miércoles, 7 de junio de 2017

De boliches y dragones, o los nuevos molinos de viento (II).



El infierno mismo se dibujaba ante los ojos del Caballero Andante. Era la oscuridad más siniestra con un sórdido ruido que removía las tripas y los huesos. Las artificiales luces multicolor tenían un efecto alucinante. Sí, efectivamente habían logrado entrar quién-sabe-cómo en las entrañas de la cueva del Dragón que vomita azufre.

Don Qujote y Sancho Panza eran incapaces de oírse el uno al otro. Habían caído en el hoyo del conejo y los dos estaban completamente desorientados. Por ello, se hicieron señas para salir afuera. Así lo hicieron, y estando un poco alejados del descontrol satánico, se tomaron un tiempo para recobrar los sentidos en fuga. Más calmo los dos, aprovecha el Hidalgo para disparar:

-Decidme, ¿qué diantres es ese maldito lugar? -y llenando de aire sus achacados pulmones, remata:- ¡Sancho, averiguadlo presto!

Sancho, bostezando para destaponarse los tímpanos, obedeció a su señor y fue rápidamente en busca de una respuesta. Al cabo de un rato, volvió con noticias.

-Mi señor, parece que este lugar es llamado "boliche" por estos lares, como nos advirtieron los jinetes del Dragón. Me han dicho que es un lugar para divertirse y conocer gente. Y hay más, piensan que aquí, en estos escalofriantes espacios, se puede conquistar al amor de la vida.

-¿A quién has preguntado, Sancho? ¿Qué clase de diversión es esta donde no se puede platicar con el amigo que se tiene en frente? Por ventura, ¿es que considerarán este sitio como escenario ideal para conquistar una dama quien carece de rostro por falta de luz natural? Deduzco, Sancho, que con “conocer” te refieres al sentido bíblico de la palabra, que es intimar pues la falta de pudor de las damas me ha dejado desconcertado. También la forma de bailar, ¿acaso no se reservan nada para sus maridos? O peor, ¿harían lo mismo en presencia de la Dama Galadriel? -y suspirando el Hidalgo con la mirada perdida, termina su reproche:- Ay, Sancho, Sancho, si conocieran a Nuestra Señora...

Efectivamente, Don Quijote y Sancho Panza habían conocido los boliches, lugares hechos para embotar los sentidos y darle rienda suelta a las pasiones más bajas. Lugares donde no cabe el pensar o el amar, siquiera el recrearse humano sino sólo el experimentar salvaje y el ambicionar pueril. Un lugar donde se rinde culto al sexo en formas camufladas y donde se venera a la diosa Vanidad. Muy concurrido por jóvenes pusilánimes que necesitan acallar su conciencia. Los nostálgicos Quijote y Sancho habían descubierto la moderna forma de bailar, que nada tiene que ver con la danza festiva que alegra el corazón. Ciertamente, para refutar la idea de progreso, bastaría con exponer la evolución que ha tenido el baile en los dos últimos siglos, o mejor dicho, la involución. Se ha perdido el decoro y la elegancia, la clase y el estilo, la dignidad e hidalguía que componían las danzas de antaño. Se ha perdido la nobleza y caballerosidad del varón, y la fineza y feminidad de la mujer.

Por eso, porque observaba el Quijote la ruina de la humanidad, es que exclama con vehemencia:

-Sancho, tened por cierto que este es el primer gigante contra el que vamos a luchar. Pero recordad, conveniente es que sea con la pluma, y si ha de ser con la espada usaremos la táctica del Zorro -y mirando con  los ojos llenos de brillo la luna, termina su arenga:- ¡Vamos, Sancho! ¡Acabemos con esto de inmediato!


Volvieron a entrar al boliche con ánimo brioso y observaron detenidamente que las luces móviles que habían en el sitio provenían de un cable negro que atravesaba la mitad del techo y que proseguía por una esquina de la sala hasta salir por una puerta. Atravesaron la puerta y vieron que aquel cable grueso acababa en una caja de electricidad.

-Sancho, hazte a un lado que haré pedazos este cachivache.

-Señor, tenga cuidado, que puede ser peligroso -responde el gordo asustado y empapado en sudor.

-Sancho, oídme, nunca dije que el oficio de caballero estuviese exento de peligros, pero vale la pena arriesgar la vida por restablecer la justicia y la cordura en este mundo rematadamente loco y cruel. Mas, no olvidéis carísimo, hagáis lo que hagáis es por Ella, la Dama, que todo lo ve y lo recompensa.

Acto seguido, arrancó los apretados cables con sus largas manos, lo que provocó que se electrocutara por unos segundos, haciéndole caer por tierra. Se oyeron gritos despavoridos que parecían mujeres pero eran hombres afeminados. Inmediatamente Sancho cacheteó a su señor para despertarlo del shock:

-¡Despierte, mi señor, despierte que vendrán por nosotros!

-Ayudadme , Sancho, que estoy temblando -tenía el de la Mancha todos sus pelos erigidos cual cactus del desierto. Pero recordando su misión, le ordena a su escudero:- Levantadme rápido y alcanzadme aquel fierro que iré a donde el bochinche para aleccionar a los rebeldes.

