miércoles, 13 de marzo de 2019

5 ° Cavilaciones: Belleza: La Música

"Sólo hacía falta abrir los ojos y contemplar..."

Luego de unos meses de sequedad y estancamiento escritor no deseado, pude volver, no por mis medios ni tampoco por decisión propia sino de Dios, mediante la contemplación de la belleza, a escribir y alegrar mi alma en este hermoso arte al que estoy llamado desde niño.
He estado cavilando en voz alta conmigo mismo, con amigos y con seres queridos durante meses, quizá años, sobre un tema tan viejo y tan actual que me gustaría poder llevarlos conmigo al espacio medular de este asunto.

"La belleza salvará al mundo"

Así dijo un sabio ruso un día, y ¡vaya que así lo es y será! Pero ¿cómo tratar de la belleza?, ¿cómo poder explicar algo universal y abstracto pero que a la vez tiene múltiples formas de individualizarse (sin dejar de ser un sola) y a la vez se ve tan palpable en cosas materiales?
Creo yo, y espero no errar, que aunque suene herético podría abocarse un estudio de la belleza por partes; una anatomía que no deja de lado a la fisiología, es decir, ver sus partes en función a su funcionalidad en el todo, pues la belleza es una unidad indivisible.

Ahora bien, la "parte" que hoy quiero centrarme es uno de los miembros más fuertes del cuerpo, y es la música. La música bella, obviamente. Pero cabe la primer pregunta para cavilar ¿hay música bella? o también, ¿hay música fea, llamémosle mejor 'mala'? Objetivamente sí. Y aquí arrancamos:

Realmente es difícil de explicar, pero espero que se entienda. Comencemos por tratar de dar una escueta explicación de 'lo bello'. Lo bello es aquello que vive acorde (término utilizado en música también) a la misión divina otorgada y la cumple con perfección, armonía y proporción. No quiero ahondar mucho aquí pues ahí sí se volvería más que complicado. Pero digamos que esa es -mas o menos- la descripción de ella, ya que la Belleza es indefinible; de aquí podemos ver, sumergiéndonos un poco más adentro, que el sacrificio también puede ser bello, aunque sea contrario a la razón o a la voluntad. El ejemplo más claro es el sacrificio de Cristo en la Cruz, "locura para los paganos" (1Cor 1:23), sin embargo es la gran "eucatástrofe" (dirían los griegos), la "catástrofe buena"; pero, ¿acaso puede una catástrofe ser buena? en este sentido claro que sí puede. Pero retomemos:

Urge una segunda pregunta, y aquí la primera también será respondida: ¿qué es la música buena o la mala?, ¿cómo diferencio la música buena de la mala? (en caso de que ambas existan, y por ende hayan diferenciaciones). Pues bien, la solución es un tanto espesa: al partir el hombre expulsado del Paraíso, quedaron en su alma impregnadas muchas cosas que habían en estado puro allí; tales como: los aromas y paisajes del Edén, las melodías angélicas y celestes, la perfecta proporción y armonía de y entre todas las cosas creadas; también la ciencia, el arte y la sabiduría del hombre perfecto; el estado puro y pleno en que Adán y Eva participaron en Dios en el jardín del Padre. Y por último, quedó escrito en el corazón humano lo mejor de todo, la fuente de todo, la Visión Beatífica. Mas esta inscripción quedó "codificada", es decir "guardada bajo clave secreta" en el alma. Y esto fue heredado de generación en generación hasta llegar a nosotros. Entonces, aquí es donde penetra la belleza con todo su esplendor y rompe ese candado y nos 'deja ver' (o sentir) ese "pedacito de Cielo" que hay escondido en los batifondos del alma. De aquí la llamada "Nostalgia de Cielo" (de la Cavilación n°2). Éstos "códigos" son descifrables mediante la contemplación de la belleza, ésta abre el cerrojo y nos deja "gustar" (del latín 'sapere': gustar, de donde proviene el verbo 'saber' que guarda íntima relación con el primer significado) ese Cielo; y ésto nos hace plenos, porque nos vuelve, nos remite al estado originario y primigenio, y esto causa felicidad, gozo, placer espiritual. Por eso al sentir una melodía armoniosa, proporcional, bella, sentimos un gozo inexplicable, que no sabemos de dónde proviene ni por qué sucede; o al ver un paisaje bello, un cuadro armonioso y bello, un gesto sincero, humilde, amable; cuando vemos el sacrificio de una madre por sus hijos; el amor a la Patria de un hombre; el canto de un pájaro por la mañana; el amanecer de cada día, el declinar del mismo; la integridad espiritual y la belleza física de la mujer amada; el amor conyugal; la entrega absoluta sacerdotal; la Caridad sin mezquindad, la Esperanza firme, la Fe cabal y a ciegas; y tantos ejemplos más de la vida cotidiana y no cotidiana que nos recuerdan y nos evocan (y remiten) a la Belleza, al Bien y a la Verdad. Todo esto genera un 'algo' en nosotros cuando lo contemplamos; una música bella puede generarnos diversos sentimientos, procedentes de la "Nostalgia de Cielo", es decir: 'aquel recuerdo del estado pleno en que un día el hombre estuvo (gozando feliz)'. De aquí que una melodía puede hacernos llorar sin saber nosotros el porqué, o puede generarnos alegría, euforia, sentimientos o sensación hogareños, o sensación de oscuridad y soledad, etc. Todo esto sucede porque el alma entra en "resonancia" (término utilizado tanto en Física como en Música que significa el fenómeno que ocurre cuando un cuerpo al sonar (vibrar) puede causar un efecto de movimiento a otro cuerpo que está en la misma frecuencia (en sintonía) que el primero); explico abocado al tema y en criollo: eso que yo contemplo genera un "movimiento" en mi interior debido a que yo (o eso que tengo dentro mio) 'estoy en sintonía' (estoy en la misma frecuencia); más criollo aún: aquellos que contemplo hace mover, hace sonar algo que tengo en mi interior, de aquí la palabra "resonancia", porque es algo que está sonando (en este caso es aquello bello cuyo 'sonido' es la belleza que esplende) hace que suene algo que está dentro mío y que antes estaba callado. Aquí aparece el término "reminiscencia", esto es: una vuelta al pasado, un recordar lo anterior que era bueno, un 'hacer memoria' de los bienes perdidos. Esta reminiscencia, o sea, este recuerdo, es el que nos hace entrar en sintonía con aquella belleza que contemplo de aquel objeto (ya sea material o inmaterial) bello. Por eso al dejar de contemplar ceso la resonancia, porque ya no estoy dejándome mover por aquel motor que me hace sonar. Y esto es lo hermoso de la Belleza, que nosotros no podemos poseerla ni forzarla a movernos, sino que sólo si nuestra alma está dispuesta, está a la misma frecuencia, puede ser 'movida' por la belleza, que no es más que un destello, un lejano reflejo (como los hombres en oscuridad del mito de la caverna) de la Belleza con mayúscula, que es Dios. Por esto entonces, cerrando la idea, la belleza nos genera movimientos y/o sentimientos de toda índole en nuestro interior al contemplarla. Mas aquí entra otra interrogante más: ¿la belleza puede hacernos daño?, la respuesta es NO. Aunque se genere en nuestro interior sentimientos de tristeza, siempre va acompañado de la nobleza de espíritu, pues la nostalgia por el bien perdido (el Edén) no es mala, siempre y cuando lleve al pensamiento de querer hacer la voluntad del Padre para regresar con Él, o al sentimiento de arrepentimiento y perdón. Por lo tanto despejamos toda duda acerca de la interrogante.

