sábado, 13 de abril de 2019

Mitología Cuyana: Revelaciones a Dom Abubba




“Las lágrimas de Azodnem por Ecipart”

El relator:
El otoño estaba dando comienzo en el reino sobre la montaña, el sol cálido de la tarde generaba en el ambiente una sensación de ternura de abrazo y el viento fresco una caricia en el rostro. Dom Abbuba paseaba por los caminos pedregosos del reinado luego de un acético almuerzo (dos gotas de rocío y un huevo de codorniz hervido en aguas termales) esta era de las horas favoritas del barbudo humeante, la tranquilidad en el reino lo inspiraban a reencontrase con el neuma.
Dom Abbuba miraba su alrededor como un niño mira un paisaje que se repite todos los días y exclamaba en voz baja, que para él eran gritos adrenalínicos que salían por sus ojos y oídos exaltados y decía:

“Ahhhh…. El reino, que lugar tan fermozo, que esplendido mejunje de cosas agradables a mi espíritu …. El sol que se asoma a través de las hojas agraciadas y juegan con mi visión con el aplauso de las hojas que ovacionan por el viento de la tarde… ¡vaya ja ja! desde cuando hablo con tanto léxico y de esta manera, será mejor callar y contemplar.”

Dom Abubba es y seguirá siendo uno de estos hombres que hablan consigo mismo, es como si hablaran con un compañero invisible y son de aquellos que se ríen de sus propias locuras…. es más, él considera muchas veces que pierde la cordura… la mayoría de las veces, está en lo cierto…dicen que es de los “polifacéticos”.

Ya terminaba su caminata por su recorrido cotidiano, Abubba silbaba melodías de épocas antiguas que hacían que las flores danzaran a la par de tal arcaico sonar. De pronto clavó en seco en el medio del camino y reflexionó: “Voy a ir por un viejo camino de regreso a mi morada, presiento que me voy a encontrar con un amigo”.  

Y así fue que el oriental decidió dar media vuelta y tomar el famoso camino que se encontraba atrás del palacio del Joven Baishka, amo y señor sobre la montaña. Este camino pasaba por un lugar llamado “El mundo de los Duendes”, cuentan las historias de las gentes que en ese lugar viven los duendes, estos son seres ancestrales que existen desde las altas épocas de Otlas (así se llamaba El Reino sobre la Montaña en antaño), seres mágicos que son metamorfos, es decir que no podríamos conocer realmente la forma que tienen ya que pueden tomar la disposición física que ellos requieran: hojas, arboles, conejos, etc. El Staretz había tenido la suerte de dialogar con alguno de ellos muchos años atrás pero él mismo decía que eran casi imposibles de encontrar.






Dom es un hombre de buen comer, muy equilibrado, que sabe cuándo y cuánto necesita alimentarse. Ya iba por mitad de camino cuando de pronto, paseando al lado de la acequia que llevaba al río, para refrescarse un poco, se cruzó un árbol bellísimo de hojas doradas que brillaban como diamantes gracias a las salpicaduras de gotas de la acequia y el reflejo del sol sobre ellas. Los ojos de Dom Abubba también brillaban, pero era porque veía con antojo unos hongos color caramelo sobre el pie del árbol. La lengua peinaba su bigote  y prolijamente retiró el hongo más grande que había, que habrá pesado unos cincuenta gramos. Rápidamente lo llevó a su boca y cuando comenzó a masticarlo y degustarlo; al cabo de unos segundos de placer con su sonrisa de oreja a oreja, vio que saltaban chispas de todos los colores de su boca, como si fuesen pequeños fuegos de artificio. Su piel se puso blanca, azul y violeta y sus pupilas se dilataron, luego cerro los ojos y cayó en seco al suelo áspero.



La revelación contada por Dom Abubba
Dom Abubba:

“¿Dónde estoy? Solo veo brumas… ¿he muerto? ¿Qué sucedió? ¿Los hongos estaban envenenados? ¿Beboyaga me tendió una trampa con brujería? “

Rápidamente me levanté y solo veía neblina y espacios en blancos y grises, pero pude percibir una silueta amorfa que se movía…esta me dijo:

“Abubba… Abubba…. Elige entre estas tres lámparas, cada una posee cenizas, cenizas de conocimientos invaluables, intangibles para los hombres comunes. Toma las cenizas de una de ellas y espárcetelas sobre la cabeza y veras lo que nosotros, los duendes milenarios hemos visto directamente de los daimons (δαίμων).
No sabía que pensar, el azar era lo único que me quedaba, o mejor la voluntad misma de Dios en mi elección. Opté por la lámpara de la derecha, tomé las cenizas y me las esparcí como se esparce la arena sobre la arena.
Relator: Nuevamente las pupilas de Dom Abubba se dilataron y cayó nuevamente en seco sobre el piso blanco como la nieve.

