lunes, 17 de diciembre de 2018

El Problema de las Aventuras

  Cabe decir, antes de comenzar, que el Problema con las Aventuras pertenece a aquellos que resultan antagonistas del gallardo. Aquellos condenados a tratar de ser felices sin importar como y donde, aquellos que no se encuentran, aquellos que no ironizan y que se afanan por crear un mundo sin encanto alguno...

  El Problema de las Aventuras es una conclusión a la que se a llegado gracias a muchos "problemas" anteriores, entre ellos esta la sensación constante de vigilancia que sufren los jóvenes, el Mundo Espiritual y la Falta de Originalidad.

  El Primero de estos subyace en una idea cristiana corrompida que nos lleva a complacer al prójimo en lugar de amarlo, los jóvenes de hoy son vigilados por sus congéneres con quienes tienen una relación de Gran Hermano. Viven para que otros los admiren, comunicando sus vivencias a través de Istagram, Facebook, Snapchat, etc. Son egoístas y solo se preocupan de los demás conforme a si son o no una audiencia. Desde publicar fotos de vacaciones a usar la sensualidad como arma para llamar la atención, se usa a la audiencia para que diga (o pensamos que dice) "Oh que feliz debe ser" o también "Oh mirá cuantos amigos tiene", "Que buen asado se comió", "Que bien le queda la boina"
  Esta gran exposición tiende a llenar de vacío a quién se expone. Una mañana 2000 seguidores son deslumbrados por su sonrisa, por la tarde todos le dan la espalda por que alguien sonríe más o mejor; o se pinta el pelo de rojo; o es más gracioso. Imaginen la frustración desgarradora que supone ser una estrella fugaz o no llegar nunca a serlo sin saber bien el por qué.
  El problema del Gran Hermano puede llegar a los encuentros más cercanos. ¿Quién no se a reído de un chiste que no entiende solo por que los que tiene al rededor se ríen? ¿Quién no dijo alguna vez alguna idea que no entendía del todo solo para parecer un poco más inteligente?

  El Segundo Problema es más evidente, "vivimos en el Mundo pero no somos de él", sin embargo muchas personas viven pensando que el Mundo es un gran lugar para estar. Se acostumbran, y gracias a esto comienzan cambios que nos atraen más a este que a nosotros mismos.
  El problema del Mundo Espiritual no es, a mi parecer, que nos aleja de Dios, sino que nos aleja de nosotros mismos, nos desinfla, y nos transforma en esclavos. Zombies que caminan de aquí para allá siguiendo fines nobles atención, fama, gloria... pero sin esforzarse por ello. Pues el mundo los a convencido que la meta para lograr algo es la alta confianza en sí mismos, no la disciplina, ni el trabajo duro, ni la humildad. Por consiguiente el fracaso no se hace esperar y eso solo los destruye más y más.
  El Mundo Moderno tiene varios Ídolos para solventar esta idea, los youtubers son unos de estos, personas jóvenes, millonarias por tener una estúpida idea, o una linda cara o saber contar chistes. Propaganda que la persona común consume sin límites.

   El Tercer y último problema suele ser la falta de Originalidad. La masa de personas que no quieren estar dentro de la masa... tanto el primer problema como el segundo tienen participación en este dado que, gracias al "Gran Hermano" moderno, todos buscan ser famosos por hacer algo que otros no hacen. (Es casi gracioso que cada vez más chicas se pinten el pelo con colores extravagantes, pregonando ser diferentes) sin embargo le tienen miedo al rechazo y es por eso que les asusta hacer cosas que estén muy por fuera de la regla. 

  Las aventuras son contrarias a estas tres ideas y para demostrarlo tomaré la figura de Bilbo Bolsón. 
  Bilbo va contra el primer problema al no interesarle lo que dirían los demás ya que este se apellidaba Bolsón y estos eran muy respetados por no tener aventuras por lo que fue tratado de "raro" por quienes lo conocían. Contra el segundo porque una aventura nos pide alejarnos un tiempo del Mundo en el que estamos cómodos, el caso del hobbit es su querido Bolsón Cerrado y la Comarca. Y contra el tercero porque Bilbo hace cosas que podemos llamar "originales" sin buscarlo, obligado por la situación o por los enanos y no busca gloriarse de ellas, sino que las completa con la más firme humildad y sencillez. 
  Conviene recordar a este pequeño hobbit a veces, pues, a mi parecer resulta uno de los más grandes personajes tolkenianos, incluso más que Gandalf.

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El Corsario Negro

Alcoholoquios: la conciencia


-¡Silencio! –Gritó el Hidalgo en medio del alboroto- A ver si en el silencio escuchan esa voz que dicen tener en su interior.

Todos callaron, más intimidados por el vetusto Quijote que por hacerle caso voluntariamente.

-¿Y? ¿Escuchan algo? –dijo con tono de burla.

Los gallardos callaron haciendo un acto de verdadera ascesis, por venerar al anciano gruñón, pero más de uno pensaba que un buen piñón en el pómulo izquierdo le vendría de maravilla.

-Son unos zopencos si piensan tener una voz interior –añadió el Manchego, pero mejor hubiera sido no hacerlo.

Don Virula no pudo contenerse más, tiró al suelo el vaso de whisky que estaba tomando y pegó un grito de desahogo que pareció un puma feroz y hambriento. Ares lo había poseído, pero aún quedaba parte de Apolo en él que lo frenó.

-¿Calentito? –comentó el Quijote con sorna, ya para rematar.

Y aquí sucedió todo de forma tan rápida que no sé muy bien si sabré explicarlo. La escena era la siguiente: don Virula saltaba con sus cuatro patas hacia el Hidalgo, que se ponía en guardia con los puños en alto, en un estilo propio del boxeo antiguo, moviéndolos en círculos. Don Camilo, que bebía su coñac, lo escupía por la nariz mientras, sorprendido y preocupado, se levantaba rápido para frenar el trayecto de su hermano. Sancho dejando la pata de pollo que comía y limpiándose con la manga la boca, se levantaba para colocarse delante de su amo. Jimmy, a la izquierda de don Virula asomaba con su honda, listo a encajarle un piedrazo en el medio de la frente al Quijote. The Young Writer se paraba extendiendo su brazo y gritando a la vez, avisando al Manchego del hondazo que se le venía. Y el Marqués de Godoy se servía un whisky en su copa, sentado en su sillón contemplando jocoso la escena que frente a sus narices se desarrollaba.


Conclusión de todo esto: el provocador Hidalgo recibió ese piñón en la cara, el calentón de don Virula recibió el hondazo fallido de Jimmy en la parte de atrás de la cabeza, don Camilo un codazo de su hermano, y a Sancho se le cayeron todos encima. Estaban ahora todos en el piso, habiendo recibido su parte y sin ganas de continuar la pelea. En eso se oyó una voz sofocada:

-¡No puedo respirar, por favor! ¡Sálganse que me aplastan!

Era el pobre Sancho.

Todos tornaron a sus respectivos asientos, silenciosos y culpables. Al rato tomó la palabra el Quijote rascándose el chichón que le había salido:

-Quiero pedir disculpas. Me dejé llevar por la efusividad de la discusión, todo esto ha sido mi culpa.

-La culpa fue mía –dijo don Virula encendiendo un cigarro-, pasé fácilmente a las manos sin poder contenerme.

