Al Corazón Enamorado
por Don Pippin Pita Poe.
Yo, sin saber qué
hacer con mi amor,
sin saber dónde
depositarlo,
sin saber si debo
resguardarlo,
o dejar que vengas
a buscarme.
¿En qué te ocupas,
mi dulce Bien,
en qué te encanto
para así amarme?
¡Oh, mi Corazón
abandonado,
más de mil veces
destrozado!
Quisiera saber
dónde y cuándo
podré finalmente
valorarte.
Quisiera saber,
Dios mío, cuándo
me negaré
lanzándome a amarte.
Toda mi paz
desfallece,
¡ay, si lograra
comprenderte!
Todo mi amor
oscurece,
¡ay, si dejara de
ofenderte!
¿Por qué siempre
que Tú vienes
me echo atrás
desesperado
habiendo ya
saboreado
lo que
realmente me quieres?
¿Por qué me alejo
de Ti
si sé que estás a
mi lado?
¿Por qué me tiento
en huir
de tu presencia, mi
Amado?
¡No! No mires mis
pecados
-¡te ruego!- ni mi
pobreza,
porque si de ella
soy presa:
¿dónde me hallaré
calmado?
¿Cómo podré
enamorarte
si turbios se
hallan mis ojos?
¿Cómo lograré
alcanzarte
si mis pies los
tengo cojos?
Me has dicho dónde
encontrarte
me has enseñado a
tratarte
pero de nuevo te
ignoro
y este nuestro amor
malogro...
¡Arróbame el
corazón!
¡Haz que te ame con
pasión!
Agradezco tu
locura,
que me sigas a esta
altura,
que me salves con
premura,
que me dejes sin
cordura.
.
¿Cuántas veces te
he dicho:
"hoy comenzaré
a seguirte",
y cual si fueras un
bicho
te he maltratado
hasta herirte?
¿Cuántas veces,
Señor, cuántas veces?
Ninguna palabra
humana,
¡helás!, a menudo
vana,
curaría este dolor
sellado por el
error
de salir a tu
encuentro donde no estás,
de acudir solícito
donde no me llamás.
Tú ya lo sabes; yo
no te merezco.
Tú sabes bien qué
es lo que te ofrezco.
Te ofrezco un
almita mancillada,
te ofrezco unas
manitas atadas,
te ofrezco estos
ojos obstruidos,
y el campo de mi
vida mal construido.
¡Qué poco te brindo
mi Querido!
Lo último y lo más
importante
que te ofrezco es
este humilde esfuerzo
para que yo siga
hacia adelante,
frente en alto,
cantando estos versos
que no por pobres
pierden su magia
de convertir este
simple canto
en una sentida
alabanza
impregnada de
esperanza
a la Virgen y al
Dios que amo tanto.
Que bellas y verdaderas son sus palabras Don Pippin, cuanto han reflejado el sentimiento de un cristiano! Si en el afán de seguirlo no hacemos más que herirlo.
ResponderEliminarRuego junto a usted que vea El ,nuestra lamentable limitación y acepte nuestro perdón. Que pueda apiadarse y marcar Su voluntad en nuestras vidas; Mientras que nosotros lo sigamos intentando sin perder nuestras miradas hacía arriba.
Un fuerte abrazo y agradecimiento por su escrito.
《El señor del sillón》
Sinceros sentimientos y qué manera de plasmarlos estimado Pippin.
ResponderEliminarRefleja muy bien la posición del cristiano frente al Amor y tamaño sacrificio que realizó en la plenitud de los tiempos, que hasta sorprende cuán miserables e incapaces de amar nos hemos vuelto.
No esperaba menos de usted, y es más; lo aliento a que continúe deleitándonos y recordándonos lo que importa.
Un abrazo,
D'Artagnan el Sibilino
¡Sea Usted bienvenido a esta nave, caro Maese Pippin!
ResponderEliminarBella y edificante resulta su pluma, mi amigo. Este poema religioso -íntimo- que nos brinda, más que un poema es una oración. Mi gratitud por haberla compartido entre Gallardos que buscan al común Amado mediante el ángulo de lo bello. La Belleza del Señor nos levantará desde el lodazal donde yacemos tendidos. Importa más cantar Su grandeza y misericordia que puntear la cuerda de nuestras miserias, aunque no viene mal recordarlas de tanto en tanto junto a la prima y a la bordona.
Mis cálidos saludos también van para El Hombre del Sillón y para D´Artagnan el Sibilino, que entran en escena gallarda bajo tímidos comentarios. Ojalá se animen prontamente a escribir alguna entrada galana y guerrera.
A todos, pues, ¡salud!
DHdJ+
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHermosísima poesía Sr. Peregrin Tuk. ¡Cuánta verdad, cuánta magia, cuánta súplica orante guardan sus versos sentidos! Hacía mucho no leía una contrición tan profunda y perfecta, al punto tal que la he encontrado a la altura del Salmo 50 de David, el famoso "Miserere", la súplica por excelencia.
ResponderEliminar"Cuántas veces, Señor, cuántas veces"... creo entender por qué este sencillo verso, en un simbolismo muy bello, ud. lo ha separado del resto de las estrofas, corríjame si yerro: después de varias leídas vi entre líneas que este renglón encierra el significado ulterior y el clímax de esta entrada; cuántas veces hemos pedido al Señor perdón, cuántas veces lo hemos ofendido, cuántas veces lo hemos traicionado, cuántas veces nos vuelve a perdonar, cuántas veces nos hemos encontrado en el lugar de David pidiendo clemencia y misericordia por nuestra falta de amor, al igual que usted, cuántas veces, cuántas veces Señor...
Gracias por compartirnos su oración, ésta ha llenado de un aire renovador, cuaresmal y puro el clima de Los Gamos.
Le mando un cordial saludo Mr. P.P.P. y a los suyos.
De usted,
Don Camilo dB.
Señor Don Pippin, le ofreazo mí humilde bienvenida al blog. Y más le agradezco su entrada, reconforta el alma preguntarse el porqué de que el Señor nos ame, sin llegar a comprenderlo jamas, como Lope de Vega dijo ya en su hermosa poesía "qué tengo yo, que mí amistad procuras". Le dejó un saludo cordial y la petición de que no nos deje sin más.
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