("Las hilanderas" de Velázquez.)
Se encuentran disputando sobre la propiedad de Tellus con sumo interés y vehemencia. Hay gran alboroto en la inmensa sala claroscura. Mientras, hilaban e hilaban quién-sabe-qué.
(Interrumpe violentamente tanto sainete la primera Señora.)
GUERRA: Enviada soy del Obscurísimo Amo de esta antiquísima Estancia y vengo a reclamar nuestros derechos, junto a mis crueles e indeseables hermanas, de poseer todo este pedazo de tierra sin vuestra presencia, arrugadas señoras.
PAZ: Te equivocas, incorregible Guerra, al llamar "hermanas" a las que son tus aliadas en el plan perverso que andan tejiendo, pues nada sabes tú de hermandad.
VIOLENCIA: Ya sales con tus discursos melifluos, estúpida Paz, que todavía no te das cuenta que a nadie convences con tus habladurías. Este lote será nuestro y por la fuerza, naturalmente.
VERDAD: Ay, Violencia, Violencia... te alteras por nimiedades y lanzas amenazas sin sentido. Aunque te sea dificultoso, razona un poco, y dime: ¿acaso este enorme espacio no se viene a la ruina cuando está al "cuidado" de vosotras? Ya hemos ensayado esta opción de dejarles esta pertenencia por un período -luego de que nos desalojaran bruscamente- y nosotras contemplamos desde afuera, con horror, espanto y tristeza, cómo destrozaban todo lo existente en esta Estancia. Ha llegado la hora de que se vayan, sí, y para eso hemos venido por mandato del poderoso Señor de este recinto.
HIPOCRESÍA: Bla, bla, bla... siempre tan seria la apestosa Verdad. ¿A quién crees que asustas, debilucha? Nuestro poder es mayor que el de tu "terrible", ¡ja!, Amo. En nuestro cinismo está nuestra victoria, sépanlo. Basta de solemnidades y ceremonias que aburren. Esta lugar será nuestro, sea dicho. ¡Bah!, ¡qué digo!, ya es nuestra... ¡Ja-ja-ja!
LUZ: Doña Hipocresía, por momentos logras causar miedo. Mas, al verte bien de frente, provocas lástima. Eres una pobre criatura que deshace todo lo que encuentra. Pero no dejaré que generes más daño de aquí en adelante. ¡Ea!
TINIEBLAS: Descuida, Hipocresía, que nosotras nos encargaremos de la potente Luz si intenta poner un mano sobre ti.
JUSTICIA: Me impacienta, hermanitas mías, por ver fuera de nuestra Casa a estas detestables usurpadoras. Vano es que las hagamos pensar, y más vano creer que obraran conforme a nosotras. Están destinadas a la perdición. ¡Son malparidas!
MENTIRA: Justicia, pero ¡qué bruta eres! No te has enterado aún que lo que más deseamos con mis venenosas compañeras es vuestra aniquilación y la perdición de este sitio horrendo.
BIENAVENTURANZA: (La más joven de las venerables Damas interviene en la disputa con especial autoridad.) ¡Callaos, tontas y malas mujeronas, callaos! Más que venir a perderos y a destruir nuestro Hogar, son vosotras las que están perdidas por propia elección vuestra. Yacen derrotadas y humilladas desde mucho tiempo ha. Fue nuestro Padre quien hizo esta maravilla por el bien de Tellus y de sus habitantes. Pero vosotras sois porfiadas e insisten con su proyecto de iniquidad. Él venció, desgraciadas, a vuestro Engendrador siniestro. Por lo tanto, pues, (y levantando la voz) ¡Alejaos de aquí!
(Se interpone la Dama FIDELIDAD y es ella la que recibe el fatal mordisco quedando herida de muerte. En esto ingresa gravemente el Padre y Rey de toda la grandiosa propiedad. Su nombre es Don Amor.)
(Don Amor primero se acerca a Fidelidad y la cura a la vista de todas. Las despiadadas Ancianas quedan pasmadas y aterradas, e inician la agitada retirada huyendo despavoridas.)
AMOR: Huid, malvadas, y decidle a ese Perro cobarde que nada pueden ni vosotras ni él contra mí. Soy el Amor primero que reina en Tellus y más allá de esta pequeña Estancia. Soy yo el Padre de estas hijas mías, guardianas ellas de esta conflictiva morada. Soy yo, el Amor, que vengo a poner orden y a dar vida abundante a este lugar sombrío y gélido.
(Pausa expectante.)
Que comience la Fiesta.
(Mientras tanto, las mujerucas rabiosas salen disparando de la Estancia, dando escalofriantes alaridos. A lo lejos, en un rincón ignoto, una sombra misteriosa espera a sus torpes enviadas con una ira indescriptible...)
("Sueño" de Doré.)
"Tal vez, en una esquina melancólica, aguardaba expectante otra dama: era Belleza. Ante el destino feliz, sonrió dulcemente y acaparó las miradas complacientes de sus amigas..."
ResponderEliminarDon Hilario, ¡una maravilla la originalidad de este escrito! Gracias.
Capitán Dalroy.-
Excelente escrito querido Hilario;
ResponderEliminarNo me quedan palabras para decirlo, así que me uniré a las del Capitán para decirle simplemente: ¡Gracias por su maravillosa entrada! Muy original, algo muy característico suyo.
No quiero agregar más para que no pierda protagonismo el agradecimiento.
Abrazo zambero,
Camilo