-¡La culpa es de los dos! –Gritó Sancho- ¿Dónde está mi pata de pollo?

Todos soltaron una carcajada que aligeró el ambiente tenso que había. Don Quijote y don Virula se dieron un abrazo reconciliador.

Recargaron todos sus tragos y prepararon y encendieron sus pipas y puros. Estando así un rato, y habiendo añadido leña al fuego que menguaba, tomó la palabra el Marqués de Godoy:

-Me alegra que se hayan reconciliado, compadres, vienen bien a veces unas piñas como estas. Pero quisiera retomar el tema en cuestión que quedó sin concluir, y que me pareció bastante interesante. Si me permiten seré el moderador para asegurar un final cordial.

-Tengo entendido, entonces, que nuestro caballero andante sostiene que no hay ninguna voz en nuestro interior que se llame conciencia, y que tampoco la conciencia es algo innato con lo que nacemos. Por el lado contrario, sostiene don Virula que la conciencia es la voz de Dios en nuestro fuero íntimo. Explíquenos, Hidalgo, ¿qué es para usted la conciencia, pues?

-Bueno… es una pregunta difícil, la verdad –puntualizó el Quijote-. Aún no lo tengo del todo pensado y corro el riesgo de equivocarme; pero como estamos entre camaradas, les confío mi idea de conciencia para que la pensemos. Veamos si sé exponerlo breve y claramente.

-Creo que ha habido una tendencia errónea desde Lutero a esta parte, y es el hacer de la conciencia un «sustantivo» cuando en realidad es un «verbo» (lo mismo que se ha sustantivado la libertad, que siempre ha sido un mero adjetivo). Me explico, la conciencia no es una potencia como lo es la inteligencia y la voluntad, no es un «sub-apartado» de ninguno de ellos. La conciencia es un acto propio de la inteligencia, una acción, o al menos eso dice Santo Tomás. Si tuviera que definirla, diría que la conciencia es un acto reflexivo del entendimiento. Por este acto reflexivo, el entendimiento es consciente de lo que el hombre conoce en la realidad (la naturaleza de las cosas), a la vez que es consciente de su modo de obrar. Y, comparando ambas cosas, se da cuenta de si obramos conforme a la naturaleza de las cosas, o de si obramos contra ella.

-¡Muy interesante! –Exclamó don Camilo- Hay en Ética un principio llamado de «unidad de conciencia» que, dicho en cristiano, sería así: obra como piensas, o acabarás pensando como vives. Y creo que es porque cuando somos conscientes de que nuestro obrar no condice con la naturaleza de las cosas, sabemos que estamos haciendo mal, y eso nos incomoda.

-Claro –dijo Jimmy- y, ante esa violencia interna, hay dos salidas: cambiar de modo de obrar, que es la salida virtuosa; o cambiar de modo de pensar, que es la manera viciosa de salir.

-Tiene sentido… -añadió don Virula-. Por eso, el ideólogo es el que toma esta segunda salida, de adaptar su pensamiento a su modo de obrar. E incluso va más allá, intenta cambiar la realidad, porque en el fondo se da cuenta que la realidad no es como piensa.

-¡Excelente! –Gritó Sancho- ¡Este pollo está verdaderamente excelente!

Soltaron una carcajada general por la ocurrencia del Panzón de Sancho. Pero, después, volvió a tomar la palabra don Quijote:

-Caballeros, dicho todo esto, quería terminar concluyendo que cuando la Iglesia dice que Dios nos habla en nuestra conciencia, es cierto. Pero hay que saber entenderlo. El modo en que Dios nos habla es a través del orden impreso en su creación, a través de la ley natural que conocemos en la esencia de las cosas. Digamos que lo que conocemos son las leyes por Dios impresas en las cosas, por tanto, sí, Dios nos habla, pero no en sentido literal, salvo contados milagros históricos.

-Ea, pues, querido Hidalgo –dijo don Virula-, celebro que hayamos podido charlar este tema en el Alcoholoquio de hoy. Quien siga con discrepancias frente a la idea de conciencia aquí planteada, que hable. Y si no hay más discrepancias, pasemos al asado, que el gordo de Sancho con el pollo ese, me hizo rugir de hambre. Pongamos algún matambre, llenemos nuestros vasos, y brindemos por nuestra amistad.

Dicho y hecho, aquella noche guitarrearon, comieron y chuparon hasta que se hizo día y el sol salió de su escondite. Y es que la voz de la conciencia les decía que hacían bien…

martes, 4 de diciembre de 2018

Consejos para tener un buen día


Si el día es adverso
dedíquele un verso

Si el día es rutina
escríbale poesía

Si la mañana es helada
cántele una tonada

Si el estudio lo abate
enfréntelo con mate

Si el viernes ha llegado
récese un Rosario

Si por fin es Sábado
cómase un gran asado

Si llegó el Domingo
léase un buen libro

Si ya es de noche
pida a Dios perdón
y si al día amanece
agradézcale al Señor.



jueves, 22 de noviembre de 2018

Tardes de melancolía: "La convicción"

Mientras esperaba en la vereda, Zaqueus secaba con la mano el sudor que caía por su frente. Era Lunes (vale aclarar que era feriado, para que no se tilde a los involucrados de vagos) y hacían 30 grados. De repente su amigo y compañero de tardes melancólicas abrió de un tirón la puerta principal de la pintoresca casa ubicada en Los Gamos. Sus prendas indicaban que habría estado haciendo trabajos caseros, una vieja remera de fútbol y un pantalón corto que de seguro sería de su padre. (Se detalla la falta de magia, exterior, en la situación para aclarar que los gallardos no precisan de una noche estrellada junto a un fuego chispeando y un buen vino para hablar de temas importantes)

Transpirados y sucios se brindaron un abrazo de amigos y el ruludo invitó a pasar al de la Guerma haciéndose a un lado para darle espacio. Tuvieron una corta charla simpática, en la que Don Virula explicó que había estado limpiando la pileta, mientras calentaban el agua para un mate. Luego partieron con todo lo necesario para el jardin y armaron un pequeño "campamento" provisto de una mesa pequeña, dos sillas cómodas, un termo y mate, seis medialunas y dos cajas de cigarrillos.

El tema a hablar fue la santidad, el buen Viru exponía cómo se da aquello en nuestro tiempo de tener por "idealizada" la santidad en el ejemplo de los personajes bíblicos y opinaba que la santidad a la que estaríamos llamados debía de ser "acorde" a nuestros tiempos y las cosas que en esta sociedad desafían al hombre Cristiano y suponen una renuncia.

— "Verás, por ejemplo: Mientras soñamos con evangelizar pueblos con la Biblia en una mano y un largo bastón en la otra, dentro nuestro sabemos que probablemente algo que nos acerque más al Señor sea el llevar una vida austera ¿De acuerdo?"

—"De acuerdo" Respondía el de la Guerma esperando el remate

—"Bien, no es bueno pensar que, porque idealizamos una santidad como las de antaño, pero en el fondo creemos ver las herramientas "actuales" que nos lleven a ella, entonces consideremos que estamos en el buen camino, ya que la primera es buena y la segunda también. ¡No señor! Y he aquí lo oculto de ese engaño: mientras vivimos añorando la santidad que no es, dejamos de buscar la que es, y no es suficiente con "saberlo en el fondo". Es lo mismo si dijera: "Yo en el fondo sé que está mal, por eso voy por el buen camino" luego de darte una bofetada sin motivo alguno. Eso, mi amigo, eso es tibieza y falta de convicción."

