lunes, 2 de abril de 2018

Yo, el ancla

El siguiente texto es escrito para expresar el sentir de este gallardo enamorado de sus amigos...

Fue el cambio el que hizo que yo, Zaqueus, desconcertado sacara la vista del piso y comenzara desesperado a buscar cómo perseguir la Luz. Pues como en el Evangelio, había sido claro, y he aquí el porqué del nombre de mi gallardo bautismo... ''Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa''

La misión era clara y aterradora, buscar al Dios vivo. Pero mi inestabilidad era contraproducente al momento de elaborar un plan para conseguir aquello.
Para reconfortar mis miedos me fue dada una mano amiga, que si el azar fuese real habría perdido yo la cordura por la sorpresa al ver quién me ayudaría. El noble Jimmy, un pequeño y gordo morocho la última vez que yo de él había sabido, fue mi fiel amigo. Y de a poco comenzó a introducirme en este grupo de gallardos. Maravillado por su estilo de vida comencé a observar en detalle los comportamientos de aquellos, tuvo lugar ahí el descubrimiento que cambiaría mi percepción de la religión, ellos no eran felices por saberse buenos, por el contrario, su felicidad estaba firmemente ligada al saberse malos... Fue un largo proceso, y sigue siendo, el de comprender aquello. Comencé a preguntarme cómo haría yo para encajar en este grupo de amigos, y mis preocupaciones fueron incluso más grandes que sus expectativas, pues ellos solo querían compartir un trago junto a un alto fuego, reir de las cosas que ameritan la risa, cantar a la noche y a las mujeres, y acompañar unos a otros en la Ruta.

Pronto pude sentirme ya parte del grupo, y ahí pude tomar un rol entre ellos, el ancla...  Reposado en el fondo en silencio, aportando un simple, pero mágico, sauce para ofrecer comodidad a mis amigos. En este navío que intenta constantemente corregir el rumbo siempre con el cielo como destino, yo quise ser el ancla. Aquellos estudiosos gallardos quienes con sus meditaciones logran enclarecer mi alma eran mi navío, entonces si iba a ser yo el ancla, intentaría serlo de la mejor manera. Así, luego de leer alguno de los emocionantes escritos del erudito Don Virula, lo recibiría yo en mis pagos, con un fuego para calentar sus pies, un vino para calentar su garganta, e historias de mujeres y zambas para calentar el corazón. Así entonces podría yo en el silencio llenar mi alma escuchando a mis amigos hablar bajo las estrellas para cuando llegue la soledad sopesar sus palabras y meditar en intentos de contemplación de la Belleza. Y fue silente que logré aprender de cada uno de los gallardos, la nobleza de estos conmovía mi corazón y mis ojos intentaban e intentan atrapar cada detalle del comportamiento de estos torpes cristianos. No de mi aprendizaje queda excluido por la distancia el Odiseo Emigrante, cautivo lejos de su propia Itaca mendocina. Sus escritos son un haz de esperanza en la vida entregada a Cristo para mi alma.

Y como si poco fuese lo que recibía espiritualmente, luego ellos, observadores, comenzaron a agradecer y con sinceridad, mi actitud de ancla, supe entonces que yo apreciaba tanto a los marineros como ellos a mí. Y con una sonrisa comencé a pensar que de eso se trata la amistad, una balsa llena de pobres hombres, incapaces de llegar por sí mismos. 

Amigos lectores, gallardos y nobles
No se entienda por desventura
Que de su charla se nutre unicamente mi alma
Más sepan, marineros, siempre allí encuentro la calma

Si ayer mi mano estuvo sola
Hoy una de las soñadas elfas la toma
Más de una manera u otra mi presencia siempre los espera

Bajo el sauce potente
Mi mirada quemando el horizonte
Anhelando siempre una boina que asome 

Y así dar mecha al fuego protector
Y el ávido lector Young a su pipa dé calor
mientras la noche se lleva entero el color

Siempre una silla expectante
Espera ser un día por fin reclamada
Por el Odiseo errante, gallardo Emigrante

Dichoso yo cuando el fuego es alto
Abundan los tragos y cantos
Conque de la noche siempre lo mejor
Son marineros y gallardos, buscadores del amor


Zaqueus de la Guerma

5 comentarios:

  1. Bien, realmente es difícil comentar un escrito así. Es complicado describir sentimientos ¿como podríamos llevar a las palabras lo que nos pasa en el corazón cuando vemos la foto de nuestros abuelos fallecidos? ¿Que orador podría describir la tierna mirada de un sobrino invitandonos a jugar? O quién se animaría a explicar las miradas de dos jóvenes enamorados, como he sido testigo del neo-romance entre el noble Zaqueus y la reina de Castilla. En situaciones así, como en la amistad son temas tan inabarcables que no basta solo con hablarlos ni escribirlos. La experiencia es vital, por eso es que me siento un privilegiado en tener amigos como los que tengo. Un escrito así me transporta a millares de momentos y lugares. Querido Zaqueus gracias por hablar sobre la amistad, realmente has penetrado en mis venas, feliz estoy de que seas mi amigo, como nos repetían de niños, '' al cielo no se llega en taxi, sino en micro con todos los amigos''que El Señor nos de la gracia de estar con Él en el paraíso. Por último, cuanta verdad has dicho al decir esto [ellos no eran felices por saberse buenos, por el contrario, su felicidad estaba firmemente ligada al saberse malos...] reiteró mis agradecimientos y le daré gracias a Dios por ponerme al lado a los mejores amigos del mundo. Saludos.
    Don Rionnes

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  2. Excelente Zaqueus!! Gracias por bajar pronto mi amigo!!

    el Dr.

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  3. Querido amigo, querido entrañable amigo mío, me ha conmovido hasta las coyunturas! No me olvido aún de ese día que conocí a un silente y enérgico Zaqueo, que con sus ideas de libros y cuentos me entretuvo por horas. Bienvenido a la barca (aunque ya fue hace tiempo la bienvenida) de los que lastimosamente buscamos el cielo, a modo de naúfragos y peregrinos. ¿Pero qué sería de este grupo de navegantes, enamorados y malditos, sin un ancla, sin su robusta, silente, desapercibida y tan necesaria ancla? Salud mi amigo!

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  4. Feliz cumple querido Ancla. Tu tío, Escrutopo.

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  5. Nuevamente, estremecedor su escrito. Usted siempre ha sabido superar toda pretensión. Si una noche le hablamos de elfas, usted consiguió una mejor que la descripción. Si lo instruimos en poesía, usted escribió la mejor... Y así, inconscientemente, cada parte de la barca abastece a la otra, en perfecta armonía. No debemos dejar de exigirnos el crecimiento interior, pues el crecimiento del otro, resulta ser el mío.
    Por otra parte, me conmueve el saber que usted realmente se siente así. Mas sepa, que la esta nueva amistad, se ha fundado sobre roca, y cuando esto ocurre, nada puede arrebatarla. Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro, y aquí mismo ha ocurrido estas palabras del Evangelio. No se puede estar más agradecido.
    Saludos, Don Virulana

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