemos de una risa sonora, infantil, deleitosa. Ya se ha escrito en este blog sobre el poder que tiene la sonrisa, pero se escribió casi como una virtud social. Bueno es que, sepamos reírnos en la soledad, en lo secreto, en el silencio. Y mejor aun es que, aprendamos a reírnos de nosotros mismos, porque eso sí que es gran virtud y buen remedio para llegar a ser noble: un real caballero.
Sin embargo, no me quiero extender mucho en este introito ya que los quiero dejar a solas con el mayor humorista que ha tenido nuestra amada patria Argentina: don Luis Landriscina.
Que lo disfruten...
¡Que viva el humor y sencillez! Gran humorista.
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