Luego el Viru escupió el piso, no porque estuviera indignado por aquello (probablemente lo estaría, pero ese no era el motivo) sino porque la vieja bombilla dejaba que se filtre la yerba del mate.

—"Sigue, amigo" Pidió Zaqueus sabiendo que aún no habría terminado de hablar.

—"Lo que digo es, querer algo para mañana, pero no hoy, sea quizás peor que no quererlo nunca. Si yo pienso que el día de mañana llevaré una vida sencilla y austera con mi familia en una casa pequeña y rústica, pero hoy no quiero dejar de llenarme de lujos o derrochar el dinero en lo primero que llame mi atención, pues... Y así se aplica con todo, nos llenamos de pensamientos llenos de sentimentalismo en cuanto al futuro y miramos con ojos de enamorada lo caritativos que seremos, y pensando en ello nos enojamos con nuestra hermana porque, al hacernos una pregunta nos sacó de aquella pomposa fantasía de qué tan bueno seré el día de mañana"

—"Entiendo... Que habilidoso ha de ser el coludo, que puede hacernos pecar incluso de soberbia en virtudes que aún no poseemos" Soltó Zaqueus exhalando como superado frente a lo complejo del engaño.

—"Sin embargo, non nobis domine non nobis, hemos podido ver esto. ¿Que si dentro de 2 semanas será tema olvidado? Posiblemente, pero no con una vida de oración y con un plan práctico" Respondió Don Virula.

—"¿Y cuál sería ese?"

—"Tantos... Por ejemplo: Si el día de mañana te gustaría donar 1000 pesos, empieza donando 1 hoy. Si quisieras llevar una vida austera con tu linda familia, empieza hoy renunciando a esa hamburguesa, a ese reloj, etc... Si quisieras el día de mañana que el Señor te bendiga con mayor entendimiento en temas espirituales, empieza hoy llevando una oración y meditación diaria... El pasado y el futuro son del diablo, no porque le pertenezcan claro, pero mediante la proyección a estar por fin realizados o incluso el recuerdo de haber sido bueno/malo alguna vez, nos distrae de nuestro propósito diario"

—"Claro, pero ¿De seguro no dirás que es malo planear, cierto? "

—"Ciertamente amigo, mas no olvides que hacer las cosas hoy como corresponde, es planear, es proyectar y crecer. Y más aún, es caminar con convicción hacia la santidad"

Zaqueus de la Guerma

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Luz y Sombra

Luz y Sombra 

  Sobre el silencio del cementerio luchaban tres Oscuridades.
  La primera era la más evidente. La noche la había arrojado con violencia sobre la tierra, como una cocinera a un trapo sucio, pero Oscuridad se había revelado y fue ella quien reinó entonces sobre las sombras. 
  Era una Oscuridad joven y hermosa, tranquila y tenue, fácil de espantar con la luz de un fósforo o con la débil claridad de las estrellas pero no había fuego cerca y estaba nublado. Por lo que ésta persistía.
  Entonces surgió otra Oscuridad. Estaba en el abandono, en la soledad, fluía por las tres únicas tumbas que, olvidadas, habían sido condenadas a existir por quién sabe cuanto tiempo. Goteaba por las raquíticas ramas del viejo árbol que dominaba la loma. Solo y casi seco, ignorado por los jóvenes y olvidado por los viejos, y corría por la hierba, escurriéndose en todos los rincones.
  Rápidamente esta Oscuridad dominó a la primera y se coronó reina del cementerio. Sin saber que, desde un rincón, a los pies de la tumba más antigua, una tercera Sombra  la observaba con una risa burlona.
  Arrodillado frente a la tumba había un hombre, y suya era la tercera Oscuridad. Y con ella sometía y absorbía a las dos primeras hasta transformarlas en parte de su reino de sombras. era la Oscuridad más fuerte y la más negra. El hombre tenía el pelo gris, pero de allí no venía la Sombra. No nacía de su poncho negro de lana o de la pequeña botella de licor que se movía en su mano, No claro que no, ni tampoco estaba en los tres nombres, casi ilegibles por el paso del tiempo, que tenía enfrente. Pedro, Esteban y Milagros Pérez.
  No, la tercera Oscuridad vibraba en su pecho, en sus lágrimas y en sus ojos, los cuales, no hacía mucho, habían ardido con la bondad y la alegría pero que ahora estaban apagados, fríos, apenas vivos. Como dos carbones enterrados en la nieve.
  A lo lejos el jefe de policía volvía de su ronda de noche. Echó una rápida mirada la cementerio y vio al hombre Oscuro. "Pobre teniente Perez" pensó mientras se daba la vuelta y continuaba su camino.


  Pero se dice por ahí que la Oscuridad es pasajera, y fue que esta perdió poder ante un pequeño, diminuto, casi invisible rayo de luz que comenzó a molestarla con su traviesa inocencia. Sombra miró hacia arriba y observó con enojo que una rebelde nube dejaba la comodidad de su sitio.
  El rayo naciente iluminó la cara del hombre haciendo brillar las lágrimas como dos diamantes del más puro corte. Oscuridad maldijo entre dientes y se propuso acabar con el rayo pero a pesar de sus esfuerzos no pudo acercarse a él y, aunque por un momento pareció que la luz cedía, esta no hizo otra cosa que agrandarse más y más.
  Surgió entonces una segunda Luz, tal como había sucedido con la Oscuridad, y esta se unió a la batalla contra la Sombra. No era tan pequeña o inocente como la primera, sino que parecía más madura y fuerte. Nacía de una idea un pequeño pensamiento, llamado esperanza, que se agrandaba poco a poco en la mente del marino.
  Nadie sabe el tema de nacimiento de esta idea pero la Oscuridad rugió alterada viéndose atacada por dos flancos.
  Pero era necesaria una tercer Luz y esta apareció e hizo que la Reina de las Sombras chillara de rabia y abandonara el cementerio. La nube rebelde se movió aun más y el viejo teniente dejó sus ropas negras y su botella de licor para alzar la vista y ver en el cielo tres estrellas, donde yacían las almas de los muertos. El hombre se limpió las lágrimas con el puño y comenzó a cantar; y esta era la tercer Luz.





El Corsario Negro

sábado, 17 de noviembre de 2018

Un día nublado



Era un día nublado, aunque no un día nublado acogedor. No era de esos días de nubes que invitan a uno a cebar unos buenos mates o tomar un buen libro para “enterrarse” en frazadas y leerlo de principio a fin. Ni tampoco era de esos días de nubes que obligan buscar a un amigo para tomar un café con cigarrito en mano y contemplar como su humo se desvanece con el gris del cielo. No, no era un buen día nublado.

Se preguntará el lector ¿Por qué? ¿Qué clase de gallardo no explota su melancolía, por mínima que fuese en su temperamento, para disfrutar un día nublado? ¿Qué extraña razón habrá para que alguien desprecie un día así?

La respuesta, estimado lector, es que había otra razón además de las incidencias climáticas para que sea un día nebuloso. La Patria estaba sufriendo, una tormenta arrebataba contra ella en forma de cuchillo punzante. La Patria estaba siendo apuñalada. Esta vez no de la manera que lamentablemente le ha pasado a lo largo de su historia. Ahora la hería un puñal más mortal, una daga interna la hacía desangrar. Un puñal que no sólo aniquilaría físicamente a los suyos, sino que condenaría gran parte del espíritu de ella.

