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viernes, 29 de junio de 2018
La Patria y la Iglesia... ¿Apóstatas?
Malas noticias corrían por los cuatro vientos en nuestra patria los días de Junio. Bastaba observar el periódico, o caminar por las calles para notar el sobresalto social. De un momento para el otro, la sociedad se alistaba radicalmente en las tropas del enemigo. Hippies, marxistas, capitalistas, indigenistas, feministas, pobres, ricos, buenos, malos, ateos, religiosos, etc... cubrieron sus cuellos con el hediondo pañuelo verde, con el único fin de destronar lo poco que queda de Dios en la sociedad. Y no hay que ni poner en duda que éste es su objetivo de fondo, no nos dejemos engañar. Una vez más, el influjo satánico reunió toda su gama de colores bajo una misma bandera.
Toda esta conmoción del pueblo democrático, golpeó fuertemente a estos pequeños amigos. La Argentina firmaba resueltamente su apostasía. Más de una vez, los gallardos debieron reunirse a golpearse el pecho y desgranar el miserere.
No obstante, quedaba el consuelo de estar defendiendo la causa justa de los preceptos de Dios y de la Iglesia. Pero la mortífera apuñalada por la espalda no tardó en llegar. Desde Roma llegaba la noticia: El primer mártir de la patria sería ,nada más y nada menos, que un obispo montonero. ¿Casualidad que dicha noticia y el aborto ocurran en simultáneo y en medio del combate contra los principados y potestades? No lo se, a veces cuesta creer en coincidencias, más no me compete juzgarlo.
El desconcierto era total. La patria y la Iglesia, se revestían con los mantos de la ideología, mojando la oreja de aquellos que intentamos merecer estar en el rebaño fiel.
En medio de esta turbulencia, cualquier cristiano de buena voluntad podría exclamar: "La patria ya no me identifica, y la Iglesia tampoco...", "Esta Argentina y esta iglesia no merecen su defensa..." "Todo ha sucumbido...", o también, "Si el Papa o la democracia lo dicen, es lo mejor..."
Ante esta desazón, es bueno recordar qué es la Iglesia, y qué es la Patria. Pues, ¿Puede acaso la Iglesia Santa apostatar? ¿Puede nuestra Patria merecer nuestro repudio?
Para responder a estas preguntas, acudiremos al Padre Castellani, quien fue argentino, exiliado de su patria, y católico, perseguido por su iglesia.
El 5 de diciembre de 1970, con motivo de su aniversario de 70 años de vida y 50 de escritor, pronunciaría unas palabras que nos pueden ayudar en estar horas. Pasaré algunos extractos.
"...si me dejara llevar del afecto de la melancolía, que es propio de los ancianos, debería glosar lo que decimos cuando nos encontramos los de mi edad, que ya van quedando pocos: somos una generación sacrificada - hemos fracasado - la Argentina no tiene remedio, es un país malnacido..."
Y más adelante dirá el cura:
"... de modo que la primera parte de este protocolo consistiría en quejarme que la Iglesia me ha perseguido y la Patria me ha pospuesto y postergado; y de ahí concluír que hay un estrato de vitriolo en el fondo de la Iglesia y un gusano inmortal en el seno de la Patria. Pero después de eso tendré que confesar que la Patria me ha dejado vivir -lo cual no es poco- y la Iglesia me ha enseñado la fe de Cristo.
En medio del camino de mi vida, la Iglesia, a la cual había estado sirviendo bien o mal y amado -sí- tranquilamente, se me dio vuelta y me mostró una figura de hiena, altro que Madre; la cual figura se me aparece de nuevo cada día que hay viento norte. Fue la mayor tentación de mi vida, una tentación contra la Fe -la cual, como digo, vuelve a veces-, tentación que pisaba sobre hechos indubitables, o sea hechos de experiencia. Su formulación era ésta: Si la Iglesia me persigue gratuitamente, no es una sociedad fundada por Cristo, la sociedad santa que nos enseñaron. La respuesta -sencilla pero difícil de actuar- era: Esto no es la Iglesia. Pero es la Jerarquía de la Iglesia, la más alta Jerarquía. No toda la Jerarquía; y algunos cuantos miembros de la Jerarquía, por altos que estén, no son la Iglesia. La Iglesia son los santos, los humildes, los rectos, los que tienen fe actuosa, los jerarcas iluminados sean pocos o muchos, la inmensa masa de los que practican la doctrina de Cristo calladamente. La Iglesia no se conoce por los vestidos colorados; es más difícil de conocer que eso..."
