miércoles, 13 de diciembre de 2017

¿Vale Roma la vida de un hombre justo?

Siendo un sábado en horas ya de madrugada y luego de despedir al joven, pero quemado por la vida, Don Eutrapelio Cozzetti, tomo las llaves de mi bolsillo para dignarme a arrojarlas a su cerradura con suma cautela, ya que las horas habían pasado volando luego de una exquisita noche de puro vino cuyano y platicas para recordar con la muchachada, los tal vez mal pero bien llamados ``Los Iluminatis``. Anteriormente ya en viaje de vuelta venia rumeando (como bien diría un monje orante) la idea de llegar al cálido hogar para ver alguna película digna de las charlas elevadas que recientemente habían repercutido en mi mente. Así fue como, luego de entrar lento y astuto como zorro, me acelero en búsqueda de aquel filme.
Pasados largos periodos de tiempo y ya comenzando a sentir decepción en la búsqueda, cuando ya resignado me largaba al lecho, mi vista alcanza a leer un titulo que al mínimo discernimiento de aquellas letras que  llegaban a mi entendimiento lector, no dudó en pensar que terminaría mi trasnochada con aquella clásica película. Esta no era ni más ni menos que…Gladiador.
Durante y luego de acabar esta gran película quedé estupefacto al ver tantas semejanzas e increíbles comparaciones con la vida real que uno mismo lleva pero… entre todas estas, hubo una que no pudo evitar que explotara mi cabeza y comenzara a aplaudir (siendo las 5 30am)  y sintiéndome en carne propia un legendario soldado romano de la gran legión extranjera con una gran misión por delante. ¡No les miento que mientras escribo recordando ese bello momento mi piel se arrincona en mil puntillos!
En la última escena de tal peliculón, luego de caído muerto Máximo (sin no antes sacarle la vida al emperador) en las arenas del gran coliseo romano, siendo este, hombre justo atrapado en las redes de la desdicha de aquel emperador ambicioso y deseoso de poder, lleno de envidia y ejemplo de hombre pecador y fariseo, baja a las arenas la hermana del emperador, quien era ejemplo de verdadera y pura mujer. Al acercarse esta al ya fallecido Máximo, levanta su mirada hacia el senado y frente a todo el pueblo romano se atreve a declarar estas palabras;
¿Vale Roma la vida de un hombre justo? En alguna época creímos que si, vuelvan a darnos esa fe.
Luego de escuchar semejante frase no pude evitar empezar a aplaudir y gritar como bien dije más arriba. En ese preciso momento me digné y prometí escribir sobre tal frase, porque realmente tiene para sacar mucho jugo.
Roma… el llamado mundo civilizado de aquel entonces se había decidido a burlarse y llegar al punto de matar a este justo hombre quien despojado de todos sus bienes ya no era más que una simple y sencilla persona sin nada en su poder. No puedo evitar poner a este personaje en el lugar de Jesucristo, crucificado por el mundo civilizado, por el mundo que lo aclamó, por el hombre. ¿Realmente vale el mundo la vida de nuestro Señor?  En algún época creímos que si, vuelvan a darnos esa fe. Cuan miserable y ciego es el hombre ante Dios, quien se convirtió en criatura humana para redimir nuestros pecados y así poder vivir junto a su gloria la vida eterna. En la actualidad, el hombre cada día mas alejado de Dios, cada vez es más distante y difícil llegar al puerto seguro. En alguna época el mundo aclamó el nombre del señor, evangelizo por este y hasta se entrego sangre para darle la victoria, se podría decir que en aquellos remotos tiempos, valió la pena que el hombre más justo por excelencia que haya pisado la tierra entregara su vida por amor al nefasto e insolente hombre, que, a su vez se reconocía como tal y pedía eterna misericordia y justicia. Bellas épocas donde se erguían a sudor y sangre templos dedicados a adorarle, épocas donde al niño se le enseñaba la belleza, la armonía y como encontrar al Santísimo en aquellos lugares. Pero…estas épocas pueden observarse hoy solo en tinta y papel, en antiguos libros que muestran lo que el hombre pudo llegar a ser y fue, y esto porque poco a poco el maldito y condenado modernismo y progresismo fue debilitando al hombre, lo descarriló y sigue descarrilándolo a tal punto de que el pensamiento moderno le hace creer que el hombre triunfo siempre en la historia, que se intelectualizó, que el progresismo es la solución ante toda costumbre sana o mala, la manera de avanzar como humanidad ``cuerda`` cuando en realidad se ha llegado a convertirla en verdadera monstruosidad gobernada netamente por sus pasiones descontroladas y el antropocentrismo.
