(momento en que Cristo pasa la noche en el calabozo luego de ser sentenciado a muerte por el Sumo Sacerdote)...
JUEVES SANTO
Hasta cuándo Señor
voy a seguir así,
hasta cuándo te diré
que Si te quiero seguir,
mintiéndome con proyectos
que nunca logro cumplir;
hasta cuándo esta incongruencia:
de querer y no asumir
querer ser tu fiel caballero
mas no me entrego entero a ti;
y continúo en la farsía
de excusarme para aquello,
que debiera brotar sincero
del corazón con alegría:
que es el Amor Verdadero
que un día te prometí
que sería para tí
hasta mi día postrero.
Mas el mundo con sus tramas
junto con diablo y la carne
me tienen en firme amarre
que son mis caídas y mañas,
mi soberbia y mi holgazana
manera de vivir en casa,
que mis padres me reclaman
al menos con hacerme la cama;
pues la Pereza es dama
del maldito señor Pecado
que en el más zonzo recado
me tiende sus artimañas.
Por eso Señor te pido
que ponga mi Vanidad en remojo,
si para eso fuese requerido
arrancar mis dos ojos,
pues ya llegue ciego, tuerto o cojo
al Cielo quiero entrar,
porque sería sino un rufián
si no entrase bien herido,
porque al fin he comprendido
que se entra por la puerta de Servicio.
Y aquí me tienes Dios mío
velando aunque sea una hora,
oyendo que tu alma llora
sabiendo el dolor del suplicio.
El tiempo ya no demora,
al alba llegará tu juicio
que el infame hombre se otorga,
¡qué ingratos hemos sido!
En cada falta, un olvido
en cada olvido, un descuido,
y éste triste no es más
que otro intento de amor fallido,
al que nunca te correspondo
aún sintiendo el gemido
de tu pena que cala hondo,
y yo como siempre tonto,
te dejo un amor vacío.
Por eso repito y digo:
¡hasta cuándo Señor, hasta cuándo!
te voy a dejar esperando
en aquel calabozo de olvido,
en que paciente tú orando
aguardas beber la copa
de la Voluntad del Padre Santo,
traspasado luego tu costado,
en una Cruz y sin ropa
mueras de amor desbordado.
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