Los Gamos, Año 124 de la Tercera Edad
Querido Juan Sebastián Saravia:
Te escribo desde mi humilde habitación, en estos días calurosos de enero. Como ya sabes, tengo prisión domiciliaria por dieciocho años. Así lo dictaminó el tirano del juez, el Dr Atilio Masón Felsenburgh, luego de encontrar nuestra guarida clandestina donde nos reuníamos a tocar zambas en tiempos de pandemia. Se me encontró culpable de violar la cuarentena, ignorar la ley seca, golpear violentamente a la autoridad, balear dos policías y entonar cantos patrióticos prohibidos en el calabozo. Gracias al cielo, El Marqués del Godoy intervino en mi favor para evitar la perpetua. Las cosas han cambiado mucho estos últimos años. Hemos perdido terreno en todas las cuadernas. Recuerdo con nostalgia lo que fueron estos pueblos, cuando no existían cines, ni casas de cambio. He llorado amargamente la demolición del último molino. El gobernador decidió construir en su lugar un edificio para la revista "Las hobbits libres y atrevidas". Pero no quiero atormentarte; de lo que pasa aquí, será motivo de otra carta. Quiera el cielo que puedas venir, así conversamos cara a cara. También para que puedas traerme más tabaco y whisky, que empieza a escasear, y el contrabando se hace cada vez más difícil. Lamento mucho lo de tu primo, fue muy heroico de su parte arriesgar su vida para traerme la botella que le pedí. Es una lástima que lo hayan ejecutado. Pero ya habrá tiempo de llorar sobre su tumba.
Debo confesarte, que le he tomado cierto aprecio a mi prisión. Secretamente, fui descubriendo los beneficios de estar preso. Ya no tengo que trabajar, y puedo dedicar mis años finales a ser monje, y prepararme para la muerte.
He leído atentamente tu carta, donde me describes tus dudas respecto a las disputas entre zamberos y tonaderos. Con gozo he advertido que no hay curiosidad maligna en tus líneas. Es entendible, que siendo un iniciado en el folclore, aún no tengas un discernimiento propio, y no comprendas las divisiones que han surgido las últimas décadas.
Como bien describís en el cuarto párrafo, tienes una gran inclinación por las zambas, pero te confundes con la actitud decidida de la secta de los tonaderos, cuyo lema es "o canto tonada, o no canto nada". Son cuyanos decididos, hombres de bien e intransigentes. Su valentía y sus discursos conmueven. Conservan las formas y las tradiciones, y cada vez tienen más adeptos. Por otra parte, distingues el folclore progresista, y has visto que su resultado es un tanto amanerado, femenino e inconsistente. Es un buen ejemplo Abel Pintos, o la Sole, que cediendo en las formas, han terminado mal, muy mal. La Sole pasó de revolear el poncho, a revolear todas sus prendas. Y por último, observas una minoría silenciosa, que no hace alaridos, ni predica. Si, estos son los zamberos. Los que aún aman los clásicos chalchaleros. Los que se siguen conmoviendo con Tiempo Cereal, o Angélica, por mencionar algunos temas. Es un gran desafío poner por escrito un tema tan arduo como este. Pero espero poder brindar luz al respecto, siendo lo más sintético posible.
Hijo mío, lo primero que quiero decirte, es que elimines la dialéctica en este asunto. Que el folclore haya caído en el progresismo, no nos transforma en lo opuesto, no nos debe empujar hacia el otro extremo, en este caso, únicamente la tonada. Si haces así, estarías paradójicamente dependiendo del curso del progre. Mientras más progre se vuelva el folclore, más tonadero hemos de volvernos. No, así no funcionas las cosas. No dejes que te marquen el ritmo.
En segundo lugar, has de comprender que esta disputa es moderna. Antes no fue así. Hubo un tiempo en que nuestros abuelos cantaban zambas y tonadas, cuecas y gatos, escondidos y chacareras. Todo, todo convivía en armonía. Aún así, cada género tenía su momento. La vida es así, hay un tiempo para reír y otro para llorar. Ciertamente la zamba posee un estilo más profundo, más visceral. No es de extrañar, que con los tiempos oscuros que corren, tanto la zamba como la tonada, se hayan vuelto más relevantes. Esto no está mal. Quien está lejos de casa, no hace más que recordar su casa. Con la reforma del folclore, y la aparición pachanguera, todo se fue al diablo. A veces pienso que es la falta de esperanza y el pesimismo, lo que nos lleva a tomar decisiones extremas. Quiero decir con esto, que esta disputa no siempre existió, y si nos remontamos al origen, no deberíamos ver ninguna contradicción entre una zamba y una tonada.
En tercer lugar, presta atención a los recortes, y tómalo como una señal de que algo anda mal. Observa los progres, se rasgarán las vestiduras al escuchar un conjunto que sea al estilo chalcha, y lo tildarán de obsoleto, de jurásico, fuera de moda. Verás como se complacen en sus burlas, sus ironías, y una seguridad despiadada en sus palabras. Desechan lo viejo y toman lo nuevo. Luego observa los tonaderos, ellos también recortan el folclore. Parten de una primicia, y la aplican en todas sus vidas. Dogmatizan lo que no es dogma. Hacen de los accidentes, sustancia. Poseen la misma seguridad que los otros. Querido Juan, la seguridad es el peor enemigo en este asunto. Desconfía mucho de los convencidos, es una clara señal de que piensan haber agotado el folclore. Esto no puede ser más que ignorancia.
La actitud que más me cierra, es la que no cierra. ¡Qué hermosa paradoja! ¡Ábrete al folclore!. No tomes posiciones definidas, busca, discierne, deléitate con la zamba y la tonada. Ten cuidado con todo, mantén los ojos abiertos, y verás, que al ejercitarte en ello, encontrarás la belleza allí donde esté. Te sorprenderás al observar, que hasta en los progres hay canciones rescatables. Nada es bueno por ser viejo, nada es bueno por ser nuevo, nada es malo por ser viejo, nada es malo por ser nuevo. Encuentra la esencia del folclore, y verás que su raíz, puede asomar en la superficie de cualquier lugar. Si conoces la raíz, si has probado su sabia, reconocerás al instante sus brotes.
Hijo mío, sabes que mi debilidad son las zambas, pero amo las tonadas, y hasta me puedo conmover con una buena chacarera santiagueña. Soy cuyano, y la tonada me es propia, pero también soy argentino, y me son propias todas sus fronteras. Deléitate en la abundancia del folclore, y descubre lo rico que es. No seas bobo tampoco, que mi discurso no es aceptar todo, ni ser open mind chamigo.
Por último, te recomiendo que leas de este blog, los escritos "Pathos Zambero" o "Soy Zamba". Allí verás las costumbres que tenemos. He tomado de mi biblioteca mis devocionarios "Para Zambarte" y el "Zamberio" donde encontrarás las zambas de las horas. Te enviaré con mi esclavo todo esto, con una estampa de Sam Basilio, nuestro patrono. Luego de esta carta, me abocaré a realizar una lista de zambas patriarcales, para que puedas acudir a ellas con tranquilidad.
Espero verte pronto, saluda de mi parte a tu tía Carolina, dile que aquí todavía hay solterones de bien.
Tuyo, Don Virulana de los Gamos
PD: Apresúrate con el asunto del tabaco, acude a Gandalf si es necesario. Otea la noche, y sabrás que algo se avecina.