 La REVELACIÓN de la Revelación contada por Abubba:

Me volví a despertar, pero esta vez, no estaba sobre el suelo y la bruma …. Estaba sobre una bruma, sí, pero mis pies no tocaban tierra, estaba flotando, había llegado, a mi parecer a una especie de limbo, todavía no sabía que estaba sucediendo y por qué.
La niebla se fue esparciendo y mis lágrimas comenzaron a brotar, ¡estaba frente a algo jamás antes visto! Estaba frente a la gran Cordillera y al lado de ella estaban dos divinidades, ¡dos daimons! tenían las formas más hermosas que nadie podrá ver en sus vidas … mis ojos se humedecían por el esplendor de aquellas figuras que no podía terminar de abarcar en mi inteligencia, no podía parar de llorar.  Mi cuerpo se encontraba a mil pies del suelo, abajo era todo desierto.
Los daimons hablaban una lengua que no podía entender …. era una lengua onomatopéyica, solo podía escuchar como si un río chocara sobre las rocas o escuchar la madera consumida por el fuego, o el rechinar de los árboles o la brisa de la mañana. ¡Tenían el tamaño de titanes, eran más grandes que las montañas mismas!

De pronto siento un susurro de una mujer en mi espalda …. Una musa … una Elfa …. Yo no podía voltear a verla. Su voz era capaz de conquistar hasta al Sacro Imperio Romano con una silaba.
Ella me dijo: “Estas en una revelación …. Solo presta atención”
Yo no podía dejar de lagrimear y mover mis pies flotando en el aire. Tampoco pude contestar, y me calmé.
Ella: “Ellos dos, a los que vez parados ahí conversando son Azodnem y Ecipart, lo que estás viendo sucedió hace miles de años, pero sucedió… y fue luego de la caída del hombre.”
Lentamente y con la ternura de una madre me comenzó a contar una historia... 

Ella: “Hace muchos años, el Gran Dios mandó a proteger los extremos de la tierra a los daimons más poderosos y más amados por El. Su deber era sostener el equilibrio de estos puntos para que el planeta no colapsara físicamente ya que habiendo caído el espíritu los castigos corporales y terráqueos se harían presentes. Parte de la misericordia del Gran Dios se reflejó en que los daimons evitaran el quiebre de las montañas en esta región.
Azodnem era el encargado de proteger la zona de Cuyo, donde tú vives, ¡donde está Otlas! Y tenía un compañero de más baja categoría que era Ecipart, que pertenecía a otra casta, un poco más bajo que el primero, era como el escudero de Azodnem. La gran diferencia entre los dos y lo que hacía más poderoso a Azodnem era la capacidad de llorar. ¿Y porque digo esto? Porque aquí es donde se desenlaza este relato.
Las tierras de Cuyo eran de las tierras más fértiles del mundo entero, eran para los daimons, el segundo paraíso ya que ellos no sabían dónde estaba el primero (quizás era el paraíso). Con la caída de Adán, las tierras fueron devastadas y sustraídas de su inmensa belleza por las calamidades, las pestes y los desastres.
Ecipart sufría con dolor la ausencia de la belleza, pero no podía llorar y cantaba un epitafio que decía así en lengua de los hombres:



Triste es estar en donde hubo luz
Triste estar en donde hubo vida
Siempre Cuyo nos dio alegría
Siempre aquí se vio el paraíso a trasluz

El manantial refrescaba a los seres
El pasto calmaba el descanso del día
La tierra fértil nos sonreía
Siempre Cuyo nos dio alegría

¡El paraíso a trasluz!

Conmovido y sentidamente Azodnem decidió regalarle lágrimas a Ecipart para consolar tal sufrimiento e hizo brotar unas cuantas para el escudero. Azodnem no podía dejar que cayeran en tierra sus lágrimas así que coloco en las manos de Ecipart una jarra para que se volcaran allí y luego sepultarlas en el fondo del mar. Las lágrimas caían generosamente sobre la jarra, pero tres pequeñas gotas no entraron en el recipiente...

Otniev, el invisible, era otro daimon que merodeaba toda la tierra y transmitía con el permiso del Gran Dios la vida a todas las cosas, estaba presente escuchando el epitafio de Ecipart y observando las lágrimas de Azodnem, él también estaba conmovido. Así entonces, al ver las lágrimas del guardián de Cuyo, le pidió al Gran Dios si podía sacarle tres lágrimas a Azodnem antes de que cayeran al recipiente … esto se le fue permitido y siendo invisible a los ojos de los otros dos sustrajo tres lágrimas y las dejo caer en la tierra de Cuyo. Ya sabrás donde han caído … una de esas cayó en Otlas, la cual ustedes llaman El Reino sobre la Montaña. Las otras dos cayeron en …… y en ……”

Dom Abubba: Estas últimas se me dijeron en secreto y no las puedo revelar directamente por petición de Ella.
Luego del secreto solo sentía coscachos en la cabeza, ¿porque la dama me pegaría? no podía entenderlo …. todo se nublo.

El relator: Resulta ser que Dom Abubba fue encontrado por el Joven Baishka, amo y señor sobre Montaña, a orillas del río pedregoso al borde de ahogarse. Su ropa ya eran harapos mojados y Baishka golpeaba la cabeza del barbudo para que dejara de patalear. El señor sobre la Montaña tuvo que cargarlo en su caballo como a un borracho para llevarlo a que lo atendiera un médico en su palacio.

