lunes, 26 de junio de 2017

Sobre Dialisandro (I)



La vista es sublime. Arriba el cielo azur, las verdes viñas abajo, y entrambos un sinfín de tonalidades. El marrón de la tierra va menguando su intensidad al pasar de la tierra al tronco de los álamos, y ese marrón, al llegar a las hojas se torna una mezcla de canela y rojizo, alazán y dorado. Los álamos se mueven dóciles a la brisa, que los hace hablar en un idioma tan suave y dulce… Sigue ascendiendo la mirada y se ve un añil difuminado, pero no es del cielo, es de la precordillera, que esconde su burdo marrón para reflejar el garzo del cielo; así es, el cóncavo firmamento puede contemplarse a sí mismo y admirarse en el suelo mendocino. Después, la albina cordillera, titánica, pero a la vez delicada en sus formas, bien esculpida por el Criador, se yergue altanera y vigilante en el horizonte. La canción dice “el cielo le hace ver la bandera nacional”, pero creo yo que no se ve en el cielo, sino en la blanca cordillera andina flanqueada por el azul del cielo y el de la precordillera, además y principalmente en el manto de nuestra Señora, al que nuestra cordillera nos recuerda diariamente.

Los álamos, esos baluartes tan bellos como fuertes que defienden a las viñas del viento inclemente que podría acabar con sus frágiles frutos. Junto a los álamos, un poco más al pie de la cordillera están también los pie de gallo, encargados de defender a las viñas, no ya del viento, sino de la intempestuosa nieve. Los viñedos son cuidadosamente mimados y protegidos por estos dos héroes que son el álamo y el pie de gallo, que llevan una vida sacrificada y curtida, en pos de Mendoza y sus vinos, en pos de los mendocinos. Gesta callada pero hercúlea la suya, como los monjes para con la Iglesia.

Desto hablaban Don Camilo di Benedetto y el venerable Hidalgo, cuando le viene a la testa al primero una canción con exquisita poesía titulada “Destino de pie de gallo”. Entonces, con la venia del Qujote, afinó la viola y comenzó a cantar:

Destino de pie de gallo
es mi destino Señor:
morir hundido en mi tierra
cacheteando el aluvión.

Destino humilde y hermoso
es mi destino Señor:
defender la tierra arada
la viña el huerto y la flor.

Que venga la correntada
que yo aguantare el cimbrón,
afirmado en mis tres patas:
Fe, esperanza y corazón.

Vida callada y sufrida
al aire libre y al sol,
quien me ve sabe que vivo
feliz con mi condición.
Cadenas de pie de gallo
formaremos, si Señor;
no destruirán mi Patria
el odio y el desamor.

Con alma de pie de gallo
cada cual en su función,
encauzará la corriente
por el camino hacia Dios.

Cargado con todo el peso
de la gaucha tradición,
inconmovibles seremos
aunque vengan en montón.

Es ese nuestro destino
hacer frente al vendaval,
para que a nuestras espaldas
la Patria florezca en paz.















Se hizo el silencio profundo y meditativo al acabar la canción. La poesía expresaba a la perfección el anhelo de ambos corazones, por ello no hacía falta añadir nada más. Se dispusieron a seguir contemplando la maravilla que, como bien dijo una vez Don Camilo, el Hacedor había estado pintando la noche anterior para que los mendocinos pudieran deleitar su vista en ella.

Habrían pasado quince escasos minutos cuando se ve aparecer por la alameda a un personaje con pobladas cejas y nariz prominente. Se dirigía hacia ellos, lo cual captó su atención. Llevaba bártulos de peregrino, al menos eso parecía. Al llegar a su lado se presenta con voz alegre y simpática:

-Buenos días, caballeros. Mi nombre es Dialisandro, vengo de Chile y esta noche no tengo techo en que tirarme, ni bocado que al vientre llevarme. ¿Serían ustedes tan amables de…

-Por supuesto –interrumpió generoso Don Camilo- ésta es nuestra casa y usted nuestro invitado. Mi compadre se llama don Quijote, es de la Mancha –al tiempo el Hidalgo inclinaba la cabeza en señal de saludo-, y un servidor se llama Don Camilo, un placer conocerlo.

