lunes, 12 de junio de 2017

De gauchos y nobles



Le quedaba bien el poncho al Hidalgo. Estaba bien integrado entre los paisanos amigos de la comunidad GsG. Ahora contemplaba, escuchando el silencio, la belleza que el Criador tuvo a bien dejarnos en la naturaleza. Su mirar era profundo, meditabundo. Su barba, testigo de batallas, glorias y hazañas, estaba formada por blancos y largos alambres. Su barba era también desembocadura o confluencia de lágrimas, todas derramadas bien por fe, bien por esperanza, bien por amor. Fumaba. El humo de la pipa se adentraba en las profundidades de la barba para resurgir por la sotabarba, habiendo secado y aromatizado la misma. Le daba esto un aire castizo, indómito, viril; ríase John Wayne.

Estaba sentado a la orilla de un arroyo. Ya serían las cinco de la tarde, pero él se había levantado un poquito antes de la siesta para poner a enfriar la sandía en el agua saltarina, fresca y cristalina. Y ahí estaba, al amparo de un sauce llorón, recostado en un tronco añejo.

Justo en ese momento se acercó Don Jerónimo del Rey, y al ver al Quijote con esas pilchas, exclamó con entusiasmo:

-¡Miércole! ¡Parece usted un gaucho y todo!

Extrañado, preguntó el Manchego:

-¿Qué es un gaucho? -preguntó por inercia, pues seguía sumido en la contemplación.

Se acomodó en una piedra Don Jerónimo, prendió su pipa y dijo después de soltar bocanadas de humo gris, mirando al horizonte y con barbilla en alto, el siguiente apotegma:

-Un gaucho es un caballero andante argentino.

Se le iluminó la cara a don Quijote, pues la caballería andante ensanchaba su alma, era su modus vivendi, su modus operandi, su modus amandi. Y lo miró como pidiendo más detalles, pero Jerónimo se mantuvo en silencio, como haciéndose de rogar. El Hidalgo sin poder contener más su magnánimo corazón que ya palpitaba como un bombo legüero, exclamó:

-¡Hable ya! ¡No me tenga así! Sabe que estos temas me enardecen, no me haga sufrir y cuénteme bien.

Riéndose, dijo con calma Don Jerónimo:

-Primero abrimos la sandía, y después le cuento.

Dicho y hecho, agarraron la sandía, y de un golpe seco en una piedra la partieron en dos. Se veía el corazón de la misma más blanquecino, se podía intuir su dulzura sólo con verlo. Repartieron los pedazos equitativamente y comenzaron a degustar la más grande de las frutas. Mientras comían ese manjar de verano, preguntó el Quijote ya más apaciguado:

-¿Qué caracteriza a los gauchos?

Don Jerónimo, pensando, respondió:

-La nobleza e hidalguía.

-Ah, ¿son gente de alcurnia?

-No, al menos no de alcurnia de este mundo. Un monje rezante ha descrito muy bien qué es un hidalgo, y ha explicado que la hidalguía nos viene por filiación divina, por ser hijos de Algo, y que no entiende de sangre ni apellidos. El hidalgo es sobrio, es fiel y leal, es gallardo, sabe honrar y celebrar, es gentil y aplomado. El hidalgo es un noble. –Descendió a tierra y preguntó al Quijote:- ¿Quiere terminar mi sandía?, está deliciosa pero no puedo más.

Asintiendo, toma el de la Mancha la parte de del Rey, y siguió comiendo con algo de voracidad. Al rato preguntó:

-¿Qué entiende usted por noble?

-Muchas cosas, mi ingenioso Hidalgo -contestó presto mientras encendía de nuevo su pipa.- El noble es un hombre de corazón. Es un hombre que tiene alma para sí y para otros. Son los nacidos para mandar. Son los capaces de castigarse y castigar. Son los que en su conducta han puesto estilo. Son los que no piden libertad sino jerarquía. Son los que se ponen leyes y las cumplen. Son los capaces de obedecer, de refrenarse y de ver. Son los que odian la pringue rebañega. Son los que sienten el honor como la vida. Los que por poseerse pueden darse. Son los que saben en cada instante las cosas por las cuales se debe morir. Los capaces de dar cosas que nadie obliga y abstenerse de cosas que nadie prohíbe.

-Entiendo… Es una nobleza más alta que la terrenal, es una nobleza celestial, es una nobleza trascendente y no inmanente, es una nobleza por virtud y no por títulos, es una nobleza más pura… -murmuró pensativo el Quijote- Verdaderamente eran buenos caballeros andantes esos gauchos. ¡Qué bravos!

-Ciertamente, son los exponentes de mi Patria. Lo precioso en esto es que todos podemos ser gauchos, donde y cuando sea. Lo que hace falta es ser héroe y justo, besar el suelo patrio y anhelar el cielo santo, hacer verdad y combatir la mentira, amar lo bueno y odiar lo malo, buscar lo bello y desechar lo feo…

-¡Y luchar contra gigantes! –interrumpió el Hidalgo Quixote.

-Y luchar contra gigantes… –repitió nostágico Don Jerónimo del Rey.


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El Emigrante Nostálgico

3 comentarios:

  1. Don Nostalgia, qué alegría me produjo este escrito cuando lo leí!! Si le digo que la piel se puso como una gallina sería poco...

    "Un gaucho es un caballero andante argentino"... magnífico, sin palabras que logren expresar lo que quiero decir en verdad. Esta frase es digna y debe exigir ser rememorada por los siglos.
    Ha logrado explicar (si se me permite tal expresión) con exactitud y certeza a los nobles gauchos de esta tierra bendita, sin agregar ni quitar nada, sin sobrebalsar ni dejar vacío el vaso de esta definición. De nuevo lo felicito, su capacidad de ver las escencias mismas de las cosas y de ponerlas por escrito es admirable.
    (Espero no haberlo "empalagado" con elogios).

    Don Camilo di Benedetto.

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  2. Bendito don Camilo,

    Me animan sus palabras a seguir escribiendo, le agradezco el detalle de comentar con perfecta prosa las publicaciones últimas, pues sé que es engorroso y complicado, más aún estando ustedes en exámenes finales. Quiera Dios que pase pronto y con éxito ese período académico, así me puede deleitar con su pluma describiendo lo que ven sus ojos.

    Es tarea complicada describir, pues requiere primero de una observación y aprehensión de la realidad que se está viendo: cuantas más ideas sobre esa realidad tengamos, más completa será la descripción, pues las palabras sólo son la expresión sonora o sensible de los conceptos que tenemos en la testa. Con esto quiero decir que aquel que sabe describir sabe pensar, sabe sentir, y no es que tenga una facilidad para encontrar palabras, sino que tiene una visión superior, pues las mayores o menores palabras no dependen de nuestra capacidad de encontrarlas, sino de la percepción completa que tenemos de la realidad, con intelecto y sensibilidad, que generan conceptos y los relacionan, y de ahí vienen las palabras. Así, me admiran los que saben describir, me admira usted, pues han entendido la realidad. Pues entenderla no consiste sólo en decir las esencias, las substancias, sino también los accidentes, pues juntos forman la realidad completa.

    Me alegra ver comentarios suyos, verdaderamente me interesan, porque a usted lo estimo buen descriptor, buen entendedor. Pero más me alegran sus escritos, porque ahí describe, ahí se luce. No deje de escribir compadre, cuando tenga la oportunidad publique algo, que lo leeré voraz.

    El Emigrante Nostálgico.

    PS: He intentado ponerme en contacto con usted a través de don Virula, por correo, pídale que revise el mismo, así me envia su correo y me pasa material que le pediré.

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