Avancemos un poco más:
Centrémonos en la música. Bien sabemos ya que ésta puede generarnos muchos sentimientos y movimientos distintos del alma. Ahora bien, volviendo a la primer pregunta, afirmo que también hay música mala, insana, fea, que es diferente de la música buena, bella. Ésta última resuena en nosotros y nos permite gozar de aquellos 'estractos de plenitud' circunscriptos y codificados en el fondo del alma humana desde Adán hasta nosotros. Pero la pregunta es ¿qué hace la música mala? También es difícil la respuesta, pero me atrevo a generar una hipótesis basándonos en el racionamiento anterior. Así como la música buena procede del estado de plenitud edénico, ya perdido, así también la música mala procede del pecado original y los pecados engendrados por éste. Los pecados que cometieron nuestros antepasados y nosotros se suscriben en nuestra alma manchándola y desintonizándola, es decir, sacándola de sintonía con Dios. Por eso un alma acostumbrada al pecado, a la fealdad, a la mala música, está muy lejos de sintonizar con la belleza que se le presente, y por consiguiente de poder gozar de esos pequeños placeres celestiales que ella brinda, y que son al fin y al cabo los que nos llevarán a Dios ("la belleza salvará al mundo" F. Dostoyevski). En esta dinámica, en este juego de sintonía y desintonía, que nos dan la afinación y desafinación (correspondientemente) de un alma con la creación, con la belleza y con Dios, es donde muchos autores, como el sabio inglés J.R.R. Tolkien, suponen que la creación y el universo entero son una perfecta, armónica y porporcional sinfonía musical, donde todo está minuciosamente sintonizado, y donde el pecado es, justamente, la desafinación en la Gran Melodía divina. Pues la soberbia no es más que "querer componer nuestra propia melodía sobre la melodía perfecta e inigualable de Dios". Y no por nada la soberbia fue el primer pecado.

Volviendo, y ya para ir cerrando: el pecado también inscribe ruido y malas frecuencias, distintas de las del Cielo, indeseadas y nocivas para nuestra alma. Y el mandinga conoce muy bien ésto, pues él fue el primer desafinado, y por ésto ataca mucho nuestro mundo con música que evoca sentimientos de odio, de desazón sin esperanza, de amargura profunda, de depresión sin solución, de falta de sentido vital, de realza de las pasiones incontroladas, de falsa felicidad proporcionada por el desenfreno mental; para darse cuenta de esto solo basta prender la radio durante unos pocos minutos. Así, el coludo quiere desafinarnos, quiere tapar y ahogar ka belleza para que el alma no pueda ver a Dios en su creación y por ende perderse en bajezas, en vanidades, en la superficialidad, en la estética, en la moda, etc. Nos mete música mala, fea (no bella), desproporcionada, no armoniosa, desequilibrada y desestabilizada; y para rematar, nos mete ruido, que es la perversión de la música, ya no es música, aparenta serla, es el engaño """musical""" más grande e inteligente que nos proporciona el maligno en este terreno. Y esto se puede ver en cualquier ámbito, incluso en el folclore, con el folclore progresista y comercial que se vende hoy en día, pues bien sabe el diablo que nuestro hermoso y querido folclore tradicional está fundado sobre costumbres cristianas y que por lo tanto llevan a la Belleza, ergo llevan a Dios. Pero más importante aún, se ve esto también en el progresismo pastelero y superficial que hay (tristemente) en la Iglesia de hoy en día. De aquí la gran importancia de mantener la música sacra intacta, que trata de imitar (aunque nunca lo logre) a los coros angélicos; debemos cuidar su esencia y su forma, y obligadamente también cuidar la liturgia, el rito con extremo empela y cariño, enseñando a quien no sabe y haciendo y cantando el que sabe. Día a día cedemos terreno en este campo de batalla.

Espero que este humilde esbozo nos haga "abrir los ojos" como dice la frase inicial de este mismo post. Dejo lugar al debate, como ha sido siempre la intención de la sección "Cavilaciones", pues "errare humanum est".


9 comentarios:

  1. Exelente escrito mi querido Di Benedetto. Hay algunas cosas que no me han quedado muy claras como lo que dijo de que pueden haber catástrofes buenas pues para mi es solo Nuestro Padre quien solo puede hacer bueno algo que es malo.

    Pero fuera de eso me ha parecido muy bello este escrito suyo. Sobretodo la comparación entre la misma belleza y aquello que no lo es. Y la idea del demonio tratando de pervertir la música. Un ejemplo de esto son las conocidas bandas de rock, las cuales son o se acercan mucho a las sectas demoníacas...

    Le dejo una pregunta por si después decide ampliar o hacer una segunda parte de "cavilaciones 5"
    ¿En que se basa el mismo demonio para pervertir la música? ¿Que parámetros sigue?