Entraron en la sala de nuevo, y don Quijote empezó a repartir fierrazos a troche y moche. Alguno cayo en la redonda cabeza de Sancho, pero así fue abriéndose paso hasta la puerta de salida. Justo antes de llegar a la salida, el Quijote soltó el fierro con una mano y el cogote de un turro con la otra, y se marchó disimuladamente entre el medio del caos y la confusión junto a su fiel compañero.

Caminaron y caminaron los justicieros hasta llegar a una esquina cualquiera, entre las muchas de la imprevista Mendoza. Se oía música desde la calle; un cartel ponía “Peña Cuyana”. Y preguntó Sancho que aún no salía de la excitación:

-Señor, ¿busco un palo?

-¡No, mi fiel escudero! -lo corta en seco el Hidalgo, y prosigue con diligencia:- Oíd, esta música ensancha el alma y regocija el espíritu. Observad, aquí bailan como Dios manda. Sentid, hay Musas en este lugar.

-Oled, que se me revuelve el estómago -interrumpió el Panza. Y agrega:- ¿Qué esperamos para entrar, mi señor? ¿No advierte que bien se está aquí? Mirad, allá hay gente comiendo...

-Empanadas, Sancho, allí dice "empanadas". Pues bien, vamos a recuperarnos de la batalla con el enemigo el Dragón.

-Buena idea, mi señor, Ud. teniendo siempre maravillosas ideas. ¡Cáspita!

Ambos seguían embelesados por la música que oían y sobrecogidos por la poesía de sus letras. Todavía hoy resuena en sus oídos aquellos versos de “Amémonos” y a menudo aquel vals sirve de oración para ofrendarle a la Dama Galadriel. Permanecieron un buen rato extasiados en silencio. Al menos Don Quijote, ya que Sancho estaba más interesado en conseguir una docena de empanadas calientes. En eso aparece un viejo, que al lado del Hidalgo, era más bien un muchacho con harta barba que se presenta así:

-¡Bienvenidos a la peña! Yo soy Hilario, el que la organiza junto a otros compadres -dijo esto el barboso con la voz ronca y los labios morados. Luego interrogó:- ¿Ustedes son?

-A su merced, Don Hilario -y haciendo una pequeña reverencia, se presenta al mismo tiempo:- Yo soy el ingenioso Hidalgo de la Mancha, que ha decido cabalgar de nuevo por la justicia y la paz en el Criador, junto a mi fiel escudero el valiente Sancho Panza.

-¡Salud, mi señor Don Hilario! -responde contento el noble panzudo que cargaba con dos empanadas en sus manos traseras.

Muy emocionado contesta a su vez el recién conocido Don Hilario de Jesús:

-Los esperabamos... ¡pasen, pasen!



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El Emigrante Nostálgico.


4 comentarios:

  1. Estimado gallardo Emigrante, me intrigaba mucho saber qué harían Don Quijote y su fiel Sancho al entrar en la casa diabólica, estoy más que feliz por poder leer su segunda parte, me tuvo inquieto hasta el día de hoy... Lo felicito por su estupenda narración, la disfruté muchísimo.
    El mensaje y la enseñanza que ud. deja aquí es más que claro para cualquier joven de hoy que lee. Lamentablemente es una candente nube negra que arrecia en las noches de nuestra vieja comarca. Gracias otra vez por sus escritos.
    Atentamente,
    Don Camilo

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    1. Apreciado don Camilo, el descriptor sublime, le agradezco sus palabras de aliento y nostalgia. Nostalgia por una juventud pura y virtuosa, límpida y santa. A mis oídos ha llegado que, no ha mucho, unos cuantos jóvenes se reunieron alrededor de unas llamas crepitantes para tensar cuerdas de guitarra y vocales. Quiera Dios que reflorezca el folclore patrio.

      Pienso que tiene que haber una voluntad cierta y concreta de difundir el folclore, una estrategia si se quiere, y no una nebulosa de intenciones que nunca se concretan. Habría que armar un ramillete de jóvenes comandos que funden grupos folclóricos, que compitan, que propongan una diversión alternativa al joven promedio. Tengo entendido que ya hay algún grupo, que haya más entonces, que se divida si es preciso el que ya hay para hacer dos distintos, que se inventen nuevas e ingeniosas formas de resucitar el folclore. Algún día podremos hablar usted y yo de este tema, en privada y larga charla.

      Con todo, felicito a quienes estén haciendo por concretar este ideal, entre los que sé que usted se encuentra.

      Un viril y fuerte abrazo. Estoy deseoso de volver a deleitar mis ojos y pensamiento con un escrito suyo, a ver cuándo me da esa alegría.

      El Emigrante.

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  3. Carísimo Emigrante, concuerdo totalmente con usted. Creo en la necesidad de los "comandos del folclore". La Patria reclama a ser cantada y engalanada por su música tradicional, reclama a sus hijos predilectos que le canten como cuando era una niña, reclama a sus pocos que le quedan que no bajen los brazos. Hemos dormido un invierno sin fin del que cada vez es más difícil levantarse. Nos hemos dejado ganar tantas veces por la modorra y la tibieza que el enemigo ha logrado envenenar nuestra tierra querida con facilidad.
    Pero "la esperanza es lo último que se pierde", y Dios no abandona a los que le son fieles. Pos eso al ver que usted, a pesar de su distancia, es de los nuestros, me vuelve a fluir la sangre caliente por mis venas frías.
    Agradezco enormemente su respuesta.

    Don Camilo

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