Por eso era un mal día nublado, no solo tormentoso por grises (ya sea del cielo o el de las actitudes de muchos desinteresados hijos de la patria), también aterrorizaba el clima un verde corrompido. El ambiente de las ciudades de nuestro noble país se había poblado de un inmundo pañuelo. La ideología, con sus artimañas y engaños, llevaba puesta consigo a montones de mujeres y hombres (no tan hombres). Abanderados por intereses internacionales, presiones extranjeras, mundanos farandulistas y una gran masa de mentiras, enemigos de la patria querían imponer el asesinato del ser más indefenso de manera legal.

Acongojados, los fieles hijos de este suelo se gastaban en oraciones, sacrificios, obras y mucho más para evitar que su país abra las puertas a uno de los más viles y demoníacos genocidios.




Así fue como un día nublado de agosto, con toda esta “tempestad verde”, se dirigía Don Ábila de La Mancha a la casa de altos estudios del parque Gral. San Martín. Allí, en las famosas universidades, sobre los jóvenes estudiantes es donde la ideología se encarna con mayor facilidad. Por varios motivos supone uno, sea por la etapa de la vida en donde se encuentran con muchas cosas nuevas o donde las modas más cautivan. Por eso gran porcentaje del alumnado portaba el inmundo pañuelo.

 El gallardo ya se encontraba arriba del colectivo que, pasando por los majestuosos portones de antaño, se direccionaba hacia las facultades. Lastimosamente ya estaba acostumbrado a ver muchas mochilas, bolsos o hasta peinados adornados de este desagradable accesorio. Pero había veces que le sorprendía la cantidad de mujeres que lo portaban. Y aquel día de invierno fue uno de esos. El bus estaba repleto de pañuelitos. Con la nostalgia que traen los días nublados, sumado a ese despreciable entorno y a los días que se vivían en la Argentina, el De La Mancha no sabía si llorar por su patria o tomar el facón y arrancar uno por uno los pañuelos que traían consigo uno de los horrores más indignos de la creatura humana. Lo que si eras seguro que su corazón estaba desconsolado por lo que veía.

Y para peor, aquel horrible trapo tenía un efecto detestable que, carísimo lector, puede usted también haber padecido: Había una dama, compañera de Don Ábila de la facultad, que él y seguramente muchos otros valoraban por la belleza con la que Dios la había bendecido. Cómo diría un viejo doctor de leyes “Era de esas que al verla no quedaba otra que mirar pa´rriba y decir: Que bien que te salió”. Una de las tantas damiselas que servían a los gallardos para explotar su lado más romántico y caballeresco, tomar lápiz y escribir algún verso en aras de la hermosura de la mujer. Resulto que aquel día, cuando el joven descendió del “bondi” noto que aquella dama pasaba justo a su lado; y al verla noto rápidamente que su cuello se adornaba con aquella monstruosa tela verdosa, y ya su encanto estaba completamente arruinado.

Este es el efecto detestable que mencionaba, el pañuelo “orcorizaba” (permítase la expresión en referencia a los orcos o trasgos de los escritos de J. R. R. Tolkien) a las señoritas. Así como según dice El Silmarillion el malvado Melkor corrompió a muchos de los nobles, inmortales y bellos elfos y los transformó en orcos, humanoides de apariencia terrible y bestial; aquel trapo lograba en un instante que aquella quien supo ser, cual musa, fuente de inspiración poética pasara a ser un repugnante humanoide. Sus ojos de claro color se tornaban más oscuros, sus angelicales cabellos se engrasaban, cayéndose todos los de un costado dejándola a medio rapar. Su figura se encorvaba y ya no sonreía de la misma manera, hasta se engrosaban sus brazos y piernas. La respingada y perfecta nariz se lastimaba por un aro metálico. Al pasar uno dejaba de sentir arpas y violines merodeando a su alrededor, y daba la impresión de oír potentes redoblantes que anuncian la llegada del ejército enemigo.


     (inserte mentalmente la imagen de una señorita afeada con un pañuelo verde, el autor no quiso manchar el buen nombre del blog con tal representación del ataque de la izquierda sobre la mujer. Tal imagen orcorizadora no es bienvenida en este sitio)


El de La Mancha no podía más. Sumar todo lo tenebroso y nebuloso de aquel día a que una elfa se convirtiese en tal trasgo hacían del paisaje una semejanza a Minas Morgul. Y pensaba ¿qué se podrá hacer? La fealdad arrasa con cosas simples y nobles. Ir a la universidad, viajar en colectivo, las bellas damiselas, pasear por las cálidas calles mendocinas, todo estaba nublado, nublado de aquella daga que acogotaba a la patria y quería condenarla.

Después de un día de estudio, con los ánimos por el suelo, dolores de cabeza y el corazón asqueado, el gallardo retornaba a su hogar. Se subió a un micro que lo trasladaría al querido Godoy y pensaba: bueno, aunque sea allí en mis tierras me esperan grandes amigos que podrán poner su hombro para superar días nefastos como estos.

Y al ir atravesando el glorioso parque, entre álamos y sauces, Don Ábila vivió una escena muy particular. Justo cuando el colectivo giraba en una calle, observó por la ventanilla y distinguió un claro en las alturas. Varias nubes se corrían para por primera vez en el día dar paso a varios rayos de sol en el oeste, y sobre las montañas el cielo se vía por fin celeste. Con su luz rojiza, el arrebol tornaba el blanco de la nieve de Los Andes, imponente cordillera que hacía semanas no se veía completa por las tormentas, en una gama de colores sin igual. El cielo celeste asomando, las nubes rojizas, los últimos rayos de sol, todo como una caricia de la gran creación… aquella imagen le transmitió una increíble paz al gallardo, serenó su corazón y una lágrima de emoción bajo por su mejilla.

Su mente empezó a desmenuzar las vivencias de aquel día para poder comprender todas esas distintas reacciones. En vez de volver a su hogar, se fue rumbo a la capilla de adoración sacramental permanente que se encontraba en la admirable calle Perito Moreno (para más referencias consulten al Marqués del Godoy).

Antes de entrar el muchacho se encontró con otros gallardos, que acudían también a orar por su patria. Le convidaron un Chesterfield y un mate caliente, y descansó en ellos con una tranquila charla luego de un día raro. También eso serenó su alma y cambió su ánimo, tal como cuando se abrió el cielo para dar paso a la luz que iluminó las montañas y dio aquel hermoso paisaje mendocino de atardecer.

Luego se dispusieron a entrar a orar al Señor Sacramentado. Cuándo entraron, era tanta la gente que se reunía, que tuvieron que ubicarse en el templo mayor para que todos pudiesen meditar y acompañar a Cristo en la eucaristía.

Finalmente, el sacerdote dispuso la custodia sobre el altar. Todos los fieles cayeron de rodillas para rogarle a Dios por su tierra argentina. Y allí, arrodillado frente al Santísimo, el de La Mancha entendió todo, o al menos, desmenuzó en su interior una simple sentencia a su duda. Al ver a Nuestro Señor ahí para ser adorado, su corazón se terminó de ablandar, las inquietudes se borraron y una paz lo llenó, por mas nubes que oscureciesen tormentosamente su patria.