    Para finalizar... me alegra que Dios le haya echo volver a la escritura y espero ver algunos escritos suyo en la posteridad cercana.

    Suyo.
    El Corsario Negro.

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    1. Estimado Corsario,
      Con respecto a las Eucatástrofes:
      El significado de ésta palabra viene del Griego, que significa (en criollo) 'catástrofe buena', ésto es así porque ciertas 'catástrofes' o ciertas 'calamidades' ante los ojos del mundo y ante los ojos humanos son tragedias con el peor de los finales; en cambio no es así para los ojos del justo, o los ojos de Dios, pues remitiéndome al ejemplo que puse en el post, la Cruz es un final feliz para Dios y para el mundo fue una tragedia atroz. Digo feliz, como puede ser también 'buena', de ahí eucatástrofe ('eu': bueno), pues en la Redención del mundo, mediante la Pasión y Resurrección de N.S.Jesucristo, se convierte esa 'calamidad' en un final bueno, en una tragedia con final feliz.

      Espero haber satisfecho su inquietud.
      Le mando un abrazo marino,

      Don C.

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  2. Amigo,
    Le escribe quien ya sabe para comentarle algunas divergencias respecto a su escrito, sin ánimo de erigirme desde un falso paternalismo que mira desde la asimetría, sino más bien, para establecer una conversación sobre temas que son tan graves y últimamente tan vulgarizados pudiendo, bajo una falsa excusa, justificar cualquier balada.
    Ciertamente, el Hiponense, nos señala dos caminos para la contemplación de la realidad: la autoridad (fe) o la razón, y si ha dicho muchas verdades se debe a la primera. En efecto, la primera condición que se debe establecer es la mirada dirigida hacia la totalidad, cuestión que no se encuentra en desacuerdo con la tradición, ya que por nombrar a uno entre muchos nos sorprendió el divino Aristóteles con su tò gar hólon próteros anagkaîon eînai toû mérous (el todo es mayor a la parte) o según Don C “(…) una anatomía que no deja de lado la fisiología (…)”
    Pero podemos encausar la discusión desde el orden, ya que usted es aficionado a la música, y en efecto, es patente que nada se hace sin razón, desde las cosas monstruosas como son los trascendentales como algo que es tan efímero como el petricor. Si nada se hace sin razón, nada se hace sin orden; por lo tanto, hasta el ruido mas chabacano, tosco, grosero e irracional, como puede ser las entonaciones de Don Calixto, deben ser ordenadas, luego racionales, luego bellas, en principio, por el mero hecho de la existencia: lo bueno se convierte (convertntur) con el ens [Cfr. Felipe el Canciller].
    Buen ejemplo nos proporcionaste al tratar el tema de la música, ya que la misma es captada por el oído que es uno de los sentidos, junto a la vista, que participan de la razón, ya que captan proporciones cosa que perciben como placentero [la razón es el movimiento de la mente capaz de distinguir y conectar lo que conoce, lo cual significa captar la presencia o ausencia de proporciones entre las realidades o los conocimientos]. Sin embargo, déjeme aclarar, que el placer del oído frente a la música no es más que la participación sensible del placer que goza la razón ante el significado del cual, v.g., el oído no es más que un medio: el placer es fruto de la unión que se da en la percepción, allí esta lo objetivamente bello y el hombre cognoscente.
    Lo bello es tal por ser ordenado, armónico o proporcionado, sin embargo, lo bello debe encontrar en el sentido de quien percibe una segunda proporción, una segunda armonía, no ya del ente en sí, sino la del ente armónico con el sentido. A pesar de esto, discrepo de usted, con que lo bello fuese la reunión de armonía, perfección y proporción ya que así la cosa -dirían los nuestros- ‘se quea guacha’: tal suma no tiene belleza sino es por el número, que puede ser entendido como el fundamento último de lo creado, el origen fundante de todo ser o el principio de comprensión universal.
    El número es un concepto fundamental, una condición sine qua non cuando se habla de belleza, ya que es el número de las cosas que mediante su esplendor formae es captado por el número del hombre cognoscente, el cual se justifica por el Número de Dios. Si algo es bello implica orden, la forma, la dimensio y el número presente en las cosas y en nosotros que da belleza al ente y permite a la mente humana reconocerla.
    Creo un gran atino de usted, al hablar de la resonancia, aunque prefiero el termino consonancia, ya que la belleza requiere de alguien que la capte, hombres bellos que se hallan educado con las artes liberales para que su inteligencia capte el sentido, forma o número que es lo realmente bello; pero sería una ficción si lo bello es captado por el hombre perspicaz. Si no hay pureza de corazón, todo es en vano.
    Es así mi amigo, como la Belleza es algo que trasciende su campo, impregnando tanto la gnoseología como la ética, siendo indefinible -su mayor herejía don Benedetto-. No en vano el de Tagaste nombra a Dios como Hermosura tan antigua y tan nueva, no en vano Dios no es Dios y solo puede ser contemplado en la Divina Tiniebla [Cfr. Dionisio Areopagita].

