sábado, 13 de abril de 2019

Gallardía absoluta

a Don Eutrapelio Cozzetti

Érase entre nosotros un gallardo sin gala con una gran nariz. Era él un verdadero caballero, un noble y cristiano hombre de estirpe criolla y gaucha. Las rimas eran amigas suyas, los versos aún más. Poco rodaje tuvo en el Blog, y espero que un día lo mejore; pero quizás haya sido y es uno de los más escritores (tanto en cualidad como en cantidad) que ha habido entre nosotros. Decenas de papiros se acumulaban en su habitación desordenada, en su "cueva", donde largas desveladas pasamos charlando, estudiando y escribiendo. Qué decir de los cuantos vinos que habrán fallecido allí y de los miles de soldados rubios delgados caídos en sus ceniceros; y ni hablar de las cuantas herejías que habrán nacido de allí también. Pero la Verdad siempre imperó, y cualquier hombre descarrilado o desconsolado siempre encontró en ese pequeño cuartito cuadrado, cual celda monacal, cual confesionario parroquial, consuelo y encarrilamiento. Oyó los problemas e inquietudes de todo el mundo, y a todos aconsejaba y animaba, mas sólo a sus íntimos revelaba los suyos, como el noble paciente que sabe encontrar su fortaleza en el silencio de sus debilidades y en la charla de pocos amigos.
Su nombre fue una misión desde su nacimiento, pues quien lo conoce sabrá muy bien que la sana diversión, la llamada Eutrapelia, siempre fue su distintivo principal, tal es así que las eutrapelias que él inventaba, (y las inventaba a chorrillo), pasaron a llamarse como su nombre, y su nombre pasó a ser una auténtica eutrapelia. Su apellido Cozzetti todos sabrán muy bien a qué va, y no creo que haga falta nombrarlo aquí, mas sólo decir que más acertado apellido no podría haberle dado la Providencia.

Pero este gallardo un día decidió partir, cansado de fallar a Dios y de no hacer Su voluntad a pleno, decidió hacer caso a aquel llamado que había recibido del Padre. Tomó sus cosas: una valija de 'cosas necesarias' (o sea: cigarrillos, libros, mate y más cigarrillos) y otra valija de escritos y papeles solamente. Y partió, luego de recibir más despedidas que Los Chalchas, se fue a entregar al Señor para ser su servidor, para ser quien pueda traer a Dios a los hombres y los hombres a Dios mediante la administración de los Sacramentos y la transmisión del Evangelio. Y ésta fue, queridos gallardos, su mayor gallardía, la más viril y arrebatada que pudo realizar este gallardo hermano nuestro; la más noble y salvaje decisión que pueda llevar un hombre de bien, la Gallardía absoluta. Él quiso elegir lo máximo, el quiso ir tras el Dorado, quiso robar As de espadas; y allá fue, siguiendo la huella que la estrella le marcaba en el Cielo, persiguiendo aquella voz que lo incitaba a lo magnánimo, a lo grande, a los excelso, a lo sublime. La magnanimidad siempre fue característico suyo, muchos la aprendieron de su ejemplo, y de su ejemplo mucho se puede aprender. No se conformaba con lo mucho que poseía, su alma insaciable anhelaba siempre "un poquito más", siempre un pasito más, siempre subir un escalón más en la escalera que lleva a Dios. Y finalmente un día, decidió tomar ese camino de entrega absoluta, abandonando su ciudad, su casa, su familia, sus amigos, su trabajo, su propia voluntad y sus propios planes, todo para seguir la senda y la cruz que Cristo le marcaba. Y por fin, como dice el Evangelio en el llamado de Cristo a los discípulos: "... y dejándolo todo lo siguió".

Vaya este sencillísimo y diminuto escrito a nuestro querido amigo Eutrapelio para que Dios lo acompañe en su camino al sacerdocio.



6 comentarios:

  1. Estimado Camilo, es una alegría recordar a nuestro carísimo Eutrapelio. Gran ejemplo Gallardo ha sido para con nosotros y lo seguirá siendo, Dios mediante, debajo de la apreciada vestidura negra, bien llamada "sotana".
    Un saludo a usted y una oración para ambos.