Se había cuestionado qué se podría hacer ante tal situación de la sociedad. ¿Cómo se podría luchar ante tantas ideologías corrompedoras, ante tantos engaños y mentiras?
Era tan simple. ¿Cómo no iba a serlo? Aquel bello paisaje, una charla con buenos amigos, y principalmente nuestro Señor permaneciendo con nosotros en aquel misterio de fe… “y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt28:20). La duda de Don Ábila se aclaraba sola, de rodillas ante el altar¡Sólo Dios Basta! ¿Cómo se salvará el hombre ante tantas nubes y tormentas? Con lo que hay que aferrarse y predicar, que...
                                                 La Belleza Salvará al Mundo.


Don Ábila de La Mancha












Humildemente dedicado a los 44 héroes del ARA San Juan, en el día del descubrimiento del submarino, un año después de su desaparición. Que nuestro Santo Padre de los Cielos los tenga en su Gloria.


jueves, 20 de septiembre de 2018

Dejando El Pago

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Nota: Estos versos fueron compuestos arriba del bondi. Para ser aún más precisos, sobre el 42. Refuta todas las teorías racionalistas en las que caemos de tanto en tanto, aquellas que predican la superioridad del automóvil por sobre el transporte público. ¿Y cómo no amar el 42, si desinteresadamente te lleva por las calles del Godoy, y por ende los lugares más hermosos del mundo? ¿Cómo no inspirarse, si uno es transportado por la gran Perito Moreno?
Pero eso sera motivo de otra entrada. Uf! y la Colón. Pero pasemos a lo nuestro.

Aro, aro, aro.... 

Estos versos van para un mulato,
Que bien sabe apurar la bota.
Este moreno se ha enamorao,
Y del club partió  Don Ojota.

                                                                  ........................

Yo era un pasiano gueno,
desos que aman la Pampa.
Yo a mi gusto iba y venía,
sin temor a alguna trampa.

En la juventú me divertía, 
con mi amigo de la villa.
Galope en par me seguía,
persiguiendo la tropilla.

Compartiendo las penas,
toda agonía me'era ligera.
Eras mi mesmo hermano,
no hay quien no lo dijera.

Juntos, habíamos jurado,
en cruel trinchera fidelida.
Nuestro mate es uno solo,
su facón pa mi, segurida.

"Nunca te'y de abandonar",
me dijo el moreno un día.
En guenas, y malas más,
y vi que aquel no mentía.

Mas tiempos muy duros,
de sequías en la estancia.
La garza, tijereta y biguá,
tenían ya pocas ganancias.

Jue, jue casi de mañana,
que al rancho vos viniste.
Como gallo que no avisa,
y con muy pesar dijiste:

"Hermano, ¡he'y de partir!
válgame el sol y el cielo,
que no quida otra opción,
heý de seguir mi desvelo.

Toma el mate que es tuyo,
tuyo también es el facón.
He de encontrar el anhelo,
que cautivó mi  corazón."

"¡Qué zonzeras son esas!,
respondí muy preocupao.
A este pago no lo dejas,
o que acaso andas curao."

"Nada de vino yo he tomao,
y en mi boca nunca mentí.
Mas déjame tu, explicarte,
pues se que te lo prometí."

"Venga mi buen compadre,
tome un buen cimarrón.
Alfoje ya sus lindas botas,
yo avivo un poco el fogón."

"Sabes questas son épocas,
que poco fruto da el campo.
Muy mala ha sido la cosecha,
seguimos con pésimo tiempo.

La carne no alcanza pa comé,
y la leña se agota pal inverno
Y acaso quién me va a calenta,
si continuamos este infierno.

Me he'y de ir a al lejos lugar,
ahí, donde amigos como Juan,
encontraron su gran fortuna,
junto a otros, y el gran bagual.

Los gorriones andan diciendo
qui tierra llena de mucha paz.
El malo se guelve muy tierno,
corazón blando encontrarás."

Yo sin entender nada todavía,
muy fijo le miré lo do ojos.
Cerré también las cortinas,
al portón dispuse el cerrojo.

"¡Mandinga que cuerno tiene!,
si es que lo han engualichao,
que venga la bruja o el fiero,
rojo, que lo ha envenenao."

"Basta ya de tanta tiontería"
respondió forzado el negro.
"¿Esque aún no comprendes?
Si no despierta, ta en peligro.

Me han robao el alma amigo,
y no jue el rojo indio invasor.
Jue... solo una cruel morena,
que embriaga de dulce amor.

No, no me mires así estimao,
aquí no podemos quedarnos,
para siempre y medios curaos;
se que si, volveremos a vernos."

Allí marchó el alegre moreno,
se perdió lejos en la llanura.
Y yo me quedé acá muy solo,
soboriando juerte amargura.

Fue como un mal relámpago,
una noche de indios y malón.
Que se llevan todo al disierto,
al  juerte golpe de tambor.

Desde ese mesmo día nublado,
si que se puso negra mi alma.
Y con sed de mucha maldad,
matrero, me volví del alba.

Qui cosa esa de la que hablan,
donde el gaucho abandona;
pulperías y andanzas malas
por la pioyera 'e una peona.

Tiempo anduve muy indignao,
por aquella falta de tal virilida.
Solitario errante entre el ombú,
cometiendo hechos de cruelda.

Los jogones crispiaban solos,
tan triste damajuana y licor.
Ni los bailes ni tantas mujeres,
me sacaron d'este sinsabor.

Hasta que un triste atardecer,
al pago, cayó un viejo patrón.
"M'ijo, quiero hablar con vos,
pa que cuentes tu problemón."

Y allí jue que todo le conté,
del mal principio hasta el final.
Y muy tentao hasta las patas,
el viejo habló como el metal:

"Mijo, mal tu no debes estar,
bienhaiga con esa tan linda,
tan linda cosa el guen amor;
experiencia de ir con prienda.

Tu amego no se ha olvidao,
del rancho, sus fieles amigos.
Mas debes tu bien entender,
de lo que dicen los testigos:

Hay algo dentro del hombre,
que siempre busca y desea.
Mas solo lo encuentra quien,
muy decidido clava espuela.

Y cruza este llano y la cerca,
y se embarra en las lagunas.
Corriendo el velo del mundo,
bebe la dulce luz de la luna.

Aquella luna, no es ni menos,
que dulce moza de trenzas.
Que no es cualquier posadera,
si no tu gran recompensa.

Regalo q' da solo el creador,
no porque la tenga merecida.
Sino pues, por su compasión,
pa´de viejito tener compañía.

Claro que hizo bastante bien,
se ajustó muy bien la cincha,
y a los trotes sin un descanso,
que si no que esto se pincha.

Así ha'y de ser mijo contigo,
algún día lo comprobarás.
Recuerda lo que bien te dijo,
que te espera, hoy aún más.

Este humilde viejo pueblo,
solo a algunos ta guardao.
Mas esa es otra historia,
que ya te la han revelao."

Allí calló el viejo arrugao,
una lágrima quizo ocultar.
La emoción, dolor y pena,
ya no pudo bien disimular.

Yo tras pensar un buen rato,
mas aliviado en verdad ahora.
Pregunté, con cierta nostalgia,
entrelazado con esta historia.