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    1. Querido Anónimo, pasará a ser "amigo" del blog cuando se anime a publicar -o al menos, comentar- con algún seudónimo bienpensado.

      Pero lo queremos más seguido por estos pagos.
      A su lado,
      Mr. Salvaje.

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  3. (I)
    Queridísimo amigo, mantendré su identidad en anónimo ya que así lo ha dispuesto usted y me parece bien.

    Primero que nada y antes de todo le agradezco enormemente debido a varias razones:
    1. Por haber realizado la petición que le encomendé (la de corregirme el escrito mediante un comentario en el Blog, desde el punto de vista filosófico).
    2. Por la magistral clase de filosofía que ud. nos enseña en su comentario, desde ya le digo que es mucho más enriquecedor que el escrito mio. Una buena lección de Filosofía nos viene al pelo para recordar conceptos y ordenar ideas, nosotros que no seguimos un estricto estudio filosófico diario como ud. Es este mi mayor agradecimiento y mi mayor gozo al escucharlo, tanto personal como virtualmente. Sabe bien, y se lo vuelvo a recordar, que aprendo mucho de ud. en nuestras charlas, y me son de un agrado inmenso.

    En cuanto al contenido, acepto la corrección de terminología "definición por descripción" ya que justamente la Belleza es indefinible; le confieso que no quise colocar tal palabra, mas la vorágine me gano y terminé colocándolo, cayendo en herejía como ud. dice jaja. De hecho ahora mismo lo voy a corregir. Mas no le acepto, con todo cariño y amistad, la corrección terminológica "resonancia por consonancia", y le diré porque: la consonancia como bien dice ud, se da entre dos cuerpos "no conectados o no unidos", que suenan en conjunto (corríjame si me equivoco), de ahí el término "consonancia". Bien, yo luego de reflexionar decidí colocar "resonancia" debido a dos motivos (que en parte están explicados en el escrito):
    Primero: el término resonancia viene del fenómeno físico (para algunos inexplicable) por el cual dos cuerpos no unidos vibran en la misma frecuencia; uno es el cuerpo emisor del sonido, y otro es un cuerpo estacionario receptor, que entra en movimiento, en vibración debido a que las ondas son captadas por éste, ya que está tensado (inmovilización a una cierta frecuencia y resistencia en ambos extremos del cuerpo), afinado (en caso de una cuerda de guitarra), ajustado a una misma frecuencia, medida en Hz. De aquí las frecuencias de radio, que reciben las ondas de la antena emisora. En música este fenómeno se puede ver fácilmente, y mas que nada en la guitarra: al hacer vibrar una cuerda al mismo "tono" (mismo sonido, misma frecuencia) que otra cuerda que está quieta, ésta por efecto de dicho fenómeno, entra a vibrar (sin que la toquemos con los dedos ni le apliquemos ninguna fuerza) y por lo tanto a emitir el mismo sonido que la primera. Éste fenómeno sorprendente se lo llama "resonancia" en Física y "simpatía" en Música (término que olvidé mencionar en el post).
    Éste fenómeno, por lo tanto, es análogo a lo que nos sucede cuando contemplamos la belleza y sentimos placer y dicha. Por que la belleza, que es "emitida" del primer cuerpo, es captada por nuestra inteligencia y por lo tanto el alma comienza a "vibrar" en sintonía con ella. No se si me explico bien. Cualquier cosa, vuélvame a escribir.

