viernes, 11 de agosto de 2017

Peñas como las de antes. (II)



  Parecióle al conjunto de Gallardos sin galas que el viejo Hilario comenzaba a cabecear en el declinar de la farra que estaban disfrutando desde hacía horas. No obstante, el problema era que el Barbudo no había podido detenerse en toda una jornada de frenesí cuyano. Era verdad que éste se recreaba en las organizaciones de tal tipo y más aún gozaba cuando veía que tanto esfuerzo previo no había sido en vano. Sin embargo, ya Don Hilario comenzaba a cansarse con mayor frecuencia, y empezaba a desear con más vehemencia que otros Gallardos siguieran organizando eventos sanos y cristianos que tanto bien hacían a las almas y a la Patria amada. Pero estos pensamientos que se agolpaban en el matete del Viejo arribaron después de la conversación amena que tuvieron los gauchos reunidos con el Hidalgo Quijote y su fiel escudero Sancho.

  -Entonces -reanuda la plática el Viejo observador que había otorgado un tiempo para recargar copas con vinos y rellenar platos de plástico con empanadas ya un poco frías-, ¿quiere saber Usted, estimado Don Quijote, de qué se trata todo esto? -y viendo Hilario que el Hidalgo le asentía con los ojos abiertos y una empanadita en la boca, se dispone a contestarle según la inspiración de turno.- Pues vea, el origen de estas fiestas es desconocido para casi todos, aunque se sabe que el nombre "peña" viene de los mapuches y significa "reunión entre hermanos". Aquí ya tenemos una pista de sus orígenes. En esta reunión entre hermanos reina la buena onda, la mu...
  -Perdón, perdón, perdón -interrumpe un tanto enojado el Quijote-, ¿podéis explicaros que es aquello que Usted llama "buena onda"?

  Hilario, en verdad, no era tan "viejo" y utilizaba a veces términos indecorosos que solían estar a la orden del día entre la juventud hodierna.

  -Razón Usted tiene al interrumpirme de esta manera -toma un trago de vino, y prosigue su discurso Hilario.- "Buena onda" puede significar buen espíritu, alegría compartida o entusiasmo común. Ésto es el alma de las peñas, aunque importante es que tal júbilo vaya acompañado siempre de mucha música, buenas danzas, comida criolla y abundante bebida. De otro modo, si hay ausencia de esto que recién menciono, ya no sería una peña sino una tertulia o un evento social más. También es importante que se asista a las peñas con una vestimenta típica, que es la que tiene delante de sus ojos.

  El Quijote lo miraba sorprendido, de arriba abajo, mas no podía reprimir su ansiedad de saber más; entonces vuelve a preguntar sin dar demasiado espacio al silencio.

  -Voy comprendiendo, amable Hilario, pero decidme, ¿qué tipo de música es la que os escucháis en tales peñas: música de ópera, o por ventura, las "españoletas"?, y ¿cuáles son vuestros instrumentos: el arpa, la vihuela? También quisiera que me explique, si vuestra amabilidad lo desea, ¿qué danzas ejecutáis, qué es eso de la "comida criolla" y con qué bebida podéis deleitaros en tales circunstancias?

  Ninguno de los que estaban sentado en el mesón se animaba a sumarse en el diálogo. Solamente oían y chupaban como se debe. Así que continuaba el Barbudo solo en la empresa de hacerle saber al Hidalgo en qué diablos consistía una peña... una peña como las de nuestros antepasados.