Continúa Castellani comentando cómo le habían prohibido la edición de sus escritos sin ningún tipo de prueba, y comenta:
"...Este es uno de los rayos de vitriolo que parten del fondo inficionado de la Iglesia actual: el depósito de vitriolo se llama fariseísmo; y dese depósito viene la perturbación y crisis actual. Siempre ha existido; y las grandes perturbaciones de la Iglesia actual deben venir de allí. Ahora bien, el fariseísmo fue la Sinagoga, la que dio muesrte a Cristo; pero el fariseísmo no es la Iglesia. ¿Y quién es, pues, la Iglesia en este caso? En este caso la Iglesia sería yo, como -siguiendo los preceptos del Señor y sus divinas enseñanzas nos atrevemos a decir- ; como cuando condenaban a San Basilio la Iglesia era San Basilio, cuando condenaban a San Atanasio la Iglesia era San Atanasio, cuando condenaban a Juana de Arco, la Iglesia era Juana de Arco: y los mismo en otros 10 casos: San Juan de la Cruz, el arzobispo Carranza, el Beato Oriol, el padre Coloma, Jacinto Verdaguer..."
"... Dejando esto y pasando a la Patria, es el mismo cuento..."
"... No son la Patria los que actualmente y desde hace mucho tiempo mangonenan el país a su gusto o a gusto del diablo: ¡La Patria son ustedes! No es la patria la ideología liberal, la plutocracia mercantil ni el imperialismo extranjero; esas cosas no se pueden consagrar al Corazón de María..."
"... entonces, la Patria real ¿es muy chica? No lo se, puede que si, puede que no, pero la Patria son ustedes..."
Habiendo leído brevemente sus más importantes pasajes, podemos responder entonces que la Iglesia y la Patria no pueden apostatar, y decir al estilo de Bécquer: Mientras haya un puñados de fieles, habrá Iglesia y Patria.
Sumado a esto, Nuestro Señor ya había predicho estas cosas para que no nos pusiéramos tristes, diciéndonos que aquellos que nos persigan, pensarán estar sirviendo a Dios. Escrito está que la abominación se establecerá en el lugar santo. De modo que podemos concluir que es necesario que estas cosas ocurran. Es necesario que la Iglesia persiga a sus mismos fieles, y que los hijos se levanten contra los padres, y que compatriotas se peleen a muerte.
Todas estas cosas, no son más que para lo que dice Jesús: " Levantad cabezas, porque vuestra salvación está cerca".
De modo que la actitud cristiana antes los hechos mencionados al comienzo, debería ser esperanzadora, sin perder la calma ni detenerse en las mil minucias del sistema democrático, ni las actitudes pastorales antropocéntricas. Para que vuelva nuestro Rey, es necesaria la mayor oscuridad. Solo el que persevere hasta el fin se salvará.
El enemigo no entiende que lo único que hace es apurar la hora de la Justicia.
-Citas obtenidas del libro Seis Ensayos y Tres Cartas. Página 13 a 22.-
Advertencia: Se recomienda leer este primer ensayo del libro, para evitar cualquier descontextualización.
Don Virulana de los Gamos
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Estimado don Virula, el de los Gamos,
ResponderEliminarLo felicito por su entrada tan oportuna como consoladora. Me pareció fundamental que insistiera en ese punto, para evitarnos caer en la desazón y desánimo con que se nos tienta a quienes vemos destruirse la muralla, no ya al divino son de trompetas, sino al demónico rugir de las fieras. Como ya nos tiene usted habituados, la calidad de su escrito es sobrecogedora.
Quisiera añadir otro apunte, sobre una actitud con la que también somos tentados en estos tiempos de convulsión y decadencia. Esta actitud, a mi juicio, es la falta de pudor. La falta de pudor para con la Patria. Sí, señores. El pudor es la reserva a contar toda la verdad de una cosa a quienes no tienen derecho a conocerla, por formar parte ésta de nuestra intimidad. Esto lo he visto sobre todo por estar en el otro lado del océano, donde me encuentro con patriotas con relativa frecuencia. Cuando salen conversaciones relativas a la Patria, estando acompañados de otros que no son compatriotas, tardan poco en destripar los problemas de la Patria, en exponer sus vicios y maldades. Y eso me hiere profundamente compadres. A veces hasta me alejo un poco, no vaya a mandar Dios un rayo fulminante, como lo hizo con los hijos de Noé al reírse éstos de su padre cuando estaba borracho.
Los problemas y vicios de la Patria nos duelen como hijos, y debemos sufrirlos en silencio, en familia. ¿A quién se le ocurre exponer los vicios de su padre a alguien ajeno a la familia? Cuánto más con la Patria... Hay que restaurar el santo pudor respecto de la Patria, preservar su intimidad, sufrir sus vicios ad intra, entre hermanos, pelearlos y cambiarlos pero, por favor, no difamemos de la Patria. Lo mismo es aplicable a la Iglesia. Hay quienes no tienen derecho a saber ciertas íntimas verdades, no pequemos de injusticia, que es de lo que peca el impúdico.
Perdone la extensión, querido gallardo, pero necesitaba hablar del tema a colación de su reconfortante escrito.
Lo saluda desde la lejanía,
E.N.
Estimado Don Virula,
ResponderEliminarMuchas gracias por su escrito, no veo oportuno aportar comentario alguno. Tan solo expresar una esperanza, y es la siguiente, que Dios mediante, sea yo Iglesia y Patria junto a usted amigo y junto a este grupo de gallardos.
Saludos desde la Guerma,
Don Zaqueus.