En un día cálido cualquiera, una liebre corría ágil de un arbusto a otro. Apareció entonces un conejo, y se burló a voces gritando:
-¿De qué te sirve correr, necia liebre? Pierdes el tiempo pudiendo aprovecharlo en el estudio de las plantas, como yo. ¿No sabes acaso que el conocer las plantas y sus tipos es lo más noble que un animal puede hacer?
Y así era en efecto, el conejo era muy erudito, pero el estudio le quitaba tiempo para el ejercicio.
En eso se hizo el silencio en el bosque, y ambos animales se pusieron alerta. Como un gigante apareció de un gran salto un puma, y comenzó a perseguirlos. La liebre, ágil, se escapó fácilmente, pero el conejo quedó rezagado y cayó en las garras del puma feroz.
"El que se salva sabe; el que no, no sabe nada"
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El Emigrante Nostálgico
Aaaaa querido Emi, ¡qué temerario es usted al embarcarse en esta aventura de las fábulas! Son a mi humilde entender lo más parecido a las "parábolas" que utilizó Nuestro Señor para enseñar tanto a doctos como a ignorantes.
ResponderEliminarImpecable para ser la primera, me gusta mucho el estilo de los animales cual San Leonardo C. en sus cuentos camperos. Siga así, esta veta de oro nadie la ha explotado aún y creo que ud. es el indicado. Espero que sigan lloviendo sobre este Blog.
Abrazo a la distancia
Don Camilo