martes, 3 de octubre de 2017

Una Peña como las de antes (III)

Una Peña como las de antes.
…Y luego de los intensos aplausos que respetuosa y largamente sonaron, los guitarreros retomaron con una preciosa zamba, que agitando pañuelos más de una pareja bailó…

 Tomo la pluma para narrar una de las farras que más he disfrutado.

 Había un grupo de cuyanos que emprendió un viaje a las tierras del norte. Luego de recorrer el jardín de la república, cuna de la independencia, y de visitar la colorida Jujuy, los viajeros esperaban ansiosos su próximo destino. Salta, la bien llamada “Linda” recibía a los mendocinos, quienes esperaban disfrutar de unos bellos días en las tierras del general Martín Miguel de Güemes.

 ¡Qué decir de aquellos pagos! todo lo que en el folclore nacional se cantaba se hacía visible a los ojos de aquellos jóvenes, de entre los cuales se encontraban varios gallardos. La plaza 9 de Julio, su catedral y un sinfín de lugares y monumentos que hinchaban de patriotismo a quien los viese.
 Pero para no dar más vueltas y llegar a la escena que dio inicio a mi relato, paso a contar la última noche en la norteña provincia.

 ¿Porque podían estar más ansiosos esos gallardos, sino en asistir a alguna de las renombradas peñas donde el guitarreo y los bailes típicos son constantes? Con las mejores prendas que pudieron rescatar del largo viaje, usando boinas para entonar con la tradicional ciudad, marcharon hacia la renombrada “Casona del Molino”. ¡Cuántos célebres maestros del folclore habrán pasado por el famoso rincón salteño donde se encuentran los amigos, las guitarras y los bombos para disfrutar de una verdadera peña, expresión de nuestras costumbres!

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 Entraban a la vieja casona, pasando por los primeros cuartos, donde ya varias personas se acomodaban para disfrutar de las comidas típicas de nuestro país. Estuches y partituras ya se iban divisando, y las salas estaban decoradas con un tradicional aspecto gauchesco.
 Tras recorrer la larga casa, el grupo de mendocinos se acomodaba en el patio trasero, lugar más amplio del “bolichón”, donde paisanas ubicaban a los viajeros en distintas mesas y a la luz de las velas les ofrecían empanadas y locro.
 Allí no había artistas contratados. Cada cual llevaba su música. Por suerte en este grupo estaba Don Camilo y alguno de sus secuaces, que lo acompañaban con guitarras y un bombo.

 Consumida la cena, llegaba el momento ansiado, donde en cada cuarto y patio de la casa vieja distintos músicos comenzaban a producir tradicionales cantos. Y para no quedarse atrás los de la tierra del buen vino comenzaron a hacer sonar los infaltables temas de los Chalchaleros, Rimoldi Fraga, Jorge Cafrune y más.

 La fiesta estaba armada. Al ser numerosos los de Mendoza y generar tantas risas, aplausos y famosos “aro, aro...”  atrajeron a distintos paisanos y turistas, que se sumaban pidiendo canciones y bailando en pareja.
 La alegría y diversión se desbordaban en la peña. Las paisanas traían vino, la gente bailaba cuecas, gatos y chacareras, las risas sobraban y ya se veían más de un par de sonrisas violetas por el buen beber.
 La mirada atenta de Don Ábila había distinguido a una pareja, ambos de cincuenta y pico, que animosos venían acompañado la velada. Cuando los cantores avisaron que iban a entonar una zamba, ellos se miraron. Pero no solo se vieron, sino que se entendieron y compenetraron con la mirada; sin quitar los ojos que intensamente depositaban en el otro sacaron el pañuelo que anudado envolvía sus camisas, y armaron espacio para “volar” la zamba.

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 No son mis palabras suficientes para describir el magnífico momento que fue ver bailar esa zamba. Digna de otro escrito, que encierre en palabras lo que una lluvia de aplausos le daba fin aquella ocasión. Aquella pareja quedaría en la memoria de varios de los presentes aquella primaveral noche.

 Luego del popular popurrí de temas que reprodujeron, Don Ábila y Don Calixto Medina insistieron al di Benedetto que cambiasen el repertorio y cantasen las del “Palote”. Querían que el resto de los comensales pudiesen oír las letras del gran poeta cuyano Alfredo Bufano, y honrasen a nuestros caídos y veteranos malvinenses.