  -Bien, compadre de La Mancha -avanzaba la confianza a tales horas de la noche-, les responderé siendo breve y conciso -y acomodándose el facón, dice Don Hilario-: la música de nuestras peñas no es otra que la del folcklore tradicional argentino que reagrupa una multitud de géneros con sus formas bien marcadas, tales como la zamba, la chacarera, el gato, la cueca y la tonada, entro otros. Tales géneros abrevan en nuestra tierra y se han ido forjando a través de la historia. La influencia de nuestra música proviene de muchos lados, pero especialmente de los aborígenes de acá y de los españoles de siglos pasados. Ésta música se ha transmitido por vía oral de generación en generación y los autores de cada canto son anónimos, generalmente...
  -¡Interesante! -intercala el Hidalgo-.
  -Más le puedo decir de la música nuestra, pero pasemos a las danzas -bebe otro trago de vino, y sigue el Viejo.- La historia de nuestras danzas es similar a la de nuestra música ya que éstas han acompañado siempre los diversos ritmos. Ojo que no todos los géneros folclóricos son bailables, como nuestra bella tonada cuyana...
   -¡Sí, sí, ya varios me han hablado de la tonada...! ¿Qué poder tiene sobre vosotros dicho género musical? ¡Vosotros estáis hechizados por la tonada! -nos larga el Hidalgo con sus dedos largos señalándonos.
   -Sí,  estamos hechizados por Ella, y pronto lo estará Usted puesto que nuestra Señora Tonada sabe hechizar corazones amantes de lo bello -remata el Viejo; pero vuelve a reanudar el discurso con ganas de darle un cierre.- Para terminar con las danzas, sepa que se bailan entre el hombre y la mujer, aunque nuevas modas pretendan hacernos creer que entre mujeres la chacarera es más parrandera. Así y todo, la zamba es lo más maravilloso en materia de danzas.


Sancho Panza paró la oreja llegado este punto. Hilario se hizo el desentendido y continuó su descripción.

  -La comida criolla es, naturalmente, nuestra comida. Proviene del Norte de nuestro país y se podría resumir en tres platos clásicos que tanto nos representan y hasta nos enorgullece: el asado, el locro y lo que se acaba de tragar. Así que las empanadas ya saben lo que son pero lo mejor, el asado, se lo perdieron, ya que lo devoramos más temprano; aunque básicamente es una vaca asada a las brasas o a las llamas.
  -¡Madre mía! ¡Que se me revuelve el estómago, mi Señor! -se dirige el extrañamente callado Sancho a un Quijote que comenzaba a excitarse con la idea de cazar una vaca esa misma noche y tirarla  a la parrilla.
   -El locro pues, vaya luego y conózcalo por su cuenta... -y con un dedo le señalaba Hilario un puesto donde una gorda con una enorme olla repartía locros en platos hondos, también de plástico; todavía no lograba acabar lo que ya empezaba a tomar forma de relato, por eso se apuró el Barba.- La bebida es, ha sido y será el vino tinto, aunque malas influencias quieran establecer también el "ferné con coca" que no le explicaré ahora de qué se trata.
  - ¡Venga! ¿Cómo que no? -le grita el ya entonado Hidalgo.
  -Bueno, bueno -le responde entusiasmado Hilario-, ¿ha probado un jarabe?
  Asintióle el otro.
  -¡Ea! -le confirma a la española el De Jesús-.

  En ese instante fue que el de La Mancha estalló en risas graves y sonoras contagiando paulatinamente al resto de los concurrentes de la prolongada charla. Hasta que Don Hilario frenó las risotadas no tan de buenas maneras.

  -Espero... -iba elevando la voz con este acorde-, espero que nuestros agasajados Quijote y Sancho hayan comprendido, o al menos, se hayan aproximado a este mundo que a nosotros tanto nos fascina y por el cual tanto nos desvelamos para que no desaparezca. Sí, estimados, ésta es una realidad amarga pero sucede que los boliches, eso que Ustedes conocieron esta misma noche, están invadiendo la sociedad. Ese tipo de fiesta diabólica se está apoderando de cada vez más jóvenes, consumiéndolos en su seno donde yace el Dragón que olieron. -Y asumiendo un tono de mayor gravedad, concluye:- Nosotros, los Gallardos sin Gala, velamos para que estas peñas, o también llamadas "farras" en nuestro entorno, no queden relegadas al olvido por la mundanidad e indiferencia de jóvenes superficiales. A lo menos aquí, en nuestra Comarca mendocina, depende pura y exclusivamente de nosotros que esta costumbre se mantenga y se perpetúe, combatiendo así al venenoso jolgorio que en nuestros días se extiende con suma velocidad y eficacia: los putrefactos boliches.

  Al concluir con esto último, escupe el Viejo al suelo en señal de desprecio visceral ante tal fenómeno impío. Los demás quedaron todos con el ceño fruncido y el corazón henchido.