"Ud es gran amigo y patrón,
ahora entiendo más la cosa.
Me alegro mucho en verdad,
y gran vergüenza me rebosa.

Algún día, allí yo he de partir,
junto a mis viejos amigos.
Que no lo tengo por traición,
si no por guenos caminos.

Mas yo a usted le pregunto,
no quiero ser yo inoportuno.
¿Por qué mi amigo nunca jue,
si el tiempo llega a cada uno?"

"Hijo mío, hijo mío ya  sabes,
yo a todos muestro el camino.
Mas yo he de quedarme acá,
así lo indicó, antiguo destino.

Yo soy aquel de quien hablas,
vos sos sobrino, yo gran tío.
Que como pollo de gallina,
te amparas de tanto frío.

Yo anduve antes esas tierras,
mas la desgracia llegó volando.
Y juré amar, sí, eternamente,
y por siempre estar prendado.

Fue solo mía y libre la elección,
sufrir bebiendo de un vinagre.
Hasta la muerte, así debe ser,
solo, y simulando ser cobarde.

Es por eso, siempre estoy acá,
pa verlos partir de madrugada.
Pa' que no sufran lo que yo: 
la pasión en hielo, cristalizada.





 Don Virula de los Gamos










lunes, 10 de septiembre de 2018

La Isla del Tesoro


  Caía la noche. Sentados en un pequeño bar frente al puerto dos amigos tomaban una pinta de cerveza. Sobre el silencio apenas si se lograba distinguir los susurros de los dos hombres, apagados, en su mayoría, por el tenue sonido de la brisa marina.
   Pero... si alguien se acercaba lo suficiente podía notar que  lo que hablaban les oprimía el corazón pues ambos deseaban un tesoro que no tenían. 
  -Creo que nunca podré encontrarlo- decía el primero, un hombre al que llamaremos Smith. Era alguien más bien flaco jefe de un hermoso barco azul, "el terror los mares", tenía una nariz larga y cabello rizado, varias de las muchachas del pueblo le lanzaban miradas cuando pasaba pero él solo pensaba en el tesoro.
  -¿Que no puedes encontrarlo? Mírame a mi, si tu no puedes conseguirlo es mejor que me tire al mar, tienes muchas más posibilidades de las que yo siquiera puedo aspirar a tener, solo te falta el empuje, un viento propicio y la valentía para ir isla por isla, buscando el tesoro.
  -Cosas que tú si tienes- alegó el primero.
  -Tal vez, pero mi barco es más pequeño y hace agua por tres lados- dijo el segundo hombre tirando de su corta barba pelirroja. Era alguien más ancho y bajo que el primero, una niña del puerto había cometido ese día la desfachatez de llamarlo enano (nombre bastante acertado por cierto) aunque la mayoría de la gente solía llamarlo Guran, "El Corsario Negro".
  Navegaba en un pequeño buque de velas oscuras que era conocido por sus fieros y fulminantes ataques por la noche.
  -Pero... ¿vale realmente la pena encontrar el tesoro?- preguntó Smith
  -Bueno, por lo que sé, y es muy poco, te lo aseguro, muchos son los peligros que lo rodean, pero cuando logras dar con él, lo conservarás toda la vida.
  -Las leyendas dicen que hay muchas islas con tesoros falsos, que se gastan fácilmente y duran poco tiempo ¿Existirá en realidad el Tesoro Verdadero? ¿O solo son cuentos?
  -¡Pero claro que existe!- exclamó Guran riendo -el truco esta en buscar las islas correctas pues hay dos tipos de ellas. Las islas del Archipiélago, que son muchas pero casi todas iguales y se puede desembarcar en ellas muy fácilmente. Pero también están las islas lejanas, que son muy difíciles de encontrar y vistas de lejos parecen áridas y extrañas pero, en cuanto te acercas, notas que allí hay algo muy bello, son esas las islas que valen la pena, las islas que la gente común no quiere.
  -Aún así- dijo Smith abatido -Una vez encontré una isla como aquella que describes pero el viento y las olas no dejaron que mi barco se acercase.
  -No todas las islas son para uno- respondió Guran -Aquello que cuentas me ha pasado incontables veces. Durante la última mi barco se ganó la tercera pinchadura en el casco. Las islas extrañas tienen ese problema, pero descuida. Si logras desembarcar en una te aseguro que  el tesoro que encontrarás allí será invaluable. 
  -Pero es muy difícil encontrarlas ¿Cómo podré hacerlo?
  -No hay mapa ni libro que guie a la isla correcta, si eso es lo que preguntas. La encontrarás algún día de la forma más alocada, imprevista y extraña, o eso se dice. Mientras tanto trata de mantenerte fuerte y preparado porque puedes llegar a la isla pero, si no tienes la fuerza suficiente para cargar la pala y la preparación para cavar hasta dar con el tesoro, de nada servirá el haber llegado hasta allí y, créeme, las islas correctas no son conocidas por su variedad.
   -Habrá que probar entonces- respondió Smith.
  -Ese es el espíritu. ¡Ya amanece! "Prepara asoltar amarras e iza las velas navegante", decía mi abuelo, la Isla del Tesoro aguarda.
El Corsario Negro








viernes, 7 de septiembre de 2018

Un año


Un año

Es el tiempo que tarda la tierra
en rodear todo al astro mayor
y en su elíptica órbita aferra
la esperanza de un nuevo vigor

“¿Por qué me persigue la tierra?”
Se pregunta el radiante sol
y la tierra contesta enseguida
“para tener vida te persigo yo”

La tierra le pide un regalo al Sol
“un año entero bailando, tú y yo”
Extendiendo su mano acepta el Sol
Y la música empieza al ton y son

Una primera danza brota en los dos
Queda desnuda la tierra y pide perdón  
“sin atuendo me quedé, amigo sol
Me atrapó el otoño con su traición”

Una segunda trae dolor y aflicción
Y  la tierra se queja, angustiada
“es que te extraño, naciente sol,
El invierno ha llegado a mi corazón”

Desaloja el tercer compás la pena
Y aflora la belleza en la tierra entera
No es más que el sol que la enamora
Con esa caricia llamada Primavera

Culmina el cosmológico vals
La alegría a la tierra riega
El sol la ha llevado a la dicha
Con el don de la noche veraniega

¿Quién es ese sol, que atrae las miradas?
Ese sol eres tú, entregando calor
Y quien es esa tierra, que lo busca esperanzada?
Esa tierra soy yo, buscando tu amor.