Entonces yo les vuelvo a preguntar ¿Realmente valió la pena que este carpintero, Dios y hombre a la vez, entregara su vida a semejantes razas de hombres tan poco dignas de aquella? Pues les responderé con la segunda parte de la frase de la cual partió este escrito; En alguna época creímos que si, por favor, vuelvan a darnos esa fe. Así es caballeros, en algún momento el hombre estaba convencido de que no fue en vano, pero hoy en día habiendo un mundo tan alejado de Dios, dictador de leyes contra natura y tantas barbaridades, uno muchas veces afloja en la cordura y pierde un poco el rumbo y esa fe y certeza que tenía empieza a disiparse. Cito a Tolkien en una frase bellísima de la saga del señor de los anillos dicha por Sam; ¿Cómo volverá el mundo a ser como era antes después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brille, brillará más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo que ya lo entiendo. Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran pero no lo hacen: Porque todos ellas luchan por un común denominador. Frodo: ¿Y por qué luchas tu Sam? Sam: Para que el bien reine en este mundo Señor Frodo! Se puede luchar por eso! Fin de cita.
Justamente esta segunda parte de la frase de la película y agregando el comentario de Tolkien, nos da el camino por donde debemos ir, somos tan solo un puñado quienes portamos la Verdad y por más costoso, retorcido y problemático que sea el camino que nos presenta la realidad, no debemos bajar los brazos, nosotros tenemos la tremenda misión de un centurión de la legión romana de hacer reinar el bien y la verdad en este mundo, debemos devolver esa fe que había en la humanidad de que realmente valió la pena la crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo luego de hacerse hombre! No hay lugar para fariseos ni tibios, amigos del mundo y a su vez de Dios, tampoco lo hay para quien esta errado en la verdad y nosotros tenemos la misión de cumplir la tamaña empresa de dar a conocer el camino, la luz y verdad. Ser verdaderos apóstoles que combatan, aclaren y preparen el camino para tantas ovejas perdidas del rebaño del señor acompañado de la siempre presente, oración.
Entonces vuelvo a preguntar; ¿Vale Roma la vida de un hombre justo? ¡Pues claro que lo vale señores! Tenemos la gracia que El nos ha entregado para siempre portar la Verdad y darla a conocer y a su vez ser ejemplo de verdadero caballero cruzado. Somos el ultimo bastión de nuestro Señor en este mundo tan cegado y viciado y créanme que podrán atacarnos, basurearnos y hasta arrebatar nuestras vidas pero jamás podrán derribar la fortaleza de Jesucristo en este mundo, la Iglesia, que está viva y la componemos todos nosotros. Créanme cuando les digo que realmente vale la pena luchar por eso. ¿Quién me sigue?

                                                                                                          El Peregrino libanés


2 comentarios:

  1. Querido libanés,

    Claro que vale este mundo la vida de Jesucristo, no porque lo diga yo, sino porque Él mismo declara esa verdad cuando por su propia voluntad entrega la vida y no le es quitada como la del noble Máximo.
    Sin ser digno de esto lo acepto sin comprenderlo. Y por ello tembloroso ante los peligros que acechan, orando a Cristo, lucharé a su lado para dar a conocer la Verdad.
    Un saludo, Zaqueus.

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  2. Excelente escrito querido libanés!!! Deslumbrante inicio en nuestro querido Blog, y me pone a pensar: "si este es el inicio de este gallardo, ¡ni pensar lo que será después!". Lo felicito, no le afloje jamás.

    Su amigo,
    Don Camilo

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