-El placer es mío, gentiles señores.

Don Camilo le indicó la habitación en la que hospedarse y le ofreció un baño para asearse, cosa que el invitado aceptó gustoso. Mientras tanto, el Quijote siguió donde estaba, un poco molesto por que se hubiera interrumpido la contemplación en que estaba sumido. Intentó volver a contemplar pero ya no pudo, por lo que gruñendo fue hacia dentro para averiguar dese invitado que tanto le había perturbado el momento más deleitable de la tarde con su llegada. La contemplación ocupaba tres momentos del día en la rutina del Manchego y Don Camilo: a primera hora de la mañana contemplaban las verdades sobrenaturales con el rezo de la lectio divina; después del Angelus contemplaban las verdades naturales con el estudio del Estagirita y el Aquinate; y al atardecer contemplaban las cosas naturales, la naturaleza, los paisajes mendocinos que tanto elevan el alma. Ciertamente esta rutina fue elevándolos en conocimiento y gracia, y en sensibilidad también. Pero esa tarde se vio interrumpida la rutina, eso no agradaba mucho al Hidalgo que era muy refunfuñón (sería la edad).




---Continuará---

2 comentarios:

  1. Compadre Emigrante Nostálgico:

    Me llevé una sorpresa muy grande al verme nombrado y protagonista de un escrito de tal porte. Debo disculparme por mi poco frecuente visita en esta noble Blogósfera que nos conecta. Notará que suelo comentar y responder todo el mismo día (error que es necesario pulir en mi). Pero no crea que no le doy la debida atención a cada uno de sus escritos maravillosos, al contrario, reconozco que usted es uno de los autores por lo que las musas se jactan (y hasta disputan) tener por discípulo. No dejo pasar ni una de sus publicaciones... siga así no le afloje nunca.

    Debo reconocer también que últimamente ha sido usted quien no ha dejado que esto decaiga y con magnánima paciencia ha seguido compartiendo con nosotros sus largas horas de pluma y papel, sin recibir con la debida prontitud felicitación de algún integrante. Lo cual reprocho (y aquí me incluyo) a los que ya dejaron enfriar o están dejando poco a poco enfriar en si el furor inicial que nos inundó al ver la reaparición de este flamante Blog. Quiera Dios que esto se deba solo al periodo llamado "época de exámenes finales" que todos en nuestras vidas facultativas debemos transitar en esta época del año.

    Pero ahora remitiéndome a su escrito, estoy ansioso de saber en qué termina. Mi imaginación vuela al pensarme al lado del sabio Hidalgo de la Mancha y al saberme embuido en una de sus famosas andanzas nobelezcas. Agradezco el gran gesto de pertenecer a su historia junto con sus personajes, también las notas literarias y la canción nombrada que entono con una guitarra, realmente le estoy muy agradecido.
    Sepa que pronto subiré algún nuevo (o viejo) escrito mio para que lo lea y disfrute.
    Espero la segunda parte...

    Lo saludo cordialmente,

    Don Camilo

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  2. Compañero de Andanzas,

    En breves momentos publicaré la segunda parte. Creo que he sido demasiado eclíptico en cuanto al desarrollo de la misma, y se puede intuir poquísimo cómo desenlazará. Pero no se preocupe, pronto vendrá el desenlace, como le he prometido.

    En cuanto a la falta de publicaciones, el deber de estado primero, no deben dispersarse y hacen bien en no estar publicando por aquí (de algo así va el escrito sobre Dialisandro). Yo me encuentro en vacaciones de verano, por ello tengo más tiempo para leer y escribir, por ello no les reprocho ni una pizca, pues sé que están ejercitando la memoria y el entendimiento (y la voluntad) para sacar adelante esos exámenes.

    Quedo a su servicio,

    El Nostálgico.

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