Abubba todavía no había recuperado la compostura, pero pudo ver el árbol de donde había sacado el hongo y vio unos pequeños zapatitos, del tamaño de un dedal, tirados en el suelo. Abubba se reía, lloraba y decía: “me he comido un duende, pues claro …. me lo he comido ja ja... pobrecito…debe haber sido el que conocí hace años atrás …ja ja”. Al parecer los duendes tenían propiedades que hasta para Dom Abubba eran desconocidas. El joven Baishka dejo a su amado consejero en la alcoba real y se arrodillo al lado del staretz esperando al médico mientras oraba.
De pronto Abubba recuperó todas sus fuerzas, sus ojos se abrieron como faroles y pegando un salto sobre la cama comenzó a gritar: ¡Revelación! ¡REVELACIÓN de la Revelación!
                                                               

Dom Abubba, el Staretz


3 comentarios:

  1. Al respetado y sabio Dom Abubba:
    Sublime su entrada, digna de años de meditación. Mis ojos están empapados en lágrimas por ser tan indigno de conocer mediante su escrito tan grandes revelaciones sobre los dioses de Cuyo. ¡Oh, cabecita torpe y pequeña que tengo, que no has conocido la sabiduría! ¿Acaso no gritaban nuestros paisajes la presencia de los Titanes?
    Un momento, cuéntanos más, oh grandiosísimo Starets, deseamos conocer nuestros orígenes. Espero con ansias que esta entrada, sea el punta pié de una larga tradición, de una larga historia que relata nuestra esencia... Larga como la historia de la humanidad

    ResponderEliminar
  2. Venerable Dom Abubba,¡sublime entrada la suya!

    Se nota en ella, como dijo el De Los Gamos, años de meditación. Mas yo diría, de percepción cordial. Con el corazón se adentró en las entrañas de nuestra tierra cuyana, y así es que como pudo sustraer su substancia, su quintaesencia... que es, indudablemente, mítica. De Cuyo no se puede hablar fuera del imperio de la Poesía. Y la Poesía tiene un registro en desuso, por devaluado quizá, que es el registro mítico. Sí. Es por el Mito que podemos acceder a los misterios de nuestro terruño. Es difícil, ciertamente, manejar este arte primitivo. Pero una vez que se ha comprendido cómo tratar con él, no sin antes haber aprehendido ver las cosas míticamente, las cosas mudan de ropaje. Me explico: hay que ponerse los anteojos aptos para lo mítico que nos darán el rostro de la verdad de las cosas; de las verdades últimas. Sin esta óptica, andaremos desorientados con respecto a nuestros orígenes, con relación a la génesis de Cuyo (de Otlas y demás reinos).

    Y acá viene la parte en la que aparece Ud., caro Abubba. Nos sorpende con un escrito así para no olvidarnos esta verdad siempre en riesgo de desparecer: la verdad del Mito que asombra y que devela. Los mitos son necesarios, y es por ello que agradezco su publicación. Para que nos despertemos de este mundo chato y desencantado. O todavía más, para que logremos descubrir la Magia que hay en nuestras circunstancias, en nuestro contexto, en el aquí y ahora. ¿De qué serviría creer o saber que ciertas tierras en las Uropas están henchidas de hechizos si no lográsemos percibir los encantos mitológicos que existen y abundan en nuestra patria querida?
    El mito, sí, es un modo más, y tal vez el mejor, para crecer en el amor a nuestra tierra natal. (Tolkien, Lewis, las leyendas artúricas, entre otros: ¿no son testimonio de esto que digo?)

    No nos deje estimado Abubba por mucho tiempo sin continuar con sus zagas y sus revelaciones. Este es su Apocalipsis, pues eso significa su exclamación varias veces repetidas -"revelación de revelaciones"-: ἀποκάλυψις.

    Mi saludo desde Cuyo, morada de dioses y cualquier cantidad de seres fantásticos (...¿acaso no ha sido la Tonada la que nos sugirió esto durante tanto tiempo? No hemos tenido oído mítico para oír...)

    Hilariouslo+

    ResponderEliminar
  3. Anciano y sabio Staretz,
    Me sorprendió la rapidez con que llegó la correspondencia de este escrito suyo, siendo que lleva escribiéndolo unos trescientos años, según usted me reveló en privado ('sólo una palabra por mes, ya que sino sería una osadía literaria... '). En fin, estoy muy dichoso de ser de esta generación que ha podido leer nuestro Génesis cuyano, aunque "Domine non sum dignus" de tenerlo a usted y sus revelaciones.
    Le pido, con la humildad con que un aprendiz pide a su maestro, que no se guarde nada de nuestra historia, que sino somos hombres sin rumbo ni pasado.
    Le agradezco, con la humildad con que un aprendiz agradece a su maestro, su publicación.

    Le mando un abrazo, si es que está permitido abrazar a hombres de antaño como ud.

    DCdiB

    ResponderEliminar