 Así fue como comenzaron a sonar las canciones del querido “Ale Lópe”. Con orgullo y patriotismo uno de los jóvenes tomo la palabra ante todos para comentar quien era el autor de esas canciones que evocaban a los mártires, a Mendoza y a los caídos y veteranos del sur. Y en modo apostólico explicó que era lo que este grupo de cuyanos entendía con el folclore, sus tradiciones y la sana música. También el porqué de recordar a nuestros combatientes y no dejarlos en el olvido.
 Esas palabras habían generado un ambiente distinto y emotivo en la que ya era una épica noche. Y con el pecho inflamado de emoción todos los viajeros entonaron “A LOS HÉROES QUE QUEDARON” sintiendo cada oración en el alma.

 Al finalizar la canción, se puso de pie aquel paisano que había bailado (o como dije, “volado”) la bella zamba. Pidiendo permiso tomo la palabra y dijo:

-    -  Quiero agradecerles de todo corazón por lo que acaban de hacer. No dejen jamás de cantar y honrar a los caídos en la guerra y tampoco se olviden de nosotros, los veteranos.-

Así era, aquel hombre que había hecho humedecer la mirada de algunos gallardos con la zamba, era nada más y nada menos que uno de nuestros veteranos de guerra, y sin saberlo le habían hecho un gran homenaje. Y Continuó con lágrimas en los ojos diciendo:

     -   No saben la alegría que me da ver a un grupo de jóvenes que mantengan tan presentes a los que luchamos allá en el sur. Sufro mucho el que no se conmemore como se debe a nuestras islas. Muchos días me levanto con un sentimiento extraño en el pecho por la guerra. Y aquí mi esposa –y con la mirada señalaba a la paisana con la que había bailado la zamba (aquella indescriptible mirada) y que ahora lo sostenía con un abrazo- les puede asegurar que esos días son difíciles para mí.-

 Y terminó diciendo:

    - Hoy fue un día de esos. Y ahora llegar esta noche y encontrarme aquí con este gesto, que decirles… se me llena el alma de esperanza por nuestra querida Argentina.  Muchas gracias de verdad.-

 A más de un viajero puedo asegurarles (incluyéndome) que se les escaparon sentidas lágrimas. Y para no ser menos, otro de los comensales, cordobés si mal no recuerdo, también se paró para tomar la palabra. Este había pasado la noche sentado con una botella de vino y un cenicero, pero no por eso no había cantado y aplaudido a lo largo de la velada. Con un nudo en la garganta dijo:

-      -    ¡Yo también luché en Malvinas!-
 No pudo decir más, solo soltó un cortado ¡Viva la Patria! que al unísono respondieron por igual todos los presentes.

 ¿Providencia? Seguramente la que quiso reunir una misma noche en un rincón salteño a dos veteranos de guerra y a un grupo de jóvenes que sin saberlo cantaban en su honor.

 Y para no aflojar al homenaje, todos los que asistieron a la peña salteña se pusieron de pie y entonaron “NO TE RINDAS” para los veteranos. Había una mezcla entre emoción, respeto, orgullo y alegría en la famosa “Casona del Molino”. Los mendocinos abrazados uno al lado del otro sin aún poder creer lo que sucedía y coronando una especial noche se desbordaban de patriotismo. Al terminar la canción un cada vez más fuerte ¡Viva la Patria! se repetía y no hubo persona que no tuviese la piel de gallina. Y luego de los intensos aplausos que respetuosa y largamente sonaron, los guitarreros retomaron con una preciosa zamba, que agitando pañuelos más de una pareja bailó…

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 -Don Ábila de la Mancha-

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Espectacular querido compadre!!!

    ¡Inolvidable aquella noche, realmente inolvidable!... Me retomé como en sueños en el tiempo mientras devoraba cada palabra de su escrito. Los que vivenciamos el hecho sabemos que las palabras jamás logran decir con acabada exactitud lo que realmente pasó: los sentimientos mezclados, la amistad y el patriotismo fusionados en el aire (como justamente apuntó ud.), el canto y la risa, etc., etc.; mas aun así usted logró re-vivir en mi todos estos pensamientos y recuerdos (no olvidados aunque un poco distorsionados por el paso de los años).

    Lo felicito y lo vuelvo a felicitar. ¡¡¿Qué más decir?!!... Simplemente como me gusta decir: "¡No queda más!... me saco el sombrero y aplaudo"

    (P.D.: Le confieso aquí, públicamente, que me emocioné mientras leía...)
    Un gran abrazo

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  2. Espectacular entrada Don Ávila! Pase por estos pagos mas seguido! Creo que no se puede hablar de folclore sin patria, ni patria sin folclore. El tesoro de nuestras costumbres es inmenso. Le mando un fuerte abrazo!!!
    Don V

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