jueves, 15 de junio de 2017

Amante de la Luna


Luna querida, mi secreta amada. Hace poco te vi surgir de entre el horizontal confín de la tierra. Estabas sonrojada, era por los últimos piropos que te lanzaba el sol antes de ocultarse. ¡Qué amor te tiene el Sol! Tanto te ama que cada noche muere por dejarte respirar. Quise capturar tu belleza en una cámara, pero no tenía. Entonces me dije: “¿por qué querer enjaular a la bella luna en un aparato, pudiendo retenerla en mi memoria?”.

En efecto, la gentil memoria creada por Dios es algo extraordinario, pues al tiempo que retiene, idealiza. De lo bello, pasado el tiempo, deshecha lo feo, y queda algo más bello. De lo feo a la inversa.

Hay que hacer por dejar cosas sólo a la memoria, nada de fotos. Hay que aprender a degustar lo recordado, a fijar los detalles, a transmitirlos fidelignamente, aunque sean adornados levemente. Más valen mil palabras que una imagen para transmitir la belleza de algo. La tradición es oral, no visual, por algo será.

Intentaré transmitirles la belleza de la luna aquella tarde. Como dije, estaba sonrojada, y yo celoso, celoso del sol, que tenía la capacidad de ruborizar a mi amada. ¡Oh, señores! Hubiéraisla visto, estaba mi dama erguida y lozana, era del pueblo la más galana; simpática y grácil por el cielo se alzaba, donosa y preciosa se conservaba. Eterna belleza la de mi luna preciada, codicia de muchos, de algunos amada. Muchos anhelan poseerla, pocos quieren sólo verla. El bien está para poseerlo, pero la belleza… la belleza está para contemplarla. Que no se equivoquen los muchos, la Luna sólo puede ser amada y admirada. Pues también amo el horizonte, pero si me acerco lo pierdo. Hay cosas a las que, si me acerco, se desvanecen, la Luna es una de ellas, preguntadle a Neil Armstrong, pobre desgraciado.

La Luna iba palideciendo, quizá porque Febo marchaba ya. Pobre Luna frustrada, condenada siempre a perseguir al Sol y nunca alcanzarlo. Palidecía, digo, por ser consciente otra noche más de su desgraciada vida, pues nunca conseguiría lo que eternamente buscaba: su amado Sol. Sísifo era llamada a menudo, pero incluso Sísifo fue feliz, y la Luna también lo es, por lo menos mientras cree que puede alcanzar al Sol. Miento, hay dos veces al año, incluso hasta cinco, en que la Luna y el Sol se ven, se tocan, gozan de intimidad. Tales días son los de eclipses solares. En esos días el Sol lo es sólo para la Luna y la Luna sólo para el Sol. Para el resto del mundo, ni el Sol ni la Luna existen, para los codiciosos sobreviene la pobreza, para los amantes la desesperación.

Rielaba en el mar la Luna, así es ella, no tiene sombra, en vez de dejar sombra en las cosas, deja luz. Temblorosa luz que estremece al mar, indigno de reflejar tal belleza; temblorosa luz que da protagonismo a las aguas esta vez, más que al cielo. Pero las aguas coquetas y vanidosas no son conscientes de que su protagonismo les viene dado del cielo. Qué triste es mirar al mar en una noche sin Luna, pero más triste es amar sin esperanza alguna. Pobres amantes de la Luna, pues saben que nunca será suya; pobres poetas sin fortuna, vacíos se irán cuando su vida concluya.

Concluya también mi escrito, disperso y sin orden, lo admito. Pero salido, al fin, desde el centro; eso importa, es lo que importa, es lo que más importa en el amor, por lo menos en el que a la Luna tengo, ya en el resto de amores haré uso de razón, pero baste en éste lo salido del corazón.


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El Emigrante Nostálgico

2 comentarios:

  1. Tolkien dice en su flamante libro, que solo los elfos son los que poseen el don de la memoria fresca y revividora. Cuando ellos cantan, las imágenes aparecen vivas para los que oyen. Mas, para los mortales como nosottros, nos queda una memoria torpe y débil. Sin embargo, hay quienes desarrollan un poder aún superior: La Poesía. Digo esto porque cuando un poema es bien escrito, realmente trae a la memoria y al corazón, imágenes ininteligibles. Intuiciones de orden sobrenatural. Cosas que la mera razón no podría explicar. La poesía bien escrita vuela alto, muy alto, más allá del entendimiento, y empapa nuestra alma de rocío celestial. La contemplación también posee una función parecida, cuando las musas lo conceden. Mirando la luna, realmente uno puede vagar por espacios lejanos, más allá del espacio y el tiempo. Como decía un poeta amigo: "Los esbozos de una mística en pañales"
    Gracias por su bello escrito, refrescan el alma.
    Atte: Don Virulana de los Gamos

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