  Se generó un silencio de varios minutos. De repente rompe el mutismo, una vez más, el Hidalgo Quixote que poniéndose de pie, exclama:

  -Con vuestro permiso, honrados Gallardos, deben dejar a un servidor marcharse en paz. Mucho he de meditar en mis próximas millas bajo la compañía de la noble luna y mi gentil siervo. Me voy reconfortado al veros firmes y dignos en la brecha, en comunidad, como es debido a los hijos del Altísimo. Parto, con vuestra bendición, a una misión más en esta tierra quasi baldía.

  Y mirando a su Escudero, le dice:

  -Vamos, Sancho, que el alba ya despunta y la punta de nuestras lanzas aún no están afiladas. -Y dándose una media vuelta un tanto brusca, se despide con voz estruendosa:- ¡Hasta la vista, amigos, no os dejéis ganar por la pereza y seguid cabalgando por el Bien, la Verdad y la Belleza!

  Los dos personajes se retiraban con disimulo, y de improviso y sin aviso las Musas se los llevaron.



  En la peña que ya se terminaba podíanse oír tímidas encordadas que punteaban un nuevo tema para los Gallardos que comenzaba así:

"He venido compadre, pues ya lo ando extrañando..."  
  

4 comentarios:

  1. Impecable!

    Don Hilario, por fin su escrito tan ansiado por mí, su segunda parte. Sepa que acepto (y hablo en nombre del resto de Gallardos creo) el desafío de tomarle la posta en la promoción del folclore y tradiciones patrias allí en Mendoza, si bien yo estoy limitado espacialmente, pero haré todo lo que esté en mi mano por continuar su labor de promoción, ahora que usted marcha a primera fila de combate.

    Se intuye ya la marcha del Hidalgo, ya veremos qué pasa en el tercero de Cilantro. Por lo pronto agradezco en nombre del Hidalgo las lecciones aprendidas por usted y los Gallardos, me dice también el Quijote que nunca encontró amigos tan unidos en ideales, tan con-sentido-común, tan con criterio, tan con libertad de espíritu. Y que el haberse encontrado con estos amigos le ha hecho avanzar en prudencia, virtud y gracia.

    Que viva el folclore y las personas como usted, que siempre echan su tronquito para que el fuego no merme.

    Un abrazo,

    E.N.

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno Don Hilario! Admito estar sorprendido por el vuelo de este blog. La verdad que estoy profundamente admirado.

    Espero que vivamos por siempre alrededor de guitarras, bombos y trajes de gaucho.

    Un saludo afectuoso.

    Don Rionnes.

    ResponderEliminar
  3. Don Hilario,

    He disfrutado su escrito. Lo he disfrutado sobremanera, valió la espera por esta segunda parte.

    Mientras haya sobre la faz de la tierra algún Gallardo que abra esporádicamente este blog, perdurarán de seguro esas peñas, y con ellas el respeto que merecen tamañas bellezas que nombró usted, una zamba bailada por ejemplo.

    Elevando levemente el sombrero a modo de saludo, desde las Antiguas Chacras, Zaqueus.

    ResponderEliminar
  4. Por fin don Hilario!!!
    Se hacía de rogar esta ansiada segunda parte, ya comenzaba a pensar que nunca llegaría. Pero mala mía por haber dudado que ya había renegado de ese "continuará" que nos dejó tan sedientos en la primerita.

    Ojalá se reaviven las verdaderas peñas, las "peñas como las de antes" donde se agolpaban cantores y parejas de bailarines al compás de zambas, cuecas y chacareras. Es un tema que debemos tratar y planear detenidamente pues el enemigo día a día avanza a gran velocidad sobre nuestro terreno de combate musical. Creo que los Gallardos debemos ser todos re-propulsores de nuestro querido folclore y nuestras tradiciones y costumbres patrias que hemos dejado ociosamente perder.
    Pero ¡ojo!... No todo está perdido, mientras haya un folclorista de veras sobre este suelo habrá esperanza para la tradición.

    Lo saludo cordialmente desde Los Gamos.

    ResponderEliminar