    ResponderEliminar
  2. Erase un Gallardo, a una Nariz pegado...
    Siempre nos quedaremos cortos en palabras para hablar de Don Eutrapelio Cozzetti; pero muy preciso ha sido usted estimado cumpa.
    Si habremos pasado domingos oyendo y leyendo escritos, versos, coplas y cartas de este especial Gallardo. Y vaya que era especial, porque sus gallardías siempre tenían algún toque distinto, algo que probablemente nunca nadie haya hecho anteriormente de la misma manera.
    Creo yo que estaba (o estábamos, ya que le di ánimos para que haga esta entrada) obligado a escribir esta entrada, a darle un homenaje en esta bitácora; también para que los lectores del querido blog sepan que este personaje no era un incoherente y que no solo escribía sobre gallardías sino que también trataba de vivirlas y hacer que sus cercanos se incluyan en ellas.Y vaya que fue así, bien usted lo remarca, que dio el paso a vivir la más grande de todas, comenzar el camino para entregarle la vida a Nuestro Padre.
    Rezaremos por él y para que Dios le de claridad en busca de su vocación.
    Pero sin duda siempre habrá algún escrito de Don Cozzetti dando vueltas con los bordes de las hojas quemadas y alguna simpática frase trasmitiendo tragedia, comedia, historias, consejos o lo que sea pero sin dejar de aspirar a lo más grande, siempre deseando la belleza y la santidad.
    Gracias por esta publicación Benne Detto
    Un gran abrazo desde una humilde plaza en las fronteras del Godoy.
    DAdlM

    ResponderEliminar
  3. Don Camilo! Debo confiarle que cuando leí la primer oración de su escrito una gran nostalgia se hundió en mi pecho. Pero, a decir del Manchita, nuestro querido Eutrapelio siempre se preocupó por nosotros y principalmente por Dios. Y comparto, que se lanzó a su más grande gallardía, pero no a la última porque como siempre, cuando ya no se puede esperar más nada, aparece Cozzetti y te sorprende.
    Un abrazo grande, en estos tiempos sombríos.
    DCM

    ResponderEliminar
  4. Gran hombre ese Don Eutrapelio. Pedazos de su corazón nos dejó... y nos arrancó a nosotros también su señalado pedacito. Bendito él por el camino que ha escogido... que Le han trazado. Su espíritu -ojalá!- perdure entre nosotros, porque en estos tiempos locos y amargos, gran cosa es la susodicha EUTRAPELIA.
    Pero.
    Sin la amistad gallarda, ¿qué sería de la eutrapelia?
    Sin Eutrapelio Cozzetti (con su prominente nariz torcida), ¿qué sería del esparcimiento cristiano?

    Vaya mi salud por él, empinando una Dama Juana, al mejor estilo Cozzetti.
    Hilarios

    ResponderEliminar
  5. Esa cueva. Se me viene a la mente la famosa frase "Si esas paredes hablaran" . Alli dentro era donde se manifestaba su mas auténtica esencia, sus anhelos, sus pensamientos, sus inentendibles pero agradables y simpáticas locuras.
    Siempre dispuesto a un cigarro y un cafe. Comprendió a la perfección que los pequeños momentos son los que alegran el dia.
    Cozzetti. Imposible decribirlo de mejor manera que no sea por su mismo nombre.

    Vaya para el un profundo cigarro.

    ResponderEliminar
  6. Salud a mis gallardos:

    *Alegre y festivo Don Alkandura Tuk.
    *gran consejero de palabra y ejemplo Don Ábila de la Mancha.
    *querido, fiel, noble, enamorado y niño Don Calixto.
    *Detestable y querido (como los gavilán) Don Hilario de Jesus.
    *Buen Gandalf el gris, Don Ojota Fonse.
    *(…dejo a criterio del lector la extensa listado de elogios que se merece… ) a mi amigo Don Camilo.

    amigos queridos y lectores

    Me arde el pecho de melancolía y nostalgia al leer dicho elogio y sus comentarios.

    Con el correr de las palabras, se dibujaba en mi corazón demasiados recuerdos y al terminar de leer y releer por segunda vez cada una de sus palabras queda “chico” decir solamente gracias.

    Dios me dé la gracia de “responder” sus palabras, agradecer solidas amistades y devotas oraciones con el resurgimiento (lento y Dios mediante firme) de un nuevo flepo.

    Sin mucho formalismo y protocolo: se los extraña mucho y se los quiere demasiado.

    Les mando un sentido abrazo de gol.

    ResponderEliminar