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  4. (II)
    Segundo: porque resonancia también se le dice a aquello que (en criollo) "viene sonando hace mucho tiempo", es decir, aquello que "siempre suena", aunque de momento esté callado. Y esto justamente es lo que nos sucede cuando contemplamos la belleza, nuestra alma "vuelve a escuchar" ese sonido antiguo pero siempre joven y nuevo, que nos rejuvenece y nos re-fortalece.

    Por otro lado, me pareció excelente todo lo que dijo, desde el Hiponense hasta el Aeropagita. Su comentario me recordó conceptos, autores y conexiones que ud. me ilustró en aquel "pub" reconocido. Le agradezco de nuevo el haberlo puesto por escrito, ya que somos hijos del rigor. Fue un viaje fugaz pero brillante por la Filosofía y la Teología, que me gustaría repetir cuando Dios disponga, con una Barley Wine de por medio.

    Por último, le animo (y le ruego) que no nos deje de enseñar, recordar y rectificar las burradas filosóficas que los no-filósofos como yo podemos cometer cuando nos metemos en campos poco explorados por nosotros. Y si se anima, y no es mucho pedir, láncese a escribir una entradita en este Blog, que mucho bien nos va a hacer a todos.

    Le mando un gran abrazo en Cristo y María,
    Suyo,
    Don C.

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  5. Detalles!.... Solo unos detalles para enamorar el escrito !!

    En la antigüedad existían instrumentos que se nominaban D´Amore ... un ejemplo es la Viola D´Amore , un instrumento de vibración por simpatía , es decir , que tiene cuerdas que sin ser tocadas vibran por las que si son frotadas, en definitiva , la resonancia mencionada en este fantástico escrito.

    El corazón y las cuerdas comparten la misma etimología de la palabra y es del latín cor , cordis.... coincidencia , no lo creo. La simpatía esta entre la belleza y nuestro corazón.

    Nada mas!!

    https://www.youtube.com/watch?v=zQSbtkIVSTM

    до свидания

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    1. Dom Abubba, ese intrumento es verdaderamente cordial. Gracias por presentárnoslo, o dicho al modo de Don Camilo, gracias por "abrirnos los ojos" un poco más.
      A su salud,
      Hilariken.

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  6. Caro Camilo, vuelvo a su escrito después de un buen tiempo. Y vuelvo a saborearlo. Y vuelvo a aprender de Ud., de lo que nos presenta, de lo que nos invita a "cavilar". Y he cavilado, no se vaya a creer. Pienso que ha sido muy claro y sencillo en su expoición, siendo el tema que aborda un tanto complejo, y en definitiva, inasible... salvo para los poetas que logran asir lo más huidizo con la lira y el canto de Filomela. Nosotros, aficionados gallardos, buscamos la luz con nuestros tímidos conatos. Y allá vamos. Allá fue, Ud., Don Camilo, a la zaga de la belleza... de la belleza que salva, siempre. Y nos la hizo cercana, con nuevas notas sorprendes: como el concepto de "resonancia" y "reminiscencia", y la vinculación de ambas dos. Esta pista que nos dió es interesante para discernir con más tino cuándo hay belleza y cuándo no, o más específico cuándo se da la música bella-buena y cuándo no se da. Gracias a Ud. por dar criterios de un modo simple y... gallardo. Claro que en última instancia uno se va haciendo el olfato para descubrir lo bello en todo y para alejarse de lo que apesta por estar en desintonía con la Sinfonía cósmica cuyo Director es Dios.
    Su escrito tiene mucho de corte tolkinieano, en sus conceptos, en su espíritu. Y por eso es luminoso.

    La belleza no daña, es cierto, pero ¡cuánto hiere!

    Sin más agregar. Con mucho para seguir cavilando. Siga compartiendo sus cavilaciones que nos dan esperanzas..., que nos dejan con nostalgias.

    Suyo y en sintonía,
    Hilario.

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