domingo, 26 de agosto de 2018

Relato de una Peregrinación



Ya denotaba el día la llegada del atardecer, con tintes oscuros y rojizos que minuto tras minuto, iban conquistando sincronizadamente lo que quedaba de aquella jornada. Y pues era en esos momentos donde me gustaba abrir paso a la meditación de algún tema pendiente o de interés particular junto a algún licor casero -esta vez Mandarinello- junto a mis infaltables Chesterfield, tabaco promedio para aquellos que deseaban la meditación. Mientras adentrábame en pensamientos y cavilaciones, no tardó en tocar a la puerta un viejo amigo, el de las tinieblas por excelencia, este era nada más ni nada menos que Don Ojota Fonsé. Al darle la bienvenida con un abrazo en estima, le pregunté a que se debía su visita ya que habíame sorprendido y pues el mismo contestó;
-Estimado Peregrino Libanés, traigo noticias de la gran urbe, tales son de máxima porte e importancia, pero pues antes de adentrarme a darte conocimiento sobre ellas, prepárame alguna bebida espirituosa, que este frío de invierno no me deja pensar.
Sin meditarlo dos veces -y ya algo curioso- apuré mi paso para darle al austero compañero fiel amparo. Y luego de beber aquella delicada bebida y compartir algunas palabras, pensaba yo nuevamente cual era la razón de su visita y pues, luego de un corto silencio le dije;
-Bien, ya has bebido y te has acomodado, dame ya las noticias, que tanta introducción, no hace a la esencia del mensaje.
Don Ojota luego de darle una pitada a su cigarro respondió: Pues verás, desde el sureste, me ha llegado un encargo por parte de viejas amistades relacionadas a la antigua alianza entre nuestras tierras -las del buen vino-  y la de la Pampa húmeda, ya que andan reclutando hombres de toda índole y nación para llevar a cabo la magnánima tarea de peregrinar unos 100 km, desde un pequeño pueblo, de nombre Rawson, hasta la gran fortaleza de la cristiandad, la majestuosa Basílica de Luján. Pero pues, no será solo el peregrinar nuestra tarea, sino también la de transportar, resguardar y cuidar un gran tesoro que llevaremos entre nosotros al frente de la expedición. Me han dado la noble  tarea de reclutar verdaderos cruzados pertenecientes a nuestros bellos valles y montañas, y pues he aceptado con  sutil orgullo.
Yo moría de santa envidia al escuchar a Don Ojota cada palabra que salía de su boca y entre tanto palabrerío y curiosidad, le dije;
-¡Dime por favor, cual es el tesoro que deben portar! ¡Ha de ser sustancial en tal misión por lo que me relatas!
Respondió Fonsé; Así es, el tesoro que transportaremos en tal peregrinación es la Virgen de Luján, si bien nuestra tarea es resguardarla y lograr que llegue a su destino, Ella a su vez hará su tarea, y será la de guiarnos en nuestro camino y de ser la luz a seguir para que nuestros pasos sean certeros a la hora del andar.

Fue así que dábame cuenta de que, la visita de Don Ojota Fonsé tenía un fin específico, y era la de convocarme a ser parte de la tamaña empresa que era aquella. Y con una sonrisa de oreja  a oreja y un poco sobrecogido di respuesta afirmativa sin ser preguntado, lo que provocó una carcajada a Don Ojota. Luego de informarme pequeños detalles de tal encargo, levantose de su sillón y dijo;
-Bien, es tiempo ya de partir, que mi peregrinación ya ha comenzado buscando fieles  jóvenes y veteranos que quieran ser parte de esta aventura. Próximamente tendrás más noticias sobre esto que hemos hablado. Ha sido un gusto como siempre compartir un momento contigo. Lo mismo opino - respondí yo- .
Y así fue que Don Ojota colocó sobre si su tapado de cuero  y se alejó lentamente entre la neblina de aquel atardecer.


 Pasadas unas semanas y luego de prepararme, todo estaba listo para partir de mi hogar y encontrarme en el Albergue Jauja, lugar de encuentro de donde emprenderíamos el viaje hacia el punto de partida de la Gran Peregrinación. Allí, me encontré con grandes amigos, y nos llenábamos de júbilo al vernos el rostro y notar que juntos emprenderíamos la bella misión de peregrinar en nombre de la Virgen Santísima. Todos teníamos expectativas y pensamientos de lo que nos esperaría en las tierras de los valles húmedos, pero en verdad, esos pensamientos no eran ni un pequeño adelanto de lo que realmente nos aguardaba.
Luego de haber emprendido el viaje y de muchos problemas con la <pseudo> empresa contratada, llegamos a Rawson a eso de las 7:00am, siendo la Misa inaugural a las 7:15am. Bajamos nuestros bolsos y nos dispusimos a alinearnos para tal misa. Al acercarnos al lugar, pudimos notar la cantidad de compañeros de diferentes regiones que se arrimaban entre sí para dar comienzo a la tristemente subestimada Misa de rito Extraordinario al pie de una antiquísima capilla, que por sí misma, la sola fachada de la misma denotaba una mezcla de historia y tiempo. Aun el sol no aclareaba en su máximo esplendor y terminada la Liturgia, nos preparamos para la bendición de partida, rodeados de verdaderos sacerdotes y hombres con el espíritu en alto y en pleno orgullo por la tarea a realizar. Estábamos separados en capítulos por región de venida, cada cual tenía sus estandartes y banderines, nuestro capítulo - el de AVE VERUM - alzaba en alto el estandarte de la altísima Guadalupana y otro de bellísimos hilos finos que daba a su modo de representación a los Monjes del Cristo Orante, a los cuales también éramos parte. Y así fue como emprendimos y dimos comienzo a nuestro primer día de peregrinación  con cánticos ya casi extintos en la Sion mundana y corrompida. Poco a poco y sin darnos cuenta nos fuimos alejando del pequeño pueblo de Rawson para adentrarnos en el hermoso campo bonaerense y que siendo yo cuyano cosechador, debo aceptar que su belleza guardaba motivación y sublimidad en mi corazón.
Vale resaltar que comenzada la caminata, apareció un <choco> algo particular, de estatura baja, no más de 40 cm, pelaje negro, fiero fiero a la vista, con rasgos de especie enana pero cabeza grande y tosca de Labrador, sumado a que era largo cual salchicha. Fue su rara contextura el motivo por el cual nos encariñamos con aquel y lo bautizamos al grito cuyano de <morsi> (morcilla). Este particular animal nos acompañó en cada momento de la peregrinación y logró llegar al pie de la basílica. Era nuestra mascota y simpático era ver como llegábamos fatigados por el cansancio a los campamentos y que Morsi, firme, con fe inquebrantable, avanzaba sin queja alguna.
   

Pasadas algunas horas de caminata, el cansancio en los pies empezaba a tocar la puerta, pero pues ese dolor desaparecía cuando se contemplaba a la Virgen guiando nuestro camino al pie de la columna de peregrinos. En el trayecto meditábamos, orábamos y compartíamos charlas con personajes de otros sitios, creo yo que más de uno volvió a su hogar con nuevas amistades o con un corazón enamorado… pero ese es tema de otros lares, habrá tiempo de sobra para relatar en otros escritos.
El ocaso se iba pronunciando a la llegada del primer campamento, fogones nos esperaban con agua caliente para resguardarnos. El opacado cielo poco a poco iba tronando advirtiendo de la llegada de una lluvia y pues por mala suerte, nuestras carpas estaban en un vehículo retrasado y nuestro capítulo debió afrontar además del dolor muscular, el frío de la sublime lluvia, hasta lograr armar nuestro campamento. Avanzada la noche y luego de un exquisita cena, los fogones aguardaban para dar la bienvenida a los guitarreros, mas esto no fue posible ya que la lluvia dio su repetida aparición. (Más allá de la caída de la misma, algunos de los guitarreros más curtidos no dieron importancia y entonaron cantos bajo la fresca noche.) Demás está decir que junto a Don Virula de los Gamos en esta primer noche, intentamos dar escapatoria al Club de las tinieblas buscando y compartiendo charlas con algunas elfas de estas tierras celestiales, mas, las tinieblas no permitieron nuestro acometido. Y terminada la jornada, cada cual fue a su pequeño refugio para dar espera al segundo día de peregrinación con la levantada a las 5am.



Siendo ya la madrugada de la segunda jornada, podíase escuchar a lo lejos los gallos cantar dando la bienvenida al día que llegaba para quedarse  y a su vez nuestros oídos escuchaban a viva voz la  criticada marcha española de Cara al Sol. El campamento empezaba a levantarse, podían notarse diferentes tipos de caras entre los peregrinos, muchos con dolores, algunos rezongando por la hora y otros pocos en silencio meritorio haciendo lo debido para partir. Luego de prepararnos y de haber desayunado como correspondía, nos dispusimos nuevamente a formar fila y seguir rumbo al sureste, guiados siempre por nuestra Madre. El segundo día trajo consigo algunas complicaciones, que pues no eran más que nuevos obstáculos que el Señor ponía en el camino para fortalecer la unidad y voluntad para seguir. Uno de estos fue el miserable lodo, ya que la noche anterior los suelos habían sido azotados por las fuertes lluvias y habían formado una especie de trampa mortal para el peregrino que se atreviese a pisar por allí. Muchos cayeron en el trayecto para volver a levantarse, entre estos había uno, algo torpe de pies, que logró hacer una especie de coreografía  en el intento de no caer, mas no fue suficiente y cayó, pero con dignidad y honor al dar eterna batalla al barro. Todo quedó grabado. Llegado el medio día los dolores en los pies ya empezaban a hacerse muy visibles y la enfermería donde atendían <las de Bella Vista> empezaba a colapsarse. Luego de tener Misa, hubo un pequeño descanso y volvimos al ruedo de caminar... que ya empezaba a ser costumbre. Los desertores que no podían seguir caminando empezaban a ocupar las camionetas para ser llevados directamente al campamento al nombre de <muertos>. En nuestro capítulo se había dejado en claro que cualquier hombre del mismo que tuviese solo la idea de subirse a algún transporte sería burlado durante todo el año por su traición a la causa. Este fue el causante de que  ninguno abandonara la caminata. Muchos por no querer que su linaje fuese manchado, llegaban últimos al grito de <Rengo, Rengo, pero Vengo.> y eran aplaudidos por los demás.
Llegada la tarde noche, luego de la larga caminata sin descanso, llegamos a Mercedes, pueblo pequeño y colorido. Allí entramos cantando y sonriendo a puro canto y conversación, intentábamos contagiar la alegría que portábamos entre los pobladores que nos miraban con asombro y curiosidad. Allí mientras caminábamos, junto a <The Young Writer>,  se nos acercaron 2 enfermeras para conversar con nosotros y pues bien recibidas fueron hasta que notamos que aquellas, insistentemente pedían un mate. Allí fue que entendimos que simplemente buscaban nuestra compañía por aquella bebida gaucha y reíamos junto a ellas por aquello. Las tinieblas como verán, aún estaban presente y no abandonaban a sus víctimas en ningún momento.
Llegada la noche, pisamos campamento donde ya todos exhaustos cenaron y acomodaron en los fogones para guitarrear, esta vez sin la molestia de la lluvia. Se entonaron zambas y tonadas, gatos y chacareras. El cansancio no era motivo verdadero para no pasar un alegre momento entre todos. Dicen por allí, que varios, luego de este momento, fueron a descansar a sus carpas aquella noche enamorados o conquistados por alguna fémina. Quien lea esto, entenderá a su parecer.


 Fue así que siendo el último día de Peregrinación a las 6 am se nos notificó que nuestro capitulo -el de la Guadalupana- sería el que iría al frente de la columna portando a la Santísima rumbo al último tramo de peregrinación. Esto nos llenó de júbilo a nosotros, quienes estábamos muy fatigados, ya que era una verdadera gracia la de acompañar y trasladar al frente a la Virgen en su entrada triunfal a la Basílica de Luján. La noticia nos dio nuevamente energía y al dar comienzo a la caminata, entonamos bellos cantos como el Non Nobis Domine junto a la exquisita música del violín de El Starets Dom Abubba.
Ya al saber que poco faltaba para concluir esta tremenda misión, los ánimos estaban muy por arriba, y el cansancio ya no ocupaba un lugar en la mente, ya que este había sido reemplazado por el orgullo de ser parte de lo que estaba por concluir en un bellísimo cierre.
 Ya sintiendo los aires de Luján, nos comunicaron que ya estábamos muy cerca y fue allí cuando a lo lejano, desde el excelso campo por donde veníamos pisando, pudimos avistar entre los encolumnados  árboles, las dos torres de aquella antiquísima basílica. La sensación de aquel momento es indescriptible, algunos lloraban, otros quedaban mudos contemplando, mientras que varios simplemente miraban al cielo y clamaban a Dios en agradecimiento. Fue un momento de muchos sentimientos encontrados, el anhelo de tres días era por fin visible a lo lejos y arrodillándose toda la columna hacia la dirección de la basílica, se cantó un Salve Regina, en agradecimiento a Virgen, quien sin saberlo nosotros, había estado velando por nuestras miserias.
Una vez de pie, y preparándonos para la llegada a la plaza mayor, nos dispusimos a orar el último de los misterios faltantes y luego de atravesar agitadas calles, estando yo entre los primeros, doblamos por una pequeña calle y fue allí donde apareció, de frente, la majestuosa Basílica de Luján, una verdadera fortaleza de la Cristiandad,  con su bellísima y llena de simbolismos, fachada frontal. Los turistas y puesteros de allí, empezaban a aplaudirnos, mas nosotros entonamos nuevamente Non Nobis Domine, que traducido es <No a nosotros, Señor> sino tuya es la gloria.
Al frenar al pie de la basílica, todos nos saludábamos y abrazábamos, emocionados y conmovidos, me topé en eso con Don Ojota Fonsé, su rostro de fatiga era como el de aquel que a la noche anterior había bebido a no más poder, pero ambos sonreímos y nos abrazamos y conjuntamente dijimos, <lo logramos>. Se sentía en supremacía un sentido de hermandad entre los casi 1000 peregrinos al momento de llegada y pues no era para menos. Todos acariciaban y felicitaban a Morsi, la mascota fiel, vaya a saber uno qué será de su vida en estos momentos.
Finalmente nos dispusimos a entrar en el templo para colocar a la Santísima en su lugar y dar cierre a la peregrinación con la Misa de rito extraordinario.


 Acabada la celebración llegó la hora de ir en busca de nuestros bolsos a unas cuadras de allí. Ya en el momento en que cada cual con sus cosas en mano, llegó el momento de la despedida y esta estuvo llena de simpática melancolía. Era el momento de volver de donde se había venido y dar testimonio de lo vivido aquel fin de semana un poco diferente a los demás.
Una vez arriba del colectivo junto a los peregrinos de mi tierra, entré en una meditación profunda en la que pensaba y reafirmaba, que no todo está perdido, que aun quedamos muchos verdaderos hombres y mujeres de bien, que desean ardientemente ver reinar a Cristo sobre la tierra, que aún existe un puñado de personas que no han perdido el rumbo hacia lo bueno, bello y verdadero y que realmente vale la pena luchar para contagiar este espíritu de peregrinaje que vive el ser humano sobre esta tierra.



Como diría mi amigo G.K. Chesterton; < A cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales.>



                                                                                                    El Peregrino Libanés